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Universidad Central de Venezuela

Dirección de Asesoría Jurídica

Comisión Especial para el Estudio de la LOE

INFORME SOBRE LAS INCONSTITUCIONALIDADES

DE LA LEY ORGÁNICA DE EDUCACIÓN

Capítulo I

INFRACCIONES AL PROCEDIMIENTO DE FORMACIÓN DE LAS LEYES

1. El Proyecto de Ley Orgánica de Educación fue aprobado con una sola


discusión, lo que viola el artículo 207 de la Constitución , en el cual se exige que
todo proyecto de ley, para ser válidamente sancionado, debe tener dos
discusiones en la Asamblea Nacional.

En efecto, el 21/8/2001 la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión el


Proyecto de LOE, por unanimidad. La llamada segunda discusión se realizó el
14/8/2009, cuando habían transcurrido ocho años de la primera. En enero de
2006 se había iniciado un nuevo período de la Asamblea Nacional y, de acuerdo
a la sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (del
16/5/2006), cuando se inicia la discusión de un proyecto de ley y no se culmina
con la publicación de la ley en la Gaceta Oficial en el mismo período
constitucional, el procedimiento legislativo decae, es decir, queda anulado, y
debe ser comenzado de nuevo en el período siguiente de la Asamblea Nacional.

En consecuencia, la llamada segunda discusión no fue sino una primera


discusión y, en este caso, además, el 14 de agosto de 2009 se realizó la primera
discusión de un proyecto nuevo.

2. Aún en el supuesto negado de que el proyecto de LOE hubiera tenido dos


discusiones, la Asamblea Nacional violó el artículo 147 de su Reglamento
Interior y de Debates (RIDAN), porque para que tenga lugar la segunda
discusión de un proyecto de ley es necesario que la Comisión competente (en
este caso la Comisión de Educación, Cultura, Deportes y Recreación) presente
un informe en un máximo de 30 días, en el que se analicen los cambios que se
proponen con relación al proyecto aprobado en primera discusión y se
expongan las consultas con la sociedad organizada que se han realizado. Este
informe nunca existió, y al cabo de 8 años (en lugar de 30 días), la Comisión
presentó al plenario de la Asamblea un nuevo proyecto, incluso desprovisto de
Exposición de Motivos, y sin ninguna referencia a lo aprobado en primera
discusión. El nuevo proyecto tenía 56 artículos en vez de los 127 aprobados en
primera discusión, además de que la estructura y la orientación del nuevo
proyecto eran diferentes, y en ningún momento se explicaron las razones que
justificaron la reducción realizada y los cambios introducidos.

3. Pero si todavía el proyecto hubiera tenido dos discusiones y se hubiera


respetado el RIDAN, en el proceso de discusión y aprobación de la LOE se violó
el artículo 211 de la Constitución que contempla la consulta a los ciudadanos y
a la sociedad organizada, como parte del principio de participación, el cual se
desarrolla en el artículo 172 del RIDAN. En efecto, el nuevo proyecto fue
presentado dos días antes de la discusión final (la única en realidad), la cual se
concluyó en la madrugada del 15 de agosto de 2009, y los diputados (ni siquiera
los oficialistas), habían sido informados del texto sobre el cual versaría el
debate. Ante esta situación la diputada Pastora Medina había denunciado que
“Se violenta la Constitución y el reglamento de la AN , pues los diputados
debemos conocer el proyecto con 5 días de antelación”.[1]

Si bien algunos representantes de sectores educativos habían sido recibidos en


los días anteriores a la discusión del proyecto, se les había pedido opinión sobre
el texto aprobado en primera discusión 8 años antes, de modo que no podía
haber consulta sobre un proyecto que nadie conocía.

4. Entre la primera y la supuesta segunda discusión se cambió la naturaleza del


proyecto. En el artículo 203 de la Constitución se distinguen las leyes orgánicas
que se dicten para organizar los poderes públicos o para desarrollar los
derechos constitucionales, de las leyes orgánicas que sirven de marco normativo
a otras leyes. El proyecto de la LOE aprobado en primera discusión en 2001
tenía un texto minucioso (127 artículos) porque regulaba el derecho a la
educación; el de la supuesta segunda discusión era corto (56 artículos), con
muchas declaraciones generales y abundantes remisiones a leyes especiales, es
decir, es una ley orgánica que sirve de marco a otras leyes. Ese cambio de
naturaleza del proyecto constituye un fraude a la Constitución : los derechos
constitucionales deben ser regulados por leyes orgánicas, como se hacía en el
proyecto aprobado en primera discusión; cuando en la ley orgánica se remite a
otras leyes el desarrollo sobre los derechos, se deja a la ley ordinaria una
materia que corresponde exclusivamente a la ley orgánica. Además, en algunos
casos la regulación de los derechos se delega en un Reglamento, como ocurre
con la participación de los egresados en la elección de las autoridades
universitarias (art. 34,3 de la LOE ), en infracción al ordenamiento
constitucional.

5. Incumplimiento del procedimiento para calificar las leyes orgánicas.


Conforme al artículo 203 de la Constitución , son leyes orgánicas las que así
denomina la Constitución y las que reciben esta calificación de la Asamblea
Nacional. La LOE no fue calificada como ley orgánica por la Constitución sino
por la Asamblea Nacional , por lo que era necesario aplicar lo dispuesto en el
artículo 203, segundo aparte, de la Ley Fundamental : “Las leyes que la
Asamblea Nacional haya calificado de orgánicas serán remitidas antes de su
promulgación a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, para
que se pronuncie acerca de la constitucionalidad de su carácter orgánico. La
Sala Constitucional decidirá en el término de diez días contados a partir de la
fecha de recibo de la comunicación. Si la Sala Constitucional declara que no es
orgánica, la ley perderá este carácter”.

Pues bien, el 16/8/2009, el día siguiente a la sanción por el órgano


parlamentario, el Presidente de la República le puso el ejecútese a la ley que le
había enviado la Asamblea Nacional , sin previamente remitirlo al Tribunal
Supremo de Justicia, en infracción a lo dispuesto en el artículo 103 de la
Constitución.

6. CONCLUSIÓN: La LOE es inválida en su totalidad porque en el proceso de


su formación se violaron diversas disposiciones fundamentales de la
Constitución y del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Nacional ,
y así debe declararlo el Tribunal Supremo de Justicia.

Pero además, la LOE contiene diversas disposiciones que infringen el


ordenamiento constitucional, tal como veremos luego de formular algunas
consideraciones sobre el Estado Docente.

Capítulo II

EL CONCEPTO DE ESTADO DOCENTE

1. El Estado Docente no es un concepto jurídico sino una consigna política, la


cual se comenzó a utilizar desde 1943, inicialmente por obra del educador Luis
Beltrán Prieto Figueroa en su tesis “Problemas de la educación venezolana”.[2]
En realidad, no hay un Estado Docente, como tampoco hay un Estado
Banquero, ni Hospitalario, ni Empresario, ni Benefactor, sino un Estado que
cumple distintas funciones en esos ámbitos. Entre nosotros ha habido
momentos de mucha polémica en cuanto a la definición del rol del Estado en la
Educación , así:

Durante los años del predominio de la corriente positivista (1870-1890)


arreciaron las críticas contra la educación privada-católica. El Presidente
Raimundo Andueza Palacio puso fin a la discordia, al asentar, en 1891, que en
materia de instrucción Pública “debe privar, como en ningún otro ramo del
Gobierno, el gran principio de la libertad. Tan atentatorio contra él es la
imposición de la enseñanza laica como de la enseñanza religiosa, porque priva
al ciudadano del derecho de elegir el orden de ideas en que ha de educar a sus
hijos. Pero aquí, en Venezuela, sería más atentatorio que en ninguna otra parte
la imposición de la educación laica, porque este es un pueblo esencialmente
católico, aunque sin fanatismos, y el legislador debe tener en cuenta no sólo el
medio social en que vive, sino también el pueblo para quien legisla. En mi
concepto, pues, no debe imponerse ni la educación religiosa ni la laica, sino
dejar en libertad al ciudadano de elegir la que sea más cónsona con sus ideas y
con sus creencias. No comprendo el liberalismo que excluye, sino el que atrae,
fomenta y cautiva voluntades, el que tolera todas las ideas, el que ampara todos
los derechos, el que amplía todas las libertades”.[3]

Más de medio siglo después, la Junta Revolucionaria de Gobierno dictó, el


30/5/1946, el Decreto Ley 321, Sobre Calificaciones, Promociones y Exámenes en
Educación Primaria, Secundaria y Normal, en el que se dispuso que en la
educación pública la calificación definitiva se formaría con el 60% del promedio
de las calificaciones bimestrales y el 40% de la nota del examen final, mientras
que en las escuelas privadas, se tomaría el 20% de la nota previa y el 80% de la
nota del examen final; pero además, que en estas últimas escuelas, los Jurados
Examinadores estarían constituidos por el respectivo maestro de grado y por
dos maestros nombrados por el Ministerio de Educación. La reacción de los
representantes de alumnos de escuelas privadas fue intensa frente a lo que
consideraron una discriminación y una injusticia contra la educación privada, y
las movilizaciones de calle fueron vigorosas, ante lo cual el Presidente
Betancourt dirigió al país una alocución radial, en la que hizo un llamado a la
discusión serena dentro de un clima de convivencia y de respeto mutuo, y el 19
de junio de ese año suspendió, mediante el Decreto 344, la aplicación del
Decreto 321 y dispuso que los alumnos que hubieran obtenido una nota previa
de 10 o más puntos quedarían promovidos a los grados o cursos
inmediatamente superiores.[4]

2. En las décadas siguientes, salvo algunos debates agrios en el seno de la


Asamblea Nacional Constituyente de 1946, la discusión sobre el papel del
Estado en la educación se hizo de manera civilizada y las decisiones al respecto
se adoptaron por consenso, luego de un proceso honesto de consultas, así:
a) La sanción de la Constitución de 1961, que contiene un conjunto de normas
aprobadas por unanimidad sobre el papel del Estado en la educación, la
garantía de la libertad de enseñanza y la supresión de los aspectos polémicos
que contenía la Constitución de 1947 sobre este tema.

b) La aprobación unánime de la Ley Orgánica de Educación del 26 de julio de


1980, que estableció un moderno marco sobre el régimen de la educación, así
como la promulgación de los reglamentos respectivos.

c) La discusión y aprobación de la Constitución de 1999, a la que se le hicieron


algunas -pocas- observaciones, más que todo de carácter técnico, en el Capítulo
de los Derechos Educativos.

d) La sanción por el gobierno nacional del Reglamento General de la Ley


Orgánica de Educación, mediante Decreto 1913, del 5/9/1999, el cual no suscitó
observaciones de ninguna clase.

3. El período de confrontaciones que hemos vivido en lo que va de siglo se


reinició a partir de la sanción del Decreto 1011, del 4/10/2000, por el cual se
dictó la reforma del Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente y se creó
la figura de los supervisores itinerantes, con amplias facultades para determinar
si en un establecimiento educativo determinado, público o privado, se cumplen
o no las previsiones legales o reglamentarias y para recomendar la intervención
del plantel educativo y la suspensión de su directiva, caso en el cual se
designará el personal directivo interino correspondiente. En el Decreto no se
preveía que tales supervisores debían ser escogidos mediante concurso de
méritos, por lo que se entendió que eran libremente nombrados por el gobierno
y, por lo tanto, con un sesgo ideológico o por lo menos partidista.

Antes las reacciones populares que se generaron por este decreto, las
aclaratorias del Tribunal Supremo de Justicia y del mismo gobierno sobre el
Decreto 1011 bajaron la tensión y crearon el clima necesario para que en agosto
de 2001 el proyecto de Ley Orgánica de Educación fuera aprobado en la
Asamblea Nacional , en primera discusión, por la unanimidad de los diputados.

En ese proyecto se respetaba el ordenamiento constitucional y se partía del


supuesto que la función docente del Estado resulta de concatenar disposiciones
sobre las facultades del Estado con las libertades de los particulares, en un
conjunto normativo que era el resultado de muchas décadas de experiencia en
la regulación de este servicio, desde que Guzmán Blanco promulgó el Decreto
de Instrucción Pública, gratuita y obligatoria, el 27 de junio de 1870[5]. Por ello,
el llamado Estado Docente quedó configurado en la Constitución que nos rige
así:
a) La educación es un servicio público, al mismo tiempo que un derecho
humano y un deber social fundamental (art. 102). El Estado tiene el deber
indeclinable de prestar ese servicio, pero éste tiene carácter concurrente: los
particulares que reúnan los requisitos establecidos en la legislación también
pueden prestarlo, bajo la supervisión de aquel (art. 106).

b) La educación es democrática y está fundamentada en el respeto a todas las


corrientes del pensamiento, puesto que su finalidad es desarrollar el potencial
creativo de los seres humanos y el pleno ejercicio de su personalidad (art. 102).
Para esos fines, también la sociedad debe ser democrática, basada en la
valoración ética del trabajo y la participación activa en los procesos de
transformación social, consustanciados con los valores de la identidad nacional
y con una visión latinoamericana y universal. (art. 102).

c) La educación es obligatoria (art. 102) desde el maternal hasta el nivel medio


diversificado (art. 103), y la que se imparte en planteles públicos es gratuita
hasta el pregrado universitario (art. 103).

d) El Estado, con la participación de las familias y la sociedad, promoverá el


proceso de la educación, de acuerdo con los principios contenidos en la
Constitución y en la ley (art. 102).

e) Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad (art. 103). Se
garantiza el derecho a la igualdad de condiciones y oportunidades, sin más
limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones (art.
103). A estos fines, el Estado creará y sostendrá instituciones y servicios
suficientemente dotados para asegurar el acceso, permanencia y culminación en
el sistema educativo, y para ello realizará una inversión prioritaria, de acuerdo
con las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas (art. 103).
La ley garantizará igual atención a las personas con necesidades especiales o
con discapacidad y a quienes se encuentren privados o privadas de su libertad o
carezcan de condiciones básicas para su incorporación y permanencia en el
sistema educativo (art. 103).

f) La educación estará a cargo de personas de reconocida moralidad y de


comprobada idoneidad académica. El Estado estimulará su actualización
permanente (art. 104).

g) Se garantiza la carrera docente: el ingreso, promoción y permanencia en el


sistema educativo, serán establecidos por ley y responderán a criterios de
evaluación de méritos, sin injerencia partidista o de otra naturaleza no
académica (art. 104). El Estado garantizará la estabilidad en el ejercicio de la
carrera docente, bien sea pública o privada, atendiendo a esta Constitución y a
la ley, en un régimen de trabajo y nivel de vida acorde con su elevada misión
(104).

h) Derecho a la enseñanza privada: Toda persona natural o jurídica, previa


demostración de su capacidad, cuando cumpla de manera permanente con los
requisitos académicos, científicos, económicos, de infraestructura y los demás
que la ley establezca, puede fundar y mantener instituciones educativas
privadas bajo la estricta inspección y vigilancia del Estado, previa aceptación de
éste (art. 106).

i) Estímulo a la inversión privada: las contribuciones de los particulares a


proyectos y programas educativos públicos a nivel medio y universitario serán
reconocidas como desgravámenes al impuesto sobre la renta según la ley
respectiva (art. 103).

j) Se constitucionaliza la autonomía universitaria: el Estado garantizará la


autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los
profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad
dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica,
humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las
universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y
la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a
tales efectos establezca la ley. Se consagra la autonomía universitaria para
planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación,
docencia y extensión. Se establece la inviolabilidad del recinto universitario.

Las universidades nacionales experimentales alcanzarán su autonomía de


conformidad con la ley (art. 109).

k) Se establecen como contenidos obligatorios de la educación: la educación


ambiental, la educación ciudadana y no formal y, hasta el ciclo diversificado, la
enseñanza de la lengua castellana, la historia y la geografía de Venezuela, así
como los principios del ideal bolivariano (art. 107).

l) Se pauta el papel de los medios de comunicación social en la difusión de los


valores de la tradición y de la obra cultural (101) y en la formación ciudadana
(108).

Sentado lo anterior, es necesario conocer los aspectos de la legislación aprobada


que lesionan las normas constitucionales sobre el derecho a la educación y sobre
la función docente del Estado.
Capítulo III

EL PROPÓSITO DE IDEOLOGIZACIÓN DE LOS ESTUDIANTES

El artículo 2 de la Constitución establece que el Estado democrático y social de


Derecho y de Justicia que se ha constituido en Venezuela propugna como
valores fundamentales del ordenamiento jurídico y de su actuación, entre otros,
“el pluralismo político”. Esta disposición, incluida en el Título I de la
Constitución , PRINCIPIOS FUNDAMENTALES, está investida de una especial
jerarquía, hasta el punto de que no puede ser modificada por una reforma
constitucional, sino por una Asamblea Nacional Constituyente, a tenor de lo
dispuesto en el artículo 342 de nuestra Ley Fundamental.

El artículo 102 constitucional consagra que “La educación es un servicio público


y está fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento”, con
lo cual se reitera, en el ámbito educativo, lo dispuesto en el artículo 2 sobre el
pluralismo político.

Sin embargo, estos principios se vulneran por el gobierno y por la Asamblea


Nacional de la siguiente manera:

1. En la Constitución se establece que “Es de obligatorio cumplimiento en las


instituciones públicas y privadas, hasta el ciclo diversificado, la enseñanza de…
los principios del ideario bolivariano” (art. 107). Parecía evidente que los
principios que conforman el ideal bolivariano, referidos a la independencia de
la Nación , la democracia, la alternabilidad de los mandatos, la integración
latinoamericana y la autodeterminación de los pueblos, entre otros, ocuparan
un lugar relevante en los contenidos que se estudian en los establecimientos
educativos, así como también la enseñanza de la lengua castellana, la historia y
la geografía de Venezuela, y a ello nadie podía oponerse.

En la LOE se reitera esta obligación en el artículo 6,2,c, se garantiza el “respeto y


honores obligatorios a los símbolos patrios, a la memoria de nuestro Libertador
Simón Bolívar y a los valores de nuestra nacionalidad” (art. 6), se establece que
“la educación regulada por esta Ley se fundamenta en la doctrina de nuestro
Libertador Simón Bolívar, en la doctrina de Simón Rodríguez, en el humanismo
social…” (art. 14), y se dispone, en cuanto a la educación militar, que los
procesos educativos “tienen como fundamento el pensamiento y la acción de
nuestro Libertador Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora…” (art.
30).

En los años siguientes se ha evidenciado que la referencia al Libertador y a


otros próceres y personalidades, según el régimen imperante, no se refiere a las
ideas que esas personas expusieron en su momento, y que se debían estudiar
como parte de nuestra historia, sino a una argucia para introducir en la
enseñanza un mecanismo de adoctrinamiento sobre un pensamiento único, el
socialismo en la versión del régimen gobernante en nuestro país.

2. La identificación del pensamiento de Bolívar con el socialismo se hace de


diversas maneras:

El 10 de diciembre de 2008, el presidente de la República , Hugo Chávez, en la


alocución que pronunció acompañado por el Alto Mando militar en el acto de
conmemoración del 88º aniversario de la Aviación Militar Venezolana, en una
base militar en la población de El Sombrero, en el Estado Guarico, dijo lo
siguiente: “El pensamiento de Bolívar, era un pensamiento socialista o pudiéramos
decir pre-socialista, porque la médula del pensamiento socialista es la justicia social.[6]

Anteriormente, el 17 de diciembre de 2007, el mismo presidente Chávez había


expresado en el discurso conmemorativo del 177 aniversario de la muerte del
Libertador Simón Bolívar, efectuados en el Panteón Nacional, que “El ‘Che’ era
como Bolívar, fue como Bolívar, vivió como Bolívar y murió como Bolívar”, y en ese
mismo acto el Presidente sentó cátedra de Historia cuando dijo: "Simón Bolívar
venía sobre Venezuela para salvarla del traidor José Antonio Páez, de la oligarquía que
luego se apoderó de ella plenamente, la partió en pedazos y pasó todo el siglo XIX en
guerras y todo el siglo XX en las manos del imperio estadounidense", tal como lo
reseña la Agencia Bolivariana de Noticias.[7]

Es más, en el discurso del 14 de julio de 2009, durante el acto de graduación de


los egresados de la maestría en Educación, organizada por un convenio entre
Cuba y Venezuela y realizada en Caracas, el presidente Chávez llegó a decir:
"Le comentaba a Bolívar... No, a Fidel. Bueno, Fidel es como Bolívar"[8].

Por otra parte, funcionarios del Estado venezolano hacen esfuerzos denodados
(aunque no muy exitosos, por cierto) por demostrar la identidad entre el
pensamiento bolivariano y el socialismo. En tal sentido, en la página web oficial
del Ministerio del Poder Popular para la Cultura , se incluye la opinión del
coordinador de investigación del Centro Nacional de Historia, Alexander
Torres, quien expresa: “De ahí el gesto socialista de Bolívar, en el sentido de que
está ganado para la libertad, que es parte de su pensamiento liberal, en
concordancia con lo que decía Marx en su Tesis de Feuerbach, es decir, la
libertad no es un problema concreto, y la única manera como el hombre se mide
es en la terrenalidad, es decir, en el desprendimiento, en la praxis”. En el mismo
sitio se agrega que “Para este historiador, mientras que los liberales se
quedaban en el principio declarativo, en el adorno constitucional, en el precepto
de la Carta Magna , Bolívar, a pesar de ser parte de una de las familias más
pudientes de la época, se desprendió de sus bienes, acción propia de la praxis
socialista”.[9] Por lo menos en el caso venezolano actual esa praxis no se ha
visto, sino todo lo contrario.

Con respecto a Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, en la página web oficial de


la Misión Cultura se expresa el 15 de noviembre de 2007 que “La Revolución
Bolivariana de Venezuela, se soporta ideológicamente en el árbol de las tres
raíces. Los pensamientos y obras de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel
Zamora forman estas tres raíces”[10], y en la página web oficial de la
Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos se asienta que: “En el
marco de la formación que están recibiendo, más de doscientos Brigadistas de
Moral y Luces, provenientes de las diferentes unidades y dependencias
militares del estado Guárico, el doctor Luís Enrique Gallardo, rector de la
Universidad Rómulo Gallegos, disertó acerca de la visión e ideario de Simón
Bolívar, Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez, quienes componen el Árbol de
las Tres Raíces, “construcción teórica que conforma la estructura ideológica del
movimiento Bolivariano”. La máxima Autoridad de la Unerg basó su discurso
en los pensamientos y luchas de estos insignes venezolanos que dieron todo de
sí para lograr una Venezuela libre del yugo español, y como antecedentes
vigentes del Socialismo del Siglo XXI”.[11]

3. Pero sobre todo, es necesario vincular la orientación de los funcionarios


públicos, como los antes mencionados, con documentos oficiales emanados del
gobierno en los cuales se definen políticas públicas, y particularmente los
siguientes:

En primer lugar, en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de


Creación de la Comisión Central de Planificación[12] se pauta que a la Comisión
corresponderá, entre otras funciones, la de “Orientar el establecimiento de un
modelo capaz de garantizar la satisfacción de las necesidades espirituales y
materiales de la sociedad, logrando la suprema felicidad social, esto es, el
modelo socialista” (Artículo 2, numeral 3, destacado nuestro).

En segundo lugar, en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación


2007-2013 -al cual incluso oficialmente se le ha denominado Primer Plan
Socialista-, se incluyen conceptos como los siguientes:

“En este próximo período 2007 – 2013, se orienta Venezuela hacia la


construcción del Socialismo del Siglo XXI, a través de las siguientes directrices:

“La suprema felicidad social es la visión de largo plazo que tiene como punto
de partida la construcción de una estructura social incluyente, formando una
nueva sociedad de incluidos, un nuevo modelo social, productivo, socialista,
humanista, endógeno, donde todos vivamos en similares condiciones rumbo a
lo que decía Simón Bolívar: “ La Suprema Felicidad Social”.
“La política de inclusión económica y social forma parte del sistema de
planificación, producción y distribución orientado hacia el socialismo, donde lo
relevante es el desarrollo progresivo de la propiedad social sobre los medios de
producción, la implementación de sistemas de intercambios justos, equitativos y
solidarios contrarios al capitalismo, avanzar hacia la superación de las
diferencias y de la discriminación entre el trabajo físico e intelectual y reconocer
al trabajo como única actividad que genera valor y por tanto, que legitima el
derecho de propiedad. Todo orientado por el principio de cada cual según su
capacidad, a cada quien según su trabajo” (página 9, destacados nuestros).[13]

La referencia a este Plan de Desarrollo es obligada porque en la nueva LOE se


dispone que las Universidades autónomas planificarán sus programas de
formación en atención a las áreas estratégicas de acuerdo con el Plan de
Desarrollo Económico y Social de la Nación …” (art. 34,2) y que el Estado
planifica, ejecuta y coordina políticas y programas “Para la inserción productiva
de egresados universitarios y egresadas universitarias en correspondencia con
las prioridades del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación
(artículo 6, numeral 3, literal b, destacado nuestro).

En tercer lugar, a pesar de la negativa del titular de la soberanía, manifestada en


el referendo del 2/12/2007, de admitir la calificación de Estado socialista para
Venezuela, el Ejecutivo Nacional publicó en la Gaceta Oficial Nº 38.140, del
24/3/2009, es decir, con posterioridad al citado referendo, el Decreto Nº 6.650
por el cual “Se formaliza la creación de la Misión Alma Mater, con el propósito
de impulsar las transformaciones de la educación y propulsar su articulación
institucional y territorial, en función de las líneas estratégicas del Proyecto
Nacional Simón Bolívar, garantizando el derecho de todos y todas a una
educación superior de calidad” (art. 1º). Seguidamente se dispone en este
decreto que “ La Misión Alma Mater tiene como objeto generar un nuevo tejido
institucional de la Educación Superior venezolana, dirigido a: a. Desarrollar y
transformar la Educación Superior en función del fortalecimiento del poder
popular y la construcción de una sociedad socialista”. El Proyecto Nacional
Simón Bolívar[14] es el Primer Plan Socialista –PPS- Desarrollo Económico y
Social de la Nación 2007-2013.

4. Debemos recordar que en el fracasado proyecto de reforma constitucional de


2007 se expresaba, en la Exposición de Motivos, el propósito de “construir el
socialismo venezolano como único camino para la redención de nuestro
pueblo, a la salvación de nuestra patria y a la construcción de un nuevo
mundo…”, y en el artículo 70 se mencionaban, entre los derechos políticos, “los
medios de participación y protagonismo del pueblo, en ejercicio directo de su
soberanía para la construcción del socialismo”.[15] Por otra parte, en el
proyecto fallido se incluyen menciones adicionales a la política oficial del
socialismo en las reformas del mismo artículo 70 y de los artículos 112, 113, 158,
168, 300 y 318. De modo que si el proyecto de reforma hubiera sido aprobado,
los documentos oficiales mencionados hubieran tenido un claro basamento
constitucional.

Pero ante el rechazo popular a la reforma de 2007 es necesario continuar


aplicando la Constitución que nos rige, la cual no consagra ninguna declaración
a favor del socialismo, por lo que el socialismo es una doctrina como cualquier
otra, que debe ser estudiada al igual que las demás, con sentido crítico y dentro
del pluralismo ideológico que contempla la Constitución. En este aspecto
cobran especial relevancia los conceptos vertidos por el Magistrado Jesús
Eduardo Cabrera en el voto salvado de la sentencia de la Sala Constitucional Nº
2042, del 2 de noviembre de 2007 (caso Néstor Luis Romero Méndez), en el cual
manifestó, sobre una materia que no era la debatida en ese fallo y por lo cual no
se puede afirmar que se opuso al criterio de la mayoría, lo siguiente:

“un sistema de organización social o económico basado en la propiedad


colectiva o estatal de los medios de producción, como lo es básicamente el
socialista, en sus distintas concepciones, cual es el propuesto en el proyecto de
Reforma, chocaría con lo que quien suscribe, y la propia Sala, ha considerado
Estado Social, y ello –en criterio del disidente- puede afectar toda la estructura y
los principios fundamentales del texto constitucional, hasta el punto que un
nuevo ordenamiento jurídico tendría que ser creado para desarrollar la
construcción del socialismo. No es que Venezuela no puede convertirse en un
Estado Socialista. Si ello lo decide el pueblo, es posible; pero a juicio del voto
salvante, tal logro sería distinto al que la Sala ha sostenido en el fallo de 24 de
enero de 2002 (Caso: Créditos Indexados) y ello conduciría no a una reforma de
la Constitución sino a una nueva Constitución, la cual debería ser votada por el
Poder Constituyente Originario. Al menos, en nuestro criterio esto es la
consecuencia del fallo N° 85 de 24 de enero de 2002” .[16]

5. Existe una campaña sistemática del gobierno encaminada a vincular el


nombre de Simón Bolívar con una pretendida ideología oficial, el socialismo, a
pesar de la opinión en contrario de la colectividad nacional, y la LOE brinda el
apoyo que el gobierno buscaba para ese propósito. Con esta base, el gobierno se
considerará autorizado para reformar el Curriculum educativo, en el cual la
Historia de Venezuela aparecería sesgada por el empeño de convertirla en
instrumento de ideologización de los estudiantes, y podría decirse, por ejemplo,
que Ezequiel Zamora era socialista, mientras el general José Antonio Páez no
era sino “un lacayo del imperialismo”. Esta disposición de instaurar en
Venezuela un pensamiento único –al estilo de los regímenes totalitarios- choca
abiertamente no sólo con la idiosincrasia de nuestro pueblo, sino con las
disposiciones constitucionales que establecen el pluralismo político como
fundamento del Estado democrático y social de Derecho y de Justicia (art.2) y
que “La educación es un servicio público y está fundamentado en el respeto a
todas las corrientes del pensamiento” (art. 102), y pone en evidencia el carácter
insincero de la declaración contenida en la LOE de que la educación “está
abierta a todas las corrientes del pensamiento...” (artículo 14).

Pero además, la Constitución que nos rige ha dejado claramente establecido que
en el sistema educativo venezolano no se admite “la injerencia partidista o de
otra naturaleza no académica” (art. 104), y que “Los funcionarios públicos y
funcionarias públicas están al servicio del Estado y no de parcialidad alguna”
(art. 145).

Capitulo IV

LA PRETENDIDA REEDICIÓN DEL FALLIDO PODER POPULAR

1. En la Constitución que nos rige se dispone que “El Poder Público se


distribuye entre el Poder Municipal, el Poder Estadal y el Poder Nacional”, y
que “El Poder Público Nacional se divide en Legislativo, Ejecutivo, Judicial,
Ciudadano y Electoral” (art. 136). En el proyecto de reforma de la Constitución
que el presidente de la República sometió a consideración de la Asamblea
Nacional , en agosto de 2007, se proponía crear un nuevo poder, el Poder
Popular. En la modificación del artículo 136 se incluía en el proyecto la siguiente
redacción: “El Poder Público se distribuye territorialmente en la siguiente
forma: el poder popular, el poder municipal, el poder estadal y el poder
nacional”, y en el mismo artículo se declaraba que “El Poder Popular se expresa
constituyendo las comunidades, las comunas y el autogobierno de las ciudades,
a través de los consejos comunales, los consejos obreros, los consejos
campesinos, los consejos estudiantiles y otros entes que señale la ley”.[17]

Como la reforma propuesta fue rechazada en el referendo del 2 de diciembre de


2007, carece de fundamento jurídico lo dispuesto en el artículo 15,2 de la LOE
de que entre los fines de la educación está “Desarrollar una nueva cultura
política fundamentada en…el fortalecimiento del Poder Popular”; así como la
previsión del artículo 18 de la misma ley de que “Los Consejos comunales, los
pueblos y comunidades indígenas y demás organizaciones sociales de la
comunidad, en ejercicio del Poder Popular y en su condición de
corresponsables de la educación, están en la obligación de contribuir con la
formación integral de los ciudadanos…” (art. 18). Si la intervención de las
organizaciones sociales mencionadas como corresponsables de la educación se
hace “en ejercicio del Poder Popular”, y éste no existe, esas organizaciones
carecen de legitimidad para ser declaradas corresponsables de la educación.
2. Los consejos comunales (que equivalen, con funciones ampliadas y bajo un
régimen jurídico centralizador, a lo que antes se llamaba asociaciones de
vecinos), pueden ejercer funciones de colaboración con los establecimientos
educativos en su ámbito geográfico correspondientes, y en la Ley Orgánica de
Educación vigente hasta agosto de este año, se establecía que podían formar
parte de la comunidad educativa, además de los educadores, padres o
representantes y alumnos de cada plantel, “personas vinculadas al desarrollo
de la comunidad en general” (art. 73), particularmente en la contribución a las
programaciones y a la conservación y mantenimiento del plantel (art. 74). Pero
en ningún momento tuvieron el carácter de “corresponsables de la Educación ”,
ni la Constitución actual les asigna esa función.

Los consejos comunales, a los que se hace mención especialmente en la LOE


como integrantes del “Poder Popular”, están regulados actualmente por la Ley
de los Consejos Comunales, publicada en la Gaceta Oficial , Nº 5.806,
Extraordinario, del 10/4/2006, en la que se dispone que tales organismos no
pueden funcionar sin que su promoción haya sido autorizada por la Comisión
Presidencial del Poder Popular” (art. 15) y que deben registrarse ante la
Comisión Local Presidencial del Poder Popular, sin lo cual carecen de
personalidad jurídica (art. 20). Estas comisiones están formadas por personas
que son íntegramente de la libre elección y remoción del Presidente de la
República. Los consejos comunales que tengan la aprobación del Presidente,
podrán solicitar financiamiento del Fondo Nacional de los Consejos Comunales
(dependiente del Ministerio de Finanzas e integrada por personas que el
Presidente nombra y remueve libremente), para los proyectos aprobados por la
Comisión Presidencial Nacional del Poder Popular (artículos 28 y 29). De esta
forma, la creación, el registro, la evaluación del funcionamiento, la aprobación
de los proyectos y la concesión del financiamiento de los consejos comunales
dependen del Presidente de la República. En la práctica, sobre todo en los
ámbitos donde predominan los sectores populares, los consejos comunales han
venido actuando como apéndices del partido de gobierno.[18]

Ahora bien, organizaciones de esa naturaleza no pueden ser corresponsables de


la educación ni asumir el monopolio de la representación de las comunidades
ante la comunidad educativa, porque ello implicaría una violación al principio
de la igualdad que beneficia a todos los habitantes de la República , e
introduciría un sesgo partidista en la prestación del servicio público de
educación. Si bien la integración de las comunidades como apoyo del proceso
educativo es un propósito a lograr, esto no debe confundirse con la interferencia
de grupos politizados (afortunadamente no todos los consejos comunales lo
son) en el funcionamiento de la educación, y menos como corresponsables de
ésta.
3. Consideraciones similares se pueden hacer con respecto a los consejos
estudiantiles que se mencionan en el artículo 21 de la LOE. Recordemos que la
reforma del artículo 70 del fallido proyecto de reforma constitucional se incluía
una previsión sobre “los Consejos del Poder Popular (consejos comunales,
consejos obreros, consejos estudiantiles, consejos campesinos, entre otros), la
gestión democrática de los trabajadores y trabajadoras de cualquier empresa de
propiedad social directa o indirecta, la autogestión comunal, las organizaciones
financieras y microfinancieras comunales, las cooperativas de propiedad
comunal, las cajas de ahorro comunales, las redes de productores libres
asociados, el trabajo voluntario, las empresas comunitarias y demás formas
asociativas constituidas para desarrollar los valores de la mutua cooperación y
la solidaridad socialista” (destacado nuestro). Una concepción de este tipo no
tiene la intención de respetar la democracia en las organizaciones de
representación de los estudiantes, sino, al igual que en el caso de los consejos
comunales, prever una intervención del Estado, por medio de organizaciones
partidizadas, para hacer efectiva “la solidaridad socialista”. En el ámbito laboral
ha sido rechazada la pretensión gubernamental de reemplazar los sindicatos
por consejos obreros, porque éstos son instrumentos para partidizar las
empresas y carecen de fines reivindicativos.

4. Por las consideraciones expuestas, de acuerdo a nuestro ordenamiento


constitucional, no existe el Poder Popular, y los corresponsables de la
educación son exclusivamente el Estado, las familias, la sociedad y las
personas que funden establecimientos educativos, a tenor de lo dispuesto en
el Capítulo VI del Título III la Constitución , de modo que las organizaciones
comunitarias pueden formar parte de la comunidad educativa, en los términos
que determine la ley, a título de colaboración.

Capítulo V

DISTORSIÓN DEL SENTIDO LAICO DE LA EDUCACIÓN

La Constitución de la República , a pesar de que en su Preámbulo invoca para el


pueblo de Venezuela “la protección de Dios”, no establece una religión oficial
para el Estado venezolano. En cambio, sí garantiza la libertad de religión y de
culto y expresa que “Toda persona tiene derecho a profesar su fe religiosa y
cultos y a manifestar sus creencias en privado y en público, mediante la
enseñanza u otras prácticas…” (art. 59) y que “Toda persona tiene derecho a la
libertad de conciencia y a manifestarla, salvo que su práctica afecte su
personalidad o constituya delito” (art. 61). Vinculado con estos derechos, se
garantiza también la libertad de expresión y la libertad de comunicación “libre
y plural” y que “los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir
información adecuada para su desarrollo integral” (art. 58).

1. En importantes sectores de la población ha surgido la preocupación sobre la


forma como se pretende interpretar la declaración de que la educación es laica
(art. 3, in fine, y art. 7 de la LOE ), tomando como base, en primer lugar, las
reiteradas manifestaciones gubernamentales y de personas afectas al
oficialismo, con sesgo antirreligioso y con expresiones despectivas hacia la
educación privada[19]; en segundo lugar, la eliminación en la nueva LOE de las
normas correspondientes a la modalidad de formación de ministros del culto,
enseñanza que se imparte en los Seminarios; y, en tercer lugar, la supresión que
se hace en la nueva ley de los siguientes artículos de la LOE de 1980:

Artículo 50. La educación religiosa se impartirá a los alumnos hasta el sexto


grado de educación básica, siempre que sus padres o representantes lo soliciten.
En este caso, se fijarán dos horas semanales dentro del horario escolar.

Artículo 59. El Estado contribuirá al sostenimiento de los planteles privados


inscritos en el Ministerio de Educación que ofrezcan y garanticen educación de
calidad, siempre que la impartan gratuitamente o comprueben un déficit que
les impida cubrir los gastos normales y necesarios para su funcionamiento.
Podrá, asimismo, otorgar subvenciones ocasionales mediante acuerdos de
asistencia técnica o aportes en dinero, para contribuir al mejoramiento de la
calidad de la enseñanza o a la ejecución de programas de investigación o
extensión científica, tecnológica o cultural de interés para el Estado. En este caso
el Ministerio de Educación deberá celebrar convenios escritos con los
beneficiarios, en los cuales se fijarán sus obligaciones.

Ahora bien, la ausencia de esas disposiciones no significa que se prohíbe la


educación religiosa en los planteles privados, ni que en las escuelas públicas no
puedan darse clases de religión a los alumnos cuyos padres lo soliciten, ni que
los planteles privados que impartan educación gratuita de calidad, o que no
puedan cubrir los gastos normales y necesarios para su funcionamiento, están
excluidos de recibir subvenciones del Estado. En efecto, el carácter laico de la
educación significa que en el Curriculum educativo no puede incluirse la
enseñanza de los dogmas de ninguna religión con carácter obligatorio. Pero ello
no implica que, fuera de las horas previstas para el cumplimiento de los
objetivos escolares obligatorios, en los planteles públicos y privados no puedan
preverse unas horas de enseñanza religiosa, destinadas a los alumnos cuyas
familias lo soliciten especialmente, siempre que tales conocimientos no se
opongan a la moral, a las buenas costumbres y al orden público, tal como lo
establece el artículo 59 de la Constitución.
El fundamento de este criterio reside, de una parte, en que declara la
Constitución que “El padre y la madre y la madre tienen derecho a que sus hijos
o hijas reciban la educación religiosa que esté de acuerdo con sus convicciones”
(art. 59 de la Ley Fundamental ) y que “Los niños, niñas y adolescentes tienen
derecho a recibir información adecuada para su desarrollo integral” (art. 58). De
otra parte, que en la Constitución se establece un principio de colaboración
entre las familias y el Estado cuando dispone que “El Estado, con la
participación de las familias y la sociedad, promoverá el proceso de educación
ciudadana, de acuerdo con los principios contenidos en esta Constitución y en
la ley” (art. 102).

2. En cuanto a las subvenciones a los establecimientos educativos privados, en


la Constitución se contempla un sacrificio fiscal del Estado en favor de la
educación privada cuando se establece que “Las contribuciones de los
particulares a proyectos y programas educativos públicos a nivel medio y
universitario, serán reconocidas como desgravámenes al impuesto sobre la
renta” (art. 101, in fine). También se establece un principio de colaboración entre
el Estado, de un lado, y las familias y la sociedad del otro, cuando se dispone en
la Carta Fundamental que “El Estado, con la participación de las familias y la
sociedad, creará oportunidades para estimular su tránsito productivo (se refiere
al de los jóvenes al proceso productivo), hacia la vida adulta, y en particular, la
capacitación y acceso al primer empleo, de conformidad con la ley” (art. 79).

En este aspecto queremos dejar sentado que no se trata de establecer


obligaciones al Estado con relación a la educación privada, sino de expresar que
las subvenciones que pudieran otorgar entes públicos a los establecimiento
privados que impartan educación de calidad, sea gratuita (tipo Fe y Alegría) o
con costos subvencionados, no pueden ser consideradas ilícitas sino que, antes
bien, contribuyen al mejor cumplimiento de los fines del Estado.

En este sentido, en la Constitución se pauta que “La ley establecerá incentivos y


estímulos a las personas, instituciones y comunidades que promuevan a los y
las atletas y desarrollen o financien planes, programas y actividades deportivas
en el país (art. 111). Luego, si se prevé el estimulo a las organizaciones privadas
que realizan programas deportivos, con mayor razón el Estado debe colaborar
con quienes desarrollen programas educativos para las personas de recursos
limitados.

3. También ha sido motivo de preocupación en importantes sectores de la


población las normas que regulan la enseñanza del ideal bolivariano como unos
principios dogmáticos, que llegan a adquirir el carácter de una religión de
Estado, aún en el supuesto de que no se vincularan con el socialismo. En efecto,
en la LOE se establece que “El Estado mantendrá en cualquier circunstancia su
carácter laico en materia educativa, preservando su independencia respecto a
todas las corrientes y organismo religiosos” (art. 7). Pues bien, en esta ley
orgánica se le da al ideal bolivariano la connotación de una religión, la cual
serviría de fundamento al sistema educativo.

Ante esta distorsión debemos señalar que el pensamiento de Simón bolívar se


refiere a materias muy diversas, es complejo y evolucionó con el tiempo, de
donde se generaron contradicciones. El pensamiento que manifestó ante el
Congreso de Angostura, en 1819, al señalar que “La continuación de la autoridad
en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos
democráticos… porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un
mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a
mandarlo”, no es el mismo que expuso el Libertador en mayo de 1826, al
presentar su proyecto de Constitución para Bolivia, cuando dijo: “El presidente
de la República viene a ser en nuestra Constitución, como el sol que, firme en su centro,
da vida al Universo. Esta suprema Autoridad debe ser perpetua”.

La tendencia que se observa en el gobierno es a colocar el pensamiento


bolivariano al lado de los símbolos patrios y de los valores de la nacionalidad,
por lo cual se les da a esos principios el carácter de dogmas de fe, que no
pueden ser discutidos, sino simplemente acatados, con lo cual se ofende la
memoria del prócer, quien postulaba una educación creativa y crítica. Pero
además, la elevación (o mejor, disminución) de estas ideas al rango de dogmas,
implica la existencia de autoridades encargados de velar por su pureza (una
especie de talibanes), y de organismos sancionadores, cual modernos tribunales
inquisitoriales.

Contradictoriamente con el realce del culto a Bolívar, en la LOE se proclama


que la educación es creativa, innovadora, crítica (art. 3, in fine), que “la didáctica
está centrada en los procesos que tienen como eje la investigación, la
creatividad y la innovación” (artículo 14) y que la educación tiene como fines
“Desarrollar la capacidad de abstracción y el pensamiento crítico…” (art. 15,9).
Ahora bien, la única forma de hacer realidad estos postulados y que tengamos
una educación verdaderamente laica es logar que la enseñanza del ideal
bolivariano, así como del pensamiento de Simón Rodríguez, de Ezequiel
Zamora y de todos los demás autores, se haga en forma crítica, por lo cual no se
puede autorizar la introducción de dogmas en el Curriculum educativo ni se
debe permitir que se utilice como caballo de Troya el estudio de las nuestros
próceres, para entronizar un pensamiento único como es el socialismo que
auspicia el gobierno, rechazado por el pueblo.
Capítulo VI

VIOLACIÓN DE LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

En la Constitución de 1999 se introdujo como novedad el artículo 109, por el


cual se eleva al rango constitucional el principio de autonomía universitaria,
que estaba consagrado desde 1958 en la Ley de Universidades. La autonomía es
de la esencia de las universidades, como un requisito indispensable para la
búsqueda del saber (o de los “saberes”, como se dice ahora), con independencia
frente a los intereses políticos contingentes del gobierno de turno o de la
burocracia gobernante. Entre nosotros, la autonomía universitaria tiene como
antecedente el Decreto del Libertador Simón Bolívar, del 24 de junio de 1827,
por el cual se dotó a la Universidad de Estatutos Republicanos, en los que se le
garantizó la autonomía plena frente al Estado y frente la Iglesia y se le crearon
las rentas necesarias para asegurarle su autonomía económica, mediante la
asignación de las haciendas de cacao más productivas, incluyendo las de
Chuao, las mejores del mundo. De este modo, Bolívar rechazó el modelo de la
universidad napoleónica, absolutamente dependiente del Estado, la cual
persigue una finalidad “puramente utilitaria y profesionalizante”.[20]
Tengamos presente que en nuestra Ley de Universidades se asigna a estas
instituciones unas funciones que trascienden la sola formación de profesionales,
cuando se formulan las siguientes declaraciones:

Artículo 1. La Universidad es fundamentalmente una comunidad de intereses


espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad
y afianzar los valores trascendentales del hombre.

Artículo 2. Las Universidades son Instituciones al servicio de la Nación y a ellas


corresponde colaborar en la orientación de la vida del país mediante su
contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales.

Artículo 3. Las Universidades deben realizar una función rectora en la


educación, la cultura y la ciencia. Para cumplir esta misión, sus actividades se
dirigirán a crear, asimilar y difundir el saber mediante la investigación y la
enseñanza; a completar la formación integral iniciada en los ciclos
educacionales anteriores; y a formar los equipos profesionales y técnicos que
necesita la Nación para su desarrollo y progreso.

Ahora bien, en la LOE se menoscaba el contenido de la autonomía universitaria


y se infringe la Constitución en cuanto a la regulación sobre los integrantes de
la comunidad universitaria, aspectos que analizaremos separadamente.

1. El artículo 109 de la Constitución define el contenido de la autonomía


universitaria, el cual incluye, además del principio de autogobierno y de
inviolabilidad del recinto universitario, las facultades de dictar normas de
gobierno, funcionamiento y administración eficiente de su patrimonio bajo el
control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley, por una parte, y por la
otra, la competencia para planificar, organizar, elaborar y actualizar los
programas de investigación, docencia y extensión. Estos atributos de la
autonomía coinciden con lo dispuesto actualmente en el artículo 9 de la Ley de
Universidades, el cual determina el contenido de la autonomía en la siguiente
forma:

“Las Universidades son autónomas. Dentro de las previsiones de la presente


Ley y de su Reglamento, disponen de:

1. Autonomía organizativa, en virtud de la cual podrán dictar sus normas


internas.

2. Autonomía académica, para planificar, organizar y realizar los programas de


investigación, docentes y de extensión que fueren necesario para el
cumplimiento de sus fines;

3. Autonomía administrativa, para elegir y nombrar sus autoridades y designar


su personal docente, de investigación y administrativo;

4. Autonomía económica y financiera, para organizar y administrar su


patrimonio”.

En la reforma de 1970 de la Ley de Universidades se fortalece el Consejo


Nacional de Universidades, organismo que está conformado por representantes
del Ejecutivo Nacional, del órgano legislativo nacional, de los egresados, de los
estudiantes, del principal organismo público de investigación científica y
tecnológica y, sobre todo, por los rectores de la Universidades Nacionales
-experimentales y no experimentales- y privadas, quienes en conjunto tienen el
voto decisivo en las resoluciones de dicho Cuerpo (art. 19). A este órgano se le
atribuye en la ley un conjunto muy importante de funciones, entre otras: “Fijar
los requisitos generales indispensables para la creación. eliminación,
modificación y funcionamiento de Facultades, Escuelas, Institutos y demás
divisiones equivalentes en las Universidades, y resolver, en cada caso, las
solicitudes concretas que en ese sentido, previo el cumplimiento de los
requisitos establecidos, sean sometidas a su consideración”; “recomendar los
correspondientes procedimientos de selección de aspirantes” a los cursos
universitarios; “Proponer al Ejecutivo Nacional el monto del aporte anual para
las Universidades que deba ser sometido a la consideración del Congreso
Nacional en el Proyecto de Ley de Presupuesto y, promulgada ésta, efectuar su
distribución entre las Universidades Nacionales”; “exigir de cada Universidad
Nacional la presentación de un presupuesto programa sujeto al límite de los
ingresos globales estimados, el cual será preparado conforme a los formularios
e instructivos que el Consejo suministre a través de la Oficina de Planificación
del Sector Universitario”; velar por el cumplimiento de la ley por las
autoridades universitarias y por la inversión de los recursos públicos que se les
asignan; llevar adelante los procedimientos administrativos de remoción de
autoridades universitarias, y decidir la suspensión o remoción de ellas cuando
fuere el caso; declarar, en esos supuestos, la reorganización de las instituciones;
designar las autoridades interinas mientras se efectúan las nuevas elecciones.

La atribución de esas competencias del Consejo Nacional de Universidades


(CNU) no constituye una violación de la autonomía porque, dado que ésta se
garantiza fundamentalmente frente al gobierno, esas importantes funciones no
se le asignan al Ejecutivo Nacional sino a un órgano que, si bien está presidido
por el Ministro de Educación (o de Educación Superior, cuando éste existe), está
formado sustancialmente por las mismas universidades. De modo que el CNU,
con sus competencias, es parte de la autonomía universitaria.

Ahora bien, con la emisión del decreto 3444, del 24/1/2005, el gobierno expresó
su disposición de transferir varias de las competencias del CNU al Ministerio de
Educación Superior, ante lo cual las Universidades autónomas denunciaron la
violación de la autonomía y han mantenido una actitud de resistencia frente a
unas normas de rango sublegal que modifican la ley y que lesionan el contenido
de la autonomía universitaria, definida en la Ley de Universidades y reiterada
desde 1999 en el ordenamiento constitucional.[21]

Con la LOE el gobierno persigue dotar de base legal al despojo de competencias


de las Universidades autónomas. A estos fines, se dispone en esta ley que “El
Estado, a través de los órganos nacionales con competencia en materia
Educativa, ejercerá la rectoría en el Sistema Educativo. En consecuencia…” (art.
6). Antes de referirnos a las materias de competencia universitaria que el
gobierno aspira a asumir, debemos señalar que “los órganos nacionales con
competencia en materia educativa” son los ministerios a los que el Ejecutivo
nacional asigne atribuciones en este ámbito. Desde la Constitución de 1999 la
determinación del número y competencias de los ministerios corresponde al
Presidente de la República , en Consejo de Ministros, contrariando el régimen
existente desde 1811, conforme al cual esas materias siempre se habían regulado
por ley. Por ello, mientras en la educación básica (primaria y secundaria según
la LOE ), el órgano nacional competente en la materia es el Ministerio de
Educación, con relación a las Universidades lo es el Ministerio de Educación
Superior, mientras el Presidente no decida cambiar esa situación, por ejemplo,
fundiendo ambos ministerios. Por eso, en la LOE se alude a los “órganos
nacionales con competencia en materia educativa”, sin citar el nombre de los
ministerios, dado que el Presidente puede modificar los despachos ministeriales
a los que incumba la materia. Pero de lo que no hay duda es que la LOE se
refiere a ministerios como órganos rectores.

2. Pues bien, en la materia universitaria (porque según la LOE ya no existe


educación superior, sino sólo Universidades), se asigna al Ministerio de
Educación Superior la rectoría, en los siguientes aspectos:

- Sobre “El funcionamiento del subsistema de educación Universitaria en


cuanto a la administración eficiente de su patrimonio y recursos económicos
financieros asignados según la Ley de Presupuesto para el Ejercicio Fiscal y sus
normas de gobierno de acuerdo con el principio de la democracia
participativa…” (art. 6,2,b).

- sobre los programas “de territorialización de la educación universitaria, que


facilite la municipalización, con calidad y pertinencia social en atención a los
valores culturales, capacidades y potencialidades locales, dentro de la estrategia
de inclusión social educativa y del proyecto de desarrollo nacional endógeno,
sustentable y sostenible” (6,3,c).

- Sobre los programas “Para la inserción productiva de egresados universitarios


y egresadas universitarias en correspondencia con las prioridades del Plan de
Desarrollo Económico y Social de la Nación ” (art. 6, 3, b).

- Sobre los programas “de ingreso de estudiantes a las instituciones de


educación universitaria, nacionales y privadas”, (art. 6,3,l).

La transferencia de estas competencias de las Universidades al Ministerio de


Educación Superior, o al órgano ministerial que lo sustituya, tal como está
regulado, implica de manera frontal una violación de la autonomía
universitaria, cuando esas funciones se ejercen con relación a Universidades
autónomas. En efecto, al despojar a las Universidades del ejercicio de
competencia que tienen actualmente atribuidas, para asignárselas a un
ministerio, se menoscaba obviamente el contenido de la autonomía
universitaria. Por lo demás, habría que preguntarse lo que significa la
“municipalización”: ¿Cómo se municipaliza una Universidad autónoma o una
Universidad experimental consolidada? Pero sea cual sea el significado que
tenga esa expresión, si fuera posible acometer esa tarea, los únicos habilitados
para realizarla legal y exitosamente, son las autoridades de la misma
Universidad.

Debemos destacar especialmente que también constituye una violación


descarada de la autonomía universitaria el traslado al Ministerio de Educación
Superior de la competencia para determinar las equivalencias de estudios
universitarios que se hagan entre instituciones venezolanas y con respecto a
instituciones extranjeras reconocidas, tal como lo prevén los artículos 47 y 48 de
la LOE , puesto que esa atribución corresponde a los Consejos

Universitarios, conforme lo dispone el numeral 6 del artículo 26 de la Ley de


Universidades.

3. Pero además, existe un conjunto de regulaciones en la LOE que se refieren al


sistema educativo y que, aunque no se dice expresamente que son aplicables a
las Universidades, podrían serlo en el futuro, pues no se les excluye. En esas
disposiciones se pone a cargo del ministro del ramo la competencia en aspectos
contemplados en diversos artículos de la LOE , como el 6, numeral 1, literales c,
e, f, g, i; numeral 2, literales d, f, g, h, i, j; numeral 3, literales a, h, i, j, k, n;
numeral 4, literales b; numeral 5, literales a, b, c, d, e, f. En la medida en que la
Ley de Universidades que se elabore regule estas competencias del ministerio
del ramo (es decir, del Ministerio de Educación Superior) con relación a las
Universidades autónomas, se incurrirá en violación de la autonomía
Universitaria.

En sentido similar, en el artículo 35 de la LOE se menciona con respecto a la


educación universitaria, en 8 numerales, un conjunto de aspectos que deberán
ser regulados “por leyes especiales y otros instrumentos normativos en los
cuales se determinará la forma en la cual este subsistema se integra y articula”.
Estos aspectos corresponden en la actualidad, conforme a la Ley de
Universidades, al sistema de autonomía universitaria, configurado por el CNU
y las Universidades autónomas, de modo que si en las leyes especiales (o lo que
es peor, en otros instrumentos normativos, como reglamentos, resoluciones o
instructivos) se atribuyen todas o algunas de estas funciones al Ministerio de
Educación Superior

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