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UNIVERSIDAD DE LA SALLE
Facultad de Filosofía y Letras
Historia Contemporánea
Profesor Enzo Ariza de Avila
Presentado por David Enrique Homez
Código 30051226

No es de menos tomar en consideración una realidad social que no se puede


escapar a una serie de avances tecno-científicos que la mediatizan y le dan
significado a su necesaria presencia en un mundo amalgamado que contiene unos
innumerables valores agregados, los cuales, solo tienen como finalidad su
sometimiento y su decadencia. Es de por si evidente, que ese sometimiento y la
ambivalencia social es un producto necesario de una serie de “intereses” que se
encuentran ubicados en unas “esferas de poder” mundiales, que como propósito
final, y en aras del capitalismo salvaje, solo les interesa la acumulación de poder y
el dominio económico del mundo.

Quien más podría encabezar el listado tripartito y hegemónico de las altas esferas
que el aclamado, ensoñecido, prospero, solaz, audaz, bienaventurado y creciente
Estado potencia de los Estados Unidos de Norteamérica “del mundo contra el
mundo”, que con muy buenas intenciones, centra su atención en una supuesta
asistencia (o ayuda) a sus “aliados” latifundistas para arrancarles de sus
degradadas existencias el poco reconocimiento de su “cultura” o “identidad” que
les queda.

Precisamente junto con “algunos países de Europa y Japón”, los Estados Unidos
(como mayor acumulador de poder) se ha encargado de añadir a la “sopa social”
unos ingredientes que dejan un sin sabor en la consumación social; éstos,
(producción, inversión, intervención, apropiación, entre otros) resultan siendo los
elementos que aunque vendidos como formas de emancipación y culturización
para países en “vía de desarrollo”, solo dejan el sabor amargo de la dependencia
socio-económica que implica la “globalización” como receta del “corrientazo” que
solo consumimos los tercermundistas (no es producto valido para las potencias,
ellos comen a la carta).

Muchos estudiosos se han encargado de analizar tanto los efectos del mundo en
su forma “globalizada”, como en las formas de “imperialismo” que emanan de las
fuentes de poder que articulan y expanden sus empresas a todo el planeta. Estos
análisis dan razón de un inconveniente de magnitudes escalofriantes
pesimistamente hablando, al solo tener como alternativa el mirar al norte (ese
fabuloso sueño americano), con el fin de encontrar un analgésico para las penas
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de la no-cultura y del malestar económico, de igual forma solo queda invocar al


dios del dinero (con su manifestación terrenal estadounidense) para que nos
riegue con sus bendiciones monetarias, no permita que desfallezcamos ante las
fauces del mercado tripartito, y nos ofrezca artimañas para que logremos pasar el
trago amargo de la insipiente receta intencionada de la “globalización Imperialista”.
Obviamente solo serán clamores.

Ahora es común que se busque la significación de tipo nominal para cada caso
general que acontece en el recorrido que tiene el hombre a través de la historia
(sea por edades, por estar después o antes de Cristo, por pertenecer a una cultura
milenaria, por corriente de pensamiento, por avance científico, en fin, por muchos
rasgos que dan explicación ya sea de comportamientos o “contextos” sociales);
para el caso particular, es bastante normal (al punto de fastidioso) escuchar
términos, productos de una situación del mundo actual como “globalización”,
“imperialismo”, “terrorismo”, “unión”, “socialismo”, “capitalismo”, “yankees”, por
mencionar algunas de las miles de palabras o frases que se mueven de forma
comercial, y que en últimas, en mi apreciación, no tienen un alcance más que de
mera pantalla comercial (mera propaganda), tanto de los ejes de poder como de
sus detractores, para justificar sus movimientos en un extraño constructo neo-
liberal

No con lo anterior pretendo indicar que la “terminología” utilizada para significar,


no den razón de una evidente situación problemática, en absoluto, mi pretensión
se fundamenta en que esta palabrización (si se me permite la ocurrente palabra)
puede esconder dentro de su propia dinámica elementos que solo mantienen una
aparente visión y que, de igual forma, parecen viciadas por la eterno manejo de
intereses que pueden tener sus pronunciantes. El problema trasciende las
palabras y trasciende las estadísticas.

“La globalización no ha conseguido reducir la pobreza”; hay más pobreza y


decadencia, esta una situación real que se puede observar y que de hecho se
vive; es un inserto en el recorrido actual; es un apéndice de nuestro organismo y
de nuestra cultura (cultura de los pobres que quieren ser ricos). Pero esta pobreza
afecta, al parecer, únicamente a los sectores poco comerciales (populares), poco
desarrollados, ya que, por el contrario los “ricos”, los que ostentan el poder, los
que se encuentran en la torre más alta de la pirámide alimenticia, (devoradores de
hombres y almas productivas), continúan aumentando su capital sin control.
Bueno las exigencias neo-capitalistas lo reclaman y su consecuencia no puede ser
más que eso.

Ante esta situación deprimente se añade el desinterés estatal por afrontar las
necesidades reales de la “ciudadanía”, mas bien, estos organismos públicos
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viciados por la “farsa global”, se encargan de entregar en bandeja de plata toda la


soberanía, a la “esfera de poder” por excelencia, demostrando su poca
competencia (o mejor incompetencia total) para asumir las riendas de sus estados
“democráticos”.

Son los logros de las acometidas neo-capitalistas las que demuestran que si existe
algún tipo de avance, es precisamente el de sus políticas destructivas y
aplacadoras: crear necesidad, exigir apertura de “fronteras, eliminación de
gravámenes y aranceles”, establecer un “estado mínimo”. Estas medidas son
benéficas, claro, para el personaje capitalista. El resto come las migas que caen
de la mesa soñando con la posibilidad de comer junto “al padre”.

La “Globalización no es inevitable ni necesaria”, no mejora todas las vidas, no


“garantiza la estabilidad”, no es sino la manifestación “hipócrita” (según Stiglitz) de
los intereses de las potencias; “forzaron a los pobres a eliminar las barreras
comerciales, pero ellos mantuvieron las suyas e impidieron a los países
subdesarrollados exportar productos agrícolas, privándolos de la necesitada renta
que dejan las exportaciones”

Teniendo en cuenta algún tipo de panorama aportado por la ilusión global, salen a
la luz las tendencias clasificadoras en las que todo está connotado, de hecho, no
sería posible pensar en algún tipo de conciencia social (menos personal). La
ciencia y la tecnología han logrado distanciarse de la humanidad y ha aportado
elementos al capitalismo para someter a los hombres y reemplazarlos.

La sociedad no es más que una “sociedad industrial”, herramienta que se utiliza en


una producción, sus valores no son más que el aporte que realicen en esta
actividad productiva: “la sociedad no es sino el nombre del conjunto de ellos
(individuos). La humanidad, las naciones son abstracciones. Las “totalidades” son
impensables dice Popper” (Estructura Teórica del Neoliberalismo, documento
guía). Todo está enmarcado por el bien de consumo y todas los movimientos
humanos reflejan este propósito.

Este aspecto de desliga totalmente de nuestra propia existencia, de nuestra


consciencia, el mundo está apestado y necesita encontrar alguna vía para
desfogar toda esa incertidumbre que carga dentro de sí. La reflexión de la
situación actual puede dar vestigios de un verdadero problema surgido dentro de
la dinámica económica postulada por el capitalismo y del cual no se podría
encontrar solución favorable para todos desde esa perspectiva.

Es absolutamente necesario que los Estados, busquen una salida social, una
salida que beneficie a todos los sectores en su justa medida, que la distribución
del poder y de la economía logre apaciguar la estadística de hambre y pobreza en
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la que el mundo cada vez se encuentra más inclinado; es necesario que el Estado
“se ponga los pantalones” y regule la actividad comercial, de la misma forma que
tiene la obligación de escuchar al pueblo y actuar benéficamente para ellos, que
acepte las sugerencias de las naciones pero que no dependa completamente de
estas. Puede ser una esperanza utópica, un consuelo que de alguna forma se
encuentra influenciado por la situación globalizante, empero, si la misma
globalización no es realmente lo que se proclama de ella, es porque se pueden
lograr mecanismos que permitan encontrar una salida, prescindiendo de los
supuestos aportados por los ejes de poder y de la ilusión de alcanzar “estadio”
inalcanzable de desarrollo total

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