Este documento describe una denuncia presentada por un pasante de arqueología en contra de un investigador del INAH por negligencia profesional y abuso de poder. El pasante presentó una queja por malos tratos y irregularidades laborales cometidas por el investigador durante un proyecto arqueológico. Sin embargo, el órgano interno de control del INAH descartó la queja sin fundamentos legales sólidos, manteniendo la conducta reprochable del investigador en la impunidad.
Este documento describe una denuncia presentada por un pasante de arqueología en contra de un investigador del INAH por negligencia profesional y abuso de poder. El pasante presentó una queja por malos tratos y irregularidades laborales cometidas por el investigador durante un proyecto arqueológico. Sin embargo, el órgano interno de control del INAH descartó la queja sin fundamentos legales sólidos, manteniendo la conducta reprochable del investigador en la impunidad.
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Este documento describe una denuncia presentada por un pasante de arqueología en contra de un investigador del INAH por negligencia profesional y abuso de poder. El pasante presentó una queja por malos tratos y irregularidades laborales cometidas por el investigador durante un proyecto arqueológico. Sin embargo, el órgano interno de control del INAH descartó la queja sin fundamentos legales sólidos, manteniendo la conducta reprochable del investigador en la impunidad.
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NEGLIGENCIA PROFESIONAL, CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD EN EL CASO DE
UN INVESTIGADOR DEL CENTRO INAH YUCATÀN.
Por. Felipe Cerón. Por este medio me dirijo a ustedes como pasante en arqueología del Centro INAH Yucatán para hacer constar la manera como se manejan las quejas y denuncias por parte de la Contraloría Interna del mismo INAH en contra de servidores públicos o investigadores prepotentes que manejan su puesto de manera irregular e indebida conforme a mi experiencia personal. En Octubre del 2008 interpuse una queja administrativa en contra del arqueólogo Luis Raúl Pantoja Díaz, investigador del Centro INAH Yucatán por malos tratos, prepotencia, actos de corrupción, abusos de poder e irregularidades laborales cometidos por el funcionario del INAH Pantoja durante el proyecto arqueológico del cual fui miembro contratado, como era de esperarse el Órgano Interno de Control del INAH sin base legal suficiente lo perdonó de la manera arbitraria e ilegal solo porque manifestó de palabra ser inocente en su declaración, sin molestarse en presentar una sola prueba fehaciente que fundamentará dicha afirmación, convirtiendo el proceso legal en un acuerdo político amañado y basado en complicidades, de tal manera se evitó sancionarlo manteniendo impune y sin castigar la conducta reproblable e indebida del investigador, que paradójicamente antes que alcanzará su base vitalicia en el INAH, Yucatán se hizo pasar como defensor de los derechos de los contratados y fue uno de los líderes que encabezó una demanda de 40 arqueólogos en contra del mismo INAH y de su director, parece que una vez que obtuvo su plaza vitalicia con los privilegios laborales que eso implica se olvido de los derechos de los contratados. Pero procedo a explicar detalladamente como se hace constar la incapacidad, parcialidad y falta de profesionalismo jurídico que el Órgano Interno de Control del INAH manifiesta para defender los derechos básicos de los contratados, miembros también del mismo instituto de gobierno federal -aunque de hecho no sean reconocidos por el INAH y la propia Contraloría Interna dentro del marco de las leyes mexicanas- de los abusos cometidos por los investigadores de nivel jerárquico superior. En octubre del 2008 a raíz de malos tratos, prepotencia y abuso indebido de cargo se presentó una constancia de hechos por presuntos actos irregulares por conducta impropia y reprobable en contra del servidor público del centro INAH Yucatán Arqlgo. Luis Raúl Pantoja Díaz, director del proyecto arqueológico San Pedro Cholul, Etapa I de la Temporada 2007 por los siguientes actos violatorios cometidos: 1) Conducta indebida que infringe los principios y derechos básicos de ética profesional, justicia, honradez y rectitud cometidas en contra del pasante en arqueología contratado, debido principalmente a violaciones de tipo administrativo, conductual y laboral como la negación de otorgar la carta de liberación después de 7 meses de entregado el informe respectivo, la reducción ilegal del salario y la negación a entregar copias de las nóminas firmadas por el contratado; 2) abuso ilegal de un cargo público obteniendo beneficios monetarios y privilegios de tipo económico diferentes a los percibidos por su función; 3) falsedad en declaraciones oficiales, consistentes en falsedades y contradicciones evidentes emitidas de manera cínica y descarada por el director del proyecto durante la investigación oficial interna; y 4) Actos de corrupción y el ejercicio irresponsable (negligencia profesional) de sus funciones durante su desempeño laboral, consistente en un actuar irresponsable y temerario al permitir la destrucción de estructuras prehispánicas de manera inmoderada sin la vigilancia suficiente para rescatar ofrendas, entierros y artefactos arqueológicos. El reconocimiento de esta negligencia consta por escrito y firmado por el investigador en su declaración pormenorizada del 18 de noviembre el 2008, manifestando su propia ignorancia no solo en aspectos legales, sino profesionales y éticos de su propia profesión. En la constancia de hechos irregulares reportados como pasante en arqueología y miembro del equipo de excavación el 15 de Octubre del 2008, se denuncia formalmente las violaciones flagrantes a los principios éticos, legales y laborales, así como a la incapacidad profesional manifestada por el director de proyecto Arqlgo. Luis Raúl Pantoja Díaz de derechos laborales y para efectuar de manera adecuada la vigilancia de la destrucción de estructuras prehispánicas previamente excavados en el Salvamento arqueológico San Pedro Cholul 2007 en la periferia de Mérida, Yucatán, hecho de por si lamentable, y que requiere de toda la atención y responsabilidad profesional del director de proyecto, independientemente de las estructuras que se destinaren para la conservación. Los hechos ocurrieron de esta manera: “En gabinete a finales de octubre del 2007 me llamó a su oficina (el director del proyecto) y me pidió que realizará la vigilancia en destrucción de todas las estructuras excavadas en el salvamento, tanto las que excavé como las que excavaron mis compañeros, con un horario de 8 a 5 de la tarde sin retribución extra alguna, manifestando mi inconformidad ya que me atrasaría en la realización del informe técnico…la vigilancia la realicé sin apoyo de trabajadores…” (Cita textual escrito denuncia: 15/ X/08) El arqueólogo Luis Raúl Pantoja Díaz respondió de manera oficial en informe pormenorizado del 18 de noviembre del 2008, manifestando las siguientes afirmaciones evidenciando su propia ignorancia en asuntos éticos, laborales y técnicos de la profesión arqueológica, al aseverar lo siguiente: “…(la vigilancia) se adaptó al tiempo de la operación de la maquinaria, siendo dicho trabajo parte de las labores de Salvamento para las que fue contratado que no es ajena a los compromisos con los trabajos del INAH, ni de la empresa, es una parte del quehacer de campo, no es una tarea que implique esfuerzo, riesgo de trabajo, desgaste emocional o intelectual que consiste en observar y verificar que al paso de la maquinaria no se afecten otras áreas restringidas o no liberadas y no se requiere ningún tipo de trabajadores de apoyo para realizarla… (cita textual: 18/XI/08) Ante la manifiesta ignorancia del arqueólogo Luis Pantoja Díaz en cuestiones técnicas y laborales de la profesión arqueológica, resultado de afirmaciones emitidas de manera irresponsable por el director del proyecto San Pedro Cholul Etapa I, 2007 es evidencia por demás irrefutable de la negligencia profesional del servidor público. Ante las declaraciones irresponsables estuve obligado a precisar y ampliar mi declaración inicial mediante escrito del 23 de enero del 2009 dirigida a la contraloría aclarando, los siguientes aspectos profesionales, que se relatan en el siguiente extracto textual de mi declaración: “En lo referente a lo afirmado por Pantoja en su escrito del 18 de noviembre, página 3, en el cual se menciona textualmente que el trabajo de vigilancia “no es una tarea que implique esfuerzo, riesgo de trabajo, desgaste emocional e intelectual que consiste en observar y verificar que el paso de la maquinaria no afecte zonas restringidas y no se requiere ningún tipo de trabajadores para realizarla…” debo precisar las siguientes observaciones de tipo técnico y laboral, que el señor Luis Pantoja parece ignorar de su propia profesión, todo trabajo de acuerdo a lo marcado por el artículo 8o de la Ley Federal del Trabajo es ”…toda actividad humana, intelectual o material…”, en cuanto al desempeño del trabajo arqueológico se menciona que la vigilancia consiste en verificar que el paso de la maquinaria no afecte áreas restringidas, actividad que es solo parte de la misma, siendo una de las tareas más importantes el rescatar elementos y artefactos arqueológicos de la destrucción en las áreas de las estructuras liberadas que no fueron excavadas en su totalidad, ya que en campo se explora menos del 50 % de las estructuras medianas y mayores, quedando espacios bastante extensos sin excavar; por lo tanto durante el paso de la maquinaria, el arqueólogo o pasante encargado de la vigilancia tiene la obligación de observar si se descubren ofrendas de vasijas prehispánicas, cistas o entierros, material lítico o malacológico, los cuales deberán ser extraídas y embolsadas tomando fotografías y anotando en libreta el lugar aproximado en que se localizó, de igual manera se debe trasladar del paso de la maquinaria los elementos arqueológicos asociados a la estructura como metates o elementos decorativos arquitectónicos, expuestos durante la excavación o descubiertas en subestructuras y el relleno constructivo; por lo tanto la vigilancia implica en realidad un trabajo intelectual y físico, no como afirma erróneamente el Sr. Pantoja al reducir al encargado de la vigilancia en un simple espectador; siendo necesario el apoyo de dos jornaleros como mínimo, ya que al aparecer estos elementos, artefactos o entierros, se requiere de un registro arqueológico inmediato y rápido, también implica simultáneamente dirigir a la maquinaria para que libere otras secciones mientras se extraen y rescatan de la destrucción los artefactos, vasijas, elementos asociados y entierros. Es importante puntualizar que como el mismo C. Pantoja reconoce no se proporcionó, de manera por demás irresponsable, a ningún trabajador como apoyo y menos proporcionó picoletas, brochas, punzones, carretilla, bolsas, cajas, cámara fotográfica, pizarrón y lonas para la lluvia teniendo que revisar los escombros con maderas y manos o trasladando los metates cargándolos mientras se dirigía la maquinaria, convirtiendo el trabajo en riesgoso. Debo mencionar que el trabajo se realiza con apoyo y de la manera antes descrita, no por suponerlo así, sino por mi propia experiencia en campo con diversos arqueólogos y a mi preparación académica, rescatando en la mayoría de los trabajos de vigilancia un buen número de vasijas completas y entierros prehispánicos. Lamentablemente el Sr. Pantoja parece no darle importancia al hecho que estas estructuras desaparecerán definitivamente y todo dato arqueológico debe ser registrado, por lo que obra con negligencia profesional y en plena conciencia de esos hechos”. (Cita textual escrito ampliación denuncia: 23/I/09) Sin lugar a dudas el arqueólogo Luis Pantoja Díaz manifiesta su propia ignorancia de los principios éticos y legales primordiales, así como de una falta de conocimientos profesionales del trabajo arqueológico al realizar afirmaciones tan irresponsables y temerarias, que harían palidecer a Fray Diego de Landa. Es por demás evidente, flagrante y descarada la violación a la Ley de Patrimonio Cultural de la Nación por parte del Arqlgo. Luis Pantoja, quien lamentablemente para las generaciones nuevas de alumnos “imparte” la materia de arqueología de campo en la facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY; el cinismo del investigador no se limita a estos términos, sino como se describe a continuación su tendencia a violar las leyes, su doble moral y naturaleza delictiva le llevan también cometer atropellos e injusticias de tipo civil, penal y laboral. La destrucción de estructuras prehispánicas se ha convertido en una práctica común en el crecimiento de las ciudades y poblaciones mediante el desarrolló de fraccionamientos populares, por lo que una buena planeación de intervención y vigilancia arqueológica es algo de vital importancia en estas situaciones especiales, también responsabilidad obligatoria de los arqueólogos de campo. La actividad arqueológica no debe limitarse únicamente a la apertura de pozos de sondeo o estratigráficos durante la excavación de las mismas que en el mejor de los casos cubren un 20% a 30% del espacio de una estructura o basamento prehispánico intervenido, (pensando idealmente que se excaven todas las estructuras), sino debe traducirse en vigilancia responsable durante la ya irremediable destrucción del espacio sin excavar las mismas, que permita rescatar mediante un registro arqueológico adecuado las cistas con entierros, vasijas cerámicas como ofrendas, artefactos arqueológicos y otras piezas arquitectónicas de importancia científica; por lo tanto se requiere que dicha actividad se verifique con el apoyo de jornaleros y de las herramientas necesarias para realizar correctamente la vigilancia en campo; sin embargo como se pudo apreciar en la declaración del director del proyecto dicho apoyo nunca se proporcionó convirtiendo la recuperación de elementos arqueológicos en algo riesgoso y casi imposible de efectuar, siendo peor aún cuando el propio director del proyecto San Pedro Cholul 2007 reconoce abiertamente en su declaración que asistió ocasionalmente a verificar las actividades durante la vigilancia, sin que tomara medidas al respecto. Lamentablemente la Controlaría Interna de INAH consideró con ligereza y de manera totalmente parcial e injusta esta confesión escrita y de reconocimiento de negligencia profesional firmado por el propio servidor público Arqlgo. Luis Raúl Pantoja Díaz (el hecho irregular relatado es solo uno de los varios actos, omisiones y violaciones flagrantes de la Ley Federal Laboral y de Responsabilidades de servidores públicos reportados, consistentes también en malos tratos, prepotencia, falsedades y violaciones flagrantes de los principios éticos de honradez, justicia y honestidad cometidos por el servidor público) reduciéndolo a un simple malentendido que no ameritaba una sanción administrativa. Entre los malos tratos, abusos de poder y prepotencia, además de los delitos graves de ejercicio indebido de un cargo público mencionados al principio el Sr. Luis Pantoja, en que incurrió el mencionado investigador del Centro INAH Yucatán se mencionan la negativa a considerar como válidos las incapacidades por enfermedad grave con los justificantes médicos respaldados por doctores reconocidos considerándolos como simples “excusas de contratado”; la prepotencia en el trato consistentes en un actuar indebido en base a comentarios insultantes por haberle solicitado copia de las nóminas de trabajo que se le firmaban; una conducta reprobable y deplorable con mentiras y sin respeto ante el subordinado; la pérdida u ocultamiento intencional de material de dibujo arqueológico del informe que le fue entregado para su revisión final, tal como el mismo reconoce tácitamente en su declaración oficial y la negativa a entregar la carta de liberación, después de 7 meses de haber recibido el informe final para su revisión definitiva, constancia que se vio forzado a entregar por haber sido reportado verbalmente el investigador Arqlgo. Luis Pantoja Díaz ante sus superiores: la Representante de la Coordinación Mixta de Evaluación de Arqlga. Beatriz Quintal Suaste y con la Directora Gral. Federica Sodi Miranda y la actitud discriminatoria al señalar de manera burlona el arqueólogo Luis Pantoja (manifestada en documentos oficiales del procedimiento), que los pasantes en arqueología que dirigen excavaciones carecen de la categoría de investigadores del Centro INAH; el incongruente funcionario del INAH debería leer y reflexionar las disposiciones del reglamento del INAH: el RAEPCEO antes de emitir juicios irresponsables, ya que en dicho reglamento se reconoce formalmente y otorga a los pasantes la categoría de Profesor de Investigador Científica tipo A (Artículo 21, fracción I, inciso B) y el derecho a ser promovidos a la categoría de licenciatura, es lamentable y deprimente la ignorancia en las leyes y derechos básicos de los trabajadores que manifiesta en todo momento el investigador del INAH mencionado. Se manifiesta que durante la elaboración del informe el jefe de proyecto Luis Pantoja me causo perjuicios específicamente por abusos de tipo laboral, prepotencia en el trato personal, falta de ética profesional en sus actos violaciones a los principios de la Ley Federal del Trabajo y al Código de Ética Profesional de los Servidores Públicos Federales consistentes en la reducción ilegal del salario, negativa a entregar copia de las nominas firmadas y manejo irresponsable de un cargo público, la razón de la reducción ilegal de salarios se debió según el susodicho “nadie lo contradice, menos un pasante”, se menciona que el dinero descontado ilegalmente nunca fue devuelto, causa por la que el contratado lo reporto por primera vez en diciembre del 2007 ante la dirección y casi acaba en una demanda laboral, que fue evitada porque el Jefe del proyecto solicito como un favor que no se le demandara porque quería conservar su buena fama y que la directora “ya lo había regañado por lo que hacía”, comprometiéndose a respetar el sueldo restante conforme a lo marcado por las leyes laborales; por lo tanto los actos al margen de la ley y la doble moral del arqueólogo Luis Pantoja Díaz me causaron un perjuicio laboral en la elaboración y entrega del informe, cuya mayor parte (80%) fue recibida con planos e informe escrito en los tiempos establecidos; sin embargo una vez entregado el total del informe en fechas adecuadas, el suscrito tuvo que esperar por más de 7 meses para la liberación por medio de la carta o constancia escrita, dirigiéndome de nuevo con el carente de palabra y honor de Luis Pantoja quien me afirmó de manera prepotente y altanera que “no la entregaría y que esperase de manera indefinida hasta que el quisiera otorgármela”, es por demás evidente el proceder sin ética profesional y la doble moral del “investigador” Pantoja antes mencionado, que hipócritamente se hace llamar “defensor de los derechos de los contratados”. Durante el procedimiento administrativo se ofrecieron 9 pruebas documentales públicas y privadas aparte de solicitar que se presentara como prueba determinante y se anexare en el expediente en cuestión QU-000013/2008 las nóminas que firmó el contratado para la empresa en cuestión bajo la aprobación del representante del INAH Yucatán y director del proyecto arqueológico Luis Raúl Pantoja Díaz, por lo tanto se amplio la queja o demanda con fundamentos y elementos jurídicos suficientes basados en la normatividad vigente como fundamento legal de los dicho y en como evidencia de las mentiras y contradicciones emitidas por el servidor público. Sin embargo el 9 de marzo del 2009 el director del proyecto fue absuelto por la Órgano Interno de Control del INAH, desechando de forma arbitraria por el Titular del Área de Quejas Lic. Israel Alberto Chávez Barbazán todas las pruebas documentales y legales presentadas por el denunciante, los elementos jurídicos aportados y las presunciones legales respectivas con la absurda e ilógica afirmación de que no hay elementos suficientes para castigar al servidor público debido a que el arqueólogo del Centro INAH manifestó en su declaración escrita ser inocente, es decir se basaron para emitir la resolución absolutoria única y exclusivamente en la palabra o dicho del investigador del INAH, sin que este se molestare en presentar una sola prueba fehaciente que comprobare que su conducta personal durante su desempeño profesional fuera conforme a los principios éticos de justicia, honestidad y honradez para sus subordinados, así como aquellas que fundamentares las afirmaciones y acusaciones mentirosas realizadas por el servidor público de manera irresponsable durante el procedimiento, es decir para el Órgano Interno de Control del INAH fue suficiente que el Arqlgo. Luis Pantoja Díaz manifestare en el ser inocente y víctima de las circunstancias, tomando esta declaración por demás parcial, absurda e ilegal en una verdad absoluta e indiscutible de su inocencia, agregando además el Lic. Israel Chávez Barbazán, de forma absurda y ofensiva en la resolución de la Controlaría Interna que a la letra dice: “lo cual así tuvo que ser, según lo indica él (servidor público)” (SIC cita literal). De tal manera se demuestra la poca preparación jurídica y seriedad que exhiben la Contraloría Interna del INAH y su Titular del Área de Quejas al ignorar que un juez debe ser imparcial durante la investigación; sin embargo en todo momento se desempeñó como abogado defensor del servidor público, buscando dar una solución política a un asunto que debió tener una solución conforme a derecho y la normatividad vigente, afirmando simplemente que tolo fue un malentendido entre las partes. También se me negaron copias simples y/o certificadas de todos los documentos emitidos durante procedimiento como son los documentos recabados por el Órgano Interno de Control del INAH y la Dirección General del Centro INAH, en clara violación legal a los derechos mínimos procesales por ser el suscrito parte del procedimiento. La resolución que mantiene en ofensiva impunidad al servidor público arqueólogo Luis Raúl Pantoja Díaz muestra claros errores procesales ya que debió contener un RESULTANDO el cual se detallara mi queja extractada, así como todas las investigaciones y oficios girados por el Lic. Israel Chávez Barbazán y la Dirección del Centro INAH Yucatán a cargo de su Directora General Arqlga. Federica Sodi Miranda durante el procedimiento, se debió contener también un CONSIDERANDO el cual debió contener el análisis y estudio a fondo de la citada queja y de su ampliación presentada el 23 de enero del 2009, que por cierto ilegalmente no fue valorada con atención al aspecto jurídico y contrastada en sus puntos principales con el informe y declaración del servidor público del INAH, debió presentar también la resolución emitida: una relación analizada y cotejada imparcialmente de las nueve (9) pruebas presentadas por el contratado donde se demuestran las mentiras y falsedades emitidas en declaraciones contradictorias por el servidor público durante el procedimiento administrativo y el motivo legal valorado conforme a la razón, la normatividad y la Ley de Responsabilidades de Servidores Públicos en sus artículos 2, 7 y 8 fracciones I, VI, XIII y XIX y demás leyes de la administración pública federal que sustentaren la supuesta improcedencia de la queja por el suscrito presentada. Durante el procedimiento se presentaron pruebas suficientes para que el Órgano Interno de Control del INAH emitiera una sanción de tipo administrativo en contra del servidor público conforme a los principios legales establecidos en los artículos 108 y 109, fracción III y el artículo 113 de la Constitución Política Mexicana, sin embargo se prefirió desestimar las pruebas presentadas por el denunciante que comprueban los actos violatorios y deshonestos realizados, así como las declaraciones irresponsables y falsas emitidas por el Arqlgo. Luis R. Pantoja Díaz durante el procedimiento interno, quien nunca presenta una sola prueba fehaciente y legal a su favor que respalde las afirmaciones tendenciosas que pretenden presentarlo como el servidor público perfecto, inmaculado e incorruptible, defensor de derechos de los subordinados y victima de uno de los contratados. Sin embargo, el arqueólogo Luis Raúl Pantoja Díaz no podrá librarse del único juez estricto e implacable, juez con el que nunca podrá negociar: su propia conciencia. Manifiesto también que en la Dirección del INAH me ofreció llegar a un acuerdo con la parte demandada con tal de que desista de mi queja en contra del servidor público, acuerdo que por supuesto rechace pues es importante que quede constancia de los hechos irregulares cometidos por el investigador del Centro INAH Yucatán. Lamentablemente debido a la imposibilidad de hacer valer la Ley de Responsabilidades de Servidores Públicos debido al poco interés y profesionalismo de las mismas autoridades del INAH para que se cumplan adecuadamente las leyes, en un proceso en el cual la Controlaría Interna se convierte en juez y parte del procedimiento, en abogados defensores de los investigadores acusados o en meros adornos institucionales, mostrándose incapaz de obrar de forma imparcial conforme a derecho y los principios éticos de honradez y respeto que rigen las relaciones de todo servidor público con sus subordinados, siendo por lo tanto en prácticamente imposible que los miembros corruptos de su propio gremio sean sancionados y castigados conforme a la Ley, prefiriendo emitir resoluciones injustas y parciales en detrimento de los ciudadanos y subordinados que se ven condenados a ser testigos de como servidores públicos son perdonados indebidamente, manteniéndolos en ofensiva impunidad con el fin de evitar que “la imagen del Instituto sea puesta en entredicho”. Por otra parte, “antiguos líderes y defensores de los derechos laborales”, se convierten al principio en excelentes alumnos y posteriormente en verdaderos maestros de la corrupción. El caso mencionado del arqueólogo Luis Pantoja Díaz es el más patético y repudiable por la carga de irresponsabilidad profesional, además de ser un pésimo ejemplo para las generaciones nuevas de arqueólogos egresados de la Facultad de Ciencias Antropológicas por el grado de corrupción, cinismo e hipocresía que su conducta implica. Se hace constar que la queja presentada no fue dirigida de manera general, ni en contra del INAH como Instituto, sin que fuera la intención de que sea tomado como agravio a la profesión arqueológica en general, la cual respeto como actividad científica o fuese considerado ofensivo para cualquier otro investigador, por lo cual la constancia de hechos se limitó a mi experiencia profesional con el investigador mencionado y consistió únicamente el ejercicio de mis derechos básicos laborales y civiles, así como la de manifestar mi completa inconformidad en contra de la resolución administrativa de la Contraloría, que mantiene en ofensiva impunidad al arqueólogo de doble moral Luis Pantoja Díaz y sin castigar los actos indebidos y conducta reprobable cometidas por el investigador; por otra parte también se menciona que el Centro INAH cuenta con especialistas honestos y profesionales, que realizan la profesión con la responsabilidad profesional y la seriedad ética requerida para defender el patrimonio arqueológico. Esperemos que en un futuro sean reconocidos todos los derechos laborales de los contratados, ya que al final son las manos, el sudor y los pies del Instituto. Atentamente Felipe Manuel Cerón Cetina.