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LA GESTIÓN DEL AGUA Y LA CRISIS DEL

CAPITALISMO
Antonio Gaybor1

El contexto

El mundo enfrenta una crisis generalizada que comenzara en los países capitalistas
industrializados y que se expande por todo el planeta. Se trata de fenómenos
entrelazados, unos influyen sobre los otros. Constatamos una profunda crisis económica
y financiera que hasta el momento no se logra superar. Presenciamos un cambio
climático ascendente y sus causas motivadoras siguen activadas. La crisis energética
persiste, crece la demanda y los precios de las fuentes energéticas en su conjunto suben
de manera sorprendente, solo en los últimos 35 años subió en un 900%. En los dos
últimos años se agudiza la crisis alimentaria, ahora en muchos medios de comunicación
el tema alimentario se torna relevante, los impactos sobre los países y los sectores más
pobres del mundo llegan a ser hasta dramáticos, que se agrava con el incremento del
área cultivada con productos utilizados para la transformación en biocombustibles.
Vamos de cara a una profundización de la crisis de los recursos hídricos. Algunas de
las propuestas de gestión colapsaron. Pero hay que reconocer también que el tema del
agua en las dos últimas décadas penetra con fuerza en la conciencia y en la opinión de
los pueblos y se levantan con fuerza la bandera por la gestión social, participativa,
equitativa y también sostenible de los recursos.

Vamos transformando en escaso un recurso abundante como es el agua, concentrando


en pocas manos y excluyendo de su acceso suficiente a grandes sectores de la
población. La demanda global en el mundo sube, solo en los últimos 60 años, la
demanda casi se triplica. De mantenerse las tendencias de crecimiento de los últimos
años y la tendencia en cuanto a la composición de la energía, se espera que su demanda
crezca los próximos 30 años en no menos del 60%2.

La agricultura que en los países llamados del Tercer Mundo consume el 80% de los
recursos hídricos, aumenta el uso de manera significativa con respecto a etapas
anteriores. Hay que reconocer que hoy en día cerca del 40% de los alimentos que
consume la humanidad, proviene de áreas regadas, donde la productividad es muy
superior a la que se obtiene en agricultura de secano, de allí que el área regada
representa solo el 20% de la superficie total.

Con la profundización de la globalización y la aplicación de las políticas neoliberales,


muchos de nuestros países que dependen de manera significativa de las exportaciones
agrícolas, en la actualidad se conviertan en exportadores de productos con alto
contenido de agua de riego (agua virtual). La competencia en el mercado mundial de
este tipo de productos lleva a una carrera desenfrenada para que nuestros países
incorporen rápidamente el riego como medio para incrementar la productividad, reducir
los riesgos e incrementar los niveles de plusvalía, es decir, ser más competitivos. Como
una muestra diríamos que uno de los productos emblemáticos de nuestros países como

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Foro nacional del Agua: Políticas, conflictos y consensos.
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el banano, casi toda el área cultivada está bajo riego, lo que era prácticamente poco
significativo tres o cuatro décadas atrás. Para ponerlo en términos más globales se dice
que las mercancías tranzadas en el mercado internacional consumen el 40% del agua
total, del cual el 80% corresponde a los productos agrícolas3. El incremento de los
precios de la energía, está presionando por mayor demanda de recursos hídricos, lo cual
se agrava con la ampliación horizontal de la frontera agrícola para la producción de
biocombustibles. Un fenómeno que contagia la mayor parte del planeta, es el deterioro
creciente de las fuentes de agua y de los cauces. Hay una disminución sustancial de los
caudales de agua en nuestros ríos, arroyos y pequeños “ojos de agua”, pero también
continuamos con una cultura de derroche del agua.

En nuestros países la tesis “quien contamina paga” se convirtió en letra muerta


contenida en códigos y otro tipo de normas secundarias. La contaminación del agua
campea por todas partes, pocos gobiernos locales, particularmente municipales tienen
sistemas de prevención y control de la contaminación. Es un asunto que demanda
enormes inversiones. La gran industria minera, petroquímica y de transformación sigue
en libertad para contaminar las aguas. Los gobiernos con el pretexto de favorecer la
inversión extranjera y nacional se hacen de la vista gorda frente a la contaminación.
Pero es un fenómeno que no termina en el agua, se deteriora el ecosistema agua, las
riveras, los lechos, gran parte de los suelos regados se van contaminando y con ello se
expanda la producción de alimentos poco sanos para población particularmente
doméstica.

El agua por ser vital y su disponibilidad espacial desigual y contrastante frente a la


demanda, genera conflictos. Estos se agudizan cuando la política pública se orienta
hacia una distribución inequitativa del recurso, lo cual es fácilmente percibido
especialmente en el campo y en particular en la agricultura. Existe una correlación
positiva entre el acceso a la tierra y al agua. Mientras mayor es la concentración de la
tierra en pocas manos, mayor será el acaparamiento del agua. En el Ecuador por
ejemplo, los sistemas de riego comunales que representan el 86% de los usuarios de
riego solo captan un caudal equivalente al 13% del distribuido por el Estado, mientras
que el riego individual-privado que representa el 1% de los usuarios acapara nada
menos que las dos terceras partes del agua entregada en concesión o autorización por el
sector público.

El ajuste estructural empujado por los organismos multilaterales puso en mayor crisis la
normatividad y las instituciones relacionadas con la gestión de los recursos hídricos, lo
cual también reactivó a las organizaciones sociales relacionadas. En muchos países los
servicios prestados, particularmente de agua de consumo doméstico se encarecieron y
disminuyeron la calidad y los ritmos de expansión de cobertura. El modelo llevó a
procesos de privatización en algunos casos y al establecimiento de sistemas de gestión
verticales, donde la participación social no ha sido otra cosa que mero manipuleo social.

2. Los cambios normativos y el crecimiento de nuevos sujetos sociales

Cuando echamos una mirada a lo sucedido en las dos últimas décadas en nuestra
América Latina, se puede constatar que hay esfuerzos por reacomodar lo normativo e
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institucional. Este reacomodo en algunas partes comienza con la definición de nuevas
constituciones y luego de leyes y normas inferiores que pongan en vigencia los grandes
principios generales. Podemos encontrar varios enfoques para la gestión del agua. En
algunas partes el modelo neoliberal que busca la liberalización de los derechos del agua
y la disminución de la participación del Estado, entró en crisis. Desde el otro lado de la
raya se intenta una nueva propuesta de gestión social, planificada y sostenible de los
recursos naturales. Hay que reconocer que el neoliberalismo golpeó a ciertas
organizaciones comunitarias y también a las organizaciones de usuarios del agua y trató
de fortalecer otro tipo de organizaciones funcionales al modelo. Hay que reconocer que
algunos países como las juntas de agua de consumo doméstico, las juntas de regantes y
las organizaciones sociales de primero y segundo grado, van tomando fuerza y
transformándose algunas de ellas en nuevos sujetos sociales que promueven cambios de
fondo y que se articulan a la lucha por establecer una sociedad distinta a la actual.

3. La nueva constitución y la ley de aguas en Ecuador

En el 2008 el Ecuador aprobó una nueva Constitución, elaborada con una gran
participación de las organizaciones sociales del país. Hay que reconocer que por
primera vez en un texto constitucional se reconocen los derechos de la naturaleza. La
Constitución plantea un nuevo modelo de desarrollo nacional, dentro del cual cabe
destacarse el derecho humano al agua y que el agua sea elevada a la categoría de
patrimonio nacional, prohibido de privatizarse. La Constitución establece que la
administración y gestión del agua solo podrá ser pública y comunitaria. Se contempla la
consulta previa a las comunidades ante cualquier afectación posible del ambiente y de
los derechos de los pueblos; también queda absolutamente explícito la gestión
participativa y la conservación de los ecosistemas relacionados con el agua. Se plantea
de manera expresa redistribuir el agua de riego cuando esta acaparada.

Una Ley tiene que reafirmar que el agua es un derecho humano, la soberanía sobre las
aguas y el carácter de bien nacional; garantizar el acceso equitativo al agua; la
participación social en la gestión de los recursos hídricos, el reconocimiento de los
derechos colectivos de comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas y
afroecuatorianos, el establecimiento de un sistema tarifario justo y solidariamente
diferenciado, la reorientación de las políticas de descentralización; el profundo sentido
ambiental y social que debe tener la gestión de recursos hídricos. De allí que muchos
sectores plantean la necesidad de que la autoridad del agua y las instituciones
encargadas de los usos, cuenten con directorios con una participación paritaria (de
organizaciones campesinas, pueblos y nacionalidades y organizaciones de usuarios,
frente a los representantes de las entidades del sector público).

Hasta octubre de este año el Ecuador por disposición constitucional tendrá una nueva
Ley orgánica de recursos hídricos, uso y aprovechamiento del agua. Los movimientos
sociales, organizaciones de usuarios del agua analizan y elaboran propuestas que
permitan aterrizar las disposiciones constitucionales. Quizá uno de los temas que más
debate provoca, es el relacionado con la participación. Muchos sectores levantan el lema
de una participación real que impida la manipulación social. Los sujetos y actores
sociales, lo que buscan es que no solo puedan ser escuchados sino ser parte de la
formulación de la política pública en la toma de decisiones, en el seguimiento a la
implementación de las políticas, el control, la mediación y resolución de conflictos a

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distintos niveles, en lo local, en lo regional y en lo nacional. Vale la pena destacar un
orden de prelación distinta a la del pasado. En primera prioridad se pone al agua de
consumo humano y luego la destinada a la producción de bienes que son parte de la
soberanía alimentaria, quedando en un plano inferior el agua destinada a
aprovechamiento económico, ya sea industrial, agroexportación.

4. Riego

En la nueva ley de recursos hídricos, se plantea tener una sección amplia sobre riego. El
riego no es un fin. Es hora de dejar de pensar al riego como la simple construcción de la
obra de ingeniería (bocatoma, canales, bombas) o como la aplicación del agua al
cultivo. El riego es un medio para impulsar el desarrollo humano, para crear las
condiciones de una sociedad más justa, con equidad social. Que genere más empleo y
permita diversificar la producción; que permita desarrollar formas de producción
sostenibles, que sea un puntal para alcanzar la soberanía alimentaria y el ordenamiento
del territorio en base a aptitudes y al interés común, y que sea un eje central que mueve
otros piñones claves del desarrollo integrado de cada territorio. El riego es también una
construcción social desde la planificación hasta su gestión.

Lo que buscan las organizaciones sociales es que la ley permita mejorar los sistemas
comunitarios (alrededor de 2000 en el Ecuador) que nunca fueron parte de la política
pública, ampliar el área regada, que favorezca la soberanía alimentaria y el desarrollo de
los sectores sociales más vulnerables del campo. Existe una fuerte conciencia entre las
organizaciones sociales que la definición de los grandes principios de riego debe darse
recogiendo la experiencia de siglos y décadas, y el conocimiento que existe en nuestros
países, sin dejar de mirar el futuro. El viejo modelo de desarrollo de riego es
fuertemente cuestionado, por cuanto el Estado hacía todo, identificaba los proyectos,
diseñaba, construía directamente o intermediado por la empresa privada y luego se
encargada de administrar, operar y mantener esos sistemas. Este modelo aplicado en
toda América Latina está colapsado.

5. Los sistemas comunitarios de agua de consumo doméstico

Los sectores sociales levantan con fuerza el principio de que la Ley debe garantizar el
derecho humano al agua, en términos de calidad, cantidad y oportunidad, como
principio fundamental e irrenunciable. En el Ecuador se prohíbe todo tipo de
privatización. Las juntas de agua potable plantean la necesidad de fortalecer los
sistemas comunitarios y que deben mantenerse bajo la gestión comunitaria, existe el
consenso de que el Estado debe ser el encargado de hacer la construcción y también la
rehabilitación, en tanto que la administración, operación y mantenimiento debe ser de
responsabilidad de las juntas, con el apoyo de los municipios, lo cual no fue parte de la
agenda de esas instituciones

6. Fondo agua para la vida

Una bandera que se levanta con esperanza es la creación del “fondo agua para la vida”
destinado a la gestión integrada de los recursos hídricos, a la ampliación y mejora de los
sistemas comunitarios de agua de consumo doméstico y riego campesino. Parte de este
fondo puede ser alimentado con recursos provenientes de las autorizaciones de derechos

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de agua, se parte del principio que las tarifas deberán ser diferenciadas dependiendo del
tipo de actividad productiva, del destino de la producción y del tipo de usuario.

7. Redistribución del agua y lucha contra la contaminación

Uno de los temas que más inquieta a las organizaciones sociales es que existe un colosal
concentración del agua por parte del gran capital, mientras la gran mayoría de la
población tiene poco acceso. Parte de la lucha por la equidad pasa por la redistribución
del agua. Ya está consagrada una disposición al respecto en la Constitución, ahora toca
empujar su ejecución. Otro aspecto fundamental por el que se movilizan amplios
sectores es por contar con sistemas de prevención y control de la contaminación de las
aguas, se plantea dar un plazo de cinco años a los municipios y empresas. Para que esto
no se constituya en letra muerta, lo que se propone es un mecanismo de financiamiento
desde el Estado central. La empresa deberá sujetarse también a plazos establecidos y al
autofinanciamiento y mecanismos de estímulo.

8. Una lucha de “Todos por el agua y el agua para todos”

En el Ecuador las luchas por el agua, hasta dos décadas atrás fueron locales, el modelo
neoliberal despertó a los movimientos sociales y organizaciones de izquierda que se
levantan no solo para oponerse al modelo, sino para presentar propuestas contra
hegemónicas. El agua se ha convertido en un medio de gran movilización social,
particularmente de la población rural.

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