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Poder Judicial de la Nación

Sala I - Causa n°° 43.277 “Cournour,


de Grandi, M. C. s/ reposición”.
Juzg. Fed. n°° 2 - Secret. n°° 3.
Reg. n°° 1001

/////////////////nos Aires, 17 de septiembre de 2009.


Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I-
Que toda vez que resultan atendibles las razones esgrimidas
por el Dr. Jorge L. Ballestero, corresponde aceptar su excusación.
II-
Llegan las actuaciones a conocimiento del Tribunal en
virtud del recurso de apelación interpuesto por la Asociación de Abuelas de
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Plaza de Mayo, querellante en la causa (fs. 1221), contra el auto a través del
cual el a quo rechazó su pedido de extracción de copias de la documentación
secuestrada. El fundamento del pedido había sido la necesidad de efectuar un
pormenorizado y exhaustivo estudio de la información.
En esta instancia el recurrente informó oralmente en los
términos del artículo 454 del Código Procesal Penal de la Nación.
III-
En la presente causa se investigan los delitos de
sustracción, retención y ocultamiento de menores ocurridos durante la última
dictadura militar y se pretende determinar su destino final (fs. 9/10, 461/2 y
591/3vta.).
Dentro de las medidas realizadas, el 23 de febrero de 2005
se libró orden de presentación de los registros, legajos y constancias obrantes
en la institución privada Movimiento Familiar Cristiano, Organización Belén
y/o Grupo San José (estos últimos desprendimiento del primero) por entender
que guardaría relación con anotaciones de menores de un modo irregular
durante aquella época (fs. 702, 716/ss., 762 y 1026).
Con fecha 09 de diciembre de 2008 se presentó la querella
solicitando la digitalización de la documentación de la causa y de los legajos
que corren por cuerda. Asimismo, y sin perjuicio de ello, solicitó copias y/o
digitalización, a su costa y por sus medios, de documentación secuestrada en
la sede del Grupo San José (fs 2493).
El a quo rechazó el pedido en atención a que entendió que
esa documentación se encontraba alcanzada por el artículo 321, inciso f, del
Código Civil, modificado por la Ley 24.779 de Adopciones (prom.
26/03/1997) que establece que “…el expediente [de adopción judicial] será
reservado y secreto. Solamente podrá ser examinado por las partes, sus
letrados, sus apoderados y los peritos intervinientes…”. Y, en este sentido,
invocó el inciso “g” de dicho artículo en cuanto dice que “…El juez o tribunal
no podrá entregar o remitir los autos, debiendo solamente expedir testimonios
de sus constancias ante requerimiento fundado de otro magistrado, quien
estará obligado a respetar el principio de reserva en protección del interés
del menor”.
Asimismo, entre otras cosas, señaló que “…la peticionante
en la medida que se ha constituido en el Tribunal ha tenido acceso a los
mismos [documentación del Movimiento Familiar Cristino] y ha procedido a
escoger aquellos de los que presumiblemente posee una denuncia en la
institución, solicitando incluso la búsqueda de los legajos en la actual
Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia.” (fs. 2551/2).
Al momento de recurrir, y en esta instancia, la querella en
cuestión se agravió por entender que ello constituía una afectación a su
actuación en el proceso y a sus derechos como parte legalmente constituida, en
particular los derechos de examinar y proponer medidas de prueba. En el caso,
en atención al objeto procesal de la causa, justificó la necesidad de lo
requerido “…a fin de poder desarrollar hipótesis investigativas que
conduzcan finalmente a la localización del paradero de los niños y niña –hoy
adultos— secuestrados.”. Por su parte, negó que entre la documentación se
encontrasen expedientes judiciales de adopción a los que hace referencia el
art. 321 del Código Civil pues se tratan de los registros del Equipo San José y
expedientes administrativos del Consejo Nacional de la Niñez, Adolescencia y
Familia “…referidos a niños dados posteriormente en adopción, pero de
ningún modo tratan de expedientes de un ‘juicio de adopción’.” Por último,
hizo referencia a la necesidad de examinar y extraer copias de la totalidad de
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la documentación requerida, más allá de la relevancia que el instructor


considere que posean.
Al mismo tiempo, cabe destacar que de las constancias de
la causa surge que la querella ha tenido acceso a la documentación vinculada
con el Movimiento Familiar Cristiano (Grupo San José) tanto antes como
después de esta incidencia y que se ha dispuesto un espacio especial para ello
(fs. 2424, 2580, 2583, 2601, 2605bis, 2625 y 2803), en tanto que, por otro
lado, recientemente, el instructor ha aclarado en un acta en donde se entregó
copia digital de parte de la documentación –pero no la requerida
específicamente por la parte recurrente— que “…la totalidad de la
documentación secuestrada sigue estando a disposición y a la vista de la
querella.” (fs. 2778, acta de fecha 04/05/2009).
IV-
El acceso de las partes a las actuaciones se encuentra
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regulada por el artículo 204 del Código Procesal Penal de la Nación en cuanto
dispone que el sumario será público para las partes y sus defensores y que
será siempre secreto para los extraños. Aunque también establece la
posibilidad de declarar el secreto aún para las partes, por lo que vimos, ese no
es el caso de autos.
Ahora bien, sobre esta norma este Tribunal ha reiterado que
debe ser interpretada de un modo que no torne en letra muerta los derechos
consagrados a las partes del proceso, ya sea que se trate del imputado o del
acusador público o particular (conf. de esta Sala causa n° 28.735 “Oderigo”,
reg. n° 400, rta. el 05/06/97; causa n° 33.822 “Rotondo”, reg. n° 163, rta. el
07/03/03, causa n° 36.505 “Dres. Santiago Feder”, reg. n° 353, del 03/05/04;
causa n° 35.320 “Garrido”, reg. n° 530, rta. el 27/06/03; y causa n° 40.638
“Pérez Bianco”, reg. n° 631, rta. el 26/06/07). En esa línea, y en lo que aquí
interesa, el reconocimiento del derecho al acceso al sumario y a la posibilidad
de obtener fotocopias por parte del querellante se desprende, conforme es
doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de que a “…todo aquel
a quien la ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de sus
derechos está amparado por la garantía del debido proceso legal consagrada
por el artículo 18 de la Constitución Nacional, que asegura a todos los
litigantes por igual el derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio
llevado en legal forma.” (Fallos 321:2021).
Como consecuencia de ello “…es imprescindible
contemplar y resguardar los derechos acordados a las distintas partes en el
proceso, en este caso a la querella y a las víctimas de los hechos
denunciados (conf. artículos 80, incisos a. y b., primer párrafo del 82 y 199
del Código de forma, entre otros). Para ello deben adoptarse medidas que
permitan efectivizar el ejercicio de tales derechos en virtud de lo cual se
estima que la obtención de fotocopias de la causa resulta un medio eficaz
para contribuir a dicho cometido.” (causa n° 40.638 “Pérez Bianco” antes
citada).
Lo señalado se hace extensivo, como consecuencia lógica,
a toda la documentación que la causa pueda tener, pues dentro de las
facultades del artículo 82 del código de rito se establece que el querellante
podrá “…proporcionar elementos de convicción, argumentar sobre ellos…”.
Precisamente, tomar vista y estudiar la documentación –y contar con copias de
ser necesario— se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a
argumentar sobre todos los elementos de convicción incorporados al proceso,
independientemente de quien los haya incorporado, pues en esta materia rige
el principio de adquisición probatoria (art. 354 del C.P.P.N.), por el que las
probanzas son del proceso y no de quien las propició (en este sentido,
D’Albora, Francisco, Código Procesal Penal de la Nación, 5° ed. Lexis Nexis,
Bs. As. 2002, pág. 215; y Cafferata Nores, José, y Hairebedian, Maximiliano,
La prueba en el proceso penal, Lexis Nexis, Bs. As., 2008, pág. 202).
En este sentido, no puede perderse de vista que la
equiparación de facultades del acusador particular al acusador público en los
delitos de acción pública sólo reconoce como límites aquellos expresamente
establecidos en la ley procesal, como por ejemplo, el ejercicio del poder de
coerción procesal que, en algunos casos de excepción, se le reconoce a los
fiscales o de dirección de la instrucción (en este sentido, Maier, Julio B.,
Derecho Procesal penal, II. Parte general. Sujetos procesales., ed. Del
Puerto, Bs. As. 2003, pág. 686). Y en lo que hace a la prueba documental, a
diferencia de lo que ocurre en otros casos (art. 204 y 295 del C.P.P.N.), no
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existen restricciones legales de acceso para el querellante durante la etapa de


instrucción.
Aclarado ello, en el caso concreto se desprende de la reseña
de los hechos efectuada en el punto anterior que el juez entendió que sobre la
documentación solicitada no pesaba ninguna restricción como para evitar su
publicidad a las partes pues, más allá de lo aquí debatido, lo cierto es que la
querella ha podido tener acceso con autorización del juzgado al expediente
principal y a su documentación.
Por lo tanto, lo único que ha restringido es la posibilidad de
que se extraigan copias de ciertos legajos fundado en el artículo 321 del
Código Civil. Sin embargo, asiste razón al recurrente en cuanto a que lo que
solicitan no se vincula a ningún expediente judicial de adopción, por lo que no
hay motivos para hacer extensiva la restricción allí contemplada, máxime si ha
sido el propio juzgado el que ha permitido que la querella tome vista de esos
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legajos.
No desconocemos que parte de la información allí
contenida puede ser considerada sensible pues guarda íntima vinculación con
la esfera de intimidad de las personas. Pero no debe olvidarse que, como
señaló la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sólo por ley podrá
justificarse la intromisión en esos ámbitos, siempre que medie un interés
superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa de la sociedad, las
buenas costumbres o la persecución del crimen (Fallos 306:1896 “Ponzetti de
Balbín”, consid. n° 8).
Precisamente, nos encontramos en el marco de una
investigación penal que tiene como objeto procesal la sustracción, retención y
ocultamiento de los hijos de varias mujeres secuestradas durante la última
dictadura militar, cuyo destino final aún hoy se desconoce. En dicho marco, el
instructor ordenó conforme a la ley procesal incorporar cierta documentación
que consideró relevante para avanzar en ella. Adviértase que el propio juez ha
señalado que existen legajos de esa institución “que fueron considerados
críticos en función de la mecánica y criterios de investigación que viene
llevando el Tribunal”, que en uno de esos casos “se logró establecer la
verdadera identidad de la hija de una detenida desaparecida” y que el juzgado
está intentando establecer “el origen de dos de las mujeres adoptadas a través
del Movimiento Familiar Cristiano” (fs. 2551/2). A partir de ello pareciera
más que justificado el interés de la querella legalmente constituida en la causa
en querer revisar y estudiar toda esa información pormenorizada y
exhaustivamente, para lo cual resulta razonable que cuente con las copias
requeridas.
Advertimos en la negativa del instructor la intención de
evitar posibles perjuicios a terceros por el mal uso que se pudiera dar a los
datos allí contenidos. Sin embargo ello estará resguardado por las previsiones
de los artículos 1070 y 1071 bis del Código Civil, pues nadie está facultado a
ejercer de un modo abusivo sus derechos entrometiéndose en la vida privada
de terceros.
En síntesis, en la medida en que el propio juez ya entendió
que la querella podía tener acceso a esa documentación, no se advierten
motivos por los cuales no podrían ahora extraer copias de dicho material si
ello es lo que garantizaría mejor su derecho a argumentar sobre la prueba
incorporada al proceso.
Por último, cabe aclarar que lo dicho resulta extensible al
resto de la prueba incorporada al sumario de la que ha solicitado extraer copias
la querella, pues tampoco el a quo ha citado norma legal alguna que se lo
restrinja. Ello es independiente de las demás medidas que pudiera adoptar el
juzgado a efectos de digitalizar el expediente y sus anexos para entregarlo a
las partes (fs. 2761).
En virtud de lo expuesto, este Tribunal RESUELVE:
I- ACEPTAR la excusación del Dr. Jorge L. Ballestero
para seguir entendiendo en estas actuaciones.
II- REVOCAR el auto obrante a fs. 2551/2 del principal
en todo en cuanto decide y fuera materia de apelación, debiendo el a quo
proceder conforme lo indicado en los considerandos.
Regístrese, hágase saber y vuelva el incidente, junto con los
principales, al juzgado de origen.
Sirva la presente de muy atenta nota de envío.

FDO: Dres. Freiler y Farah; secret. Casanello.

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