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Navegando en tu barco
Llévame en silencio.
Cuando escuchamos un cuento de hadas lo que primero llama la atención son estas
frases con las que comienzan: Érase una vezÉ Había una vezÉ Hace ya mucho tiempoÉ
Mucho tiempo atrásÉ.
Érase una vez una niña que había perdido a su padre y a su madre, y se quedo tan
pobre, que no tenia ni una cabaña donde vivir ni una camita donde dormirÉ.
La niña (el alma) se encuentra con la soledad, privada ya del calor del hogar, sin
vínculos sociales ni de sangre, en el umbral de la muerte. Imaginemos el gradual
desvanecimiento de todas las funciones sensorias. ¿Qué queda?
ÉSolo le quedaban los vestidos que llevaba puestos y un pedazo de pan que le diera
un alma caritativaÉ
ÉPero la niña era buena y piadosa. Viéndose abandonada del mundo entero, marchose
a campo traviesa, puesta la confianza en Dios Nuestro señorÉ
ÉEncontrose con un mendigo que le dijo:-¡Ay! Dame algo de comer. ¡Tengo tanta
hambre!- Ella le alargó el pan que tenía en la mano diciendo: - ¡Dios os bendiga!-
y siguió adelante...
La niña ha llegado ahora a la primera región del kamaloka, la del deseo ardiente
¿Cómo siente el difunto ese estado? El goce y el deseo, pensamientos y anhelos son
psíquicos. De ahí que persisten después de la muerte pero ya no está la
posibilidad de satisfacerlos por falta de cuerpo físico. Esta falta la vive el
alma como el caminante por el desierto, atormentado por una ardiente sed, sin
tener la fuente donde saciarla.
¿Por qué el alma ha de sufrir este tormento? Para que poco a poco trascienda los
deseos y anhelos sensuales, se libere de lo terrestre, se purifique. Es así como
el alma en el kamaloka recorre toda su vida desde la muerte hasta el nacimiento
deteniéndose en cada escena vivida y se libere, renuncie al apego. También revive
al recorrer su vida todo lo que ha causado a otros, y vive entonces ella misma lo
que causó. El kamaloka dura más o menos, una tercera parte del tiempo que duró la
vida terrenal. Si fueron 75 años de vida, en el kamaloka serán 25 años
aproximadamente. En la Región del Deseo Ardiente el alma se despoja de los deseos
más egoístas, más bajos, más groseros de la vida corporal. Lo que hace que el alma
se halle susceptible a las influencias de esta región son los deseos que todavía
persisten de la vida física. La simpatía se extiende solamente sobre lo que puede
nutrir su ser egoísta mucho mas fuerte es aquí la antipatía que se derrama sobre
todo lo demás.
Pero como los deseos de placeres físicos son imposibles de satisfacer en el mundo
anímico por falta de cuerpo físico el alma paulatinamente va comprendiendo que
para que su sufrimiento termine tiene que liquidarlos. Cuanto mayor sea la
afinidad que tenga un alma con el deseo ardiente a consecuencia de su vida física
tanto mas tendrá que permanecer en esta región para purificarse, por el contrario
las almas con deseos poco intensos atraviesan esta región casi sin notarla pues no
tienen afinidad con ella. Esta purificación es anhelada por el alma como único
medio de corregir las imperfecciones que en ella existen. La niña de nuestro
cuento se despoja entonces de su pedazo de pan pues ya no sentirá hambre ni deseo
de alimentarse de lo físico. Aquí el cuento despliega toda su sabiduría
mostrándonos el correcto actuar. Y nos hace un regalo, la niña todavía puede
hablar, y más que eso, bendecir. Cuanto más lejos de la casa terrenal se está se
va acabando el habla. Las almas durante el kamaloka tienen aún la capacidad de
escucharnos y esto es sumamente importante debido a que con nuestras palabras
podemos ayudarlas en su camino o también retenerlas.
ÉMás lejos encontró a un niño que le dijo, llorando:-Tengo frío en la cabeza. Dame
algo con que cubrirme-. Quitose la muchachita su gorro y se lo dioÉ
ÉY más adelante salióle al paso una niña que no llevaba corpiño y tiritaba de
frío. Diole ella el suyoÉ
Por ultimo queda la región de atracción y repulsión donde se desvanece todo deseo
de vivir en un cuerpo físico. Durante la existencia física es el cuerpo el que da
el sentimiento de si con sus vaivenes de placer y displacer. Con la muerte, el
alma, se siente como cascaron sin contenido porque era el cuerpo físico el que le
daba el sentimiento de existencia y esta vivencia persiste hasta que comprende que
el verdadero ser del hombre no reside en lo físico. Aquí se destruye la ilusión
del ser corporal y entonces liberada ya de esas cadenas puede desplegar todas las
fuerzas de simpatía hacia el exterior. El alma todavía “suspira” por su ultima
vida terrenal y como la niña debe desprenderse del deseo de “hacer” la vida
terrenal. Su faldita cubre las piernas donde vive el impulso de la voluntad, del
hacer.
É.Y, al quedarse desnuda, empezaron caer estrellas del cielo, y he aquí que eran
relucientes ducados de oro. Y, a cambio de la camisita que acababa de dar, le cayó
otra de finísimo hilo. Recogió ella entonces los ducados y fue rica para toda la
vida.
Aquí es donde el alma penetra en la última región espiritual del Mundo Anímico, la
esfera del Sol, la de la Vida Anímica. En esta esfera lo esencial consiste en que
en la Tierra hayamos tratado de entender a todas las almas humanas, que hayamos
adquirido ciertos puntos de contacto con todas las almas. Nos sentiríamos aislados
en esta esfera si durante la vida terrenal no toleráramos ni respetáramos las
demás creencias religiosas. Esta falta de comprensión hacia las otras religiones
en la esfera solar no se manifiesta como en la vida terrenal. En la tierra, los
seres humanos pueden vivir uno al lado del otro sin penetrarse anímicamente,
pueden dividirse en agrupaciones religiosas o filosóficas. En la esfera solar
donde todos se fusionan, son reunidos y también separados según lo que en la
Tierra constituía su vida interior.
Allí toda separación, toda falta de comprensión, es fuente de terribles
sufrimientos. Lo que debemos alcanzar aquí es la comunidad con todos los seres
humanos.”Donde dos o mas personas estén reunidas en Mi Nombre, allí estaré Yo, en
el medio de ellas”. Si estas palabras han significado algo viviente para nuestra
alma entonces podremos estar unidos a todos los que estén en la esfera del Sol. Y
esta reunión es extraordinariamente importante porque el alma debe tomar aquí una
decisión. En la esfera solar hay dos tronos; uno es de Lucifer y el otro es de la
Figura del Cristo. El primer trono esta siempre ocupado, el segundo parece vacío
para la mayoría de los seres humanos. Solo podrán ver dicha Figura quienes hayan
ya agudizado su visión espiritual en la Tierra, aquellos que hayan comprendido el
Misterio del Golgotha. Entonces se harán visibles las acciones realizadas por el
Cristo cuando aun moraba en el Sol. Si en la Tierra no hemos asimilado algo que
actúe no solo sobre las fuerzas astrales sino también sobre las etéricas no
encontraremos comprensión alguna aquí. Las religiones operan en las fuerzas
etéricas por esta razón es que de la esfera solar extraemos las fuerzas que serán
necesarias para recibir el cuerpo etérico de nuestra próxima encarnación. Y la
niña ya desnuda, despojada de todos sus ropajes terrenales es bañada por una
lluvia de estrellas, monedas de oro. La forma redonda de las monedas simboliza al
espíritu, el sol. El oro es el metal del sol. El oro cuyas propiedades son la
pureza, la indestructibilidad y la inalterabilidad. Aquí la niña como el alma ya
se ha despojado de todo lo que la unía a su última vida terrenal. El alma ha
concluido su misión terrestre anterior, lo que era un lastre para el espíritu se
ha desprendido de ella, desde este instante queda el alma absorbida por el mundo
que le es propio y el espíritu se encumbra libremente hacia las regiones donde
vive enteramente.
É. Y como el espíritu ya es libre de lo terrenal nosotros tampoco ya necesitaremos
de un cuento para seguir nuestro camino, si bien antes necesitaremos saber como es
este Mundo Espiritual o DevacanÉ.
El mundo espiritual esta tejido de la misma sustancia de la que esta constituido
el pensamiento humano si se nos permite hablar de “sustancia”, pero el pensamiento
tal como vive en el hombre no es sino una silueta, una sombra de su entidad
verdadera. Una vez despertado el “ojo espiritual” las entidades mentales se
perciben como el ojo sensible percibe una mesa o una silla. El espíritu se mueve
en un ambiente de entidades mentales, de pensamientos vivientes. La primera vista
del mundo de los espíritus es desconcertante por un lado porque los arquetipos en
su verdadera forma son muy diferentes de sus reproducciones sensibles y no es
menor la diferencia con los pensamientos abstractos. Además en el mundo espiritual
todo esta en constante movimiento, en continua actividad, en creación incesante.
Los arquetipos son entidades creadoras, artífices de todo lo que se genera en los
mundos físico y anímico. Sus formas cambian permanentemente dado que cada uno de
ellos lleva en si la posibilidad de revestir innumerables formas individuales. Es
como si dejaran brotar de si mismos estas formas. Existen entre ellos afinidades y
no actúan solos sino que necesitan unos de otros para sus creaciones. Además
existe ahí otra experiencia, la del “oído espiritual”, los arquetipos se perciben
también sonoramente, como si fuera un océano de sonidos. En sus acordes, melodías,
ritmos y armonías se manifiestan las leyes de su existencia, sus relaciones mutuas
y sus afinidades. Lo que el entendimiento percibe como ley en el mundo físico se
revela al “oído espiritual” como música espiritual. A cada color corresponde un
sonido espiritual y a cada consonancia de colores una armonía sonora. La sonoridad
se suma a la luminosidad y es por esto que cuando nos referimos a arquetipos
debemos pensar también en los “sonidos primordiales”. También existen otras
percepciones como el “sabor espiritual”, “olfato espiritual”, etc. Aquí también
encontramos distintas regiones pero igual que en el mundo anímico estas se
compenetran e impregnan.
La primera región del Mundo Espiritual, la esfera de Marte se presenta como una
especie de Continente.
Este continente esta formado por el conjunto de los arquetipos espirituales del
mundo físico en cuanto no este dotado de vida; los arquetipos de los minerales y
también los de plantas, animales y hombres, aunque solo en lo que ellos tienen de
físico, es decir sin la vida que existe en ellos
Esta región constituye el armazón fundamental del mundo espiritual como lo es la
tierra firme de nuestro mundo físico. En la Región Continental todo se ve como a
través de un negativo fotográfico. En esta primara etapa el hombre corrige la
imagen de la propia vida anterior y con ese fruto prepara el diseño de su cuerpo
para su próxima encarnación. Aquí percibe entonces la bienaventuranza de crear.
¿Como sucede esto? Pues el espíritu lleva consigo al Devacan, su cuerpo causal
junto con lo purificado y ennoblecido de sus cuerpos astral y etéreo, esas partes
son permanentes y nunca las pierde. Luego de separarse del cadáver astral se halla
frente a si mismo como si estuviese mirándose desde afuera. Uno no se ve a si
mismo de un solo vistazo, sino gradualmente, como fue en sus vidas anteriores.
Entonces le es posible comparar el desarrollo, es decir, lo que era antes de su
última encarnación y lo que puede llegar a ser cuando las nuevas experiencias se
sumen al caudal de las anteriores.
La segunda región, corresponde a la esfera de Júpiter, se denomina la Región de
los ríos y océanos y contiene los arquetipos de la vida.
La vida circula por el mundo del espíritu como elemento liquido, como si fuera
sangre en palpitación a través de todo.
Hállanse aquí las fuerzas primordiales creadoras de todo lo que en la realidad
física aparece como ser viviente. Aquí se percibe que todo lo que es vida es una
unidad y que existe una relación entre la vida del hombre y la de todas las demás
criaturas. Fluye libremente la vida universal y el espíritu siente este fluir no
solo como algo externo sino también interno.
Externamente lo ve como una corriente rojizo-lila que pasa de una forma a otra
todo enlazado en la unidad de la vida, aquí el “vive la vida”.
Es también aquí donde se preparan las nuevas condiciones religiosas para su
próxima vida terrenal.
Llega un momento en que el ser humano recorre un circulo, el circulo del Zodiaco y
de cada uno de los puntos del Zodiaco contempla su propia entidad desde un punto
de vista diferente y así le va otorgando todas las fuerzas que necesitara en su
próxima reencarnación.
Aplicaciones
Annie
Besant
Un estudio
sobre la conciencia
Si bien es cierto que estas verdades aquí expuestas nos exceden y son solo una
sombra de la luz que irradian aquellas que todavía no podemos comprender.
Mi hipótesis es que adentrándonos en estos conocimientos y permitiendo que el
mundo espiritual nos alcance entramos en contacto con lo que es Bueno, Bello y
Verdadero en la existencia del hombre. Todo se ve con nuevos ojos y nos conectamos
con la vida desde un lugar nuevo, más real. Creo que saber quienes somos nos
permite ser mejores médicos, maestros, padres, amigos, etc. No hay ámbito de la
vida que no pueda enriquecerse con semejante verdad.
Fundamentación de la Hipótesis
Todo lo que formule como hipótesis surge de mi propia vivencia al hacer esta
investigación. Nuevas preguntas surgieron que me ayudaran a ser mejor ser humano,
¿que mensaje trae esta situación para mí? ¿Como están mis fuerzas de simpatía
hacia mi entorno? ¿Como vivo mi antipatía en relación a mi proceso de
individuación? ¿Puedo ver el espíritu que late dentro de cada ser humano queriendo
expresarse? ¿Como me relaciono con mis apegos? ¿Tengo una actitud religiosa? ¿Como
expreso mis emociones? ¿Puedo aceptar ideas diferentes a las mías? ¿Cómo me
relaciono con otras creencias religiosas distintas a la mía? ¿Que significa el
Misterio del Golgotha? ¿Quien es el Cristo? ¿Tengo una actitud moral? ¿Puedo
reconocer las necesidades de otros? ¿Tengo amigos? ¿Como me relaciono con mi
Ángel? ¿Puedo dejar de hacer preguntas? Las respuestas a estas preguntas irán
llegando y no serán las mismas a medida que el tiempo vaya pasando de todas
maneras ninguna de las dos cosas son importantes, lo importante es estar
despierto, ser concientes. Son las preguntas las que nos mueven hacia la luz.
Agradecimientos
Bibliografía
“Todos los Cuentos de los Hermanos Grimm” Ed. Rudolf Steiner Ed. Mandala
Ed. Antroposófica
“Saturno,el segador”
Alan Leo Ed. Visión Libros