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Declaración de apoyo a Adolf Hitler
y al Estado Nacional Socialista
11 de noviembre de 1933
Por Martin Heidegger
Las manos maravillosas del sonámbulo: Emmanuel Lévinas, un filósofo francés, para
muchos, uno de los más grandes pensadores del siglo XX, se preguntaba por la posibilidad que
el nazismo, como “Mal Elemental”, estuviera inscripto en la misma filosofía de Occidente, y en
particular, en la ontología tan influyente de Martin Heidegger, “en la misma ontología del Ser
que se ocupa del ser del Ser”. En 1933, en pleno ascenso al poder del nacionalsocialismo, el
filósofo-psicólogo Karl Jaspers en una charla ocasional en su casa, le preguntó a Martin
Heidegger cómo se podía considerar apto para gobernar a una nación como Alemania a alguien
tan primitivo e inculto como Adolf Hitler, a lo que aquel le respondió: “…no es una cuestión de
cultura. ¡Mire qué manos tan maravillosas tiene!”. Jaspers se quedó en silencio, perplejo,
reconociendo que Heidegger estaba subyugado no sólo por el nacionalsocialismo como
ideología, sino por la capacidad carismática del sonámbulo Hitler. A la vez, aplicando su
analítica de la existencia, Heidegger le estaba dando una respuesta filosófica profunda al mismo
Jaspers: la capacidad del Führer nada tenía que ver con categorías relacionadas con el
racionalismo o una falsa idea de cultura cosmopolita liberal. La relación de Heidegger con el
partido nazi está bien testimoniada. A modo de ejemplo: el poeta residente en Badenweiler,
René Schikele, anota en su diario personal el 2 de agosto de 1932: “...en los círculos
universitarios de Freiburg se cuenta que Heidegger ya sólo se relaciona con los
nacionalsocialistas...”; el mismo Jaspers anota en notas póstumas semejantes rumores. El gran
filósofo Edmund Husserl, maestro y padrino en su carrerismo académico, en su
correspondencia con D. Mahnke, le señalaba las tendencias políticas evidentes de Heidegger
hacia el nacionalsocialismo, en fechas tan tempranas como 1929. Los contactos de Heidegger
con el NSDAP se ligaban a su relación con la “NsDStB”, la Nationalsozialistischer Deutscher
StudentenBund, asociación de estudiantes nazis, encuadradas en las SA, y su estrecha amistad
con su líder regional, Gerhard Kruger, por lo menos desde 1931. Sabemos de su correspondencia
con su esposa, un cuadro político nacionalsocialista, que leía diariamente el órgano de prensa
del NSDAP, el Völkischer Beobachter, dirigido por Alfred Rosenberg, cuyo motto era
"Kampfblatt der nationalsozialistischen Bewegung Großdeutschlands" (Diario de combate del
Movimiento Nacionalsocialista de la Gran Alemania) o que ya en 1932 votó las listas
nacionalsocialistas. No es casualidad la referencia misteriosa de Heidegger a las características
de semidiós olímpico del Führer. El papel de Hitler como líder carismático y el culto a su
personalidad heroica proporcionó la fuerza motriz de la dinámica del SS-Staat, desempeñando
su imagen varias funciones fundamentales de integración, movilización, legitimación. La
excepcionalidad del estado nazi (o fascista) no puede separarse de la excepcionalidad
carismática de la figura de su líder y la retroalimentación en el rizo ideológico. Recordemos que
el estado nacionalsocialista en su contenido constitucional –según las palabras del destacado
jurista nazi Ernst Huber en 1934– se encarnaba por entero en el “Poder del Führer” que era
“absoluto y total… no limitado por salvaguardias y controles… sino libre e independiente,
exclusivo e ilimitado”. El núcleo del estado nazi era el mito del espíritu rector del Führer Adolf
Hitler, de su extraordinaria personalidad, de su estatura cesarista, de su autonomía napoleónica,
su predestinación misteriosa y de su carácter de Übermensch. Heidegger simplemente
acompaña el mito del Führer, legitimándolo con su filosofía práctica. Pero este apoyo filosófico
no se limitaba a intercambios inocentes con colegas universitarios en los pasillos, ni se redujo a
mera opinión privada. Heidegger, como muchos miembros del mandarinado intelectual de
Weimar, estaba absoluta y lealmente convencido de la versión íntegra del mito-Hitler. Y esta
profesión de fe la llevó a la práctica con todas sus consecuencias. Otto Pöggeler, un
heideggeriano de ley, reflexionando sobre la filosofía política de Heidegger, expresará su
vergüenza y estupor por una foto que muestra al filósofo más influyente de nuestra cultura
posmoderna (junto con Nietzsche) en noviembre de 1933 apoyando incondicionalmente la
política de Hitler, orgulloso “debajo de un muro de hombres de las SA y de banderas con la cruz
svástica”. La foto, que ilustra este artículo, la publicó al otro día del encuentro el diario
Illustrierte Zeitung ("Tiempo Ilustrado"): en el acto central en el Alberthalle de Leipzig de
izquierda a derecha aparecen el dirigente de las tropas de asalto pardas, las Sturm Abteilung
(SA) de la NSLB (asociación de profesores nacionalsocialistas) Schulrat Geyer de Sajonia; el
rector de la Universidad de Leipzig, Dr. Arthur Golf; el rector de la Universidad de Hamburgo,
Dr. Eberhard Schmidt; el Dr. y teólogo Friedrich K. Schumann de la Universidad de Halle; el
profesor Dr. Emanuel Hirsch de la Universidad de Göttingen (¡teólogo y traductor de
Kierkegaard!); otro dirigente de las SA y NSLB Arthur Göpfert de Dresden; por supuesto con su
bigote recortado el Rektor Prof. Dr. Heidegger de la Universidad de Freiburg; el Dr. Wilhelm
Pinder, historiador de arte de la Universidad de München (quién decía que el arte debía ser
Äußerung unserer Rasse, "expresión de nuestra raza aria"); el rector Dr. Eugen Fischer de la
Universidad de Berlín (un eugenista siniestro y amigo íntimo de Heidegger) y el Dr. en medicina
Sauerbruch de la Universidad de Berlín. La ocasión era un Rally de intelectuales y científicos
nacionalsocialistas por Alemania, bautizado como “Manifestación de la Ciencia Alemana”, con el
fin de apoyar la decisión del Führer de abandonar la Sociedad de las Naciones. La idea del rally
partió del Führer de la Asociación de Profesores Nacionalsocialistas (NSLB) de Sajonia, el
Gauobmann Arthur Göpfert, que llegaría a ser una especie de ministro de educación sin cartera.
Se suponía que lo más granado y destacado de la Intelligentsia nazi diera su apoyo a las últimas
medidas tomadas por el gobierno de Hitler, entre ellas la suspensión de todos los derechos
constitucionales, la prohibición de los partidos políticos, la disolución del Reichstag
(Parlamento) y las dietas provinciales y, por supuesto, la política exterior agresiva del IIIº Reich.
Para Salvar del “error” a millones de compatriotas engañados por el marxismo y el liberalismo
corrupto, se crearon los tristemente célebres KZ Lager –campos de concentración– ya en 1933.
Estos eran justificados públicamente por el morfinómano Göring diciendo que “nada era más
necesario que la intervención contra los seductores, los agitadores y sus mismos líderes. Los
campos de concentración fueron creados con tal finalidad. A ellos fueron enviados, en primer
lugar, millares de funcionarios de los partidos comunista y socialista”. Göring además creó otra
institución represiva con mucho futuro en abril de 1933: la Geheime Staatspolizei (acrónimo
GeStaPo), con reclutas provenientes de las S.S. y las SA, las organizaciones paramilitares nazis.
En este clima de terror e intimidación se produjo el incendio del Reichstag, la sede
parlamentaria, a tan sólo una semana de las elecciones. Inmediatamente se acusó al KPD, el
partido comunista alemán, de intentar un levantamiento armado, por supuesto inexistente. A
consecuencia del cual se desata una razzia generalizada en toda Alemania contra simpatizantes,
funcionarios y diputados comunistas. Se emite un decreto por el cual queda anulada la
representación en los escaños parlamentarios y se detienen “preventivamente” a alrededor de
5.000 personas, incluidos todos los diputados electos en la última elección. Con extraordinaria
rapidez se publicó un decreto-ley llamado Zum Schutz von Volk und Staat (“Para la Defensa del
Pueblo y el Estado”) como “defensa contra los actos de violencia perjudiciales para el Estado de
parte de los comunistas”, que anulaba la libertad personal, la libertad de expresión, la libertad
de prensa, la libertad de reunión y asociación, la libertad domiciliar, el secreto epistolar e
incluso el derecho de propiedad. Además se restauraba la pena de muerte para delitos
filopolíticos calificados como de “alta traición a la Patria”, incendio doloso, sabotaje a intereses
estratégicos, atentados contra miembros del gobierno, intento de rebelión y varios etcéteras.
Igualmente se suprimieron todos los gobiernos regionales. La Constitución de Weimar quedó así
derogada y nunca más volvió a la vida. Todos los historiadores del IIIº Reich consideran que
durante el año 1933 el régimen “fabricó” la dictadura en sus elementos más esenciales y en
nueve meses a lo largo de 1933 la forma definitiva del S.S. Staat estaba casi lista. Casi ninguna
esfera de actividad organizada, política o social se vio libre de la famosa Gleichschaltung, la
nivelación-coordinación de arriba a abajo de todas las instituciones puestas bajo el control nazi.
Como remarcó un testigo de la época “no había ya vida social; no podías pertenecer siquiera a
un club de bolos que no estuviera ‘nivelado’ por los nazis”. Hitler mismo lo reconocía: “En el año
que transcurre entre septiembre de 1933 y septiembre de 1934 se ha consolidado
definitivamente el poder nacionalsocialista en Alemania… las revoluciones eliminan solamente
situaciones de poder. Pero sólo la evolución modifica un estado de cosas”. A este trabajo de
“evolución”, un irónico eufemismo hitleriano, se adherirá con pasión y fanatismo el nuevo
Rektor de Freiburg, el filósofo Martin Heidegger.
Hitler o cómo se construye un dictador: La política de rearme planeada por Hitler debía
evitar un ataque preventivo de sus vecinos más belicosos, Francia y Polonia, y esta idea
conformó la conducta de la representación de Alemania en la conferencia de desarme de
Ginebra, que estaba en pleno proceso cuando Hitler fue nombrado canciller. Hitler detestaba la
participación alemana en ese foro tanto como la pertenencia de este país a la Sociedad de las
Naciones, las Naciones Unidas de la época, establecida después de la Gran Guerra para
mantener la paz mundial. Al tener intenciones de retirarse de estas conversaciones de desarme,
protestó públicamente por lo que entendía como una discriminación de las demás potencias
contra Alemania. Al no tener armas por el Tratado de Versailles o bien se permitía que el Reich
se rearmase hasta un grado adecuado de autodefensa, o bien Francia y Gran Bretaña reducían
su potencia militar hasta el nivel de Alemania. Al negarse Inglaterra (para apoyar la
intransigencia de Francia) Hitler tuvo la excusa perfecta que necesitaba. Era el momento
oportuno para dejar la Liga en unas condiciones en las que parecía que la parte agraviada era la
Alemania desarmada. La ventaja propagandística, especialmente en el interior del país
acentuada por el clima de terror político y control unipartidista, era una oportunidad
plebiscitaria demasiado buena para desaprovecharla. Alegando correctamente que se le estaban
negando los mismos derechos a Alemania, en octubre de 1933 ordenó a su delegación
abandonar la conferencia. Al mismo tiempo, anunció la retirada de Alemania de la Sociedad de
las Naciones. El Japón militarista y racista ya la había abandonado a principio del mismo año.
La URSS de Stalin también. Inmediatamente disolvió el Reichstag, prohibió los partidos
políticos y anunció la celebración en noviembre de un referéndum nacional ex post facto para
que el pueblo alemán manifestara su adhesión a las medidas de octubre, en palabras del propio
Hitler “pido al Pueblo alemán que se identifique con la política de paz del gobierno del IIIº
Reich a través de un plebiscito. Con estas medidas privamos al mundo de la posibilidad de
acusar a Alemania de una política agresiva. Este procedimiento proporciona también la
posibilidad de atraer la atención del mundo de una forma completamente nueva.” Aunque sólo
se presentaba un partido, el NSDAP, el sonámbulo Hitler volvió a recorrer en avión (algo inédito
en la época) toda Alemania pronunciando discursos electorales. Justamente de esta época es el
establecimiento de la figura de Hitler como Führer carismático de los alemanes y el culto a su
personalidad. El 12 de noviembre de 1933, un día después de la fecha de rendición del Ejército
Alemán en 1918 y jornada de luto para la memoria de todos los alemanes, Hitler convocó a un
plebiscito por su política exterior y, al mismo tiempo elecciones para las bancas en el Reichstag
con lista única del NSDAP, que logró el 92,1% de los votos (661 bancas). La retirada de la Liga de
las Naciones obtuvo un 95,1% de los votos. El índice de rechazo (voto negativo y abstención) fue
en algunos casos notables (en ciudades “rojas” como Hamburgo o Berlín) pero en general fue un
triunfo por aclamación plebiscitaria y el nacimiento de Hitler como caudillo natural, gran e
infalible Führer. La tendenciosa pregunta en la papeleta, con estilo pomposo, era la siguiente:
“¿Apruebas tú, alemán, y tú, alemana, esta política de tu gobierno del Reich y estás dispuesto a
declarar que es la expresión de tu propia opinión y de tu voluntad y le prestas solemnemente tu
apoyo leal?” La mala fe del régimen no era tan sofisticada y profesional como lo sería en los
plebiscitos de 1936 y 1938 pero no estaba ausente. La manipulación y el engaño fueron
generalizados. El secreto del voto no estaba garantizado. Después de estas pseudoelecciones se
inauguró una nueva cámara legislativa monopartidista, integrada exclusivamente por miembros
del NSDAP, con la única misión de aprobar unánimemente resoluciones y decretos del Führer.
Conquistado el poder por la vía “legal”, el NSDAP en tanto partido político, desapareció,
cooptado por un totalitario SS-Staat. El año 1933 fue muy atareado políticamente para el
Rektor Martin Heidegger incluida la de “revolucionar” la propia universidad y transformarse en
el Führer de los rectores nacionalsocialistas. Para Heidegger la filosofía alemana debe jugar un
rol decisivo en la educación política y al servicio del nacionalsocialismo. En una carta del 3 de
noviembre de 1933 al gobernador nazi de Baden, Heidegger reclama por iniciativa propia la
creación urgente de una cátedra de politische Pädagogik, de pedagogía política cuyo programa
curricular estaría basado en la ideología NS. La documentación sobre la participación activa de
Heidegger en el apoyo de la política dictatorial interior y la política agresiva exterior de Hitler
fue posible gracias al trabajo de Guido Schneeberger, un ex alumno, el primero en obtener
información sobre los actos políticos y sobre la entusiasta participación de Heidegger en la
campaña plebiscitaria nazi. No sólo recopiló los discursos de sus fuentes originales (con lo que
se evitó vergonzosas correcciones ex post facto) sino incluso obtuvo la ignominiosa foto del acto
en Leipzig para la posteridad. Heidegger utiliza toda su ontología existencial, el aparato
filosófico de su obra Sein und Zeit ("Ser y Tiempo", 1927) para legitimar filosóficamente al SS-
Staat y en especial la figura carismática de Adolf Hitler. Ya Karl Jaspers en sus papeles privados
editados póstumamente como Notizen zu Heidegger recordaba cómo el propio Heidegger le
había confesado su fascinación total y absoluta por el sonámbulo Hitler. Hechizo y embrujo que
no abandonó hasta su muerte.
Los textos: debemos decir que el alemán de Heidegger es muy difícil de entender (y traducir)
no sólo por su propia complejidad léxica, sino además por el contexto ideológico de la Alemania
de los años ’30 que es incomprensible para un lector del siglo XXI. Estos discursos fueron
pronunciados por Heidegger en días sucesivos dentro del apoyo militante al plebiscito de Hitler.
El primero dirigido a los estudiantes, el segundo apelando al pueblo alemán y el último al
cuerpo de docentes y profesores. El Gauobmann de Sajonia, el SA Göpfert, de quién partió la
iniciativa, apoyó además la publicación de un cuidado libro con la totalidad de los discursos
pronunciados en Leipzig. La obra tendría una introducción, un Vorrede titulado “Llamamiento
a todos los hombres cultos del mundo”, manifiesto colectivo aprobado en el mitin, destinado a
todos los gobiernos e instituciones educativas extranjeras y hombres de ciencia eminentes. Se
había pensado en una edición de lujo in octavo, que debía ser pagada con fondos del partido
nazi y contribuciones de cada universidad. El Rektor Heidegger, sin pérdida de tiempo, envío
una carta personal el 13 de diciembre de 1933 a los restantes decanos pidiéndoles el urgente
apoyo económico: “Debe ser conservado en la memoria [el libro] como un hito en la historia de
la ciencia alemana y su significación debe ponerse al servicio de la política exterior de Hitler”.
Heidegger, al parecer informado hasta en los detalles íntimos del proyecto, informa a los
decanos que el proyecto editorial contempla la publicación además de en alemán en otras
lenguas: inglés, francés, italiano y español, y agrega que debe testimoniar la voluntad monolítica
de toda la ciencia del Reich. Pide además que el manifiesto introductorio sea firmado por la
mayor cantidad posible de académicos y científicos: “Para evitar que en el extranjero se piense
que las firmas han sido falsificadas, cada volumen deberá llevar el facsímil de las firmas
originales”. Para cubrir los gastos de papel, impresión y distribución (unos diez mil reichsmarks
de la época) Heidegger sugiere contribuciones individuales de los profesores y que cada
universidad contribuya proporcionalmente según su prestigio. La carta de Heidegger concluye
con la siguiente frase: “Resulta, por cierto, superfluo recomendar que en la página destinada a
las firmas no figure ningún no-ario (“Nichtarier”). La publicación se llevó a cabo y más de mil
docentes e investigadores académicos alemanes arios participaron de la suscripción propuesta
por Heidegger. Hemos realizado esta traducción por primera vez en lengua española. Para los
dos primeros discursos nos basamos en la fuente original en alemán, contrastándolas con las
ediciones en inglés, francés e italiano. Párrafo aparte merecen las pésimas y malintencionadas
traducciones del heidegerianne François Fédier en la edición francesa (en la cual se basa la
italiana), quién con el método de exculpar y exorcisar al Heidegger comprometido con el
nazismo llega al extremo de transcribir nationalsozialistische como “socialismo nacional”, entre
otros fórceps. Los dos primeros discursos aparecieron en el diario de los estudiantes
universitarios nacionalsocialistas de Freiburg, la Freiburger Studentenzeitung; para el ultimo
discurso en el libro original titulado Überreicht vom Nationalsozialistischen Lehrbund (Dresde,
1933). Todos ellos recogidos por Guido Schneeberger en su recopilación de documentos sobre y
de Heidegger: Nachlesse zu Heidegger (Bern, 1962, edición del autor).
“Estudiantes alemanes”
3 de Noviembre, 1933*
La Revolución Nacionalsocialista (“die nationalsozialistische Revolution”) está produciendo la
transformación total de nuestra Existencia (“Daseins”) como Alemanes.
Depende de Ustedes que en éste acontecimiento, permanezcan aquellos que siempre están en la
vanguardia y se mantienen listos, aquellos que son siempre tenaces y dispuestos a crecer.
Vuestra voluntad de saber (“Wissenwollen”) debe aprender lo qué es esencial, simple y grande.
Pide ser expuesta a lo que la asedia en lo inmediato y a que se imponga en Uds. las obligaciones
de la gama más amplia.
Sean duros y genuinos (“hart und echt”) en vuestras demandas.
Sean claros y seguros en vuestro rechazo (“Ablehnung”).
No perviertan el saber (“Wissen”) que han adquirido en fútiles posesiones personales.
Custódienlo como una necesaria posesión primigenia de hombres líderes (“führerischen
Menschen”) en las profesiones popular-raciales del Estado (“den völkischen Berufen des
Staates”).
Ustedes no pueden ser simplemente los que meramente escuchan (“nur Hörenden”). Están
obligados a saber y actuar juntos en la creación de la futura Educación Superior (“hohen
Schule”) del Espíritu Alemán (“deutschen Geistes”). Cada uno de Uds. debe ser el primero en
demostrar y justificar cada don natural y cada privilegio. Eso sólo puede ocurrir por la fuerza de
su misión de lucha (“kämpferischen Einsatzes”) del pueblo en su totalidad por sí mismo.
Permitan que la lealtad de vuestra voluntad de militancia (“Gefolgschaftswillens”) sea
fortalecida, sea consolidada cada día, en cada hora. Permitan que su valor crezca sin cesar de
manera que podrá hacer el sacrificio necesario para preservar, para conservar la esencia
(“Rettung des Wesens”) de la fuerza interna (“innersten Kraft”) de nuestro Pueblo en su Estado.
No permitan que ninguna proposición doctrinal e ideas (“lehrsätze und ‘Ideen’”) sean las reglas
de vuestro Ser (“Seins”).
El Führer Adolf Hitler ‘es’ (“ist”) el presente y el futuro de la realidad alemana y su propia Ley
(“die heutige und künftige Wirklichkeit und ihr Gesetz”). Aprendan a conocer cada vez más
profundamente lo siguiente: de ahora en adelante que cada cosa (“Ding”) exige Decisión
(“Entscheidung”), y cada Acción (“Tun”) responsabilidad.
¡Heil Hitler!
Martin Heidegger: Rektor
El Pueblo Alemán ha sido convocado por el Führer a votar; el Führer, sin embargo no le reclama
nada al Pueblo. Él les ofrece (“gibt”) la posibilidad al Pueblo por sí mismo, directamente, de
tomar la Decisión (“Entscheidung”) más sublime y libre de todas: si, el Pueblo en su totalidad
(“das Ganze Volk”), quiere su propia Existencia (“eigenes Dasein”) o no la quiere.
Esta elección no se puede comparar con cualquiera de las elecciones anteriores. Qué es lo que la
hace única a esta elección es la simple grandeza de la decisión (“vollziehenden Entscheidung”)
que está por ser ejecutada. La inexorabilidad de lo que es simple y último (“des Einfachen und
Letzten”) no tolera ninguna vacilación y ninguna irresolución. La decisión última (“letzte
Entscheidung”) conduce al límite extremo la existencia de nuestro Pueblo. Y... ¿Cuál es éste
límite?.. Consiste en la demanda más básica de toda existencia (“Urforderung alles Daseins”), la
de preservar y conservar nuestra Esencia (“eigenes Wesen”). De este modo una barrera se erige
firme entre lo que puede ser razonable esperar de un Pueblo y lo que no. Es en virtud de esta ley
básica del honor que un Pueblo preserva la dignidad (“Würde”) y el estado de resolución
(“Entschiedenheit”) del propio Ser (“Wesens”).
No es ambición, no es deseo de gloria, no es obstinación ciega, y no es hambre de poder la
demanda del Führer del retiro de Alemania de la ‘Sociedad de las Naciones’ (“Liga der
Nationen”). Es simplemente la clara voluntad (“klare Wille”) incondicional de
Autorresponsabilidad (“unbedingten Selbstverantwortung”) en el sufrido y dominado destino
(“Schicksals”) de nuestro Pueblo.
No se trata de apartarse de la comunidad de los pueblos (“Gemeinschaft der Völker”). Al
contrario, con este paso, nuestro pueblo es sometido a esa ley esencial de la Existencia del
Hombre (“Wesengesetz menschlichen Daseins”) al que todo Pueblo debe primero obedecer si
quiere continuar siendo un Pueblo. Nos apartamos solamente fuera de la “observancia paralela”,
porque todos los pueblos demandan una incondicional auto-responsabilidad (“Forderung der
Selbstverantwortung”), tan solo de allí puede surgir la posibilidad de tomar una nación a la otra
seriamente, de manera que se pueda afirmar una comunidad.
La voluntad de una verdadera Comunidad de los Pueblos (“Völkergemeinschaft”) se distingue de
una vaga fraternidad universal (“unverbindlichen Weltverbrüderung”) y una ciega tiranía. Esta
voluntad se mueve más allá de esta oposición, permitiendo a Pueblos y Estados estar abiertos y
resueltos uno al lado de otro en una simple reciprocidad (“das offene und mannhafte Aufsich-
und-Zueinanderstehen der Völker und Staaten”).
La elección que la voluntad del Pueblo Alemánestá por hacer, simplemente, como un evento en
sí mismo, con independencia de su resultado, es la más decisiva manifestación de la nueva
realidad alemana encarnada en el Estado nacional-socialista (“neuen Deutschen Wirklichkeit
des nationalsozialistischen Staates”).
Nuestra voluntad dentro de nuestra autorresponsabilidad popular-racial (“unser Wille zur
völkischen Selbstverantwortung”) desea que cada Pueblo busque y preserve la grandeza y la
verdad de su propia determinación y destino. Esta voluntad es la garantía más alta de la
seguridad entre los Pueblos; porque ella liga en sí misma la Ley básica (“Grundgesetz”) del
respeto entre hombres y el honor incondicional.
El día 12 de noviembre, el Pueblo Alemán como Totalidad (“deutsche Volk als Ganzes”)
escogerá su futuro. Y éste futuro está ligado al Führer Adolf Hitler. En escoger este futuro, el
Pueblo no puede, sobre la base de consideraciones de las políticas así llamadas ‘exteriores’, votar
‘¡Sí!’ (“¡Ja!”) sin incluir en este ‘¡Sí!’ al propio Führer y a su movimiento político (“den Führer
und die ihm unbedingt verschriebene Bewegung”) que ha empeñado todo incondicionalmente
en él. Esto quiere decir que no hay políticas separadas en domésticas y extranjeras. Sólo hay una
única Voluntad en la Existencia en el Estado (“einen Willen zum vollen Dasein des Staates”).
El Führer Adolf Hitler ha despertado esta voluntad en el Pueblo en su totalidad y la ha unido en
un todo homogéneo, en una decisión singular, única (“einzigen Entschluss”).
¡Nadie puede abstenerse en el día en que esta voluntad debe ser declarada!