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Nuestro proceso histórico nacional nos ha llevado a soñar con un país utópico en donde toda
realidad subjetiva, es digna de ser vivida, porque simplemente no sabemos o en la mayoría de
los casos, no nos importa como colombianos, pensar en todos y para todos, (muchas veces
preferimos quedarnos soñando); pensar en cómo cambiar esta realidad social; pensar en todos
como una nación y no en todos como una masa o un conjunto; o pensar en qué ocurrió en
nuestra historia nacional para que tengamos que vivir con tantos abismos sociales.
Pero en realidad éste no es el problema, la cuestión radica en ¿qué tan Colombianos somos?
Consideremos que la cultura política colombiana de cada persona, es el ejercicio de su
identidad y concepción propia frente al hecho de proponer soluciones y/o sistemas de
gobierno que velen por el bienestar común. Generalmente en los hogares familiares nos
quejamos de que no hay dinero ni oportunidades para trabajar, pero que debemos pagar
impuestos altos por casi todos nuestros bienes o que debemos hacer largas filas para reclamar
cualquier documento que el mismo Estado nos pida; y es en este punto en el que se
fundamentarán los argumentos que ponen en tela de juicio si somos hijos de nuestra patria o si
a lo mejor somos algo así como autómatas adoptados por una nación que pide a gritos el
cambio.
Ser un verdadero colombiano, es estar más allá de lucir un sombrero 'vueltiao', una 'ruana' o
de disfrutar un delicioso tamal tolimense. Ser colombiano es conocer los derechos y deberes
sociales; es saber qué significa el tipo de Estado que tiene Colombia; es comprender que tan
justo es no tener un trabajo estable; es saber bajo qué leyes estamos regidos y cuales derechos
sociales son vitales para nosotros; es refutar la realidad actual con argumentos basados en las
evidencias legislativas del país.
Por ejemplo, según nuestra constitución política actual," Colombia es un Estado social de
derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus