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El Derecho del Trabajo, como parte integrante del bloque legal, es sumamente frágil. Por
una parte, desde un punto de vista legal, sistémicamente no ha podido racionalizar
correctamente las expectativas de sus partes integrantes, lo cual ha desembocado en su
triste autodestrucción. En efecto, fruto y argumento de lo anterior, es la excesiva exclusión
de su discurso político, carente tanto de potencia dogmática como de observación social,
estructurando y cimentando un sistema absolutista, proclive a las desigualdades y alejado
de una discusión coherente con las más básicas instituciones democráticas.
Uno de los problemas a la hora del estudio del Derecho Laboral está, probablemente, en
obviar y denigrar al proceso político, rechazando el giro de la ciencia jurídica a terrenos
alejados de los racionalismos, univocidades y homogeneidades promovidas como corolario
ideal de las tramas actuales en una democracia como la chilena. Es en este último punto en
donde falla la discusión laboral en nuestro país: se desdeña el rol que desempeña el proceso
político a la hora de crear la norma, y a su vez, el terreno político resulta sumamente
imperfecto en su desempeño, quitándole legitimidad a los resultados positivizados
emanados de su cotidianeidad.
1
JUAN ANTONIO PÉREZ LLEDÓ, EL MOVIMIENTO CRITICAL LEGAL STUDIES, Madrid, Tecnos, 1996, 271.
2
MARCOS LÓPEZ ONETO, FLEXIBILIDAD LABORAL CHILENA Y PRINCIPIO DE PROTECCIÓN DE LA
FUENTE DE EMPLEO, ALGUNAS HIPÓTESIS, sostiene que hay un desequilibrio evidente del sistema
jurídico laboral.
1
Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
instituciones que sin desempeñar un rol fundacional del proceso político -sin ser
precondición de éste- han sido inscritos en la constitución por los mismos participantes
como resultado de dicho proceso, a través de los años y a través de luchas políticas en las
cuales han logrado triunfar en la constitucionalización de determinadas ideas fuerza. Una
lectura política de la constitución se siente cómoda entendiendo al objeto de su reflexión, la
constitución, como una gramática para la política, que le provee de las reglas constitutivas a
través de las cuales puede expresarse y contiene aquellos vocablos que los mismos
hablantes se han dado a sí mismos3.
No hace falta un espíritu excesivamente crítico para suscribir la impresión que lo laboral y
su positivización, representan una de las más grandes ambivalencias que se pueden
observar entre los cuerpos legales y la realidad. El derecho del trabajo, y su manifestación
teórico-social última, es decir, el derecho al trabajo, es parte justamente de esa
contradicción. Aquello no es fruto únicamente de un fallo estructural del derecho. O que
esta contradicción sea perenne o estacional en marcos políticos. Es fruto de la falta de
articulación entre el desarrollo del constitucionalismo, de los derechos sociales en general,
de los actores sociales engendrados por el capitalismo y sobretodo, de los intereses en torno
a los cuales todos estos se articulan. Es justamente esta la matriz sobre la cual la relación
entre el constitucionalismo y los derechos sociales se presenta como un maridaje complejo,
en algunas ocasiones de oposición, y en otras de soporte y complemento4.
3
FERNANDO MUÑOZ LEÓN, UNA LECTURA POLÍTICA DE LA CONSTITUCIÓN: CONFLICTO
DEMOCRACIA Y GRAMÁTICA, 9 y ss.
4
GOSTA ESPING-ANDERSEN, LOS TRES MUNDOS DEL ESTADO DE BIENESTAR, desarrolla los diversos
modelos históricos del Estado Social.
5
Con bastante precisión GERARDO PISARELLO señala que solo la agudización del conflicto social y la
consecuente exclusión de diversos sectores sociales empobrecidos por el capitalismo, provocó una
progresiva constitucionalización de los derechos sociales, bien a través de su incorporación explícita en
los textos constitucionales de la época, bien mediante su admisión indirecta como producto de la
desconstitucionalización del carácter indisponible de la propiedad privada o de las libertades
contractuales. En DEL ESTADO SOCIAL LEGISLATIVO AL ESTADO SOCIAL CONSTITUCIONAL: POR UNA
PROTECCIÓN COMPLEJA DE LOS DERECHOS SOCIALES, Isonomía Nº 15, 2001, 82.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
promovidos tanto por reformistas liberales como por grupos conservadores en orden a
legitimar la consagración de sus propias motivaciones.
El aludido garantismo teórico del Estado Social tradicional busca generar una fuente de
códigos de convivencia política que permite reforzar los elementos más progresistas de la
democracia liberal, convirtiéndola en democracia social7 . En la práctica, lejos de suceder
ello, se tiende a una constante oligarquización de los instrumentos sociales de
reivindicación, tales como los sindicatos, los que finalmente se transforman en una
prolongación burocratizada de las instituciones estatales al alejarse de su centro social. Así
es como la política se transforma en una actividad autoprogramada en sus centros de
decisión a la hora de planificar el desarrollo social. Algo que se remarca aún mas en Estados
como los actuales, de naturaleza residual, en los cuales se conceptualiza a los derechos de
tendencia social, como concesiones institucionales planificadas desde “arriba”, según
criterios tecnocráticos, y dirigidas a reducir la compleja problemática del trabajador a la del
simple consumidor y la del ciudadano por la del cliente en el estado social8.
La idea con la que clausura el párrafo anterior resulta fundacional a la hora de querer pensar
un nuevo mecanismo que permita crear una lectura política de los derechos laborales. La
volatilidad puede solucionarse a partir de una aproximación al constitucionalismo como un
instrumento de auto-contención política y económica, de desaceleración de la acumulación
de poderes y de reconstrucción de la solidaridad entre los miembros más vulnerables de la
6
Al respecto FRANÇOIS EWALD, L´ ETAT PROVIDENCE, Paris, 1986.
7
LUIS ENRIQUE ALONSO, TRABAJO Y CIUDADANÍA. ESTUDIOS SOBRE LA CRISIS DE LA SOCIEDAD
SALARIAL, Trotta, Madrid, 1999.
8
CARLOS DE CABO MARTÍN, CONTRA EL CONSENSO. ESTUDIOS SOBRE EL CONSTITUCIONALISMO
DEL ESTADO SOCIAL, UNAM, México, 1997.
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Tarea en todo caso, bastante compleja. En el lenguaje político de las relaciones laborales se
transan valores más cercanos al proteccionismo excesivo al sistema capitalista dominante,
que a una demarcación del conflicto existente en dicho modelo. Se excluye a la sociedad y a
quienes la conforman de este conflicto, tanto en los hechos como en el derecho,
instalándose en el ambiente tanto una penosa “cosificación” del trabajador, como una
cultura “del miedo” a perder el trabajo, lo cual efectivamente refuerza el mencionado
proteccionismo hegemónico al sistema económico. Esto se institucionaliza en el
subconsciente colectivo, a través de la comprensible desidia nacida a partir del terror a
perder el empleo, radicándose todo en un reforzamiento a las instituciones dominantes en
nuestra sociedad: la acumulación de capital y sus frutos en manos de solo unos pocos, y la
exclusión de quienes no deben acceder a la discusión9. De esta forma, es complejo desde ya,
que la sociedad custodie la eficacia de las instituciones del trabajo.
9
En profundidad KARL E. KLARE, TEORÍA CRITICA E DIRITTO DEI RAPPORTI DI LAVORO, Democracia
e Diritto, Italia, 1990.
10
JOSÉ LUIS UGARTE CATALDO, LA TUTELA DE DERECHOS FUNDAMENTALES Y EL DERECHO DEL
TRABAJO: DE ERIZO A ZORRO, Revista de Derecho de la Universidad Austral, Vol. XX, Nº 2, Diciembre
2007, 52.
11
En el mismo sentido WENDY BROWN, LA CRÍTICA DE LOS DERECHOS, Editorial Siglo del Hombre,
Bogotá, 2003.
4
Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
Si bien dicha reforma es un hito político del todo destacable12, más allá de las críticas
técnicas que se puedan hacer, es menester recalcar que nuevamente existe en nuestro país
una reforma judicial que no ha observado de forma tangencial el problema. Ya se buscaba
llamar la atención, en líneas precedentes, el fenómeno del constitucionalismo como una
fuerza incidente en los procesos políticos y las relaciones sociales. La Constitución chilena
es un evidente ejemplo de aquellos ejercicios que a la larga obstruyen demandas más
poderosas, a partir del silenciamiento de derechos de calibre social que vienen a su vez a
acallar la voz política de los trabajadores, restringiendo los necesarios nichos de conflicto.
Si bien la idea que permanece latente tras la reforma fruto del fenómeno de la
Constitucionalización, revelada con la Ley 20.087 es muy loable, también es excesivamente
puntual y restringida en su tasa de retorno. Puntual, pues el “conflicto” que se judicializa es
“el” conflicto, sólo uno, ordenándolo a través de la lógica del tercero imparcial que recoge
las necesidades de justicia de “un” trabajador, pero no las necesidades políticas-sociales de
lo laboral. Ligado a ello se da lo restrictivo de la reforma: no hay una tasa social de retorno
post revisión judicial de los puntuales conflictos, al no existir un análisis por parte del
tercero imparcial de la realidad político-social del trabajo, el cual, de existir, se encontrará
indefectiblemente infectado por la conocida parcialidad procesal laboral13. Corolario
entonces de todo lo anterior, es que si bien se avanza en temas de vanguardia jurídica,
olvidamos que la letra constitucional es fría, poderosa e influyente al amparo de la sociedad
constitucionalizada. Y dicha letra, a partir de originalismos o forzadas lecturas sistemáticas,
nos señala que desde un punto de vista político, la Constitución chilena es excluyente en lo
laboral, da por resueltos sus conflictos, restringiendo la democratización y legitimación de
sus acuerdos.
¿Será posible que finalmente sea la propia sociedad la que vele por la eficacia de sus
instituciones? ¿Será ello posible a la luz de una Constitución alejada de una concepción de
12
JOSÉ LUIS UGARTE CATALDO, OP.CIT, 61.
13
No, los tribunales no son un tercero imparcial cuando se trata de disputas públicas. Difícilmente cabe
decir que lo son en contiendas entre privados, escepticismo que se alimenta de décadas de estudios y
reflexiones filosóficas inspiradas por el legal realism. Sin embargo, si bien se puede valorar la participación
de tribunales en contiendas exclusivamente jurídica pese a los reparos que se pueda tener con la
pretensión de asepsia técnica de la judicatura, esto se vuelve intolerable cuando se trata de los asuntos
públicos, donde no es admisible renunciar a aquello que es patrimonio de todos, la soberanía. FERNANDO
MUÑOZ LEÓN, OP.CIT, 10
5
Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
14
FERNANDO MUÑOZ LEÓN, OP.CIT, 10.
15
Hoy por hoy se plantea dicha necesidad, pero a través de instrumentos que distan de parámetros
ligables a la estabilidad, a la inclusividad, a la notabilidad política del trabajador. Tal es el caso de quienes
trabajan a tiempo parcial, modalidad cargada de elementos precarios, tales como la no existencia de
contrato, horarios poco estables, casi nula adhesión a sindicatos, escasa consideración social, pobres
remuneraciones, precariedades maquilladas de oportunidad. Si bien se cumple aquel requerimiento ligado
a la inclusividad, aquello se da de una forma que deja mucho que desear.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
El tema de la flexibilidad laboral es, conceptualmente hablando, uno de los términos mas
manidos de los nuevos contextos18. Existe doctrina de la misma en el área jurídica,
comercial y política, todas con puntos de referencia absolutamente distintos entre sí. En
términos prácticos, y cualquiera sea el prisma a través del cual se observa el fenómeno
flexibilizatorio, la flexibilidad laboral ha acarreado un cambio en la forma en que se observa
la praxis laboral: al mutar o derechamente, verse eliminados los presupuestos
fundamentales del derecho del trabajo a partir de su predilección por la protección de sus
funciones políticas y económicas, se ha pasado a hablar gradualmente de un derecho del
empleo. Dicha función opera como una política de promoción de la ocupación a través de
técnicas legislativas que introducen incentivos corporativos para la contratación de
trabajadores, en virtud del subterfugio de reducir costos asociados al trabajo, facilitar el
despido o amplificar las facultades empresariales para perturbar las condiciones de la
prestación de servicios laboralmente contratada. Se trata de otorgar alternativas de
utilización de trabajo para las empresas, que decidirán su aplicación en función de sus
propias necesidades organizativas y de gestión. En rigor, puede hablarse de una
“empresarialización” de las políticas de empleo, en que las medidas implementadas se
espera sean útiles a las empresas mientras respondan efectivamente a los términos de
16
FERNANDO MUÑOZ LEÓN, OP.CIT, 11.
17
LUIGI FERRAJOLI, DERECHO Y RAZÓN, Trotta, 1995, desarrolla en profundidad los puntos expuestos.
18
Un excelente compendio de ideas relativas a los alcances de la flexibilidad, lo ofrece DIEGO LÓPEZ
FERNÁNDEZ, MITOS, ALCANCES Y PERSPECTIVAS DE LA FLEXIBILIZACIÓN LABORAL: UN DEBATE
PERMANENTE, disponible en http://www.iisg.nl/labouragain/documents/lopez-flexibilizacion.pdf.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
utilización y organización de trabajo que ellas mismas se han prefijado19. Sin embargo, no
todas las demandas empresariales de flexibilización suponen creación de empleo ni
todas las decisiones empresariales suponen más contratación, aún bajo facilidades
legislativas para hacerlo. Las innovaciones legales pro empleo efectivamente otorgaron
más movilidad a las empresas para utilizar y desechar trabajo, obteniendo mayores
márgenes de ahorro y por tanto, de ganancia, pero no necesariamente impidieron el
incremento del desempleo. Lo que empezó como una regulación de emergencia o
paliativo ante una situación de crisis, se ha transformado en nuevas y decantadas
tendencias normativas de “minimalismo laboral”20, con cuya aplicación nociones
fundamentales que informaron tradicionalmente a la protección jurídica del trabajo
asalariado, han quedado relativizadas en forma permanente. Esto ha permitido una
severa segmentación de los trabajadores, que se dividen en aquellos que aún disfrutan
los derechos tradicionales del trabajo y aquellos que acceden a empleos de baja calidad,
carentes de derechos o con niveles inferiores de seguridad en el trabajo21.
Las nuevas normas facilitadoras de empleo han producido una declinación constante de
los derechos asociados al trabajo asalariado, manteniendo su estructura contractual
pero con cada vez menos derechos reconocidos, lo que le ha otorgado a las empresas
nuevos espacios para imponer sus decisiones a los trabajadores bajo la forma de un
contrato de prestación subordinada de servicios personales libremente convenido, con
el consecuente daño a la libertad individual y el rápido retorno a una remercantilización
del trabajo22, que incrementa significativamente el riesgo y la inseguridad de los
trabajadores en su salud, integridad física, libertad personal, suficiencia salarial,
condiciones de trabajo y, paradójicamente, relativiza seriamente la permanencia en el
trabajo. Ahora, el trabajo es cada vez más un instrumento para ganarse la vida, si se
puede, para lo cual es razonable abaratar los costos que para la empresa supone respetar
derechos que, vistos así, son obstáculos rigidizantes para una gestión empresarial
exitosa. El trabajo pierde su fuerza social integradora y su rol atributivo de derechos de
ciudadanía social. Ha vuelto a ser una mercancía, un bien que se vende por piezas -a
plazo o faena, por una temporada, sólo por una porción de jornada o intermediado para
que lo aprovechen otros-. El hecho de tener una ocupación se distancia cada vez más de
la vigencia del estatuto de derechos asociados a la identidad social, jurídica y política
del trabajo asalariado sobre la que está construido el sentido de pertenencia a una
comunidad social y política específica. Así es como en definitiva, los esquemas
flexibilizatorios han contribuido fuertemente a morigerar seriamente la capacidad de
integración y negociación del trabajador individualmente considerado. Se reniega la
capacidad de incidir en los desacuerdos, se acallan las pasiones, excluyendo al
19
Al respecto ANTONIO BAYLOS GRAU, DERECHO DEL TRABAJO Y POLÍTICA DE EMPLEO EN ESPAÑA,
en Revista Pistas. Instituto del Mundo del Trabajo, Buenos Aires, Nº 1, Noviembre. 2000.
20
En profundidad, HUGO BARRETTO, EL DERECHO LABORAL MINIMALISTA DEL MERCOSUR, Revista
Crítica de Derecho Social, Buenos Aires, nº 2. 1999.
21
Al respecto SEBASTIÁN PIZARRO CONTRERAS, PREVENCIONES EN TORNO A LA CONCILIACIÓN DE
TRABAJO Y VIDA FAMILIAR DESDE EL CONTRATO DE TRABAJO A TIEMPO PARCIAL, Revista Debates
Jurídicos y Sociales, Universidad de Concepción, Nº 1, p. 125 y ss., MARCOS LÓPEZ ONETO, OP.CIT.
22
Véase MARGARET MARUANI, PRECARIEDAD, SUBEMPLEO, PAUPERIZACIÓN DEL TRABAJO, en
http://monde-diplomatique.es/2003/06/maruani.html. Es bastante interesante observar que para trabajar
en el marco de una nueva forma de contratación laboral se requiere una elección entre las clásicas formas
y las modernas.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
Los alcances del sindicalismo en Chile, por otra parte, son sinceramente pobres. Poco
esperanzador resulta ello, considerando lo que antes se indicaba en relación al escaso poder
del trabajador individual en los mercados de trabajo. La verdad sea dicha, el constituyente
chileno nuevamente obvio el conflicto social que permanece tras la reivindicación
perseguida por los trabajadores agrupados sindicalmente. Ello, es posible observarlo a
partir del tipo de sindicato que ha resultado históricamente potenciado, luego de haber sido
desde sus orígenes minimizado: el sindicato de empresa. Si bien este sindicato de empresa
puede negociar colectivamente, es el único que puede hacerlo. Esto es grave, toda vez que el
sindicato de empresa aglutina a trabajadores de una misma empresa, más allá de los
potencialmente constituíbles dentro de la misma. Las conclusiones resultan evidentes: se
restringen las inquietudes laborales colectivas, se mesuran los conflictos emanados de
dichas inquietudes y el sindicato en sí, fruto del escaso número de trabajadores que este
puede tener, tiene a su vez, un escaso poder de negociación. Lo que resulta triste, pero
lógico a la luz de lo señalado, es que nadie hace mucho para cambiar dicha situación: el
sindicato de empresa se mantiene a fin de evitar cualquiera posibilidad de potenciación del
mismo, que permita el cumplimiento de su rol intrínseco, cual es la participación en de un
sistema autónomo de relaciones laborales y la constitución del actor sindical como sujeto
activo en la tutela de los derechos laborales. Evidente: no hay nadie que se interese de forma
sincera en el discurso político de los excluidos trabajadores, más que ellos mismos.
23
UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES, INFORME ANUAL SOBRE DERECHOS HUMANOS EN CHILE 2008,
disponible en http://www.udp.cl/comunicados/0808/18/informeddhh.htm.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
24
Resulta sumamente triste observar que dentro de las conclusiones del Consejo Asesor Presidencial, no
existe ninguna propuesta tendiente a eliminar las trabas legales nacionales para el ejercicio del derecho a
huelga, o una profundización de la negociación colectiva.
25
GERARDO PISARELLO, OP.CIT, 94.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
Aplicar la obligación de progresividad a las temáticas tratadas en este punto, no es más que
proponer ciertos lineamientos de acción. En primer lugar, la flexibilidad laboral unilateral
debe ser conceptuada desde un punto de vista operacional, en el sentido que más allá de las
variaciones de los entornos macroeconómicos, las políticas flexibilizatorias deben
inspirarse por una positivización realizada dentro de los márgenes que le otorgan
coherencia al derecho del trabajo. En otras palabras, la idea no es hacer más maleable el
entorno a partir de nuevas estructuras normativas que destruyan el sistema normativo
laboral, sino que, por el contrario, toda modificación debe hacerse respetando dicho
sistema, respetando su identidad de clase. Consecuencias de una concepción como la
señalada, son por ejemplo, la introducción del concepto de trabajo decente, no sólo a nivel
hermenéutico, sino ya en la legislación propiamente nacional.
A propósito ahora del sindicalismo enmarcado en los conflictos, hay ciertas propuestas que
nacen fruto de esta concepción. O mejor dicho, determinadas lecciones a partir de otros
países que si han instalado la idea de la no exclusión en sus legislaciones. Suecia, por
ejemplo, posee una tasa de sindicalización cercana al 80%, cuyos trabajadores se
encuentran organizados en torno a una gran Confederación. Los acuerdos colectivos se
observan tanto a nivel central como empresarial, mas, existe una potente jerarquización de
los mismos: de existir concurrencia respecto de determinados trabajadores, se prefieren los
convenios centrales. Ciertamente los convenios colectivos son por rama de la producción,
en los cuales se establecen condiciones mínimas para las negociaciones locales o
empresariales de cada sector. Ahora bien, quizás el punto mas interesante por la temática
de esta investigación, es el de la legislación sueca semiobligatoria, la cual esta conformada
por un bloque normativo laboral en principio obligatorio, pero que perfectamente puede ser
rebajado o no aplicado, si ello esta contemplado previo acuerdo en un convenio colectivo.
Suecia exhibe hoy por hoy, y en el pasado ciertamente, uno de los índices de desarrollo y
competitividad más altos del orbe, con extensos sistemas de negociación colectiva. ¿Es que
acaso nuestro modelo, caracterizado por una excesiva negociación individual, exigua
sindicalización e idéntica negociación colectiva, ha cooperado para ser una economía
radiante en competitividad y desarrollo? Es evidente que el binomio “competitividad-
26
Al exceder la temática de este trabajo, el tema de los costos de los derechos sociales, y en específico, del
derecho del trabajo en el marco de un Estado de Bienestar, no será tratado. Sin embargo, solo cabe anotar
que un Estado de Bienestar no puede ser complacido con una economía como la chilena, cuyo crecimiento
marcha entre un 3,5 y un 4%. Resulta lógico que para la satisfacción de dichos derechos, el Estado
necesita, entre otros factores, de un crecimiento económico estable y poderoso. En este sentido, menester
es escuchar los requerimientos empresariales de flexibilidad laboral, lo que no es otra cosa que facilitar,
en una primera etapa, la tarea en temas de despido. En términos fríos, poder contratar cuando están en
período de expansión, y despedir cuando en contracción. En una segunda etapa, la contracara de lo
anterior es un eficiente y genérico seguro de desempleo. Uno que no se encargue de generalizar por un
cierto tiempo determinados requisitos un modesto seguro de cesantía, sino que se encargue de capacitar y
dirigir al trabajador hacia un trabajo acorde a sus capacidades, no importando su grado de conocimiento
o profesionalización. Si bien, como en el cuerpo de esta investigación se reseñaba, la normativa nacida al
amparo de la tendencia del derecho del empleo dista de resultados empíricos, es notorio que las
proyecciones de un Estado de Bienestar se materializaran tan solo en la medida que todos los actores sean
escuchados. El empresariado como sector, tanto como el de los trabajadores, es esencial para la
sustentabilidad económica del modelo de bienestar.
27
LUIGI FERRAJOLI, DERECHOS FUNDAMENTALES, en Derechos y Garantías, Trotta, Madrid, 1999.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
El Estado de Bienestar viene a conformar entonces el sedimento partir del cual se generan
los nuevos acuerdos. Se insiste en la idea: no es que se aseguren a plenitud los derechos de
manera pétrea, sino que se busca justamente sean las conformaciones sociales, a partir de
articulaciones específicas, las que le den dichos derechos su adecuada amplitud. Sobra
decirlo, lo anterior en correspondencia con los principios en este punto expuestos: no
regresividad y progresividad. De esta forma, es posible crear una institucionalidad laboral
más potente, en correspondencia con sus principios esenciales, que aglutine a todos los
actores, que se centre en los desacuerdos, que genere espacios para los acuerdos, que
coopere con la vitalidad del sistema económico, y que potencie a la democracia como ideal
de nuestras sociedades.
Hasta el momento, de lo señalado es posible inferir que la operatividad del complejo sistema
laboral no puede dejarse librada a la benevolencia, la autorregulación o la mera
autolimitación del poder legislativo o del excluyente poder político. Ello es claramente
atingente sobre todo en sede legislativa, desde el minuto en que la práctica nos demuestra la
falta de representatividad de todos los espectros políticos, la exigua relevancia de sus
facultades de fiscalización, o el permanente desembarco de poderes corporativos, cuyo trato
con el mencionado poder estatal dista de una calificación ligada a la transparencia. En todo
caso, eso no quiere decir que las mayorías legislativas no puedan ser potencialmente un
serio freno contra minorías autoritarias, sobre todo de tipo económico. En lo que hay que
tener mucho cuidado, es que ese mismo poder de freno no sea aplicado contra la ciudadanía
misma, como ente constructor de la democracia con su inclusión al proceso político. Su
intervención al mismo, provee a la cotidianeidad política de un interesante vigilante de la
actividad administrativo-legislativa, lo cual desbloquea las constricciones que a menudo le
vienen impuestas a dicha actividad por presiones corporativas de distinta índole, evitando
de ese modo el naufragio tecnocrático o simplemente plebiscitario de los derechos políticos
en materia de derechos sociales, como el trabajo28. No regresividad y progresividad pueden
ser perfectamente fiscalizadas por la ciudadanía o, si se quiere, por el ciudadano en cuanto
trabajador, siguiendo un cauce ligado a un constitucionalismo de talante más social.
28
Al respecto, JÜRGEN HABERMAS, FACTICIDAD Y VALIDEZ, Trotta, Madrid, 1998, y JOHN HART ELY,
DEMOCRACY AND DISTRUST. A THEORY OF JUDICIAL REVIEW, Harvard University Press, Chicago,
1980.
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Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
En este esquema, se trata con y para los más débiles, como sujetos y no objetos de las
políticas sociales, con lo que se defiende e interpreta la constitución a través de la sociedad
misma. Con ello, se contrarresta la tendencia a la autoprogramación de los poderes
mercantiles y de las burocracias administrativas integradas por expertos31. Y por lo demás,
se legitiman desde el origen los acuerdos basados en los intereses comunes, alejados desde
homogeneidades preconcebidas. En todo caso, desde el punto de vista de la eficacia de los
procesos descritos, es necesario precisar que todos los espacios y entes de la sociedad deben
ser considerados, a pesar que sean, jurídica y atributivamente demasiado débiles como para
provocar a corto plazo procesos de aprendizaje en el subsistema político o para reorientar
los procesos de toma de decisiones, toda vez que igualmente representan un cierto
potencial democratizador32. En este campo, surgen los movimientos sindicales y sus
procesos de negociación colectiva, largamente desdeñados, pero sumamente esenciales para
socializar la política. Representan una alternativa garantista, posible y deseable, tanto al
paternalismo distributivo sin autogestión como a la participación individual del trabajador,
totalmente estéril e incapaz de incidir en las formas de producción y apropiación de la
riqueza.
29
FERNANDO MUÑOZ LEÓN, OP.CIT, 13.
30
GERARDO PISARELLO, OP.CIT, 102.
31
JUAN RAMÓN CAPELLA, LOS CIUDADANOS SIERVOS, Trotta, Madrid, 1993. FERNANDO MUÑOZ
LEÓN, OP.CIT, 13, a propósito de la caída de la interpretación auténtica de la constitución, señala que la
constitución, al actuar como gramática política, no nos dice qué decir sino que nos da las herramientas para
hablar. Con este argumento, pierden validez las aspiraciones de establecer discursos privilegiados. En
otros términos, la constitución no nos entrega un concepto del bien, sino que nos permite expresar
nuestros propios conceptos del bien gracias a las estructuras -rol sintáctico- y terminologías -rol
semántico- que nos ofrece. Por tanto, la interpretación constitucional pierde su misión epistémica de
conocer el sentido auténtico de la constitución, así como pierde su ropaje técnico para pasar a asumirse
como un ejercicio de argumentación política que recurre al lenguaje constitucional para polemizar el
rumbo a seguir en sociedad. El rol de los peritos constitucionales, usualmente aspirantes a desempeñar la
magistratura constitucional, pasa a ser explícitamente el de ser auxiliares de los movimientos sociales y
políticos, ayudándoles a encontrar los vocablos y giros más adecuados para expresar sus propósitos
políticos. Los expertos deben así renunciar a su pretensión platónica de gobernar la ciudad en cuanto
sabios. Ahora bien, el papel que juegan los expertos, una vez descartada su hegemonía, es central en la
asistencia a la ciudadanía y la clase política en el uso del instrumental sintáctico y semántico de la
constitución. La representación fronética es cualitativamente distinta de la epistémica y la técnica.
Mientras la primera es fundamentalmente esquemática y simbólica, los otros modos de representación
enfatizan la precisión (accuracy), ya sea en la representación como correspondencia con la realidad
(representación epistémica), o bien en la representación como indicador de destrezas operativas
(representación técnica). En definitiva, como puede apreciarse, fronesis, epistemia y técnica no sólo son
mutuamente compatibles sino profundamente compatibles y, para una polis compleja, conjuntamente
necesarias.
32
JÜRGEN HABERMAS, OP.CIT.
13
Una Lectura Política Gramatical de los Derechos Constitucionales Laborales Sebastián Pizarro Contreras
En estrictos términos del trabajo, la nueva democracia del trabajo puede ayudar a derrotar
los problemas severamente enquistados en la sociedad del empleo. No resultaría extraño
que en las nuevas discusiones y desacuerdos salgan finalmente a la luz pública los
numerosos despilfarros corporativos al no considerar a la fuerza trabajadora como
integrante esencial de su esquema o la comprensión del fenómeno de la falta de
competitividad a partir de un estrecho realismo de corto plazo.
33
Sindicatos, partidos políticos, jueces, etc. En relación a los partidos políticos, el rol de agentes de la
ciudadanía le entrega un papel de suma importancia a los órganos políticos: el ejecutar
interpretativamente la constitución. Esto, pues son ellos quienes disponen de los instrumentos para
llevar a cabo la voluntad de la ciudadanía, particularmente mediante las herramientas nomogenéticas de
que disponen: el proceso legislativo y la potestad reglamentaria. Mediante estos instrumentos,
interpretando el mandato que han recibido de la ciudadanía que les respalda y concretizando los
elementos semánticos contenidos en la constitución -los principios constitucionales, de carácter general
y abstracto-, los órganos políticos dan cuerpo al ordenamiento jurídico. La ciudadanía mantiene, eso sí, el
control del proceso, pudiendo reemplazar a aquellos mandatarios que han dilapidado su mandato y
poniendo en su lugar a otros mandatarios que desharán lo hecho de acuerdo a las preferencias de la
ciudadanía, en FERNANDO MUÑOZ LEÓN, OP.CIT, 12 ss.
34
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS, REIVENTAR LA DEMOCRACIA. REIVENTAR EL ESTADO, Sequitur,
Madrid, 1999.
35
En todo caso, hay posturas diversas en relación a la solidaridad y el reconocimiento de los derechos
sociales. FERNANDO ATRIA LEMAITRE, ¿EXISTEN DERECHOS SOCIALES?, disponible en
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01826630549036114110035/015570.pdf?incr=1,52,
en relación a la solidaridad sostiene que hacer algo respecto de otro porque el otro tiene derecho a
exigirlo excluye el derecho de hacerlo por solidaridad. Esto no quiere decir que yo no pueda hacer por
solidaridad algo a lo que de todos modos el otro tiene derecho. Pero si quiere decir que ambas
descripciones (“actuó para satisfacer un derecho del acreedor” / “por solidaridad”) son incompatibles.
14