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El trabajo

Los tres temas que trataremos a continuación, esto es, el trabajo, el matrimonio
y el día de reposo, se conocen como "las Ordenanzas de la Creación", porque
fueron dadas por Dios al hombre al principio de su vida aquí en la tierra. Lee
Génesis, capítulos 1 y 2.
No importa si eres maestro o alumno, patrono o empleado; todo el mundo
tiene que trabajar. Dios dejó esto bien claro en Génesis 2:15. Adán no fue
creado para vivir una vida de placentera ociosidad en el Huerto del Edén: él
tenía que "labrarlo" (esto es, cultivarlo, trabajarlo). Esto fue antes de que el
pecado entrase en la naturaleza humana. Esto fue designado u ordenado para el
hombre desde su creación.
El punto de vista cristiano
El punto de vista cristiano del trabajo se enseña claramente en Efesios 6:5-9.
Tenemos que hacer como se nos dice (v.5a), y hacerlo con el debido respeto
("temor y temblor") y con motivos puros, sin mezcla (v.5b). No debemos ser
culpables de "servir al ojo", esto es, trabajar solamente cuando somos
observados. De esto se deduce que toda persona con un cuerpo capacitado
debería trabajar siempre que haya un trabajo disponible, aun cuando algunos
piensen que "compensa" depender de la seguridad social.
Esta visión del trabajo es completamente diferente de la actitud que
encontramos comúnmente hoy. Fíjate particularmente en el versículo 7: "Servid
de buena voluntad, como si estuvierais sirviendo al Señor y no a los hombres"
(NVI). Si no puedes hacer tu trabajo de esta manera, entonces deberías
preguntarte si estás en el trabajo adecuado; esto es, el trabajo que Dios quiere
que tú hagas.
El trabajo adecuado es aquel para el que estás capacitado física e
intelectualmente y, más importante, el que puedes hacer con todo tu corazón y
realizarlo como Dios requiere de ti. Es el trabajo en el cual puedes utilizar al
máximo las aptitudes que Dios te ha dado. Debe ser también un trabajo que no
te haga socavar los principios bíblicos y que no debilite tu vida espiritual. A
todos nos gustaría tener trabajos altamente pagados e interesantes, pero es
mucho más importante estar en el lugar donde el Señor quiere que estemos. El
trabajo honesto no es degradante. Puede ser aburrido, duro o incluso
desagradable, pero el hacerlo "como si estuvieras sirviendo al Señor"
transformará tu actitud hacia él. Un hombre que vacía los cubos de basura a
conciencia está ayudando a mantener una población libre de enfermedades, y su
trabajo es tan vital como el del médico más altamente cualificado.
El cristiano puede no ser el obrero más diestro, pero debe ser el más
concienzudo. Un cristiano en la escuela puede no ser el más brillante, pero
debe ser el que trabaje más duro. Su trabajo debe estar listo siempre en el
tiempo indicado y realizado lo mejor que pueda. Le guste o no un profesor en
particular, debe ser educado y formal.
Pasamos más tiempo en el trabajo que en cualquier otra actividad. Por tanto,
nuestra actitud hacia el trabajo es de crucial importancia si hemos de mostrar a
los incrédulos la diferencia que Cristo hace en nuestra vida. La negligencia y el
descuido son características que nunca deberían verse en un cristiano. El
cristiano debe ser siempre un ejemplo de rectitud, confianza y puntualidad.
Además de Efesios 6:5-8, lee Tito 2:9,10 y 1 Pedro 2:1820. Estas Escrituras no
son sugerencias que puedes tomar o dejar según te convenga. Sustituye la
palabra "siervo" por "empleado", y verás lo que Dios requiere de ti en tu vida
laboral. No estás empleado para evangelizar, sino para trabajar, y si dejas de
seguir estas Escrituras, cualquier evangelización en tu lugar de trabajo es vana e
inefectiva. A menos que tu cristianismo te haga un trabajador mejoren tu
fábrica, oficina o escuela, no te habrá valido de nada. Y hasta que desempeñes
fielmente las responsabilidades que Dios te ha dado en el trabajo, es improbable
que Dios te llame a ningún ministerio en la iglesia.
Existe una diferencia entre querer ascender en tu trabajo para utilizara¡ máximo
los talentos que Dios te ha dado, y subir a tientas por la escalera de la
promoción para fomentar tu orgullo y tus ingresos: Muchos cristianos se han
visto en serias dificultades espirituales por cambiar de empleo y, en
consecuencia, tener que cambiar de casa y de iglesia, simplemente porque el
nuevo empleo estaba mejor pagado. No hay nada malo en ser ascendido y tener
un salario más alto, pero no permitas que ésa sea tu única norma. Busca la
dirección de Dios.
Si cambiar de empleo significa cambiar de iglesia, ten especial cuidado.
Asegúrate de que tendrás la posibilidad de continuar asistiendo a una iglesia
donde se te enseñe la Palabra de Dios, y donde puedas tener comunión con
otros creyentes.

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