Para alcanzar su objetivo de transformación de las almas, la
Educación Espírita carece de metodología apropiada. Uno de los grandes errores, comunes en las actividades de Evangelización y Educación Espírita promovidas por los centros, es no observar la metodología espírita al abordarse contenidos espíritas. El Espiritismo es una doctrina de llamada a la razón, una visión de mundo y de vida basada en una filosofía racional, cuyas consecuencias pueden ser experimentadas y comprobadas. Esta experimentación incluye observaciones que pueden ser hechas en eventos externos, pero también sentidas y rememoradas íntimamente, cuando lo que la Doctrina enseña confirma aquello que ya vimos o vivimos. La enseñanza y aprendizaje del Espiritismo para niños es diferente de la enseñanza y aprendizaje religioso. No se trata de aprender normas, preceptos e interpretaciones de textos, sino de incorporar una visión de uno mismo y del significado de la vida, que les permita el discernimiento necesario a las diversas situaciones con que se deparan. La enseñanza religiosa acostumbra a ser impositiva, es decir, pide aceptación de verdades compartidas por el grupo, sin posibilidad de reflexión o contestación. Se aprende, por ejemplo, que es necesario cumplir determinado rito para pertenecer al rol de los hijos de Dios, y tal hecho no ofrece opción a no ser de concordancia si se pretende pertenecer a los cuadros de sus adeptos. Al contrario, no se espera que el niño espírita aprenda a creer en Dios o en la inmortalidad porque el Espiritismo lo enseña así, sino porque reflexionó, confrontó con la lógica y los hechos, sintió en su corazón y reconoció en su propia experiencia la imposibilidad de que no sea así, asimilando este concepto a su visión de la vida. Por ello, la enseñanza espírita va mucho más lejos de aquello que el educador pueda compartir verbalmente con su conocimiento, sino que pide creación de estrategias y oportunidades donde cada educado levante sus propias hipótesis, cuestione y saque sus propias conclusiones. Por eso, la enseñanza espírita pide hechos del mundo, de la ciencia y de la sociedad que demuestren la universalidad de las leyes que la Doctrina Espírita va revelando. No se puede proporcionar de hecho la comprensión y la posibilidad de vivencia del Espiritismo, cuando él aparece distante o separado de la realidad que él mismo llega a comprender, y con la cual también ayuda a lidiar. La enseñanza espírita busca el esclarecimiento espiritual, y no la diseminación de esta o aquella visión religiosa o práctica de devoción. Este esclarecimiento se da a partir de la observación y experimentación individual y colectiva, de la reflexión e interiorización de principios cuya veracidad si es capaz de comprender por si mismo, siempre en la medida del desarrollo intelectual y moral.