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Publicado en revista CERES

COMERCIO INTERNACIONAL Y
AMBIENTE
PARTE II

Hugo Cardona Castillo

En la primera parte de este artículo se presentaron algunos conceptos básicos sobre las
relaciones entre el comercio internacional y el ambiente.

Se puede inferir que el proteccionismo ambiental y el comercio internacional parecieran


tener raíces en las mismas bases. Sin embargo, como se ha expuesto anteriormente, ambos
regímenes o perspectivas se han desarrollado en forma independiente y sus intereses parecieran
encontrarse en un conflicto creciente. En esta parte se presenta una recopilación de ideas que
pretender escudriñar la potencialidad de reconciliar estas posiciones.

¿SON RECONCILIABLES EL COMERCIO INTERNACIONAL Y EL AMBIENTE?

¿PORQUÉ ALGUNOS DICEN QUE NO?


Los aspectos presentados anteriormente, no son necesariamente un nuevo absoluto sobre
la reconciliación entre el comercio internacional y el ambiente, pero en cierto modo parece ser las
principales restricciones para dicha reconciliación. Es importante señalar que posiciones radicales
en este sentido ya no se encuentran comúnmente. La relevancia de la calidad ambiental y la
preservación de los recursos naturales se ha vuelto tan importante en nuestros días que es difícil
ahora encontrar posiciones tan radicales como las que se presentaron por el representante sobre
comercio internacional de los Estados Unidos en la Administración Bush ( Padre, Karla Hills, que,“
Cuestiones ambientales no tienen lugar en los acuerdos de comercio internacional.” Por el otro
lado, los ambientalistas empiezan ya a reconocer que el comercio internacional puede contribuir a
la solución de la pobreza, que es o debería ser la más alta prioridad para muchos países, y que en
su momento podría convertirse en un gran enemigo del ambiente.

Por el lado del ambiente, algunos de los argumentos comúnmente usados en contra de las
políticas de reconciliación entre comercio internacional y el ambiente son las siguientes:

1. A pesar de que, de acuerdo con Bragwati ( 1993), la evidencia científica sobre si el libre
comercio internacional conduce a mayor crecimiento económico está todavía en
debate por los economistas, la teoría básica sobre comercio internacional y la
experiencia de la Pos guerra muestran una conexión importante entre ellos. La
mayoría de ambientalistas consideran que el comercio internacional tenderá a
incrementar el crecimiento económico y con ello la tasa de degradación ambiental,
puesto que incentivara tanto un mayor consumo como una mayor producción en su
intento por maximizar la eficiencia económica en la distribución de los recursos. Smith
(1995) cita a William Ophuls quién indica que “ Todos los insentivos de los productores
son hacia el crecimiento… es en el interes de los productores tener una economía
caracterizada por alto consumo a través de la proliferación de productos, la promoción,
obsolescencia rápida y cosas por el estilo.” Daly ( 1993) argumenta que el comercio
internacional ofrece a los países la posibilidad de exceder sus límites domésticos de
regeneración y absorción importando estas funciones de otros países, “Importando
capacidad ambiental en la forma de materias primas y capacidad de absorción de
excedentes a cambio de producción.” El alto grado de especialización que el comercio
internacional demanda empujará a los países en desarrollo a la sobre explotación de
sus recursos naturales.
2. El concepto de ventajas comparativas, que el por cierto el argumento de mayor peso a
favor de libre comercio internacional, es altamente cuestionado por varias razones.
Una de las premisas fundamentales de las ventajas comparativas es la inmovilidad de
los recursos, principalmente trabajo y capital. Se argumenta que una vez que estos
recursos son movibles, como son en la actualidad (principalmente el capital), entonces
las bondades de las ventajas comparativas son irrelevantes, y en consecuencia las
ventajas absolutas internacionales se sobreponen tal como es dentro de un país. Por
el otro lado, las ventajas comparativas claramente reducen los precios. Se argumenta
sin embargo, que lo hace pero ya sea en detrimento de la eficiencia o de la calidad.
Ante la posibilidad de reducir la calidad viene el segundo argumento en contra del libre
comercio internacional y es el fracaso en la internalización de los costos sociales y
ambientales. En un mercado de libre competencia, las empresas siempre tendrán
incentivos para no internalizar estos costos. Entre mayor sea el área de intercambio,
mayor será la facilidad para separar costos y beneficios geográficamente y será mucho
más fácil evitar la responsabilidad de internalizar costos ambientales. Se dice que esta
es una de las principales razones por las cuales la mayoría de corporaciones
transnacionales demandan libre comercio. En ese sentido, los ambientalistas creen
que los países con estándares de calidad más bajos pueden ganar una ventaja
comparativa y crear paraísos de contaminación.
3. A pesar de que se dice que una de las virtudes del comercio internacional es maximizar
los beneficios para los países que participan, y que la suma de todos esos beneficios
contribuye al mejoramiento de la humanidad, se argumenta que este fracasa al no
incorporar a todas las partes afectadas que no participan en las transacciones de

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mercado. Individuos no humanos y generaciones futuras se dice que son excluidas de
los propósitos y mecanismos de libre comercio internacional. Se argumenta que no se
le pone mucha atención al valor futuro de los recursos naturales y otros valores que no
pueden ser medidos en términos monetarios.
4. El tratamiento frío que se le da a los aspectos de distribución del bienestar es también
uno de los argumentos fuertes en contra del comercio internacional. En un
impresionante ejemplo, NAFTA ha sido cuestionado indicando que “54% de la riqueza
en México pertenece solamente a 36 familias”. En ese sentido Sanderson indica que
muchos ambientalistas creen que “El comercio internacional conducirá a mayor, y no
menos, degradación del suelo y deforestación inducida por la pobreza”.
5. Finalmente, un argumento muy fuerte en contra de la reconciliación entre el comercio
internacional y el ambiente es la enorme diferencia legitima en la forma que las
naciones ven el ambiente. La soberanía y la extraterritorialidad son argumentos que
hacen ver acuerdos entre comercio internacional y el ambiente como poco viables. Se
cree que el comercio internacional podría debilitar regulaciones ambientales que
pretenden lograr altos estándares ambientales en algunos países pero que sería
imposible imponerlos en otros países.

Por el lado del comercio internacional, también hay argumentos en contra de la reconciliación
entre el ambiente y el comercio internacional. Muchísima mayor educación será necesaria en este
sentido para poder clarificar las conexiones del comercio internacional y el ambiente. Valga
mencionar la pregunta planteada por un intelectual latinoamericano en un seminario sobre este
tópico al preguntar “Todo está claro para mí, excepto que yo no entiendo que tiene que ver el
comercio internacional con el ambiente. Es algo que simplemente yo no puedo comprender”. Esto
pareciera ser consistente con lo que OTA (1992) indica de que “Las implicaciones ambientales de
los esfuerzos para liberar el comercio internacional son pobremente comprendidas y los esfuerzos
hechos por los gobiernos y por agencias internacionales para determinar como los diferentes
patrones y políticas de intercambio afectan el ambiente, están todavía en su infancia”.

1. El argumento más fuerte en contra de relacionar las preocupaciones ambientales con


la liberación del comercio es que la comunidad de los negocios teme que esto podría
crear competencia desleal entre las naciones. Se argumenta que si los requerimientos
ambientales no son iguales en todas las naciones, entonces los países con estándares
más altos no podrán competir con aquellos países con estándares bajos que han
ganado a través de eso una ventaja comparativa. Por el otro lado, países que no
tengan la tecnología para competir con estándares muy altos podrían ser eliminados
del mercado de acuerdo con Jasón (1993), los países menos desarrollados
argumentan que países ricos se han beneficiado por siglos de la libertad para dañar el

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ambiente y que todavía hoy son responsables de la mayoría de la contaminación
mundial, que ellos no pueden venir ahora a imponer reglas del juego que amenacen el
desarrollo o incluso la sobre vivencia de sus poblaciones. Términos tales como
´Ecoimperialismo´ son ampliamente utilizados en países menos desarrollados para
referirse a la imposición de altos estándares ambientales por parte de países
industrializados, los países menos desarrollados argumentan tener necesidades más
urgentes por resolver tales como la pobreza. De acuerdo con Repeto (1993), existe
gran preocupación de que sanciones al comercio internacional como represalia por la
falta de cooperación en actividades de protección internacional puedan ser utilizadas
“para mejorar el bienestar de países grandes y poderosos a expensas de países
pequeños y débiles”.
2. Otro argumento fuerte por el lado del comercio internacional es el proteccionismo. Se
argumenta que países poderosos pueden utilizar argumentos ambientales no genuinos
para proteger sus economías domésticas. Términos tales como “Proteccionismo
verde” son utilizados para referirse en estándares ambientales que pueden ser usados
para protegerse en contra de productores externos. Morris (1992) por ejemplo cita a el
Secretariado del GATT quién reporta que “El sesgo que los intereses proteccionistas
introducen en las propuestas de política ambiental incrementan el costo del
mejoramiento ambiental y dificultan su implementación”. Se dice que los
proteccionistas explotan aspectos ambientales serios en su propio beneficio.
3. La comunidad de negocios se resiste fuertemente a endosar cualquier tipo de medida
comercial para promover regulación ambiental. Pareciera que ellos han logrado sus
propósitos a través de su capacidad de lobbing, puesto que oficiales encargados del
comercio internacional argumentan que “ Comercio internacional se refiere únicamente
al intercambio de bienes y servicios...y no tiene nada que ver con el ambiente”. En
referencia a los aspectos ambientales no incluidos en NAFTA, el representante de
comercio en Estados Unidos y otros negociadores de ese país argumentan que ”Un
tratado de comercio que tome en consideración las implicaciones ambientales del libre
comercio internacional creará ‘Un árbol de navidad legislativo’ cargado de adornos
inapropiados para el momento”. En las palabras de Sanderson (1995), la ideología del
momento ha inducido a los defensores del libre comercio internacional y a los
reformadores fiscales a condenar la preocupación ambiental como si esta perteneciera
a un ‘nacionalismo anacrónico demasiado caro’.
4. Los defensores de libre comercio internacional indican que estarían dispuestos a jugar
con regulación ambiental si se establece un sistema enforzable y armónico de
estándares internacionales. Pero tal como OTA (1992) ha indicado, mientras que la
armonización es siempre un propósito deseable, las diferencias de necesidades de los
países hacen que esta sea no factible.

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PORQUÉ ALGUNOS DICEN QUE SÍ?

Como muchas cosas en la vida, pareciera mucho más fácil encontrar dificultades para la
reconciliación entre el comercio internacional y el medio ambiente que encontrar elementos
comunes entre ambos. Es importante señalar que a pesar de que existe opciones relevantes para
que las políticas de comercio internacional y el ambiente se apoyen entre sí, muchas de las
opciones a los aspectos más controversiales son todavía hipotéticos y se requiere mucho esfuerzo
intelectual de ambas partes para encontrar soluciones comunes aceptables propuestas
conciliadoras a los principales aspectos señalados en la sección anterior se desarrollan acá,
muchos argumentos podrían indicar la necesidad de mayores esfuerzos de investigación para
encontrar bases comunes.

Los contra argumentos de los defensores del libre comercio internacional ha los aspectos
señalados por los ambientalistas en contra de la reconciliación del comercio internacional y el
ambiente son los siguientes:

1. Crecimiento económico no necesariamente implica dañar el ambiente. Tampoco


implica necesariamente mayor degradación ambiental inducida por la pobreza. Si un
comercio internacional más libre ha de incrementar el crecimiento económico mejor
aún, indican, pues el crecimiento disminuirá la pobreza puesto que incrementará el
ingreso per capita; a medida de que se reduce la pobreza y las necesidades básicas de
las personas son satisfechas, la gente estará más dispuesta a preocuparse por el
ambiente. Además, los gobiernos estarán en una mejor posición de lograr ingresos
para programas relacionados con el control de la contaminación y el mejoramiento
ambiental. En general, la calidad ambiental se presume elástica al ingreso (eso
significa que a medida que los ingresos se incrementan, se incrementa la demanda por
un mejor ambiente). Como un ejemplo, Bhagwati (1993) indica que la contaminación
por dióxido de sulfuro disminuye a medida que el ingreso per capita se incrementa en
áreas urbanas alrededor del mundo (a excepción de ingresos per capita
por debajo de $ 5,000.00 al año) “. Para países o regiones, estimaciones del bando
mundial indican que una reducción del 50% en las barreras al comercio agrícola e
industrial impuestas por los países desarrollados incrementaría los ingresos por
concepto de importaciones de los países en desarrollo en 50 billones de dólares. Esa
cantidad es equivalente a la asistencia oficialmente reportada que los países
desarrollados comprometen como asistencia para el desarrollo. Esos estimados
indican que un comercio internacional más libre podría generar 50 billones de dólares
adicionales para países sub desarrollados que en su momento dichos países podrían

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utilizar para el manejo ambiental, especialmente si se provee asistencia técnica y si se
diseña instrumentos de intercambio que pueda guiar hacia esos propósitos.
2. Con respecto al fracaso de la internalización de los costos ambientales y sociales así
como de la incorporación de terceros afectados que no participan en las transacciones
de mercado, se argumenta que lo mismo puede decirse en contra de el proteccionismo
demandado por lo que ha dado en conocerse como la alianza entre proteccionistas y
ambientalistas. Se argumenta que las barreras impuestas por los países desarrollados
desvía la producción agrícola de productores eficientes en países con bajos ingresos
per capita hacia productores ineficientes en países con altos ingresos per capita,
causando un mayor daño al ambiente debido a la necesidad de usar mayores
cantidades de pesticidas y fertilizantes químicos. El caso de la caña de azúcar es uno
de los ejemplos más ilustrativos de esta situación, pues se argumenta que la
producción ineficiente de caña de azúcar en el estado de florida en los Estados Unidos
“ha sido devastador para el ecosistema único de los ‘Everglades’ ... La diversidad de
algas, plantas, y otras comunidades ecológicas ha disminuido en la medida que el
oxigeno disuelto en las aguas pantanosas ha desaparecido”. Al mismo tiempo ello ha
implicado severas restricciones para productores en varios países menos
desarrollados, donde de acuerdo con Reppeto (1993) “Millones de trabajadores pobres
son obligados a moverse hacia las partes altas de las cuencas y convertirse en
agricultores de quema y roza”. La ironía se agudiza si se toma en cuenta que solo dos
compañías producen más de la mitad de la azúcar que se produce en el estado de
Florida lo cual como ya se indicó anteriormente cuesta varios billones de dólares a los
consumidores norteamericanos como lo indica Ward (1993), los programas de
protección agrícola de Estados Unidos y Europa “imponen costos sociales y
ambientales muy pesados sobre el mundo en desarrollo”. La organización económica
europea ha indicado que “El duwping de los excesos de alimentos, ya sea a través de
subsidios directos a la importación o de la sistemática reducción de precios a los
productores...ha exsaservado la crisis de la deuda externa de muchos países en
desarrollo”. Barrera al comercio internacional le cuesta a los consumidores dentro de
la OECD alrededor de 150 billones de dólares a demás de que están aorillando a los
países subdesarrollados a concentrar sus oportunidades de exportación en productos
basados en los usos de los recursos naturales, sin tener la oportunidad de agregar
valor agregado a sus exportaciones y perder de esa manera la oportunidad de sustraer
mano de obra de las actividades marginales de la agricultura que intensamente
deterioran el ambiente. Indonesia se cita como el ejemplo de un país que, a pesar de
sus preocupaciones ecológicas, deliberadamente ha incrementado sus exportaciones
de productos de madera de los trópicos para superar las presiones de los servicios de
la deuda externa, lo cual es consistente con lo que la comisión mundial de desarrollo y

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ambiente (WCED) indica sobre que “Si los países en desarrollo han de reconciliar su
necesidad de un rápido crecimiento de sus exportaciones con su necesidad de
conservar la base de sus recursos naturales, es imperativo que ellos puedan accesar
los mercados de los países industrializados con exportaciones no tradicionales donde
ellos puedan tener una ventaja comparativa. UNCTAD ha expresado enfáticamente
que la habilidad de los países en desarrollo para internalizar costos ambientales estará
profundamente influenciada por las condiciones bajo las cuales ellos podrán exportar
sus productos.

Los contra argumentos de los ambientalistas ha los principales aspectos expresados por
los promotores de un comercio internacional más libre en contra de la reconciliación entre el
comercio y el ambiente son los siguientes:

1. Proteger el ambiente no necesariamente significa competencia desleal. Se argumenta que


para la mayoría de los problemas ambientales, la evidencia indica que los costos
ambientales tienen muy poco impacto en la competitividad internacional. Lo anterior es
consistente con lo que OTA ha expresado que “la mayoría de estudios indican que las
regulaciones ambientales en general tienen un efecto muy pequeño sobre la
competitibilidad de la manufactura norteamericana”. Varios estudios no han podido
demostrar sustancialmente el argumento de que diferencias regulatorias y de costos
promueven inversión externa no amigable con el ambiente, reduciendo oportunidades de
trabajo domésticas y creando paraísos ambientales en otros países, principalmente debido
a que los gastos relacionados con responsabilidades ambientales constituyen una parte
relativamente pequeña de la inversión total de las empresas. En los Estados Unidos por
ejemplo, de acuerdo con Reppeto los costos ambientales constituyen alrededor de un 2%
de los costos de producción. OTA indica que una encuesta dirigida a los líderes de
negocios alrededor del mundo por la OECD reportó que los costos ambientales constituyen
en promedio, un 2.4% de las ventas; y, de acuerdo con la UNCTAD, restricciones al
comercio para compensar los costos para el cumplimiento de responsabilidades
ambientales constituye un argumento débil ya que los costos ambientales son
relativamente bajos aún en aquellos casos en que los costos de capital sean muy altos,
esto debido a que el cambio hacia tecnologías más limpias puedan resultar en ahorros en
costos de operación.

Otra área donde la protección del ambiente constituye buenas oportunidades para los
negocios es en el mercado de los bienes y servicios ambientales que por el momento es un
mercado grande y en crecimiento. Esta es una muy buena opción para prevenir en vez de
controlar y tratar la contaminación y el desperdicio. La OECD ha estimado que “El

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mercado ambiental alrededor del mundo era de alrededor de 200 billones de dólares en
1990 y se ha incrementado a una tasa alrededor del 5% anual para un total estimado de
300 billones para el año 2000. De manera que, países con altos estándares ambientales
domésticos normalmente gozan de una ventaja comparativa en productos y servicios
ambientales. Estudios actuales indican que el interés de los consumidores por productos
ambientalmente amigables se está incrementando y que un importante segmento de la
población, principalmente en países de la OECD están dispuestos a pagar una prima por
dichos productos.
2. Sin regulación alguna, la comunidad de negocios no tiene incentivos para internalizar los
costos de la degradación ambiental. OTA, indica que 26% de los operadores de maquila
indican haberse movido hacia México motivados por la falta de cumplimiento de las Leyes
Ambientales en ese país. La adeción al principio de que el contaminador paga proveería
recursos genuinos para que los países en desarrollo pudieran manejar las preocupaciones
ambientales. Se argumenta que si en general los costos ambientales fueran alrededor de
un 2% del total de costos para los países en desarrollo entonces los 500 billones de
dólares derivados de las exportaciones de esos países incluirían una prima total por costos
ambientales de 10 billones pagados por los importadores principalmente de países
desarrollados. Esos 10 billones son muchísimo más de lo que los países más
desarrollados destinan como ayuda económica para propósitos ambientales. Ward (1993),
encontró en 1990 que un impuesto de 25% a los insumos químicos para la agricultura
“Podría causar un cambio hacia prácticas agrícolas alternativas”, un impuesto de esta
naturaleza reflejaría el principio internacionalmente aceptado de que el contaminador debe
pagar.
3. La armonización puede que no sea un objetivo fácilmente alcanzable pero hay otras
opciones. Se argumenta que un propósito fundamental debería ser el desarrollo de
procedimientos comúnmente aceptados para aprobar productos antes de que lleguen al
mercado, de la misma manera que aceptar estándares equivalentes (es decir diferentes
estándares pueden tener los mismos efectos cualitativos). Se argumenta también que el
establecimiento de estándares puede ser más fácil de implementar si ellos reflejan las
condiciones ambientales y de desarrollo a los cuales se aplicarán; y que estándares
mínimos pueden ser asociados con medidas positivas tales como las transferencias de
financiamiento, tecnología y apoyo ambiental en general. En ese sentido, el protocolo de
Montreal se presenta como un ejemplo en donde un tratamiento diferenciado se acordó
para países menos desarrollados y se estableció un fondo multilateral para responder a los
requerimientos financieros y tecnológicos de esos países.

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REFLEXIONES FINALES

Sería sesgado pretender que con estos argumentos favorables a la reconciliación entre el
Comercio Internacional y el ambiente, que principalmente provienen del análisis separado de
ambas partes, habremos resuelto o podremos resolver las diferencias reales existentes. Esto
prueba sin embargo, que no hay verdad absoluta en ninguna de las partes y que si se hace el
intento se pueden encontrar alternativas comunes para lograr propósitos igualmente deseables.

Algunas de las cosas que se necesita hacer se puede resumir de la manera siguiente:

1. Es fundamental reconocer que tanto los ambientalistas como los promotores de un


comercio internacional más libre tienen propósitos genuinos igualmente deseables.
Tanto los fines como los medios deben ser comunes y por lo tanto el aislamiento de los
promotores y los asedores de política de cada parte se considera inapropiada. Se
demanda de esas partes una mayor cooperación entre sí para poder lograr concenso
en los puntos más controversiales. La cooperación también es urgente entre países
más y menos desarrollados y entre organizaciones internacionales relacionadas con el
ambiente o con el comercio internacional o con ambos. La integración entre el
comercio internacional y el ambiente requiere que las condiciones especiales y las
necesidades de desarrollo de los países menos desarrollados sean considerados en su
justa dimensión pues después de todo, los problemas ambientales que aparentemente
no son globales hoy serán globables mañana. La tierra como un todo tiene
capacidades limitadas. Todos los países interesados deben tener oportunidad total de
participar en las deliberaciones a todos los niveles en los foros internacionales
correspondientes y deben ser motivados y guiados para prepararse para cumplir con
estándares cada vez más exigentes.
2. Acuerdos multilaterales deben ser buscados en lugar de medias unilaterales. Se
esperaría que la OECD intente establecer los lineamientos generales debe
reconocerse sin embargo que la OECD no incluye países en desarrollo como
miembros. Asistencia técnica y financiera puede ser requerida para que los países
exportadores se cambien a procesos de producción limpios pero tal asistencia debe ser
directamente ligada a acuerdos especificos que se hayan establecido.
3. Algunas conseciones tendrán que hacer todas las partes uno de los mayores desafios
es reconciliar el proceso de formulación de políticas para el comercio internacional y el
ambiente. La comunidad de negocios está mucho más acostumbrada a la secretibidad
y a ignorar las recomendaciones de la sociedad. Los ambientalistas están mucho más
acostumbrados a debates abiertos y a la participación pública, ninguno de los extremos
será saludable para los propósitos de reconciliación. Las preferencias eticas de una

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parte no debe pretenderse que sea impuesta en las otras partes. Cuando haya
disputas, es genuino esperar que los asuntos de comercio internacional sean
abordados por especialistas en esa materia y los asuntos ambientales por especialistas
en el ambiente. Por su puesto que deberán establecerse mecanismos para asegurar
transparencia y equidad para resolver diferencias.
4. Hasta donde sea posible, políticas macroeconómicas y ambientales deben ser
primeramente consideradas para resolver problemas ambientales, antes que políticas
comerciales. Las conexiones entre patrones insostenibles de producción y consumo
en países industrializados, así como las conexiones entre la pobreza y el ambiente en
países menos desarrollados, deben tenerse siempre en mente.
5. Esfuerzos individuales de algunos países por internalizar costos ambientales y
desarrollar estándares ambientales más altos, deben ser apoyados, siempre ello no se
haga con el propósito de causar distorsiones comerciales para compensar diferencias
en costos.
6. Debe hacerse énfasis en la prevención de la contaminación ambiental, en vez de tratar
de establecer mecanismos para atacar la contaminación en un futuro impredecible.
Algunas ideas que se reportan en la literatura especializada incluyen: la pre-
certificación y expansión de productos ambientalmente amigables, la transferencia de
tecnologías limpias, la internalización de costos ambientales al precio de los productos
comercializados y otras. La prevención será mucho más barata y probablemente la
única opción para evitar la degradación ambiental en el largo plazo.
7. Es urgente la integración de la legislación ambiental tanto dentro de cada país como
entre países, ya que en general esta legislación ha ido naciendo en forma aislada para
regulara situaciones específicas en el tiempo y en el espacio. Existen varios acuerdos
regionales para manejar la calidad ambiental pero los mismos resultan ser muy
fragmentarios.
8. En el futuro cercano, será necesario crear una institución internacional equivalente a la
organización mundial del comercio (OMC) manejar acuerdos entre el comercio
internacional y el ambiente. En el corto plazo será necesario tratar que la OMC sea
más sensible a las preocupaciones ambientales, manteniendo siempre su habilidad
para prevenir que se pongan restricciones al comercio en el nombre del ambiente.
Debe recordarse que en algunas ocasiones se han impuesto restricciones al comercio
más allá de lo necesario, para lograr propósitos ambientales.
9. El concepto de desarrollo sostenible, tan aceptado internacionalmente, podría ofrecer
oportunidades para hacer más afines las políticas de comercio internacional y el
ambiente, dentro del contexto de satisfacer las necesidades de las generaciones
actuales sin poner en riesgo la satisfacción de las necesidades de las generaciones
futuras.

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CONCLUSIONES

Tanto los defensores del comercio internacional como los defensores del ambiente tienen
propósitos nobles. Lamentablemente, sus agendas han sido desarrolladas en forma aislada, la
mayor parte del tiempo. Hoy, pareciera que ambos han empezado a reconocer que tienen muchos
propósitos en común. Muchos ambientalistas reconocen que el comercio internacional puede
contribuir a resolver la tragedia de la pobreza en el mundo menos desarrollado. Muchos
defensores de un comercio internacional más libre reconocen que este puede tiene potencial para
degradar el ambiente. Muchas instituciones internacionales relacionadas con el comercio
internacional y con el ambiente han empezado a aceptar las conexiones entre estos aspectos y a
trabajar conjuntamente.

La controversia persiste, sin embargo. Se necesitará mucho esfuerzo para traer estas
políticas más cerca unas de otras. A medida que aparezcan políticas reconciliadoras también
aparecerán las dificultades para tratar asuntos sobre los cuales no existe mucha experiencia.
Mucho esfuerzo y trabajo será necesario para resolver los crecientes desafíos que vendrán con
dicha reconciliación.

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