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Tele-trabajo: ¿perfilar o perfilarse?

Por: Roberto Balaguer Prestes & Miguel Carbajal


Introducción

Para realizar este trabajo, nos hemos reunido infinidad de veces, sin embargo esta es la
primera que estamos trabajando esta temática presentes en un mismo ámbito físico. Esta
ponencia por tanto, es producto de lo que se ha dado en llamar "tele-trabajo", o trabajo a
distancia, una modalidad tan nueva en su actual dimensión como vieja en su creación. El
mundo ha venido desarrollando el tele-trabajo desde épocas muy anteriores a las
comunicaciones mediadas por computadora (CMC). La idea es simple, y compleja a la vez;
realizamos un trabajo desde un lugar distante al lugar de llegada del producto, sea éste algo
material o simplemente información.

Una de las variables a considerar en estas nuevas modalidades es la abolición del transporte
físico para la llegada del producto. Desde el Reglamento de Indias, hasta las producciones
comercializadas o importadas desde Europa, hemos sido atravesados por el tele-trabajo,
quizás sin conciencia total de este hecho.

Todos los imperios a través de la historia, necesitaron realizar un tele-trabajo para controlar
sus colonias, sus posesiones, ordenar y legislar. En tiempos anteriores las tecnologías del
transporte terrestre, marítimo, luego aéreo, fueron disminuyendo las distancias y acortando
los tiempos de llegada de la producción, lo que mantenía la "natural" sensación de distancia y
separación. La CMC introduce la supuesta abolición de la distancia, del "aquí por el ahora"
(Virilio, 1997) que llevaría en su germen la posible desaparición de la separación y por tanto
de las fronteras entre los espacios público-privado, laboral-íntimo (Levy, 1995).
"Por primera vez desde la Revolución Industrial, el hogar, que había quedado relegado al espacio y
al tiempo extra-laboral (proceso acentuado por el "zoning" funcionalista), vuelve a integrar las
funciones de producción, gestión y reproducción. En cierta forma, el teletrabajo representa un
regreso al pasado vehiculizado por las tecnologías de un futuro que ya llegó. Como el artesano de la
alta Edad Media, el teletrabajador opera desde su hogar, al que le llega la materia prima que
procesará, empleando horarios flexibles y enviando su producción al comanditario. La producción
vuelve a estar descentralizada, con la diferencia de que en vez de transportar los productos rurales
en carretas hasta los centros urbanos o los mercados, la materia prima que le llega y sobre la que
trabaja es información, y la "carreta" es la supercarretera informática y los servicios derivados de
ella"(Puente, 1998) (Finquelievich, 1998).
Podríamos decir entonces que en realidad la concepción actual de trabajo es una concepción
moderna, signada por la producción serial, fabril de la era industrial (Levy, 1995 ; Giddens, 2000).
El tele-trabajo en este sentido sería entonces una vuelta a ubicar el trabajo en coincidencia con el
hogar, como en la pre-modernidad cuando las actividades se realizaban dentro del mismo espacio
físico.

Algunas viñetas ilustrativas para reflexionar sobre el tele-trabajo

Una paciente, que llamaremos Marta dice: "el trabajo en sí no me cansa. Me cansa, me estresa, me
angustia eso otro, estar ahí, esas cosas que pasan ahí y te hacen sentir mal, las injusticias, los
reproches, los chismes...He pensado en cambiar de trabajo varias veces, sobre todo cuando me
enferma, o me hace llorar al llegar a casa".

Un adolescente que llamaremos Mario, llegó a la consulta derivado por una colega dada su
pasividad y dificultad para salir de su casa, conjuntamente con crisis de pánico en lugares públicos.
Luego de unas entrevistas comienza un tratamiento analítico bisemanal con uno de nosotros. Entre
su incertidumbre con respecto al futuro, la idea de trabajar como diseñador de ropas desde su casa,
como su ídolo, era una idea que le daba cierta esperanza, una salida frente a su problemática. Como
plantea Françoise Dolto "si el adolescente tiene un proyecto, incluso a largo plazo, está salvado. El
hacer cosas para alimentar ese proyecto le hace soportable el purgatorio de la juventud en ese estado
de impotencia y de dependencia económica". (Dolto, 1991) Por otro lado cabe preguntarse, ¿qué
pasa con una salida de este estilo, que es al mismo tiempo una no-salida, una permanencia que
puede ser canalizada tanto endo como exogámicamente?

¿Cómo se entrelaza a su vez esta salida en la adolescencia con la "moratoria social" de Erikson
(1968 ) donde la preparación no pasa por ingresar al mundo adulto, si no más bien por intentar no
ser tan adulto como para quedar fuera del circuito laboral?

Veamos una última viñeta. Una colega es consultada por un juez para realizar una pericia judicial de
una joven arrestada por conducir un auto reportado como robado. Cuando le pregunta a la joven
sobre las causas de su arresto ella comienza un relato que bien podríamos interpretar como un
delirio paranoide. Cuenta que está siendo perseguida por una organización delictiva que mediante
un programa antivirus puede acceder a todos los sistemas informáticos del país y así lograr alterar
los distintos registros y manipular los sistemas. Relata que con ese método su nombre ha sido
cambiado y han llegado a crearle un historial delictivo. Comenta con mucha ansiedad que en las
últimas horas han alterado también la historia clínica de su psiquiatra provocándole la muerte en un
sanatorio. Dice a la psicóloga "Piénselo, toda nuestra vida está en las computadoras, ahí adentro.
Todos los registros: la tarjeta de crédito, nuestra historia clínica, todos nuestros datos personales.
Todo... todo está almacenado ahí. Es como una sombra electrónica sobre cada uno rogando que
alguien la manipule. Y si me lo hicieron a mí, se lo pueden hacer a usted" Luego de realizar esta
afirmación reitera con convencimiento que han cambiado todos sus datos: " Yo no soy quien todos
creen". Asegura asimismo que no puede probar su identidad ya que su psiquiatra ha muerto y su
madre, su única familiar, se encuentra aquejada desde hace tiempo de Mal de Alzheimer y es
incapaz de reconocerla. Ni siquiera sus vecinos la identifican ya que nunca ha hablado con ellos y
casi no la ven salir, ya que desde que ella se mudó a la ciudad proveniente de un pequeño pueblo del
interior, sólo ha trabajado en su casa. Se especializa en probar software antes de que comience a
usarse masivamente. Se dedica a encontrar y arreglar las frecuentes fallas de los programas. Se
comunica telefónicamente con quienes la contratan, y devuelve su trabajo de la misma forma que lo
recibe: por correo electrónico, fax o correo privado. Ella es una trabajadora con base en su propio
domicilio, realiza tele-trabajo asistida por CMC y quienes la contratan nunca la han conocido
personalmente.

Para Marta "asistir" al trabajo, "estar allí" y tener que lidiar con los movimientos institucionales es
la causa de su estrés; no las tareas que desarrolla en su lugar de trabajo.

Para Mario, la mejor salida al mundo adulto era la posibilidad de no salir de su casa y desde allí
permanecer a salvo de los "peligros" reales y fantaseados del trabajo tal como lo concebíamos hasta
el momento y tal como lo exponen Marta o Mario. La joven mujer que fue arrestada, en cambio, es
un personaje de ficción, es la protagonista de la película "La red", una mujer que trabaja en su casa
y cuya vida social ha estado restringida, en forma casi exclusiva, a largas horas de chateo nocturno
en un salón donde coinciden personas de varios continentes que, por supuesto, no conoce. Hasta
aquí entonces estas viñetas; nada originales -excepto la última-, hablan de las dificultades de
trabajar en una institución social llamada trabajo. Una institución hasta ahora, encuadrada por un
lugar físico y un tiempo determinado. Elementos producto de la modernidad, muy marcados por las
lógicas fabriles; pero amenazada por el tele-trabajo, que introduce las dificultades de dejar de "estar
ahí", al menos en un sentido físico.
¿Perfil de tele-trabajador o perfilarse hacia el tele-trabajo?

Las viñetas anteriores reales y ficticias nos permiten adentrarnos en el tema que hoy nos ocupa.
Desde la lógica laboral actual Marta y Mario sufren por estar en el trabajo y preferirían guardar
distancia de él, sin por ello desear renunciar a llevar a cabo sus actividades. Su sufrimiento pasa por
el contacto no con el mundo del trabajo, sino con los contextos de trabajo, lo que es
cualitativamente distinto. Innumerables autores se han referido y enumerado las dificultades de los
contextos institucionales trabajando sobre el sufrimiento generado dentro de las instituciones
(Bleger, 1974; Kaes, 1996). Para la protagonista de La Red, en cambio, su sufrimiento pasa no por
"estar ahí", sino por no haber estado nunca ahí. En este ejemplo - ficticio hoy, posible mañana - la
CMC no sólo genera la abolición de la distancia, sino la ominosa extinción de la identidad que
queda sujeta a las manipulaciones más impensables.

Hemos incorporado en los últimos años infinidad de tecnologías que nos han ido acercando más al
tele-trabajo en forma silenciosa. Desde el telégrafo de Morse, pasando por el teléfono de Bell, el
fax, el contestador automático, distintas tecnologías han sido incorporadas para beneficio de nuestro
trabajo. Cada avance tecnológico en comunicaciones, ha presentado algunas dificultades iniciales
(1).

Algunas tecnologías como pueden ser el teléfono, el contestador automático o inclusive el correo
electrónico, se han vuelto un requisito imprescindible para desarrollar nuestras tareas. Cada día más
nos iremos enfrentando a la necesidad de incorporar algunas habilidades vinculadas con la
comunicación mediada por computadora como parte de los nuevos contextos del trabajo. Del
mismo modo los avances vertiginosos actuales nos confrontan con nuevas modalidades laborales
que originan crisis, ya que nos enfrentan a la posibilidad de no estar más ahí, de que nuestra
presencia pueda no ser más necesaria, lo que sin duda moviliza intensos afectos, llevados al
extremo por la "despersonalización" sufrida por la protagonista de La Red. Despersonalización que
suele llevar a algunos críticos a una consideración de las nuevas modalidades vinculadas con las
redes informáticas, como promotores de una especie de pérdida identitaria, de una suerte de
disolución en la masa, siguiendo el esquema de Freud (1921) y aplicándolo a las redes ; como si
éstas fueran capaces de erigirse en símbolos (Romano, 2000); perdiéndose entonces la dimensión
humana.

Ante los cambios que se vienen perfilando comenzamos a preguntarnos :¿Es posible pensar en el
perfil del tele-trabajador como un "perfil" a delinear? (Marta y Mario), o es más productivo,
comenzar a pensar en un nuevo contexto social en donde más que un perfil , será una nueva-vieja
forma a la que comenzar a perfilarse ¿De ser así que habilidades debería tener una persona para ir
incorporando el tele-trabajo a su vida?

En la transición hacia el tele-trabajo

Al pensar en la transición que estamos viviendo en estos años, y visualizando el futuro a corto o
mediano plazo, iremos integrando algunos aportes fruto de investigaciones realizadas en Gran
Bretaña acerca del crecimiento de esta nueva-vieja modalidad laboral (2)
(www.eto.org.uk/faq/faqpsyo1.htm).

El tele-trabajo es una alternativa tentadora para quienes disfrutan del trabajo en situaciones de
relativo aislamiento. Los individuos que, por diversos motivos, necesitan del intercambio cotidiano
con sus compañeros de trabajo, vivirán el tele-trabajo como una alternativa empobrecedora. El
trabajo, con su organización tradicional, aún es un espacio privilegiado de socialización para
amplios sectores de adultos que encuentran en él un medio para enriquecer su vida social. Muchos
individuos dependen, además, de la interacción con sus compañeros para sostener la motivación
necesaria para desarrollar actividades laborales que no siempre les resultan placenteras.

Quienes necesitan una disciplina externa se desempeñarán mejor en un ambiente de trabajo


tradicional donde sean supervisados por sus superiores para no postergar o evitar sus actividades
laborales, ya que el tele-trabajo exige contar con una autodisciplina relativamente severa. En el otro
polo hay individuos que, al trabajar en su hogar sin horarios, pueden llegar a volverse verdaderos
adictos al trabajo. Quienes presentan dificultades para alejarse de su trabajo se ven beneficiados por
los limites externos representados por una oficina con horarios claramente definidos que los ayuda a
discriminar los tiempos laborales de su vida privada.

El trabajo en redes, conjuntamente con la conexión a la World Wide Web (www), genera situaciones
en donde se hacen más permeables y menos rígidos los usos laborales, sociales y lúdicos (Turkle,
1995). Se ha señalado en otro lugar, las cuestiones relativas a lo que se ha dado en llamar "adicción
a Internet" (Balaguer, 2001 a) que guarda relación con la accesibilidad 24 hrs. de la redes. El trabajo
en pantalla suele no limitarse a los aspectos estrictamente laborales, lo que ha generado
cuestionamientos y varios intentos de regulación. El "mundo de las ventanas" es un mundo donde
alternan elementos que hacen que la autodisciplina sea importante a la hora de privilegiar las
distintas opciones en pantalla.

La edad del trabajador es una variable que debe tenerse en cuenta. Podría pensarse que el tele-
trabajo puede ser contraindicado como primer empleo para un sector importante de jóvenes que
necesitan de la oportunidad de participar de espacios de trabajo tradicionales que operen como
instancias formativas donde adquirir habilidades sociales necesarias para forjar una autodisciplina y
donde puedan aprender a lidiar con las diversas dificultades que se plantean en le mundo del
trabajo. Sin embargo estas consideraciones, pueden relativizarse frente al impacto social que tienen
los entornos de redes. Los entornos interactivos proveen a sus usuarios de oportunidades de
relacionamiento social muy intensos, sólo que en general en forma textual. Al pensar sobre este
punto se deberá considerar, entonces, el efecto del trabajo a distancia en cada joven en función de
sus recursos internos.

En otro orden, la edad puede incidir en la preferencia de los sujetos por el tele-trabajo: una persona
joven, soltera puede preferir desempeñarse en un empleo donde, debido a la interacción con sus
compañeros o por su ubicación territorial, abunden las ocasiones de vida social y de nuevos
contactos humanos. Una persona de mayor edad puede preferir trabajar en casa adaptando sus
horarios en función de las necesidades de su familia.

Las investigaciones desarrolladas han demostrado que la gran mayoría de las personas toleran bien
este tipo de trabajo y que la inclinación o no al tele-trabajo es sobretodo una cuestión personal.
Como bien resume Susana Finquelievich: "algunas personas pueden encontrar en el tele-trabajo
ventajas que para otros serían serios inconvenientes. Algunos hallan más fácil concentrarse en el
trabajo sin las distracciones de un activo y ruidoso ambiente de oficina, mientras otros pueden
necesitar del mismo para estimularse. Algunas personas optimizan su producción cuando pueden
trabajar en los tiempos que más les convengan, ya sea al alba o durante la noche, mientras otras
necesitan de una rutina horaria y de límites externos para comenzar y terminar sus tareas.
Asimismo, algunos aprecian el tiempo que se ahorran por el hecho de no viajar a sus oficinas,
mientras a otros les gusta el deber diario del viaje y lo toman como un mecanismo de transición
entre la vida laboral y la vida privada". En el caso del tele-trabajo, la "transicionalidad" quedaría
concentrada en la conexión a la red de trabajo, lo que obviamente hace más fácil este acceso, pero
menos visibles los cortes y las fronteras entre un lugar y otro. La accesibilidad se separa del
transporte, y ya no es uno quien debe desplazarse por el mundo, sino que el mundo es desplazado
hacia nosotros, siguiendo una lógica parecida; pero de mayor alcance ahora; a la de la tele-visión
que nos trae cualquier rincón del planeta a nuestro hogar.

Pensemos un instante en el desarrollo urbano de nuestra capital hacia el este y las dificultades que
ha ido generando a nivel del transporte, concomitantemente con la desterritorialización de la urbe.
El tele-trabajo reconfiguraría, como ha sucedido a través de la Historia, el mapa de las fuerzas
laborales, su ubicación en el espacio físico, permitiendo una mayor diseminación de la población en
el territorio conectado a través de las redes.

Los factores ya considerados "sugieren que no existe una personalidad de tele-trabajador "correcta"
o "incorrecta". y que las diferencias, actitudes y preferencias individuales sólo pueden ser
consideradas en el conjunto particular del contexto de tareas, ambiente hogareño y cultura
organizacional" (Finquelievich, 1998).

Posibles contribuciones para estos tiempos de transición

Diversos estudios muestran que la tendencia mundial lleva a que las personas comiencen a
desarrollar una parte de sus actividades laborales mediante el tele-trabajo. Estudios realizados en
países centrales plantean que quienes realizaban actividades de tele-trabajo durante más de 35 horas
por semana eran, a fines de siglo, cerca del 20% del total de los trabajadores. Veamos, con un
ejemplo, como se va dando la progresión del crecimiento: la empresa Find/SPV aseguraba en 1998
que el número de tele-trabajadores en Nueva York era de 9 millones -el doble que en 1990- y
estimaba que para el 2000 llegaría a 11 millones. Más allá del número de tele-trabajadores que
actualmente haya en nuestro país, podemos afirmar que éste irá creciendo en los próximos años, ya
que todos los estudios coinciden en consignar que en todas partes del mundo el crecimiento de este
tipo de actividades es lento pero sostenido. Creemos que desde la psicología del trabajo es posible
desarrollar acciones que acompañen, desde el punto de vista profesional, el desarrollo del tele-
trabajo.

Nuestra intervención debería comenzar en el momento en que las organizaciones se enfrentan ante
la disyuntiva de implantar o no el tele-trabajo.

Es fundamental tener en cuenta al analizar la situación : el sentido de la implantación del tele-


trabajo, su potencial contribución a mejorar los resultados y el tipo de tareas que se piensan realizar
mediante esa metodología. La incorporación de costosa tecnología, sobre todo en el área de las
comunicaciones, puede asociarse con el desarrollo de una empresa o institución, sin embargo a la
hora de tomar ciertas decisiones se debe analizar con detenimiento el para qué de éstos cambios.

Otro aspecto que se debe analizar es el contexto organizacional donde se pretende implantar el tele-
trabajo. El tele-trabajo pareciera funcionar mejor en organizaciones flexibles donde existe el trabajo
en red y donde, con mayores niveles de autonomía, los empleados pueden actuar y tomar decisiones
por sí mismos, y se los evalúa por el resultado de su trabajo y no por su asistencia. Sin embargo en
una organización burocrática donde hay un gran control sobre los trabajadores, una estructura de
tele-trabajo tendrá serios problemas para desarrollarse. La introducción de este tipo de innovaciones
supone cambios organizacionales, reorganizaciones internas donde las estructuras preexistentes de
poder pueden verse cuestionadas. (Karol, 1998) En organizaciones fuertemente jerárquicas los
sectores de poder (pueden) podrían presentar dificultades para adaptarse a los cambios o a la
redistribución de tareas. A su vez, esas resistencias pueden generar crisis institucionales que con un
adecuado seguimiento podrían prevenirse.
Debe considerarse también que es tan importante el perfil de personalidad de los potenciales tele-
trabajadores como el de quienes supervisarán la tarea. Un supervisor autoritario, rígido o muy
inseguro de sí mismo y de sus subalternos, va a tener serias dificultades con esta modalidad laboral.
Para una persona con estas características es muy importante el control visual y la autoridad
ejercida por la interacción cotidiana dentro del ámbito laboral. Por el contrario, si un supervisor no
encuentra dificultades para manejarse con niveles de supervisión flexibles pero efectivos, en una
organización donde no se considera riesgoso que los empleados actúen en forma autónoma, el tele-
trabajo se podrá instaurar sin grandes dificultades. Creemos que para esta modalidad de trabajo
resultan de gran utilidad los niveles previos de confianza que posibilitan que quienes tienen tareas
de conducción en las organizaciones se manejen con controles más flexibles.

Sin duda que algunos aspectos del perfil de los futuros tele-trabajadores deberán ser tenidos en
cuenta, pero como ya vimos, estos no difieren demasiado de los que consideraríamos ante cualquier
tipo de trabajo. Proponemos, sin embargo, que se tomen muy en cuenta la familia y la vivienda del
candidato. Para trabajar en ese sentido quizás debamos realizar algunas tareas comunes para los
trabajadores sociales, pero novedosas para los psicólogos que no trabajan en ámbitos comunitarios,
como pueden ser las visitas para conocer la familia del trabajador, ver como interactúa y relevar el
espacio físico con que efectivamente cuenta para realizar tareas laborales con niveles mínimos de
independencia. Uno de los aspectos a evaluar es en qué medida el trabajador puede defender un
espacio de trabajo dentro de su casa. También deberá estudiarse si la familia puede llegar a entender
que el tele-trabajador durante su tiempo de trabajo estará "físicamente disponible pero mentalmente
ausente" (3). Considerar a la familia como una de las variables que incide en el tele-trabajo llevaría
a considerar las ventajas de una capacitación conjunta trabajador-familia al implementar esta
modalidad de trabajo que en poco tiempo avanzará a la velocidad de la luz.

Nuestra tarea será entonces en los próximos años, la de pensar en la organización que va a instaurar
el tele-trabajo, en las tareas que se van a procesar de esa forma, en el perfil de los futuros tele-
trabajadores y en el de quienes tendrán a su cargo la supervisión de las tareas; conjuntamente con
una evaluación concienzuda del nuevo ámbito laboral-familiar.

¿De que forma el tele-trabajo está incidiendo en nuestra práctica profesional?

Analizar que está pasando en nuestro medio nos va a permitir ubicarnos sobre qué tan lejos estamos
de lo que se ha llamado tele-trabajo. Al comenzar a trabajar en esta ponencia hemos ido tomando
conciencia de cómo en estos años ha ido variando la realidad de nuestras actividades laborales. Un
ejemplo de esto son las tareas desempeñadas por uno de nosotros en el área de recursos humanos de
una organización. En los dos últimos años éstas han tenido un desarrollo peculiar. Por la dinámica
de trabajo de dicha institución se han comenzado a desarrollar actividades que bien podrían ser
definidas como de tele-trabajo. De las tareas vinculadas con la selección de personal, con el trabajo
grupal con los equipos técnicos o el trabajo de evaluación de desempeño que desarrollamos, el
ochenta por ciento son realizadas fuera de la institución. Es importante tener en cuenta que este tipo
de trabajo ha sido posible porque la organización ha ido implementado con éxito el trabajo en red
electrónica (correo electrónico, boletines y bibliotecas electrónicas) Por supuesto, lejos se está de lo
planteado en la película "La red", donde todo el trabajo era realizado fuera de la empresa, ya que
hay mucho trabajo de equipo que no se realiza tele-trabajando. Sin embargo, esta modalidad es
distinta a la que ambos desarrollamos en otras instituciones donde el trabajo en red se va
acrecentando más lentamente. La multiplicación de este tipo de actividades, hace necesario que
tomemos conciencia de que en el desarrollo profesional de los psicólogos que trabajamos en
instituciones, las actividades laborales a distancia van a ir teniendo un crecimiento sostenido (4).

En la era actual los cambios, a veces imperceptibles, generados por el uso de las Tecnologías de
Información o Comunicación, "cuestionan nuestras identidades al punto que van surgiendo otro tipo
de referencias". Como plantea la socióloga Verónica Devalle "ya no se trata sólo de ir asumiendo
quienes somos, sino de asumir el modo en que nos construimos". (Devalle, 2001) Debemos, en
tiempos signados por la incertidumbre, enfrentar el desafío de reflexionar colectivamente sobre
cómo los cambios nos van afectando y, sobretodo, forjando casi sin que podamos percibirlo.

El trabajo en red, y específicamente el tele-trabajo, nos afecta. Afecta nuestra producción, e


inclusive a la organización de los sistemas productivos. El tele-trabajo nos aleja cada vez más de
paradigmas tecnológicos como el taylorismo -con su estricta separación entre la planificación de los
procesos productivos y la ejecución de las tareas estandarizadas- o el fordismo -con su
mecanización con tiempos estrictamente cronometrados-. Nos aleja de esos paradigmas que
reinaron en la época industrial para acercarnos a organizaciones del trabajo en donde la ruptura del
modelo de "línea de montaje" posibilita a los equipos trabajar cooperando en multilíneas de
trayectoria complejas. A partir de la consolidación en los países centrales, a mediados de los
ochenta, de las redes de ritmo flexible, los nuevos contextos laborales permiteron el abandono de la
linearidad en la ejecución de las actividades para introducir la simultaneidad de las tareas como en
las propuestas de Reingeniería (Hammer & Champy, 1993) Las redes informáticas, hoy por hoy,
permiten que esta simultaneidad tenga un alcance aún mayor por su contribución a la
desterritorialización de los antiguos contextos laborales. Este cambio pone en jaque al presentismo
como un valor con correlato recompensatorio, resignificando el para qué del estar ahí. Los ojos de
la supervisión dejan de focalizarse en el "ver trabajar" -inclusive en el eventual "hacer como si"-,
para dirigirse directamente al producto final del trabajo (5).

Este último aspecto, el de la valoración del producto, no es un aspecto menor, ya que conlleva en su
concepción elementos correspondientes a la productividad que acercan lo humano a lo maquinal
subrepticiamente, haciendo menos visibles las fronteras entre las máquinas y el hombre, en la cuarta
discontinuidad planteada por Piscitelli (1995). Buena parte del discurso tecnofílico actual por
momentos olvida que a pesar del sinnúmero de avances, las investigaciones todavía marcan que la
CMC es mejor cuando es utilizada como un medio más de comunicación y no el único (Wynn y
Katz, 1997) por lo que es de esperarse que si bien los contextos cambiarán, las viejas formas de
comunicación se mantendrán presentes, siendo bastante improbable la desaparición absoluta del
contacto personal. Sin embargo, lo anterior no excluye la posibilidad de una evolución que lleve a
que en el ámbito laboral sean los contactos personales, "la modalidad alternativa", una vez que el
tele-trabajo vaya introduciéndose y consolidándose en la red social.

Para finalizar y sólo a modo de enunciación, relacionado con nuestras prácticas a nivel de la
psicología en la educación, nos hemos referido en otro lugar (Balaguer, 2001 b) a los posibles
nuevos contextos de trabajo, en donde la idea de "aulas sin muros" imaginada hace décadas, poco a
poco va tomando, paradójicamente cuerpo, cuestionando también la presencia física como elemento
necesario en el desarrollo del aprendizaje formal. El "aula sin muros" en lo educacional, encuentra
su correlato en las "oficinas virtuales", ya funcionando en la actualidad en distintos ámbitos
laborales, especialmente los profesionales.

Por último, la otra área, la clínica, comienza también a ser interpelada por la CMC que va
generando modalidades de consulta a distancia, por correo electrónico, a través de los chats, con
trabajos grupales en red, que retoma aspectos conocidos del cara a cara y los reconfigura a través
del texto o en sus alternativas de videoconferencia. Probablemente ésta sea una de las dimensiones
más movilizadoras, la cual de por sí ameritaría un abordaje que excede ampliamente este espacio de
comunicación que a diferencia del tele-trabajo se encuentra acotado por un tiempo y un espacio
estipulados, que a la vez que nos limita, nos permite discriminar entre el tiempo de la presentación y
el del intercambio, entre este cierre y la apertura a un diálogo presencial que nos enriquezca en el
día de hoy.

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