You are on page 1of 3

UNA.GRAN.

HERENCIA]
Por Marcos Witt

Tengo la dicha de poder decir que tuve un papá que en


1964 dió su vida a causa del Evangelio.
Crecí en la iglesia cristiana y toda mi vida he formada parte
de una familia ministerial: tíos, abuelos, primos, papás, y
hermanos trabajando en la obra del Señor. Cuando mi
mamá se volvió a casar, mi nuevo papá también era
ministro y mis abuelos por parte de él. Bueno, en fin, toda
mi vida he crecido en este maravilloso ambiente. Es un
privilegio tremendo; una gran herencia en todo el sentido
de la palabra.

Podría hablar horas enteras de las experiencias que


tuvimos en nuestra casa al recibir predicadores,
evangelistas, misioneros y otras personas del ministerio.
Hay tantas cosas que uno ve y experimenta al estar
creciendo que, en realidad, son incontables las lecciones
que aprendí. Una de las primeras cosas que me impactaron
fueron las personas que nos visitaban que tenían dones de
música. Recuerdo las veces que mi tía Rebeca, o un
hermano que nos visitaba periódicamente, llegaban a casa
a tocar nuestro piano. Yo pensaba mucho rato viéndolos y
escuchándolos de lejitos, para ver si podía aprender algo de
ellos. Gracias a Dios que todos los que llegaron a nuestra
casa eran hombres y mujeres de Dios, y recibí mucha
inspiración de muchos de ellos. Pero luego fui creciendo…

Empecé en el ministerio pensando que todos los que


trabajaban para el Señor eran como las personas que
siempre nos habían rodeado en casa. Gran decepción fue la
que me llevé al ir conociendo la realidad que existía en
tantos ministerios musicales. Pronto me di cuenta de la
gran carencia de músicos espirituales en el ambiente
cristiano. La mayoría de ellos tocaban por orgullo personal
y con motivaciones incorrectas, tales como la de conquistar
a las hermanitas y comprobarle a los demás músicos
presentes lo bueno que sabían tocar.
A los 14 años conocí un gran hombre que impactaría de
gran manera mi vida- Mike Herron. El era un músico por
excelencia y un increíble maestro de la palabra. Tocaba
bien y componía increíblemente. No cantaba muy bien
pero, la presencia del Señor descendía de una forma
impresionante cuando este hombre ministraba. Además, no
tenia todas esas actitudes de envidia y competencia que
había visto en tantos otros músicos. Esto me impacto
enormemente y le pedí al Señor que me hiciera como Mike.

Muchos años han pasado y sigo buscando ese lugar de


excelencia en la música. Pero, sobre todo busco la
excelencia en mi espíritu y la relación personal con mi
Señor. Ahora, más que nunca, deseo ser como el Señor y
no me conformo con el lugar espiritual en el que me
encuentro. Quiero más el Él y más de su manera de hacer
las cosas. Quiero más de su espíritu en mi vida, en mi
música; en mis actividades y en todo lo que hago.

Viendo que muchos músicos cristianos no querían abrazar


esta clase de vida que el Señor requiere de cada uno de
nosotros, el Señor me guío, en 1989, a convocar músicos.
Mi deseo era que los músicos tuviéramos un lugar donde
pudiéramos hablar de nuestras actividades incorrectas y
revisar nuestras vidas y ministerios a la luz de la palabra de
Dios. Para mi gran sorpresa, ese año llegaron 2000
personas cada noche. Los congresos MUSICA han crecido
año tras año y le damos gracias a Dios por la visión de
otros ministerios en otros países para organizar eventos
similares.

Con el tiempo nos dimos cuenta que es imposible capacitar


profundamente durante congresos de tres días y cuatro
noches. Por tal motivo, en adición a los congresos, estamos
abriendo una nueva escuela de música en otoño de 1994.
En esa escuela tenemos una visión de formar a una parte
de esa nueva generación de músicos que utiliza sus dones,
habilidades y talentos para hacer una guerra contra
Satanás y exaltar el nombre del Señor Jesucristo(Salmo
68:1).
Seguimos orando que a través de todos estos esfuerzos se
levante una generación de salmistas que se despojen de las
viejas maneras de hacer las cosas( envidias, recelos,
contiendas, competencias,etc), y que se vistan de la vida y
del carácter de nuestro Señor Jesucristo(Filipenses 2:3-8).
Este es el deseo profundo de mi corazón para Música 1994.

Es tiempo de que los músicos empecemos a ser un punto


de bendición para nuestros pastores, lideres y
congregaciones, y no un dolor de cabeza y un punto de
división, como ha sido en tantas casos. Le pido a Dios que
así empiece a suceder.

You might also like