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Sabemos que hay países que no

existen, como “El país de Nunca


Jamás”, de Peter Pan, o el de “Alicia
en el país de las Maravillas”.
Sabemos, pero hoy queremos hablar
de “El País del Plagueo”, que sólo lo
podemos buscar en el mapa de la
imaginación.
Este país, que es muy parecido al
tuyo, tiene 6 millones de
plagueones.
Plaguear, según la Real Academia Española.
1. intr. El Salv. Negar o dificultar la dádiva de algo.
2. intr. Par. refunfuñar.
3. intr. Par. Hablar interminablemente de las
desdichas propias.
En este país todos sus
habitantes vivían tan
ocupados en criticar
cuanto se hacía, que
se olvidaron de pensar
en soluciones a los
muchos problemas que
se habían generado
como consecuencia de
esa
insana costumbre de plaguearse, es decir, hablar
interminablemente de las desdichas propias.
Sin éxito cambiaron de
gobernantes, culparon
a propios y extraños
de tantas calamidades.
Sin embargo, cada día
había más asaltos,
violaciones, pobreza,
miseria … la situación
era desesperante.
Pero un día a alguien
se le ocurrió algo que,
de tan simple hasta parecía ridículo. ¿Por qué no
resolver los principales problemas en vez de
refunfuñar sobre ellos?
Como no tenían experiencia, les costaba identificar
aquellos puntos conflictivos. Unos opinaban que la
solución estaba en combatir la corrupción, otros en
disolver el Congreso, que Juicio Político, que la
impunidad, que Estado de Sitio, que el Ejército saliera a
las calles para ayudar a la Policía …

Entonces el Gobierno hizo una consulta para averiguar


las reales necesidades de los plagueones.
Sorprendentemente los
problemas no eran tantos
como pensaban, por eso
se centraron en los
primeros cinco:
1- Falta de empleo.
2- Inseguridad ciudadana.
3- Deficiencia en los
servicios básicos.
4- Representatividad
inexistente.
5- Falta de un plan de
desarrollo económico
Las respuestas indicaban una relación entre sí: los
plagueones estaban desesperados por alcanzar una vida
digna:
1- DESEMPLEO: Mientras los
políticos discutían sobre quién
debía gobernar … se olvidaron
de que el pueblo tenía la mala
costumbre de querer comer
todos los días. Y ese es un gran
error.
El empleado tiene sustento, puede pagar sus cuentas,
educar a sus hijos, divertirse, descansar … y no pensar
en delinquir, odiar, envidiar. Es tan diferente contar con
una heladera llena que con una vacía, poder comprar un
helado a un niño que enviarlo a mendigar … o
prostituirse. Creyeron que el desempleo era secundario,
y ese es un gran error.
2- INSEGURIDAD
CIUDADANA: La Policía
había sido rebasada. Se
gastaba dinero -que no
tenían- en pertrechar a los
uniformados y los índices
de violencia aumentaban
cada día. Entonces,
probaron disminuir la
represión y aumentar la
prevención. Pero no
colocando cámaras en las
esquinas ni estableciendo
más controles … sino
satisfaciendo las
necesidades de la gente.
Y todo comenzó a cambiar.
Comezó el cambio.
3- DEFICIENCIA EN LOS
SERVICIOS BASICOS:
Pensaron, y con razón, que si
la gente no tenía dinero para
alimentarse, mucho menos
tendría para pagar por la
electricidad. En los países
vecinos, la energía era más
barata y se podía producir a
menores costos… además,
usar el acondicionador de
aire, que con los calores era
más una urgencia que un
lujo.
También podrían enviar a estudiar a sus hijos, protegerlos
de las constantes epidemias con hospitales y medicinas a
precios más accesibles.
4- REPRESENTATIVIDAD
INEXISTENTE: El sistema de
Gobierno tenía una grave
falencia: los ciudadanos
votaban, pero no elegían. Los
perdedores querían recuperar
el poder y los ganadores
perdían el tiempo en
defenderse en vez de
elaborar 5- UN PLAN DE
DESARROLLO ECONOMICO
para el bienestar de la gente.
Es hora de aportar soluciones:
“Pregunta qué puedo hacer
por mi país
y no qué mi país puede hacer
por mí”
(John Fitzgerald Kennedy)
Inspirado en el Programa “Escape de Asunción”

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