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Indemnizaciones derivadas de enfermedad profesional.

[ LOPCYMAT ]
12 de noviembre de 2009

Ponencia del Magistrado OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

En el procedimiento que por cobro de indemnizaciones derivadas de enfermedad profesional, sigue el ciudadano
AQUILES ANTONIO MÉNDEZ BEMBENI, representado judicialmente por los abogados Edixon Caridad Domínguez, Mary
Caridad Domínguez, Gustavo Manuel Acosta, Nelia Guadama Chourio y Rafael Amado Sandoval Reyes, contra la sociedad
mercantil ZARAMELLA & PAVAN CONSTRUCTION COMPANY, S.A., representada judicialmente por los abogados Luis
Fereira Molero, David Fernández Bohórquez, Carlos Alfonso Malavé González y Joandres José Hernández Velásquez; el
Juzgado Superior Quinto del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, conociendo en apelación, dictó
sentencia definitiva en fecha 28 de febrero de 2008, mediante la cual declaró: 1°) con lugar el recurso de apelación
interpuesto por la parte demandada, contra la sentencia proferida en fecha 16 de mayo de 2002, por el extinto Juzgado
Tercero de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia; y 2°) sin lugar la demanda incoada,
quedando revocado el fallo apelado

Contra la decisión emitida por la Alzada, en fecha 6 de marzo de 2008, la representación judicial de la parte
actora anunció recurso de casación, el cual, una vez admitido fue remitido a esta Sala de Casación Social.

Recibido el expediente, en fecha 8 de abril de 2008, se presentó por ante la Secretaría de esta Sala de Casación
Social el escrito de formalización. No hubo impugnación.
En fecha 24 de abril de 2008, se dio cuenta en Sala correspondiéndole la ponencia al Magistrado Omar Alfredo Mora
Díaz.

Por auto de Sala fechado 8 de octubre de 2009, se fijó la realización de la audiencia oral, pública y contradictoria
para el día jueves cinco (5) de noviembre de 2009 a la una y media de la tarde (1:30 p.m.), todo en sujeción a lo regulado
por el artículo 173 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

Celebrada la audiencia oral y habiendo esta Sala pronunciado su decisión de manera inmediata, pasa a reproducir
la misma en la oportunidad que ordena el artículo 174 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, bajo las siguientes
consideraciones:

DEL RECURSO DE CASACIÓN

De conformidad con lo previsto en el artículo 168 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, se denuncia el vicio
de inmotivación por silencio de pruebas, en virtud a que según alega la parte formalizante, se desprende del texto de la
recurrida, una total omisión de pronunciamiento o apreciación, respecto de la instrumental contentiva de la notificación
dirigida a la empresa demandada por la Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, con sede en Cabimas, de fecha 17 de
noviembre de 1992, mediante la cual se le informa a ésta, el resultado del examen practicado al actor por el médico legista,
redactándose en el cuerpo de la misma lo siguiente: “MEDICATURA LEGISTA: RESÚMEN: Enfermedad Bronco pulmonar con
compromiso respiratorio moderado, por aspiración de material ambiental contaminante relacionado con su trabajo. Se
anexa informe del Médico especialista Neumonólogo tratante. Debe ser retirado de medios contaminados con humo
producto del escape de motores de combustión interna. Incapacidad Parcial y Permanente”.

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Agrega que el documento cuya valoración fue omitida por la recurrida, tiene capital importancia, ya que de
haber sido apreciada por la recurrida, la decisión hubiese sido totalmente diferente, en el sentido que a partir de dicho
documento quedó demostrada la enfermedad y su carácter profesional, así como el nexo de causalidad entre la
enfermedad y el trabajo realizado. Destaca que la prueba en cuestión, no resultó enervada por la parte contraria, motivo
por el cual ha debido considerarse en todo su valor probatorio.

Para decidir, la Sala observa:

Aduce el formalizante que la recurrida incurre en el vicio de inmotivación por silencio de pruebas, por cuanto
la Sentenciadora de Alzada omitió analizar la instrumental contentiva de la notificación dirigida a la empresa demandada,
emitida por la Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, con sede en Cabimas, de fecha 17 de noviembre de 1992, mediante
la cual se le indicó a la demandada, el resultado del examen practicado al actor por el médico legista.

Al respecto, ha sido criterio reiterado de esta Sala de Casación Social, que uno de los supuestos que sustenta
el vicio de inmotivación por silencio de pruebas es el hecho que la recurrida omita de manera total o parcial el análisis sobre
una o todas las pruebas promovidas, ya que es un deber impretermitible de los jueces examinar cuantas pruebas se han
aportado a los autos, para no incurrir en la violación de la regla general sobre el examen de las pruebas previsto en el
artículo 509 del Código de Procedimiento Civil, aplicable al régimen laboral por remisión analógica del artículo 11 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo.

Asimismo, el juez debe examinar todas las pruebas que se hayan producido, aun aquellas que a su juicio no
sean idóneas para ofrecer algún elemento de convicción, expresando siempre su criterio al respecto.

Siguiendo lo anterior, de la revisión de las actas del expediente, así como de la lectura de la sentencia
impugnada, se verifica que, en efecto, dicha instrumental consignada conjuntamente con el escrito libelar, no fue valorada,
ni siquiera mencionado su contenido por la Juzgadora de Alzada. Asimismo, tal y como lo menciona la parte formalizante,
de la misma se desprende una trascripción efectuada por la Inspectoría del Trabajo, mediante la cual se hace constar el
resultado del examen médico efectuado al trabajador accionante, por el médico legista Dr. Francisco Piñerúa, en los
siguientes términos:

AQUILES ANTONIO MENDEZ (sic), Edad: 33ª. C.I.V. 7.842.294; Fecha No. S/N MEDICATURA LEGISTA:
RESÚMEN: Enfermedad Broncopulmonar con compromiso respiratorio moderado por aspiración de material
ambiental contaminante relacionado con su trabajo. Se anexa informe del médico especialista neumonólogo
tratante. Debe ser retirado de medios contaminados con humo produsto (sic) del escape de motores de
combustión interna. Incapacidad Parcial y Permanente. Monto: treinta por ciento. Según art. 317 del
Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo. Aplicar cláusula 44 del contrato petrolero. Dr. Francisco R.
Piñerúa. El médico Legista.

Por lo tanto, visto que la prueba silenciada por la Alzada tiene una incidencia decisiva en la resolución de la
controversia, toda vez que de la apreciación que a esta probanza se le asigne, derivaría el carácter ocupacional de la
enfermedad padecida por el accionante establecido por el médico legista, resulta forzoso para esta Sala declarar con lugar
la presente delación. Así se decide.

En virtud de las consideraciones expuestas, esta Sala declara con lugar el recurso de casación incoado por la
parte demandante, y en consecuencia, anula el fallo recurrido, resultando inoficioso revisar el resto de las denuncias
formuladas en el escrito de formalización, toda vez que de conformidad con el artículo 175 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, corresponde a esta Sala decidir el fondo de la presente controversia.

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DECISIÓN SOBRE EL FONDO DE LA CONTROVERSIA

La parte actora alegó, en su escrito libelar, que prestó servicios para la empresa demandada desde el 30 de
noviembre de 1987, desempeñándose en el cargo de “Maquinista de Bongo”, devengando un salario diario de
cuatrocientos ochenta y tres bolívares (Bs. 483,00 o Bs.f. 0,48).

Aduce que, en fecha 8 de noviembre de 1993, le fue diagnosticada una incapacidad total y permanente, tal y
como se determina de la constancia médica suscrita por los Dres. Nelson Rubio Montero, Carlos Acero Prato y Hugo
González González, adscritos al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Dirección de Medicina del Trabajo, Región
Zuliana, siendo que, en ningún momento, fue informado de los riesgos a que estaría sometido en su lugar de trabajo y a
consecuencia de las actividades desempeñadas con ocasión al cargo.

Al describir los hechos que originaron la enfermedad profesional padecida, señaló que en fecha 14 de octubre
de 1992, mientras cumplía con sus labores habituales de trabajo, en el área del Lago de Maracaibo, presentó un cuadro de
fiebre de 40°, esputando partículas de un color negruzco, siendo trasladado en la lancha de pasajeros al puerto y en virtud
del mal estado de salud presentado, se dirigió a la emergencia de la Administradora de Servicios, C.A. (ADSERCA), clínica de
la empresa, donde fue atendido por el Dr. Roberto Rudas, quien lo remitió al Centro Médico de Cabimas.

El Dr. Argenis D´ Windt, médico especialista, luego de haberlo examinado encontró “un cuadro clínico con tos-
dolor torxcico posterior, intenso intermitente, punzante, fiebre intermitente y expectoración de partículas sólidas negruzcas
compatibles con carbón”. Agrega que el examen pulmonar practicado, posteriormente, reveló “un defecto ventilatorio
mixto (obstructivo-restrictivo), con repercusión en la capacidad vital que traduce un compromiso moderado de su función
respiratoria”.

Por otra parte, alega que la enfermedad profesional padecida fue reconocida por la patronal, según se
desprende de acta levantada por la Inspectoría del Trabajo de Cabimas, en fecha 23 de febrero de 1993, donde el
representante de la empresa reconoció, abiertamente, que el actor estuvo activo como “Maquinista de Bongo”, hasta el 11
de de febrero de 1993 y solicitó se declarara sin lugar la solicitud de reenganche, por cuanto éste -el actor- presentaba una
enfermedad bronco pulmonar que le había generado una incapacidad parcial y permanente.

Indica, que la enfermedad profesional le sobrevino por la exposición e inhalación de sustancias en un


ambiente contaminado por humo de combustible diesel, por espacio prolongado de tiempo, es decir, durante el tiempo
que duró la relación de trabajo, aunado a la ausencia de medidas de seguridad industrial en el medio ambiente de trabajo y
por no haber dado cumplimiento la empresa a las normas de seguridad previstas en el Reglamento sobre Seguridad
Industrial y la Ley Orgánica de Prevención y Medio Ambiente del Trabajo.

En virtud de las consideraciones expuestas, reclama: a) Daño Material producto del Lucro Cesante, por haber
incurrido la empresa en un hecho ilícito, un total de 27 años que resulta de la diferencia entre los 33 años que tenía para el
momento de la constatación de la enfermedad y los 60 años de edad hasta los que hubiera disfrutado, a razón de Bs.
483,00 (salario diario), lo cual arroja la cantidad de Bs. 4.759.965,00; b) Por concepto de lucro cesante, reclama también los
conceptos laborales correspondientes hasta cumplir los 60 años de edad, establecidos en la Ley Orgánica del Trabajo y en el
Contrato Colectivo de Trabajo; así: Antigüedad Legal: 30 días por año, que multiplicados por los 27 años que constituyen la
diferencia entre los 33 años que tenía y los 60 años de vida útil laboral, que multiplicados por el salario diario estimado en
Bs. 483,00, alcanzan la cantidad de Bs. 391.230,00; Antigüedad Adicional: 15 días por año, multiplicados por los mismos 27
años, tomando para ello el salario diario estimado en Bs. 483,00, para un total de Bs. 195.615,00; Antigüedad Contractual:
15 días por año, multiplicados por los mismos 27 años, tomando para ello el salario diario estimado en Bs. 483,00, para un
total de Bs. 195.615,00; Vacaciones: 30 días multiplicados por los 27 años, lo cual alcanza la suma de Bs. 391.230,00; Ayuda
para Vacaciones o Bono Vacacional: 30 días multiplicados por los 27 años, lo cual alcanza la suma de Bs. 391.230,00; y
Utilidades: 120 días de salario multiplicados por los 27 años, para un total de Bs. 1.564.920,00; c) Daño Moral: Bs.
75.000.000,00. Total demandado: Bs. 82.889.805,00.

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Por su parte, la demandada, en su escrito de contestación, admite como cierto que el accionante prestó
servicios como “Maquinista de Bongo”, desde el 30 de noviembre de 1987 y que es cierto que devengaba cuatrocientos
ochenta y tres bolívares (Bs. 483,00 o Bs.f. 0,48) diarios.

Niega que no le hubiere informado, advertido y adiestrado en forma verbal o escrita al accionante, sobre los
riesgos a los cuales estaría expuesto por la prestación de sus servicios, en virtud a que existe una Gerencia de Seguridad
Industrial, encargada de vigilar y darle cumplimiento a toda la normativa existente sobre Higiene y Seguridad Industrial,
ordenada en la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, adicional a los cursos que el
demandante hizo en la empresa.

Niega que el accionante haya sufrido o esté sufriendo una enfermedad profesional sobrevenida que se
pudiera haber traducido en una incapacidad absoluta y permanente, pues, actualmente presta sus servicios como chofer de
tráfico en la línea Corito de Cabimas.

Señala que las labores del demandante como maquinista, siempre se realizaban en un ambiente de trabajo
normal y adecuado, conformado por el muelle donde embarcaba y chequeaba la batería y el nivel del aceite de las
máquinas de los remolcadores, el cual se encuentra descubierto o al aire libre y con la ventilación normal del área del Lago
de Maracaibo. Agrega que a bordo de la unidad, el ambiente de trabajo era un remolcador con todas las normas técnicas
típicas de una unidad de ese tipo, con dos máquinas diesel de combustión interna, que se encontraban en la sala de
máquinas, a la cual el demandante entraba, como era su deber y obligación, antes de iniciar cada viaje, para verificar el
estado general de las máquinas, el nivel de aceite y el estado de las baterías. En todo caso, alegan que de haber humo en la
sala de máquinas, el propio motorista era el encargado de denunciar tal irregularidad, por lo que a todo evento invocan el
hecho de la víctima.

Por otra parte, aduce la demandada que no consta en ninguna parte del libelo que tipo o clase de
padecimiento aqueja al accionante. Invoca la aplicación del artículo 319 del Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo, por
no aparecer “carbón” en el cuadro que el mismo artículo describe, como una sustancia que causa enfermedad profesional,
así como por no aparecer la profesión, industria o faena que realizó el demandante.

Rechaza que hubiera convenido en que el demandante padeciera alguna enfermedad profesional, que le
hubiere sobrevenido por la exposición e inhalación de sustancias en un ambiente contaminado con humo de combustión
diesel, así como que la enfermedad fuera causada por la exposición a algún riesgo, además que existiera ausencia de
medidas de seguridad en el medio ambiente de trabajo.

En tal sentido, niega que el demandante se haya hecho acreedor a la cantidad de cuatro millones setecientos
cincuenta y nueve mil novecientos sesenta y cinco bolívares (Bs. 4.759.965,00), por concepto de daño material por lucro
cesante, y que le corresponda algún pago por lucro cesante correspondiente al tiempo hábil que le faltó hasta cumplir
sesenta (60) años de edad, incluso los conceptos laborales también reclamados por concepto de lucro cesante.

Finalmente, niega tener alguna responsabilidad en el presunto daño alegado, ni que algún bien que se
encuentre bajo su propiedad o posesión, le haya causado al accionante daño físico o moral, en consecuencia, niega la
cantidad de setenta y cinco millones de bolívares (Bs. 75.000.000,00) reclamados por concepto de daño moral.

Para decidir, la Sala observa:

En innumerables sentencias, esta Sala de Casación Social ha dejado sentado el criterio a seguir en cuanto a la
distribución de la carga de la prueba en materia laboral, dentro de las cuales encontramos el fallo de fecha 15 de marzo de
2000, en el juicio seguido por el ciudadano Jesús Henríquez Estrada contra la empresa Administradora Yuruary, C.A., en la
cual textualmente se expresó:

Ahora bien, se desprende de todo lo antes expuesto que el artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo, establece la forma y el momento en que debe ser contestada la demanda en el

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proceso laboral, y también, cuándo se invierte la carga de la prueba y cuáles de los hechos alegados por el
actor se tendrán por admitidos.

Es por lo expuesto en el párrafo anterior, que esta Sala de Casación Social debe esclarecer que la contestación
de la demanda en materia laboral debe hacerse en forma clara y determinada, estableciendo cuáles de los
hechos alegados por el actor se admiten y cuáles se rechazan, estando obligada la parte demandada a
fundamentar el motivo del rechazo o de la admisión de los hechos.

Lo antes precisado, tiene su asidero en la circunstancia de que según como el accionado dé contestación a la
demanda, se fijará la distribución de la carga de la prueba en el proceso laboral.

Por lo tanto, el demandado en el proceso laboral tiene la carga de probar todos aquellos alegatos nuevos que
le sirvan de fundamento para rechazar las pretensiones del actor.

También debe esta Sala señalar que, habrá inversión de la carga de la prueba en el proceso laboral, es decir,
estará el actor eximido de probar sus alegatos, en los siguientes casos:

1) Cuando en la contestación a la demanda el accionado admita la prestación de un servicio personal aun


cuando el accionado no la califique como relación laboral. (Presunción iuris tantum, establecida en el
articulo 65 de la Ley Orgánica del Trabajo).
2) Cuando el demandado no rechace la existencia de la relación laboral, se invertirá la carga de la prueba en
lo que se refiere a todos los restantes alegatos contenidos en el libelo que tengan conexión con la relación
laboral, por lo tanto es el demandado quien deberá probar, y es en definitiva quien tiene en su poder las
pruebas idóneas sobre el salario que percibía el trabajador, el tiempo de servicios, si le fueron pagadas las
vacaciones, utilidades, etc.

También debe esta Sala señalar con relación al mencionado artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo, en lo referente a cuándo se tendrán por admitidos los hechos alegados por la
parte actora, que en estos casos, se deberá aplicar la llamada confesión ficta.

Es decir, se tendrán por admitidos aquellos hechos alegados por la parte accionante en su libelo, que el
respectivo demandado no niegue o rechace expresamente en su contestación, o cuando no haya
fundamentado el motivo del rechazo, aunado al hecho de que tampoco haya aportado a los autos en la
oportunidad legal, alguna prueba capaz de desvirtuar dichos alegatos del actor.

En otras palabras, la demandada tendrá la carga de desvirtuar en la fase probatoria, aquellos hechos sobre
los cuales no hubiese realizado en la contestación el fundamentado rechazo, de lo contrario, el sentenciador
deberá tenerlos como admitidos (…)

Así pues, planteados como han quedado los hechos alegados por la parte actora, así como las excepciones y defensas
opuestas por la demandada, se tiene como admitida la prestación de servicio, el cargo desempeñado, el salario diario y
la fecha de inicio de la relación laboral. En consecuencia, la controversia queda delimitada ha determinar el origen
profesional u ocupacional de la enfermedad padecida por el actor y la procedencia de las indemnizaciones que por
daño moral y lucro cesante fueron peticionadas.

Una vez establecido como han quedado los términos de la controversia, esta Sala pasa de seguidas a analizar las
pruebas promovidas y evacuadas en autos, de conformidad con las reglas de valoración establecidas en el Código de
Procedimiento Civil, por cuanto para el momento de su promoción y evacuación no se encontraba vigente la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo

De las pruebas de la parte actora:

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a) Conjuntamente con el libelo de demanda:

Cursante al folio 25 de la primera pieza del expediente, fue consignada en copia simple, acta de matrimonio
suscrita por el Prefecto del Municipio Autónomo de Cabimas del Estado Zulia, a la cual se le otorga pleno valor probatorio
por tratarse de un documento público, de conformidad con el artículo 429 del Código de Procedimiento Civil,
evidenciándose de la misma que en fecha 18 de diciembre de 1982, los ciudadanos Aquiles Antonio Méndez Bembeni y
Minerva Rafaela Colina Caldera contrajeron matrimonio.

Cursante a los folios 26 al 29 de la primera pieza del expediente, fueron consignadas en original, partidas de
nacimiento de los ciudadanos Aquiles José Méndez Colina, Airelys del Carmen Méndez Colina, Airenys del Carmen Méndez
Colina y Anderson Antonio Méndez Colina, hijos de los ciudadanos Aquiles Antonio Méndez Bembeni y Minerva Rafaela
Colina Caldera, las tres primeras suscritas por el Prefecto del Municipio Autónomo Cabimas del Estado Zulia y la última por
el Jefe Civil de la Parroquia Jorge Hernández del Municipio Autónomo de Cabimas del Estado Zulia, a las cuales se le otorga
pleno valor probatorio por tratarse de documentos públicos, de conformidad con el artículo 429 del Código de
Procedimiento Civil.

Cursante al folio 30 de la primera pieza del expediente, fue consignada copia fotostática de oficio N° 1366, de
fecha 17 de noviembre de 1992, contentivo de notificación dirigida a la empresa, emitida por la Inspectoría del Trabajo del
Estado Zulia con sede en Cabimas, mediante la cual se le indicó a la demandada, el resultado del examen practicado al actor
por el médico legista, en los términos siguientes: “AQUILES ANTONIO MENDEZ (sic), Edad: 33ª. C.I.V. 7.842.294; Fecha No.
S/N MEDICATURA LEGISTA: RESÚMEN: Enfermedad Broncopulmonar con compromiso respiratorio moderado por aspiración
de material ambiental contaminante relacionado con su trabajo. Se anexa informe del médico especialista neumonólogo
tratante. Debe ser retirado de medios contaminados con humo produsto (sic) del escape de motores de combustión interna.
Incapacidad Parcial y Permanente. Monto: treinta por ciento. Según art. 317 del Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo.
Aplicar cláusula 44 del contrato petrolero. Dr. Francisco R. Piñerúa. El médico Legista”. Encuentra la Sala que dicha
instrumental, se trata de un documento público administrativo que, al no ser impugnado, goza de una presunción de
veracidad y legitimidad, por lo que merece pleno valor probatorio, de conformidad con el artículo 429 del Código de
Procedimiento Civil, quedando evidenciada que la enfermedad broncopulmonar con compromiso respiratorio moderado,
por aspiración de material ambiental contaminante padecida por el ciudadano Aquiles Antonio Méndez Bembeni, está
relacionada con su trabajo y que por tanto presenta una incapacidad parcial y permanente, en razón de lo diagnosticado.

Cursante al folio 31 de la primera pieza del expediente, fue consignada original de informe médico emitido por la
Unidad de Neumonología y Terapia Respiratoria Dres. Adolfo E. Urrutia, Rafael Uzcategui, Virginia de Bermúdez y
Argenis D’ Windt, al cual esta Sala no le confiere valor probatorio, ya que al emanar de médicos privados ha debido ser
ratificado en juicio, de conformidad con el artículo 431 del Código de Procedimiento Civil.

Cursante al folio 32 de la primera pieza del expediente, fue consignada copia fotostática de constancia médica expedida
por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Dirección de Medicina del Trabajo, Región Zuliana, de fecha 8 de
noviembre de 1993, mediante la cual se hace constar lo siguiente: “AQUILES ANTONIO MENDEZ (sic) BEMBENI, Títular
(sic) de la Cédula de Identidad N° 7.842.294; de 34 años de edad a quien se le elaboró su historial clínico comprendiendo
ésta anamnesis, examen físico, exámenes complementarios e interconsultas especializadas, llegándose a la conclusión
que el ciudadano antes mencionado, presentando en la actualidad cuadro compatible con enfermedad profesional
adquirida en su puesto de trabajo (Maquinista) tal como lo demuestran los diferentes estudios practicados a dicho
trabajador: exámenes de esputo, RX de Torax, Broncoscopio, exámenes de laboratorio, etc; todos estos exámenes nos
llega a concluir que estamos en presencia de una Enfermedad Respiratoria obstructiva-Restrictiva producida por el
Carbón, estando el señor Aquiles Mendez (sic) en los momentos actuales con una incapacidad total y permanente para
su profesión habitual”. Encuentra la Sala que dicha instrumental, se trata de un documento público administrativo que,
al no ser impugnado, goza de una presunción de veracidad y legitimidad, por lo que merece pleno valor probatorio, de
conformidad con el artículo 429 del Código de Procedimiento Civil, quedando evidenciada el origen profesional de la
enfermedad padecida por el accionante, debidamente diagnosticada por la autoridad médica administrativa, quien
finalmente le certificó una incapacidad total y permanente.

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Cursante a los folios 33 al 101 de la primera pieza del expediente, fue consignada copia certificada del expediente
relacionado con el procedimiento de solicitud de reenganche y pago de salarios caídos incoado por el ciudadano Aquiles
Méndez contra Zaramella & Pavan Construction Company, S.A., ante la Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, con sede en
Cabimas, por lo que al tratarse de un documento público administrativo que no resultó impugnado por la parte contraria,
esta Sala le otorga valor probatorio, de conformidad con el artículo 429 del Código de Procedimiento Civil. Con relación a
los hechos controvertidos en el presente asunto, esta Sala extrae de la instrumental bajo análisis, los alegatos expuestos
por la parte patronal, en el acta levantada el día 25 de febrero de 1993, mediante la cual señaló que el ciudadano Aquiles
Méndez estuvo activo como “Maquinista de Bongo” hasta el día 11 de febrero de 1993, dándole cumplimiento a la orden
médico legal, por lo que no podía reengancharlo, en virtud de la enfermedad brocopulmonar que le generó una incapacidad
parcial y permanente.

b) En el escrito de promoción de pruebas:

Promovió la testimonial de los ciudadanos Elia Colina Caldera y Joel Portillo, cuyos actos de declaración quedaron
desiertos, motivo por el cual esta Sala no tiene materia probatoria que analizar.

Promovió las testimoniales de los ciudadanos William Zuleta, Eleida Josefina López, Antonio Díaz, y Yasmeira de
Reyes, cuyas declaraciones se analizan a continuación:

En la oportunidad de la evacuación del testigo William Zuleta manifestó que trabajó en la empresa demandada
conjuntamente con el accionante, ocupando el cargo de capitán de lanchas, remolcadores, bongos y barcazas. Señaló que
en la época que laboró en la empresa demandada, nunca recibió charlas de seguridad industrial, ni le suministraron
implementos de seguridad para prestar el servicio. Expresó que en la Sala de Máquinas de los bongos, había acumulación
de humo y gases producto de la combustión diesel, haciéndose difícil laborar en dichas condiciones, lo cual fue manifestado
a la empresa, situación que no fue resuelta. Alegó que el ciudadano Aquiles Méndez traía problemas respiratorios y que en
una ocasión haciendo sus labores, tuvo que salirse inmediatamente porque le dolía la espalda y el pecho, teniendo
dificultad para respirar. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 508 del Código de Procedimiento Civil, se le otorga
valor probatorio al no haber incurrido en contradicción, en el momento de rendir su declaración, quedando evidenciada la
degeneración física del accionante, producto de encontrarse expuesto a la acumulación de humo y gases derivados de
combustión diesel.

En su oportunidad legal, la testigo Eleida Josefina López, manifestó conocer al ciudadano Aquíles Méndez, ya
que vivía cerca de su casa y por ello le consta que éste padece de una enfermedad respiratoria, pues, se le ve como si
tuviera un ahogo. Agrega que en dos oportunidades lo vio como lo subieron a un carro casi desmayado. Añadió que en una
oportunidad tuvo que llevar a un familiar al Centro Médico de Cabimas y allí consiguió al señor Aquiles Méndez, a quien le
estaban haciendo terapia respiratoria. Indicó que le consta que el señor Aquiles Méndez, se encuentra atravesando una
difícil situación económica con su familia, pues, según dice, presenció cuando éste -Aquiles Méndez- y su esposa llegaban
pidiendo fiado en la bodega de la cuadra. A esta testimonial, la Sala le resta valor probatorio, ya que no aporta elementos
suficientes para el esclarecimiento de la controversia planteada.

En cuanto a la declaración rendida por el ciudadano Antonio José Díaz, se desprende que éste manifestó que
conocía a las partes del presente juicio, que vio al actor trabajando en los muelles de la empresa, específicamente, en un
remolcador, y que, sin emitir un veredicto médico, ha visto como el actor se estaba ahogando teniendo dificultad para
respirar. Respecto a esta testimonial, la Sala le resta valor probatorio, ya que tampoco aporta elementos suficientes para el
esclarecimiento de la controversia planteada.

Finalmente, en la oportunidad de evacuación de la testimonial rendida por la ciudadana Yasmeira de Reyes,


manifestó conocer al ciudadano Aquiles Méndez, ya que vivían en el mismo vecindario, que lo ha visto teniendo problemas
para respirar y que lo han sacado de su casa casi desmayado por esos mismos problemas. Agregó que en dos oportunidades
tuvo que llevar a un familiar al Centro Médico de Cabimas y allí consiguió al señor Aquiles Méndez, a quien le estaban
haciendo terapia respiratoria. Sobre su declaración, la Sala le resta valor probatorio, ya que no aporta elementos suficientes
para el esclarecimiento de la controversia planteada.

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De las pruebas de la parte demandada:

Reprodujo el mérito favorable de los autos, lo cual como ya ha establecido esta Sala de Casación Social, en
reiteradas oportunidades, atiende al principio de comunidad de la prueba y no a un medio de prueba específico.

Promovió las testimoniales de los ciudadanos León López, Luis Finol, Ediover Pacheco, Emiro Arrieta, José
Sánchez, Enrique Rivas, Gustavo González y Juan Carlos Méndez, cuyos actos de declaración quedaron desiertos, motivo
por el que esta Sala no tiene materia probatoria que analizar.

Efectuado el análisis probatorio que antecede esta Sala de Casación Social entra a decidir la presente controversia
en los términos siguientes:

Del examen y valoración de las pruebas aportadas al proceso, evidencia la Sala que el demandante, en el
desempeño de su cargo prestado en la empresa Zaramella & Pavan Construction Company, S.A., estuvo expuesto a humo y
gases tóxicos producto del escape de los motores, por lo que tenía contacto con la combustión interna diesel que los
mismos producían, tal y como se desprende de la testimonial rendida por el ciudadano William Zuleta.

También quedó demostrado en autos, específicamente, de la notificación dirigida a la empresa Zaramella &
Pavan Construction Company, S.A., emitida por la Inspectoría del Trabajo del Estado Zulia, con sede en Cabimas (folio 30),
mediante la cual se le indicó a la demandada, el resultado del examen practicado al actor por el médico legista y de la
constancia médica expedida por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Dirección de Medicina del Trabajo, Región
Zuliana, en fecha 8 de noviembre de 1993 (folio 32), que el trabajador contrajo una enfermedad brocopulmonar con
compromiso respiratorio moderado de origen profesional, por la exposición a un medio ambiente contaminado.
Por otra parte, resultó demostrado que, el demandante, como consecuencia de la enfermedad contraída,
padece una incapacidad total y permanente para el ejercicio de su profesión habitual, debidamente certificada por la
autoridad médica administrativa competente, según se desprende de la instrumental cursante al folio 32 de la primera
pieza del expediente.

Es decir, que el demandante, quien se desempeñaba como “Maquinista de Bongo” en la empresa accionada,
estando en contacto permanente, por la naturaleza de su labor, con humo y gases altamente contaminantes, contrajo una
enfermedad cuya causa le ocasionó dificultad para respirar, lo que configura una enfermedad de origen profesional, puesto
que se trata de un estado patológico contraído con ocasión del trabajo o por exposición al ambiente en el que el trabajador
se encontraba obligado a prestar el servicio; y que fue originado por la acción de agentes físicos, químicos o biológicos, tal
cual lo establece el artículo 562 de la Ley Orgánica del Trabajo. Así se decide.

Ahora bien, como quiera que el actor con ocasión de la enfermedad profesional contraída, pretende el pago
de indemnizaciones por daño moral y lucro cesante, esta Sala considera pertinente hacer las siguientes consideraciones:

En reiteradas oportunidades esta Sala de Casación Social, ha establecido que es posible para un trabajador incoar una
acción por indemnización de daños materiales derivados de accidente de trabajo o enfermedad profesional, en la que
pueden concurrir tres pretensiones claramente diferenciadas, a saber: 1) El reclamo de las indemnizaciones previstas en
la Ley Orgánica del Trabajo en sus artículos 560 y siguientes, que origina una responsabilidad objetiva del patrono, tanto
por daños materiales allí tarifados como por daño moral; 2) Las indemnizaciones establecidas en el artículo 33 de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo -vigente para la época-, que concibe la
responsabilidad subjetiva por incumplimiento de la empresa de su disposiciones legales; y 3) Se podrán reclamar las
indemnizaciones provenientes del hecho ilícito del patrono, la cual supone también una responsabilidad subjetiva, por
la culpa o negligencia del empleador ante el daño material, prevista, no en la normativa específica del derecho del
trabajo, sino en el Derecho Común.

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Tal clasificación -a juicio de la Sala- resulta conveniente resaltarla, pues, una vez establecidos los hechos, debe
procederse a la recta aplicación del derecho, tomando en consideración que cada uno de los supuestos señalados presenta
sus propias particularidades.

Así las cosas, del escrito libelar se observa que el accionante, primeramente, reclamó una indemnización por lucro
cesante, por haber incurrido la empresa en un hecho ilícito, equivalente al monto de sus salarios y los sucesivos
aumentos, hasta cumplir 60 años de edad. Reclama también por lucro cesante, los conceptos laborales
correspondientes, establecidos en la Ley Orgánica del Trabajo y en el Contrato Colectivo de Trabajo, hasta cumplir los 60
años de edad.

Con relación a ello, ha dicho la Sala que quien pretenda ser indemnizado por concepto de lucro cesante, debe
demostrar que la existencia de una enfermedad o accidente (el daño) sea consecuencia de la conducta imprudente,
negligente, inobservante, imperita del patrono (hecho ilícito), es decir, que además de demostrar el daño sufrido y el hecho
ilícito generador, debe comprobar que la primera es producto de un efecto consecuencial de la otra, siendo imperativo para
los operadores de justicia justificar, con base a ello, su procedencia a los efectos de establecer la condena.

Con base al análisis probatorio efectuado en acápites anteriores y visto el reclamo solicitado en el libelo de demanda
por lucro cesante precedentemente especificado, correspondía en este caso demostrar al actor, los extremos que
conforman el hecho ilícito, es decir, la culpabilidad en el patrono, el nexo de causalidad y el hecho dañoso.

Así pues, pese a que de la carga probatoria que soportaba el actor, se logró demostrar que el daño sufrido por
éste (enfermedad broncopulmonar con compromiso respiratorio), es producto directo de la prestación del servicio en la
empresa accionada, lo cual constituye, inequívocamente, una enfermedad de origen profesional, de las actas que cursan en
el expediente no se encontró prueba alguna tendiente a demostrar la presencia de los extremos que involucren la culpa en
el patrono.

Por lo que, no habiendo probado la parte reclamante tales extremos, es decir, que el ente empleador haya tenido
una conducta imprudente, negligente, inobservante o imperita, se declara improcedente las reclamaciones por lucro
cesante fundadas en el hecho ilícito de la demandada y así se decide.

Por otra parte, aprecia la Sala que el actor reclamó una indemnización por daño moral, la cual estimó en la cantidad de
setenta y cinco millones de bolívares (Bs. 75.000.000,00 o Bs.f. 75.000,00), en virtud de los daños y secuelas sufridas a
consecuencia de la enfermedad profesional, las cuales le impidieron un desenvolvimiento moral, laboral y familiar
acorde con su juventud.

Al respecto, resulta pertinente puntualizar lo establecido por esta Sala en múltiples ocasiones, referente a que la Ley
Orgánica del Trabajo adoptó la teoría del riesgo profesional aplicable en materia de accidentes o enfermedades
profesionales, con la particularidad de tarifar la indemnización pagadera al trabajador por daño material en la medida
de la incapacidad producida por el accidente o enfermedad profesional, mientras que el daño moral, al no poder ser
realmente cuantificable, ni mucho menos tarifado por la Ley, queda a la libre estimación del sentenciador, quien a partir
de un proceso lógico de establecimiento de los hechos, aplica la ley y la equidad, analiza la importancia del daño, el
grado de culpabilidad del autor, la conducta de la víctima y la llamada escala de sufrimientos morales, valorándolos para
llegar a una indemnización razonable.

Por tanto, dado que el alcance sobre la indemnización por la responsabilidad objetiva del patrono se extiende
también al daño moral, aun cuando no haya mediado culpa o negligencia de su parte en el acaecimiento del infortunio, esta
Sala considera procedente la indemnización reclamada, toda vez que habiéndose establecido la existencia del hecho
generador, es decir, la enfermedad profesional, ello indudablemente repercutió en la esfera moral del demandante. Así se
decide.

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Sin embargo, la doctrina y jurisprudencia patria, han señalado que pertenece a la discreción y prudencia del
juez la calificación, extensión y cuantía del daño moral, por lo que este Alto Tribunal, con relación a los hechos objetivos
que el juez debe analizar en cada caso concreto para determinar la cuantificación del mismo, ha señalado lo siguiente:

(…) el sentenciador que conoce de una acción por daño moral debe hacer un examen del caso en concreto
analizando los siguientes aspectos: a) la entidad (importancia) del daño, tanto físico como psíquico (la llamada
escala de los sufrimientos morales); b) el grado de culpabilidad del accionado o su participación en el
accidente o acto ilícito que causó el daño (según sea responsabilidad objetiva o subjetiva); c) la conducta de la
víctima; d) grado de educación y cultura del reclamante; e) posición social y económica del reclamante, f)
capacidad económica de la parte accionada; g) los posibles atenuantes a favor del responsable; h) el tipo de
retribución satisfactoria que necesitaría la víctima para ocupar una situación similar a la anterior al accidente
o enfermedad; y, por último, i) referencias pecuniarias estimados por el Juez para tasar la indemnización que
considera equitativa y justa para el caso concreto. En consecuencia, el Juez debe expresamente señalar en su
decisión el análisis que realizó de los aspectos objetivos señalados en el precedente párrafo, exponiendo las
razones que justifican su estimación, las cuales lo llevaron a una indemnización razonable, que permita,
controlar la legalidad del quantum del daño moral fijado por el Juez. (Sentencia 144, de fecha 07/03/2002,
José Yánez contra Hilados Flexilon, S.A.).

En mérito de las anteriores consideraciones y en torno al quantum por daño moral, la Sala considera ajustado
acoger el criterio establecido por la Juez de la Primera Instancia, con relación a los supuestos objetivos que le sirvieron de
fundamento para motivar el daño moral sufrido por el actor, esto son, entre otros, la privación de su fuente de trabajo, en
virtud de la incapacidad para el ejercicio de su profesión habitual y las dificultades física que experimenta derivado de las
secuelas causadas por la enfermedad que le impiden al actor un normal desenvolvimiento moral, laboral y familiar acorde
con su juventud; más no así el monto estimado en treinta y cinco millones de bolívares (Bs. 35.000.000,00 o Bs.f.
35.000,00), toda vez que ya han pasado más de siete (7) años, aproximadamente, desde que se estableció tal condenatoria,
no siendo la misma sujeta a indexación acorde al inveterado criterio jurisprudencial de la Sala.

En tal sentido, la Sala por vía de equidad considera prudente elevar la cantidad condenada a cincuenta mil
bolívares fuertes (Bs. 50.000,00) como indemnización por concepto de daño moral. Así se decide

Por las razones antes expuestas, se declara parcialmente con lugar la demanda intentada por el ciudadano
Aquiles Antonio Méndez Bembeni, contra la sociedad mercantil Zaramella & Pavan Construction Company, S.A. y se le
condena a pagar la cantidad antes especificada por concepto de daño moral. Así se declara.

DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación Social, en nombre de la
República y por autoridad de la Ley declara: 1) CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la parte actora, contra la
sentencia proferida en fecha 28 de febrero de 2008 por el Juzgado Superior Quinto del Circuito Judicial del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia; 2) se ANULA el fallo recurrido, y 3) PARCIALMENTE CON LUGAR la demanda
incoada, condenándose a la sociedad Zaramella & Pavan Construction Company, S.A. a cancelar al actor el monto ante
señalado por concepto de daño moral.

No hay expresa condenatoria en costas del proceso, dada la naturaleza de la presente decisión.

Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Unidad de Recepción y Distribución de Documentos del


Circuito Judicial del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, a los fines consiguientes. Particípese de esta
remisión al Juzgado Superior de origen antes mencionado, todo de conformidad con el artículo 176 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo.

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Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social, del Tribunal Supremo de Justicia,
en Caracas, a los doce (12) días del mes de noviembre de dos mil nueve. Años: 199º de la Independencia y 150º de la
Federación.

El Presidente de la Sala y Ponente,

_____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

El Vicepresidente, Magistrado,

________________________ ______________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO ALFONSO VALBUENA CORDERO

Magistrado, Magistrada,

________________________________ _________________________________
LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

El Secretario,

_____________________________
JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

R.C. N° AA60-S-2008-000745
Nota: Publicada en su fecha a

El Secretario,

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