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de San Marcos, allá en los lejanos años ochenta, cuando el Perú parecía
ahogarse, atónito, ante la marea incesante de la violencia. Permítaseme
mencionar a Jorge Cornejo Polar (erudito recientemente desaparecido;
profundo conocedor de la obra de Manuel Ascensio Segura), a Jorge
Puccinelli, Marco Martos, Edgardo Rivera Martínez, Carlos Germán
Belli, Manuel Pantigoso, Carlos Eduardo Zavaleta y Eduardo Hopkins.
Ya no está (aunque su recuerdo nos acompañe) Antonio Cornejo Polar,
en cuya casa de la avenida Higuereta yo discutía, con pasión y algo de
sindéresis, sobre los vericuetos de la literatura latinoamericana y trataba
de echar quizá luz en el camino siempre sinuoso de la creación poética.
Allí aprendí que la crítica literaria era también una cuestión de estilo y que
un investigador debía tener como norte esclarecer el sentido que subyace
a una novela o a una obra de teatro. El hermeneuta literario no es dueño
de la verdad absoluta, sino un lector que busca compartir su exégesis con
los demás. Un poema no puede reducirse a una fórmula matemática, sino
que es un objeto vivo que invita al lector a emplear su imaginación para
completar la significación que el autor apenas ha esbozado. Umberto Eco
se ha referido a la poética de la obra abierta para aludir a un tipo de obras
que consideraba al receptor como el libre ejecutante de una partitura
dejada casi inconclusa por su diestro hacedor. Hans-Robert Jauss, por su
parte, ha dicho que la historia de la literatura era una provocación. Es
decir, un poema es un acicate a nuestra fantasía de lectores y debiéramos
responder con una interpretación creativa y no con una ecuación que
simplemente reduzca a un mero esquema la complejidad polisémica del
discurso literario.
La Academia Peruana de la Lengua tiene el noble oficio de preservar
el invalorable legado de la comunidad hispanohablante: el idioma. Pedro
Salinas, eximio traductor de Marcel Proust y sutil poeta, afirma sin
ambages: “No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se
dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el
individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro,
y esa expresión sólo se cumple por medio del lenguaje”1. Hablar, escribir,
leer y escuchar son actividades en las cuales nos involucramos íntimamente
2 Paz, Octavio. “’Destiempos’ en Blanca Varela”. En: Varela, Blanca. Canto villano.
Poesía reunida (1949-1994). México: Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 10.
3 Paoli, Roberto. “Una visión lúcida y desencantada”. En: Varela, Blanca. Op. Cit., p.
19.
4 Castañón, Adolfo. “Blanca Varela: la piedad incandescente”. En: Varela, Blanca. Op.
Cit., p. 28.
5 Mallarmé, Stéphane. Igitur. Divagations. Un coup de dés. Paris: Ed. Gallimard, 1976,
p. 392. Tomo la traducción de Ricardo Silva-Santisteban.
6 Paoli, Roberto. “Una visión lúcida y desencantada”. En: Varela, Blanca. Op. Cit., p. 15.
7 Bottiroli, Giovanni. “Ibridare, problema per artisti. Alcune tesi”. En: www.letteratu-
ratuttalavita.blogspot.com (21-08-2008) (La traducción es nuestra; a partir de ahora
las citas de Bottiroli serán traducidas por nosotros).
10 Bottiroli, Giovanni. “Ibridare, problema per artisti. Alcune tesi”. En: www.
letteraturatuttalavita.blogspot.com (21-08-2008)
11 Lakoff, George y Mark Johnson. Metáforas de la vida cotidiana. Madrid, Ediciones
Cátedra, 1995, p. 39.
12 Cf. Cardona, Giorgio Raimondo. I sei lati del mondo. Linguaggio ed esperienza Bari,
Ed. Laterza, 1985.
casa fuera un cuerpo; los pilares fueran los brazos; la entrada, la boca; las
ventanas, los ojos, etc.
Veamos la primera parte del poema llamado “Ejercicios”, que forma
parte de Valses y otras falsas confesiones:
Un poema
como una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo
yo
y el gran gran aire de las palabras
Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la última
sala, junto a las letrinas, la de la herida negra como un ojo bajo el seno
izquierdo.
Ve lo que has hecho de mí, la madre que devora a sus crías, la que traga
sus lágrimas y engorda, la que debe abortar en cada luna, la que sangra
todos los días del año.
Manuel Pantigoso
la lucha interminable con las palabras” -dedicado a una de las grandes poetas
del Perú contemporáneo- Camilo Fernández sostiene que esta fundadora
de nuestras tradiciones poéticas contemporáneas se muestra contraria a
aquellos creadores que, más allá del acierto o desacierto poético, tienden a
la expansión del discurso. Ella, más bien, reduce el espacio de la expresión
verbal a fin de lograr la precisión lírica. En esta síntesis de lo expresivo
encuentra Fernández puntos de confluencia con el simbolismo francés
y el surrealismo, porque en los textos de Varela estarán presentes, por
un lado, esa atmósfera velada y sugerida que se muestra a través de un
tipo de poema pleno de música y ensoñación, propios del simbolismo
francés, y, por otro, ese toque onírico presente en otros textos donde la
palabra se sitúa entre la vigilia y el sueño, correspondiente al surrealismo.
En su exposición resulta sugestiva esa impronta de introducirnos en las
varias capas que conforman el contorno y dintorno del texto analizado,
dialogando paralelamente con la poesía en general; es decir, realizando
la exégesis de la obra de Varela y, simultáneamente, a través de sus
contribuciones y de las citas pertinentes, definiendo la naturaleza del
fenómeno poético.
una reflexión sistemática sobre la crisis del lenguaje poético a través del
espacio de un hospital y de la inminencia de la muerte.