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Fueron años muy intensos que, unidos a los cambios que se veían
venir, ayudaban a querer cambiar la realidad por otra que fuera
mejor. La Zona VI fue conducida por Alonso con magistral destreza
y se supo rodear de magníficos colaboradores. Es necesario el
recordar a Mowgli, Don Luis, que junto con Mercedes, Da.
Mercedes, demostraron ser capaces de arriesgar mucho confiando
en un grupo de gente joven, de gente que con gran ilusión le dieron
un rumbo que, si hubieran historiadores capaces de contar todo y
cada una de las cosas que se trabajaron en aquella época, sería un
hito a nivel mundial del escultismo. Se empezó e implantó la
coeducación, se acercó el escultismo a la realidad regional, se le
dio carácter científico y se sacó definitivamente el escultismo a la
calle. El escultismo pasó a ser un movimiento juvenil fuerte, de ahí
que nuestra presencia era demandada dentro de las pocas
posibilidades que daban los últimos años del franquismo y el
postfranquismo. Formamos parte, como Asociación, en los primeros
brotes de las Asambleas de Jóvenes y que tras los años
desembocaron en lo que en la actualidad son los Consejos de la
Juventud (creo que reciben en la actualidad ese nombre).
Asociación de Amigos de los Exploradores de Lorca.
C/ Abenhalaj, 4, 2º b. 30.800 Lorca (Murcia).
C.I.F: G-73606006
www.antiguosexploradoreslorca.blogspot.com
Muchos recuerdos, creación de la AERM (Asociación de Escultismo
de la Región Murciana), intentamos y nos presentamos, antes de
crear la AERM, como continuadores de la Asociación Nacional de
Exploradores de España, tras muchas reuniones y una definitiva en
la calle de Angustias en una noche, creo, que lluviosa. Cuantos
recuerdos tiene esa casa con Julia y Antonio y su pequeña Virginia.
Casa tan pequeña pero tan llena de ilusión y alegría. No podemos,
ni puedo, olvidar las Jornadas de Estudio y Convivencia para
Educadores, las Jornadas de Reflexión en ese entrañable Coto
Dorda, las largas noches de discusión, de diálogo, de presencia, en
aquel saloncito con comodísimo sillón riconera azul en casa de
Antonio Sanz en Cartagena , donde Antonio siempre tenía su
“último cartucho” guardado. Muchos años, muy intensos, pero la
vida sigue.