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Eduard Vinyamata1
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Eduard Vinyamata es Doctor en Ciencias Sociales y conflictólogo. Autor de una veintena de libros, la
mayor parte sobre Conflictología. Destacan títulos como "Conflictología: Curso de resolución de
conflictos", de Editorial Ariel, La Conflictologia (en català) Edicions de la UOC, y “Aprender
Mediación”, de Editorial Paidós. Profesor de Conflictología en la Universitat Oberta de Catalunya, así
como en diversas universidades europeas y americanas. Director del Área de Cooperación Humanitaria,
Paz y Sostenibilidad del Instituto Internacional de Postgrado de la UOC y del Máster Internacional en
Conflictología. Director del “Campus para la Paz y la Solidaridad” de la misma universidad.
evinyamata@uoc.edu
vivimos. Vivir serenamente, en paz con nosotros mismos, nos permitirá disfrutar de la
vida.
Todos los grandes pensadores, los científicos, los que han significado una referencia y
una guía para las personas, las sociedades y la humanidad en general, han dedicado
buena parte de sus esfuerzos a entender y explicar las causas de los conflictos y las
posibles vías de solución. Todas las personas dedican una parte de sus vidas al esfuerzo
por hallar soluciones a sus crisis y a sus conflictos. Cuando estamos tristes, enfadados o
preocupados seguramente estaremos en plena actividad para hallar solución a nuestros
conflictos con nosotros mismos o con los demás. Las tensiones sociales son otra manera
de entender una sociedad en búsqueda de su equilibrio.
Buena parte de las instituciones sociales fueron creadas para prever la solución pacífica
de los conflictos, para mitigar sus efectos negativos cuando éstos se producen
irremediablemente, o para restaurar la paz cuando los conflictos no han podido evitarse
y han acabado por destruir vidas y ciudades. Aunque parezca mentira, los ejércitos y la
policía se pensaron más para evitar las agresiones violentas y garantizar la seguridad
que para hacer guerras o proteger a ladrones y asesinos. Sin embargo, en demasiadas
ocasiones, los ejércitos han organizado y combatido en guerras que beneficiaban
únicamente a quienes las promovían, y los cuerpos de policía han protegido a los
poderosos que se aprovechan de los débiles. No siempre las cosas han acabado siendo
como en principio se pensó que serían.
La política representa al sistema y a las instituciones concebidas con el objetivo de
coordinar los intereses diversos que existen en toda sociedad y evitar el uso de la fuerza
y de la violencia para entenderse. En las sociedades carentes de política la violencia es
la única manera de dirimir las diferencias y la imposición es el sistema para conseguir
los propósitos sociales. La democracia sirve para conocer las necesidades e intereses de
los otros, tratar de coordinarse, de conciliar intereses y proyectos diversos, llegar a
acuerdos favorables a cada cual y al bien común. Sin embargo, con frecuencia, la
democracia transforma los parlamentos en lugares de discusión, en procesos parecidos a
un diálogo de sordos.
La política se instituyó en las sociedades hartas de solventar sus diferencias a través de
la violencia y el perjuicio común, como una alternativa pacífica en la solución de los
conflictos suscitados por intereses dispares. Pero el tiempo llega a erosionar los buenos
propósitos y la política puede llegar a transformarse en una institución creadora de
conflictos, difícilmente controlable por los ciudadanos que los padecen. La política sin
democracia, sin transparencia y sin clara participación de los ciudadanos acaba por
convertirse en una forma corrupta de manipular y dominar socialmente en beneficio de
grupos minoritarios que usufructúan los beneficios de la vida en sociedad.
De manera parecida, la Justicia también se estableció con la finalidad de solventar los
litigios y conflictos que pudieran generarse entre las personas de una misma comunidad.
Cuando alguien llega a producir un mal o perjuicio a otro, en vez de permitir que los
deseos de venganza dominen las respuestas de los perjudicados, se establece un sistema
judicial, una idea de justicia que procura dilucidar quién posee la razón, e intenta
establecer soluciones poco onerosas, razonables y justas de cara a solucionar el
problema en cuestión.
Los objetivos de la Justicia, en sus orígenes, no fueron ni el castigo, ni el engaño, ni la
tergiversación de los hechos, aunque éstos, con frecuencia hoy en día, puedan acabar
siéndolo. Muchas veces las medidas penales no consisten más que en la privación de la
libertad y el sometimiento a condiciones de vida dura que, pretendidamente, servirán
como método disuasorio y educativo para el que ha delinquido. Una Justicia
fundamentada casi exclusivamente en la aplicación mecánica de las leyes y los
reglamentos puede derivar hacia técnicas que tergiversen su sentido y transformarse en
sistemas de protección del delito, o a establecer los procesos conflictuales como una
manera de enriquecerse o de generar control social más que de hacer justicia y de
restablecer el mal que haya podido ocasionarse a la víctima.
La filosofía, la pedagogía, las diversas corrientes psicológicas, contribuyen de manera
importante a comprender los conflictos y a encontrar soluciones, paz y sosiego y nos
enseñan a vivir satisfactoriamente en un mundo y en una vida donde los conflictos están
casi siempre presentes. Conflictos entre compañeros de trabajo, entre familiares,
vecinos; conflictos políticos y sociales. La Conflictología procura reunir todos los
conocimientos y aportar soluciones.