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Selección de poemas varios

PROLOGO

Un poema es una pajarita de papel, que se lanza y


espera el aliento de vida, el soplo divino. Además de ser
el arte de hablar poco y decir mucho, es el arte de
imaginar con los sentidos y con los sentimientos; la
poesía se desconecta de la razón, de la ilación y de la
lógica para entrar en el mundo sensorial y sensible; las
palabras no tienen significado: tienen forma.
Cuando el poeta dice: “obelisco, torres, fruta”, no
intenta explicar algún pensamiento, sino despertar una
sensación que, al tomar forma en otra persona, confirma
que ha sido transmitida satisfactoriamente.
Los poemas son la mirada de una persona,
descrita con palabras que no siempre hacen sentido,
pero siempre generan la misma imagen, reproducida; un
fotógrafo capta una imagen y la plasma para con ésta
transmitir una idea; un pintor, interpreta las formas y las
traduce en luz, forma y pensamiento, moviendo con
éstos a los espectadores, de la misma forma que un
poeta interpreta sus propias emociones.

Federico Lozano

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METAMORFOSIS

Era un cautivo beso enamorado


de una mano de nieve, que tenía
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en la agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.

Luis G. Urbina

ADÁN Y EVA IV

—Ayer estuve observando a los animales y me puse a


pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y
más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o
huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también,
como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy
tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a
diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme. Tu


respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los
labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin
risas.

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¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi


costado, no me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me


abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el
insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre
más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas


las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros
brazos, y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y


que no has de darme nunca.

¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para


ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé
que tuve.

Jaime Sabines

ADÁN Y EVA XV

Bajo mis manos crece, dulce, todas las noches. Tu


vientre manso, suave, infinito. Bajo mis manos que
pasan y repasan midiéndolo, besándolo; bajo mis ojos
que lo quedan viendo toda la noche.

Me doy cuenta de que tus pechos crecen también, llenos


de ti, redondos y cayendo. Tú tienes algo. Ríes, miras
distinto, lejos.

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Mi hijo te está haciendo más dulce, te hace frágil.


Suenas como la pata de la paloma al quebrarse.

Guardadora, te amparo contra todos los fantasmas; te


abrazo para que madures en paz.

Jaime Sabines

Cuando tengas ganas de morirte


esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y veras qué hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.
Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete
y ya.

Jaime Sabines

EL PEATÓN

Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las


fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines
es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un
poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente,
un poeta.

Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué


maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante!
¡Soy un gran poeta!

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Convencido, sale a la calle, o llega a la casa,


convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos:
nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los
poetas no tienen una estrella en la frente, o un
resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas?

¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o


trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar,
como cualquiera, de peatón.

¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.

Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría


dulce y tranquila.

Jaime Sabines

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de


fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo
las prescripciones de la moral en turno. Me receto
tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?


No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se
puede reunir todas las palabras de amor que se han
pronunciado sobre la tierra y se les puede prender
fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor
quemado. Y también el silencio. Porque las mejores
palabras del amor están entre dos gentes que no se
dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y


subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te
quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua»,

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«¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las


gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho
«ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.


Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es
cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas.
Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un
manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo.


Haces cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado


quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.

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En mis labios te sé, te reconozco,


y giras y eres y miras incansable
y toda tu me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en estos brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

Jaime Sabines

La cojita está embarazada.


Se mueve trabajosamente,
pero qué dulce mirada
mira de frente.

Se le agrandaron los ojos


como si su niño
también le creciera en ellos
pequeño y limpio.
A veces se queda viendo
quién sabe qué cosas
que sus ojos blancos
se le vuelven rosas.

Anda entre toda la gente


trabajosamente.
No puede disimular,
pero, a punto de llorar,
la cojita, de repente,
se mira el vientre

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Selección de poemas varios

y ríe. Y ríe la gente.

La cojita está embarazada


ahorita está en su balcón
y yo creo que se alegra
cantándose una canción:
«cojita del pie derecho
y también del corazón».

Jaime Sabines

LA LUNA

La luna se puede tomar a cucharadas


o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna


debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna

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Selección de poemas varios

a los presos y a los desencantados.


Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines

LOS AMOROSOS

Los amorosos callan.


El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos


porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

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Los amorosos son la hidra del cuento.


Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos


y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana


y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,


sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas


temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de
inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,


a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,


la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada

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en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,


a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios


una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.

Jaime Sabines

ME ENCANTA DIOS

Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma


en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa
la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta
definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco
cegatón y bastante torpe con las manos.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como


Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos
digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le
preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se
traga al chico, que la lagartija grande se traga a la
pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso
inventó la muerte: para que la vida —no tú ni yo— la
vida, sea para siempre.

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang...


Pero ¿qué importa si el universo se expande

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Selección de poemas varios

interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo


para agencias de viajes.

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias


y distribuye bien el tránsito en el camino de las
hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día
descubrí que ha hecho —frente al ataque de los
antibióticos— ¡bacterias mutantes!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con


sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace
campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace


el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros,
quedan las nubes, pedazos de su aliento.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y


manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados,
aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es
mentira. Es la tierra que cambia —y se agita y crece—
cuando Dios se aleja.

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el


preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el
más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el
perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más
tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el
borboteo de luz, el manantial que soy.

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios


bendiga a Dios.

Jaime Sabines

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Selección de poemas varios

Me doy cuenta de que me faltas


y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.

Jaime Sabines

ME DUELES

Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

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Selección de poemas varios

Entre los escombros de mi alma búscame,


escúchame.
En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama,
pide tu asombro,
tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,


tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad tu rostro, qué ternura


de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.


Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

Jaime Sabines

No es nada de tu cuerpo,
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca —tu boca
que es igual que tu sexo—,
ni la reunión exacta de tus pechos,

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Selección de poemas varios

ni tu espalda dulcísima y suave,


ni tu ombligo, en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada —¿qué es una mirada?—
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

Es sólo este lugar donde estuviste,


estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines

No es que muera de amor, muero de ti.


Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,


de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

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Selección de poemas varios

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,


en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire


para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos


entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre


que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos

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Selección de poemas varios

sino morirnos más, hora tras hora,


y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines

XXIII

Padre mío, señor mío, hermano mío,


amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.

Saca tu corazón igual que un río,


tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío,
saca todo tu cuerpo de la muerte.

Amo tus canas, tu mentón austero,


tu boca firme, tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.

Estoy llamando, tirándote la puerta.


Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!

Jaime Sabines

¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los


muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de
la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la
posibilidad de revivir.

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Selección de poemas varios

Yo siempre estoy esperando a que los muertos se


levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente:
¿por qué lloras?

Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de


la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego
tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones,
polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas,
de aquí ya no sales.

Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los


besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo
enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse,
hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por
qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un
río?

Había de tener una casa de reposo para los muertos,


ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo
menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.

Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las


doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi
cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos
de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en
nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo
diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a
odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo
para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y


siento que estás hecha para mí, que de algún modo me

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Selección de poemas varios

lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me


convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo
me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú
vienes toda entera a mi encuentro, y los dos
desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de
Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y


hay días también, hay horas, en que no te conozco, en
que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan
los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas.
Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.
Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor
mío?

Jaime Sabines

TÍA CHOFI

Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi,


pero esa tarde me fui al cine e hice el amor.
Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta
con tus setenta años de virgen definitiva,
tendida sobre un catre, estúpidamente muerta.
Hiciste bien en morirte, tía Chofi,
porque no hacías nada, porque nadie te hacía caso,
porque desde que murió abuelita, a quien te
consagraste,
ya no tenías qué hacer y a leguas se miraba
que querías morirte y te aguantabas.
¡Hiciste bien!
Yo no quiero elogiarte como acostumbran los
arrepentidos,
porque te quise a tu hora, en el lugar preciso,

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Selección de poemas varios

y harto sé lo que fuiste, tan corriente, tan simple,


pero me he puesto a llorar como una niña porque te
moriste.
¡Te siento tan desamparada,
tan sola, sin nadie que te ayude a pasar la esquina,
sin quien te dé un pan!
Me aflige pensar que estás bajo la tierra
tan fría de Berriozábal,
sola, sola, terriblemente sola,
como para morirse llorando.
Ya sé que es tonto eso, que estás muerta,
que más vale callar,
¿pero qué quieres que haga
si me conmueves más que el presentimiento de tu
muerte?

Ah, jorobada, tía Chofi,


me gustaría que cantaras
o que contaras el cuento de tus enamorados.
Los campesinos que te enterraron sólo tenían
tragos y cigarros,
y yo no tengo más.
Ha de haberse hecho el cielo ahora con tu muerte,
y un Dios justo y benigno ha de haberte escogido.
Nunca ha sido tan real eso en lo que tu creíste.
Tan miserable fuiste que te pasaste dando tu vida
a todos. Pedías para dar, desvalida.
Y no tenías el gesto agrio de las solteronas
porque tu virginidad fue como una preñez de muchos
hijos.
En el medio justo de dos o tres ideas que llenaron tu
vida
te repetías incansablemente
y eras la misma cosa siempre.
Fácil, como las flores del campo

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Selección de poemas varios

con que las vecinas regaron tu ataúd,


nunca has estado tan bien como en ese abandono de la
muerte.

Sofía, virgen, antigua, consagrada,


debieron enterrarte de blanco
en tus nupcias definitivas.
Tú que no conociste caricia de hombre
y que desjaste que llegaran a tu rostro arrugas antes que
besos,
tú, casta, limpia, sellada,
debiste llevar azahares tu último día.
Exijo que los ángeles te tomen
y te conduzcan a la morada de los limpios.
Sofía virgen, vaso transparente, cáliz,
que la muerte recoja tu cabeza blandamente
y que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras entona cantos interminables.
Vas a ser olvidada de todos
como los lirios del campo,
como las estrellas solitarias;
pero en las mañanas, en la respiración del buey,
en el temblor de las plantas,
en la mansedumbre de los arroyos,
en la nostalgia de las ciudades,
serás como la niebla intocable, hálito de Dios que
despierta.

Sofía virgen, desposada en un cementerio de provincia,


con una cruz pequeña sobre tu tierra,
estás bien allí, bajo los pájaros del monte,
y bajo la yerba, que te hace una cortina para mirar al
mundo.

Jaime Sabines

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Selección de poemas varios

EN PAZ

Artifex vitae, artifex sui

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,


porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:


¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas noches de mis penas;


mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.


¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo

LA OTRA COPA DEL BRINDIS

Al principio ella fue una serena conflagración


un rostro que no fingía ni siquiera su belleza
unas manos que de a poco inventaban un lenguaje
una piel memorable y convicta
una mirada limpia sin traiciones

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Selección de poemas varios

una voz que caldeaba la risa


unos labios nupciales
un brindis

es increíble pero a pesar de todo


él tuvo tiempo para decirse
qué sencillo y también
no importa que el futuro
sea una oscura maleza

la manera tan poco suntuaria


que escogieron sus mutuas tentaciones
fue un estupor alegre
sin culpa ni disculpa
él se sintió optimista
nutrido
renovado
tan lejos del sollozo y la nostalgia
tan cómodo en su sangre y en la de ella
tan vivo sobre el vértice de musgo
tan hallado en la espera
que después del amor salió a la noche
sin luna y no importaba
sin gente y no importaba
sin dios y no importaba
a desmontar la anécdota
a componer la euforia
a recoger su parte del botín

mas su mitad de amor


se negó a ser mitad
y de pronto él sintió
que sin ella sus brazos estaban tan vacíos
que sin ella sus ojos no tenían qué mirar
que sin ella su cuerpo de ningún modo era

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Selección de poemas varios

la otra copa del brindis

y de nuevo se dijo
qué sencillo
pero ahora
lamentó que el futuro fuera oscura maleza

sólo entonces pensó en ella


eligiéndola
y sin dolor sin desesperaciones
sin angustia y sin miedo
dócilmente empezó
como otras noches
a
necesitarla.

Mario Benedetti

APENAS Y A PENAS

Pensó
ojalá que no
pero esta vez acaso sea la última.

Con el deseo más tierno que otras noches


tentó las piernas de la mujer nueva
que afortunadamente no eran de carrara
posó toda su palma sobre la hierbabuena
y sintió que su mano agradecía
viajó moroso y sabio por el vientre
se conmovió con valles y colinas
se demoró en el flanco y su hondonada
que siempre era su premio bienvenido
anduvo por los pechos eligiendo al azar

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Selección de poemas varios

y allí se quedó un rato descifrando


con el pulgar y el índice reconoció los labios
que afortunadamente no eran de coral
y deslizó una mano por debajo del cuello
que afortunadamente no era de alabastro.

Pensó
ojalá que no
pero puede ser la última.

Y si después de todo
es la última vez.

Entonces cómo cómo haré mañana


de donde sacaré la fuerza y el olvido
para tomar distancia de esta orografía
de esta comarca en paz
de esta patria ganada
apenas y a penas
a tiempo y a dulzura
a ráfagas de amor.

Mario Benedetti

ARCO IRIS

A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho

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Selección de poemas varios

o lo poco
que usted realmente
sea

sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo

sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente

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Selección de poemas varios

sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
sólo llorar

entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.

Mario Benedetti

CÁLCULO DE PROBABILIDADES

Cada vez que un dueño de la tierra


proclama
para quitarme este patrimonio
tendrán que pasar
sobre mi cadáver
debería tener en cuenta
que a veces
pasan.

Mario Benedetti

CHAU NÚMERO TRES

Te dejo con tu vida


tu trabajo
tu gente

28
Selección de poemas varios

con tus puestas de sol


y tus amaneceres

sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro

te dejo frente al mar


descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota

te dejo sin mis dudas


pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía

pero tampoco creas


a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono

estaré donde menos


lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos

estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra

estaré repartido

29
Selección de poemas varios

en cuatro o cinco pibes


de esos que vos mirás
y enseguida te siguen

y ojalá pueda estar


de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

Mario Benedetti

CREDO

De pronto uno se aleja


de las imágenes queridas
amiga
quedás frágil en el horizonte
te he dejado pensando en muchas cosas
pero ojalá pienses un poco en mí

vos sabés
en esta excursión a la muerte
que es la vida
me siento bien acompañado
me siento casi con respuestas
cuando puedo imaginar que allá lejos
quizá creas en mi credo antes de dormirte
o te cruces conmigo en los pasillos del sueño

está demás decirte que a esta altura


no creo en predicadores ni en generales
ni en las nalgas de miss universo
ni en el arrepentimiento de los verdugos
ni en el catecismo del confort

30
Selección de poemas varios

ni en el flaco perdón de dios

a esta altura del partido


creo en los ojos y las manos del pueblo
en general
y en tus ojos y tus manos
en particular.

Mario Benedetti

AUSENCIA DE DIOS

Digamos que te alejas definitivamente


hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,


pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche


desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

31
Selección de poemas varios

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza


no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría


todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Mario Benedetti

ENTRE ESTATUAS
[NO TE SALVES]

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de gracia
no te arrepientas
cuando

32
Selección de poemas varios

alguien te lo aconseje
no reserves del mundo
sólo
un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te seques sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

y si
después de todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y te quedas inmóvil
y te salvas
entonces
no te quedes
conmigo.

Mario Benedetti

HAGAMOS UN TRATO

Cuando sientas tu herida sangrar


cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo

(de una canción de CARLOS PUEBLA)

Compañera
usted sabe

33
Selección de poemas varios

puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato


yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos

34
Selección de poemas varios

aunque sea hasta cinco


no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Mario Benedetti

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros

35
Selección de poemas varios

para que entre los dos


no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites

Mario Benedetti

HOMBRE QUE MIRA A UNA MUCHACHA

Para que nunca haya malentendidos


para que nada se interponga
voy a explicarte lo que mi amor convoca

tus ojos que se caen de desconcierto


y otras veces se alzan penetrantes y tibios
tienen tanta importancia que yo mismo me asombro

tus lindas manos mágicas


que te expresan a veces mejor que las palabras
tan importantes son que no oso tocarlas

y si un día las toco es solamente


para retransmitirte ciertas claves

36
Selección de poemas varios

tu cuerpo pendular
que duda en recibirse o entregarse
y es tan joven que enseña a pesar tuyo
es un dato del cual me faltan datos
y sin embargo ayudo a conocerlo

tus labios puestos en el entusiasmo


que dibuja palabras y promete promesas
son en tu imagen para mí los héroes
y son también el ángel enemigo

en mi amor estás toda o casi toda


me faltan cifras pero las calculo
faltan indicios pero los descubro

sin embargo en mi amor hay otras cosas


por ejemplo los sueños con que muevo la tierra
la pobre lucha que libré y libramos
los buenos odios esos que ennoblecen
el diálogo constante con mi gente
la pregunta punzante que me hicieron
las respuestas veraces que no di

en mi amor hay también corajes varios


y un miedo que a menudo los resume
hay hombres como yo que miran tras las rejas
a una muchacha que podrías ser vos

en mi amor hay faena y hay descanso


sencillas recompensas y complejos castigos
hay dos o tres mujeres que forman tu prehistoria
y hay muchos años demasiados años
de inventar alegrías y creerlas
después a pie juntillas

37
Selección de poemas varios

querría que en mi amor vieras todo eso


y que vos muchachita
con paciencia y cautela
sin herirme ni herirte
rescataras de allí la luna el río
los emblemas rituales
los proyectos de besos o de adioses
el corazón que aguarda pese a todo.

Mario Benedetti

SABERTE AQUÍ

Podés querer el alba


cuando quieras
he conservado intacto
tu paisaje
podés querer el alba
cuando ames
venir a reclamarte
como eras

aunque ya no seas vos


aunque mi amor te espere
quemándose en tu azar
y tu sueño sea eso
y mucho más

esta noche otra noche


aquí estarás
y cuando gima el tiempo
giratorio
en esta paz ahora
dirás

38
Selección de poemas varios

quiero esta paz

ahora podés venir a reclamarte


penetrar en tu noche
de alegre angustia
reconocer tu tibio
corazón sin excusas
los cuadros
las paredes
saberte aquí

he conservado intacto
tu paisaje
pero no sé hasta dónde
está intacto sin vos
podés querer el alba
cuando quieras
venir a reclamarte
como eras
aunque el pasado sea
despiadado
y hostil

aunque contigo traigas


dolor y otros milagros
aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.

Mario Benedetti

ROSTRO DE VOS

Tengo una soledad


tan concurrida

39
Selección de poemas varios

tan llena de nostalgias


y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad


tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.

Sin temblor de más


me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras


de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.

Mis huéspedes concurren


concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo

40
Selección de poemas varios

con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos


mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van


queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.

Mario Benedetti

UNA MUJER DESNUDA Y EN LO OSCURO

Una mujer desnuda y en lo oscuro


tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda

una mujer desnuda y en lo oscuro


genera un resplandor que da confianza

41
Selección de poemas varios

entonces dominguea el almanaque


vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan

una mujer desnuda y en lo oscuro


es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo

una mujer desnuda y en lo oscuro


genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Mario Benedetti

VICEVERSA

Tengo miedo de verte


necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte


preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte

42
Selección de poemas varios

alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Mario Benedetti

LOS FORMALES Y EL FRÍO

Quién iba a prever que el amor ese informal


se dedicara a ellos tan formales

mientras almorzaban por primera vez


ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa la de ella
era como un augurio o una fábula
su mirada la de él tomaba nota
de cómo eran sus ojos los de ella
pero sus palabras las de él
no se enteraban de esa dulce encuesta

como siempre o como casi siempre


la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro

43
Selección de poemas varios

sin tocarse una uña o un ojal


ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche

y ya que el mozo demoraba tanto


ellos optaron por la confidencia
extra seca y sin hielo por favor
cuando llegaron a su casa la de ella
ya el frío estaba en sus labios los de él
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos

una hora apenas de biografía y nostalgias


hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre

él probó sólo falta que me quede a dormir


y ella probó por qué no te quedas
y él no me lo digas dos veces
y ella bueno por qué no te quedas
de manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos los de ella
después ella besó sus labios los de él
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

Mario Benedetti

44
Selección de poemas varios

POEMA 1

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,


te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros


y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi
honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.


Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.


Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Pablo Neruda, 1924

POEMA 5

Para que tú me oigas


mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio

45
Selección de poemas varios

para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.


Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.


Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.


Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,


y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte


para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.


Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.


Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.


Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito


para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Pablo Neruda

46
Selección de poemas varios

POEMA 7

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes


a tus ojos oceánicos.

Allí se estira y arde en la más alta hoguera


mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.

Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes


que olean como el mar a la orilla de un faro.

Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,


de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

Inclinado en las tardes echo mis tristes redes


a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.

Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas


que centellean como mi alma cuando te amo.

Galopa la noche en su yegua sombría


desparramando espigas azules sobre el campo.

Pablo Neruda

POEMA 10

Hemos perdido aun este crepúsculo.


Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana


la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

47
Selección de poemas varios

A veces como una moneda


se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada


de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, dónde estabas?


Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,


y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes


hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

Pablo Neruda

POEMA 12

Para mi corazón basta tu pecho,


para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.


Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento


como los pinos y como los mástiles.

48
Selección de poemas varios

Como ellos eres alta y taciturna.


Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.


Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

Pablo Neruda

POEMA 13

He ido marcando con cruces de fuego


el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,


muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.


La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.


Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.

49
Selección de poemas varios

Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos


de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.

Pablo Neruda

POEMA 15

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

50
Selección de poemas varios

Pablo Neruda

POEMA 19

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,


el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.

Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras


de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.

Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.


Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.

Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,


y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

Pablo Neruda

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,


y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

51
Selección de poemas varios

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.


La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.


Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.


La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos


árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

52
Selección de poemas varios

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.


Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,


y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda

LA CANCIÓN DESESPERADA

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.


El río anuda al mar su lamento obstinado.

Abandonado como los muelles en el alba.


Es la hora de partir, oh abandonado!

Sobre mi corazón llueven frías corolas.


Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!

En ti se acumularon las guerras y los vuelos.


De ti alzaron las alas los pájaros del canto.

Todo te lo tragaste, como la lejanía.


Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!

Era la alegre hora del asalto y el beso.


La hora del estupor que ardía como un faro.

Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,

53
Selección de poemas varios

turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!

En la infancia de niebla mi alma alada y herida.


Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.


Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!

Hice retroceder la muralla de sombra,


anduve más allá del deseo y del acto.

Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,


a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.

Como un vaso albergaste la infinita ternura,


y el infinito olvido te trizó como a un vaso.

Era la negra, negra soledad de las islas,


y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.

Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.


Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.

Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme


en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!

Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,


el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.

Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,


aún los racimos arden picoteados de pájaros.

Oh la boca mordida, oh los besados miembros,


oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.

54
Selección de poemas varios

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo


en que nos anudamos y nos desesperamos.

Y la ternura, leve como el agua y la harina.


Y la palabra apenas comenzada en los labios.

Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,


y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!

Oh, sentina de escombros, en ti todo caía,


qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!

De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste.


De pie como un marino en la proa de un barco.

Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.


Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.

Pálido buzo ciego, desventurado hondero,


descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Es la hora de partir, la dura y fría hora


que la noche sujeta a todo horario.

El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.


Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.

Abandonado como los muelles en el alba.


Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.

Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.

Es la hora de partir. Oh abandonado!

Pablo Neruda

55
Selección de poemas varios

RECINTO

II

Que se cierre esa puerta


que no me deja estar a solas con tus besos.

Carlos Pellicer

56

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