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Profesora: Prislei
Teórico: nº 1 – martes 31-03-09
Tema: Generación del 37
Inicios del siglo XIX. La “republica de las letras”. Incluye producciones tanto filosóficas,
historiográficas como literarias. Se da una suerte de indiferenciación en cuanto al territorio
propio, en cuanto producción de aquellos que “piensan”, de aquellos que son letrados, y
que pueden producir escritos. Esta indiferenciación inicial también avanza sobre el campo
de la política. Hay una suerte de indiferenciación entre República de las letras y campo
político. Alguien que escribe también interviene en el campo político. Por lo tanto la
producción intelectual y la política van a estar en una situación de proximidad muy
importante en estos inicios del siglo XIX.
En los dos siglos que vamos a estudiar, se va a ir dando un proceso de diferenciación
creciente entre aquello que son las lógicas y la forma de expresión y ejercicio de lo
intelectual, con aquello que pertenece al campo político. No obstante, esto no es una
historia lineal, va a haber momentos de mayor diferenciación en los campos, pero también
va a haber momentos de enorme proximidad, porque la relación entre el estado, la
política, los intelectuales, la universidad -como sabemos- va a ser una relación
problemática, que a veces va a tener reglas propias -en el caso del campo intelectual
tratando de legitimar su propia producción y tratando de defender cierta autonomía-; y
otras veces esa autonomía relativa que se consigue en algún momento, es desconocida por
el poder político. Por lo tanto hay una suerte de intervención, a veces mas explicita, a
veces mas solapada, con respecto a aquello que es la producción intelectual.
Fundamentalmente vamos a atender a estas producciones de intelectuales, de aquellos
que en algún momento se plantean, a veces concientemente y a veces desde la práctica
misma, intervenir en la sociedad, y aquellos que piensan, aquellos que reflexionan,
aquellos que proponen… sea comprender, sea transformar, sea conservar lo que
consideraban que había que conservar, siempre con respecto a la sociedad en la que vivían
Una de las preguntas que nos vamos a hacer es ¿Quién escribió esto? Lo vamos a
vincular muy fuertemente a lo que podríamos denominar “condiciones de producción del
texto”. Esa pregunta se responde ubicando a ese intelectual que lo produjo, en una red de
relaciones. No es un intelectual aislado. No se puede responder solamente con la biografía
o la curva personal de ese intelectual. Ese intelectual forma parte de fracciones de
intelectuales; ha adquirido su formación en determinadas instituciones: familiares,
educativas; está inserto en una determinada sociedad, en un determinado momento.
También forma parte de partidos políticos, de clubes, de redes de sociabilidad, de grupos
de discusión.
También ha intervenido algo que es fundamental: cómo ha hecho su acumulación de
capital intelectual. En un campo intelectual sabemos que hay capital intelectual acumulado;
algunos lo tienen y otros no. Y va a haber grupos nuevos permanentemente, que van a
disputar participar de este capital intelectual acumulado. Va a haber disputas, tensiones,
alianzas, confrontaciones.
Entonces, a la historia individual de cada uno se le van a sumar múltiples
sobredeterminaciones: económicas, culturales, políticas. Se trata es de ver de qué modo
está funcionando esa producción de ese texto en ese momento, de qué modo va a circular,
y quiénes van a ser los receptores, quienes se van a ocupar de leer, discutir esos textos, y
si esos textos generan polémica o no; si son ignorados temporariamente y luego
recuperados, etc.
La otra pregunta va a ser ¿Qué escribe, qué dice el texto? Ahí va a intervenir aquello que
está más vinculado a ciertas reglas de composición, de escritura. Y a partir de las reglas de
la escritura por un lado, y por el otro, del horizonte, del universo de ideas disponible, de las
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corrientes de pensamiento, de las corrientes políticas, de las preguntas que en ese
momento se están planteando como problema, y del intento de dar respuesta a dichas
preguntas, nosotros vamos a ir pudiendo empezar a armar este acertijo de por qué dice
esto que dice, qué esta diciendo este señor. También de la colocación (desde dónde
escribe): como funcionario, como estadista, como filósofo, como escritor, etc. Con qué
figuras intelectuales se identifica.
Sobre el “Qué” escriben no hacemos sólo un análisis de contenido sino que para hacer
inteligible esto que dicen, tenemos que entrar a tratar de averiguar de qué manera se
construye socialmente significado. El significado lo están buscando entre la experiencia y
las ideas. En ese cruce es donde nosotros nos vamos a colocar para analizar los textos.
Pero además hay otras preguntas, por ejemplo: ¿Cómo lo dicen? Tenemos retóricas
diferenciadas. Las retóricas de la primera mitad del siglo XIX son distintas a las de fines del
XIX. Se empieza a complicar bastante ya a inicios del siglo XX, y durante todo el siglo XX,
hasta hoy.
La retórica une dos objetivos centrales: uno es persuadir a otro a través de sumar
argumentos y desarrollar un razonamiento. Por otro lado, también produce un efecto
preformativo, es decir, induce a la movilización. Movilizar al otro para que haga algo, o
para que deje de hacer algo
La retórica clásica incluye dos tipos de retórica: una es esta retórica ab dominen: al otro
lo ataco para desprestigiarlo, porque si el otro es bueno va a producir un pensamiento
bello; en cambio si el otro no lo es, es un mal ciudadano. Entonces, el ataque
desautorizando al otro -a la persona, no a los argumentos- es también de vieja data. Pero
en el siglo XIX, sobre todo a principios, justamente el ataque al otro es tratar de sacarlo
del juego político, agraviándolo, desautorizándolo. En la prensa del siglo XIX esto va a
estar como signo retórico durante bastante tiempo, en casi todos los países y en América
Latina en particular.
En el territorio impreciso de la retórica de la argumentación es donde prácticamente se
va a desarrollar lo que es la sociabilidad política en la primera mitad del siglo XIX en
nuestro país.
Otra de las preguntas que nos vamos a hacer cuando analizamos un texto es ¿Qué
efectos produjo el texto? Estamos ingresando a otro territorio de análisis que es el de la
“recepción”. A veces hay silencio. No necesariamente cuando hay silencio significa que el
texto pasó desapercibido. Tenemos que ver en qué momento del combate intelectual, de la
lucha política, ese texto entró a circular. Entonces, estar atentos a eso nos permite a
nosotros ver si hay un silencio que nos habla de una de las formas de invalidar a otro: no
reconocerlo, hacer como que no existe, y entonces para que no exista hay silencio total,
todos saben que está pero nadie habla. O si ese texto cayó efectivamente en un momento
donde no logró eco. En el caso de aquellos textos que intervienen generando polémica,
entonces tendremos que ver qué polémicas se generaron y quiénes entraron en ellas. De
qué manera se puso en movimiento un combate, y qué tipo de combate se ha puesto en
circulación en ese determinado momento. Y en esto de los efectos, hay que estar también
muy atentos al tipo de redes que generan los vínculos intelectuales.
¿Como se han gestado esas redes? Y ahí tenemos que jugar entre lo intelectual y lo
político. En determinado momento los intelectuales se van a vincular a través de esos
instrumentos intelectuales que son las revistas. Después, a través de los grandes diarios. Y
los grandes diarios, a través de sus suplementos culturales. Los intelectuales van a ser
contratados en distintos lugares del mundo como corresponsales. Parte de estos
intelectuales del siglo XIX van a ocupar sitios en la diplomacia, y por lo tanto van a viajar
por América,
Entonces los efectos no quedan circunscriptos al ámbito nacional sino que van a circular
por el continente, no desvinculados de la política. En el siglo XIX, el exilio político es una
forma de vinculación de los intelectuales, por toda América. También se van a trasladar a
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Europa, donde van a conocer a otros que son exiliados a su vez. Y ya a finales del XIX y
principios del XX, vamos a ver la red internacionalista del Comunismo y del Socialismo; eso
va a ser central para el tipo de redes que se van multiplicando entre los intelectuales.
Como sabemos, las vinculaciones a través de los partidos van a llegar hasta hace muy poco
tiempo atrás.
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A estas dos nociones centrales se les van a sumar algunos de los valores centrales del
Liberalismo, como son: la propiedad, la igualdad, la libertad, la seguridad y el derecho a la
vida. El Liberalismo, a medida que va desarrollándose – también el Capitalismo- va a tener
dos dimensiones: una tiene que ver con lo económico, y otra, tiene que ver con los
derechos individuales. En lo económico, la noción de “individuo” es central, está muy ligada
al Mercado. Los individuos, libremente, van a poder trabajar, comerciar con otros, a partir
de un instrumento jurídico fundamental que es el contrato. Esta idea de contrato también
va a estar desarrollada centralmente en cómo se piensa a la sociedad. En el siglo XVII-
XVIII se desarrolla la teoría contractualista del origen del Estado. El contrato jurídico-
político que estaría en el origen de la sociedad establece dos tipos de pacto: un pacto por el
cual se establece este vínculo entre iguales, y es que todos los hombres, para poder
establecer una convivencia social posible, deciden acordar determinados derechos y
deberes. Esa decisión igualitaria va a transformarse en una relación asimétrica a través del
pacto de sucesión. Una vez establecido el Estatuto jurídico-político, algunos deciden
delegar el ejercicio representativo del poder en otros, imponiendo condiciones que, si no
se cumplen, producen la ruptura del contrato. Entonces, algunos se sujetan al gobierno de
otros, pero ese gobierno es limitado. Se trata de evitar la tiranía: el gobierno tiránicamente
ejercido a través de la concentración de poder en uno solo, o en algunos pocos. Va a haber
un debate dentro del Liberalismo entre aquellos que van a tener una concepción de Estado
mínimo y aquellos que van a tener una concepción de Estado máximo.
En la concepción de Estado mínimo uno puede poner el Liberalismo anglosajón como
punto de referencia: el Estado tiene que ocuparse de que las leyes pactadas se cumplan;
poca intervención en los asuntos económicos, tiene que ocuparse de la seguridad, y de las
relaciones internacionales. Relativamente ligada a esta concepción de Estrado mínimo está
el sistema representativo: pensar en representantes. Hay un muy largo trecho entre
pensar una republica, pensar una sociedad con un pacto social como origen, y la
democracia. Liberalismo y democracia no necesariamente han tenido un vínculo feliz y
armonioso desde el comienzo (las tensiones continúan hasta hoy día).
En esta primera década del siglo XIX, la representación es una discusión muy fuerte, y lo
vamos a ver en Echeverría mismo. ¿Quiénes pueden ser representantes? ¿Quiénes pueden
ejercer el voto activo?
En el siglo XIX hay una figura dentro del liberalismo anglosajón que es muy difundida y
es la del ciudadano propietario: puede votar aquél que tiene propiedad, aquél que paga
impuestos, aquel que demuestra que es responsable en su vida privada, ese puede ejercer
alguna intervención en lo público. Ahí aparece otra distinción: lo privado y lo público, muy
ligado justamente a este mundo moderno que se viene conformando en este período.
Dentro del liberalismo, de la concepción de Estado máximo, un teórico muy discutido es
Rousseau, quien dice que “La democracia es la voluntad general expresándose en forma
absoluta.” ¿A partir de qué? De la asamblea, donde participan todos los ciudadanos. Lo
que esa asamblea decide es lo que se hace, por lo que no hay nada privado que pueda
quedar fuera de la decisión colectiva: la voluntad colectiva reglamenta la vida privada. En
el liberalismo anglosajón de signo mas clásico, hay una esfera privada de las personas que
tiene que ver con la religión, y hay otra esfera privada que tiene que ver con la economía;
el Estado no tiene que intervenir.
En esta otra concepción que estamos viendo el Estado sí tiene que intervenir, y además,
aquellos que han sido elegidos para ir a la Asamblea a tomar decisiones, no pueden nunca
tomar una decisión con autonomía propia, siempre tienen que preguntarle a la Asamblea
general qué hacer. Ella manda; no se pueden tomar decisiones con autonomía relativa. Lo
cual sí, es posible, con la teoría de la representación: el representante puede tomar
decisiones, inclusive hay cierta autonomía entre lo que se propuso en un determinado
momento como programa, y lo que por cuestiones que el representante evalúa en un
determinado momento, toma una decisión distinta a lo que los votantes habían votado. En
la Democracia representativa con relativa autonomía, esto no es ni ilegal ni ilegítimo.
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Estos problemas son los que están en discusión a principios del siglo XIX: qué tipo de
representación; cuál es la representación; de qué manera vamos a representarnos; qué
pasa con el sufragio. Todas preguntas que atraviesan las decisiones de los intelectuales de
entonces.
Echeverría vive entre 1805 y 1851. En su juventud va a atravesar la Revolución de Mayo
con los primeros ensayos de Primera Junta, Junta grande, etc. Y en su juventud Echeverría
va a vivir justamente la época de Rosas. Hay una institución muy importante en ese
momento, donde se forman los jóvenes de familias más o menos acomodadas de Buenos
Aires, que es el Colegio de Ciencias Morales, el que luego va a ser el Colegio Nacional de
Buenos Aires. Alrededor de los años 20 al 26 es el periodo en que la figura mas importante
desde el punto de vista político va a ser Bernardino Rivadavia, figura discutida dentro de lo
que es la política y la historiografía argentina. Rivadavia va a ser el modernizador a
ultranza. De ideas unitarias, va a abrir la puerta a intelectuales, algunos muy vinculados a
una corriente de ideas de ese momento que es la “Ideología”, y que piensan que las ideas
son aquellas que pueden llegar a transformar la sociedad. Y uno de estos profesores de
esta corriente va a ser justamente profesor de Echeverría: Fernández de Agüero.
Echeverría también va a estar vinculado al comercio, que es una actividad en la que
muchos de los jóvenes van a hacer sus primeras experiencias de lo que va a ser en ese
momento el inicio de constitución de un mercado en el Río de la Plata.
En 1825 Echeverría va a hacer su primer viaje a Europa, allí va a empezar a hacer una
acumulación de lecturas y autores, y va a empezar a hacer el cruce en medio del cual se va
a situar, que es el cruce entre las ideas de la Ilustración y las ideas del Romanticismo.
Ilustración y Romanticismo van a ser los puntos de referencia, como gran universo de
ideas de la Generación del 37. Desde el punto de vista político-económico, va a ser el
Liberalismo. Desde el punto de vista de las ideas filosófico-literarias, va a ser la Ilustración
y el Romanticismo.
Entre las propuestas provenientes de un universo y de otro se producen diversas
tensiones. En la Ilustración, como todos sabemos, hay un instrumento central que es la
razón. La razón permite conocer, la razón permite el progreso, permite la posibilidad de
establecer la convivencia social, y a la vez establece responsabilidades entre aquellos que
hacen un ejercicio del desarrollo de la razón, y aquellos otros sectores de la sociedad que
no han tenido mas remedio que someterse al esfuerzo del trabajo, de las dificultades
económicas, etc. Entonces, en la concepción ilustrada, aquellos que tienen el privilegio del
uso de la razón, tienen la responsabilidad y también el “derecho” de guiar a los otros.
Entonces, las pasiones son colocadas en el terreno de la confrontación. La pasión
constituye justamente la contracara de la razón.
En la Ilustración hay también una concepción cosmopolita: el mundo es de todos, y lo
que hay que hacer es un mundo racional. En el pensamiento ilustrado no hay una idea de
desarrollo de nación, sino de desarrollo de la patria-humanidad. Un humanismo
cosmopolita que hace que alguien que lucha en algún lugar de la tierra por la libertad, se
pueda trasladar a otro lugar para luchar por la libertad junto a otro pueblo. En el caso del
Liberalismo y de la Ilustración, es importante la idea de que un individuo es un sujeto
conciente, racional, que toma decisiones; aquí no importa el sujeto inconciente, no existe
esa idea como significativa. A lo que se tiende, cuando se apunta al “individuo”, es a la
idea de que hay un sujeto que es conciente , racional, que puede dominar sus pasiones,
tiene esa concepción cosmopolita del mundo, tiene esa idea de “libertad a realizarse”.
Búsqueda de ciertas regularidades y leyes que permitan explicar qué es lo que pasa en el
mundo. Idea de futuro muy abierta, de progreso constante. En la concepción ilustrada está
la certeza de que la humanidad va a ser cada vez mejor, y además cada sujeto racional es
el que puede intervenir para asegurar que el mundo sea cada vez mejor.
En el caso del Romanticismo, vamos a ver que hay una concepción central que es la de
la “nación”. Lo que está es la idea de comunidad, de nación, y además hay una positivación
de las pasiones y del sentimiento, pues la razón no alcanza. El sentimiento es fundamental,
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hace posible un ejercicio más pleno de la voluntad. Aparece entonces fuertemente esta
idea de “nación” muy ligada a lo que significa el participar de una cultura común: el sello
de la particularidad prevalece. Ahí es donde empiezan a desarrollarse las primeras ideas
del nacionalismo. A partir del Romanticismo va a haber una multiplicidad de derivaciones
desde esta concepción culturalista de la nación a una concepción más ligada al territorio, a
las características más ligadas a las particularidades de cada grupo. Y ahí vamos a entrar
en una derivación mas complicada del Romanticismo, que se va a articular con otras ideas
en el transcurso del siglo XIX, y que lleva a esta idea excluyente de la “nación”, inclusive a
la idea racista de la nación.
Entonces, dentro del romanticismo, apenas se da la emergencia del XIX, es como muy
fuerte esta idea de nación ligada a la cultura, así como de aquellas naciones pequeñas que
han sido sometidas por naciones mas grandes. Entonces, en muchas de las luchas del siglo
XIX, la idea de nación, justamente conlleva la idea de independencia con respecto a otro
estado-nación que ha sometido a otro más pequeño y más débil.
Lo peculiar importa tanto como la búsqueda de aquel origen lejano, donde estarían
aquellos rasgos constitutivos de un determinado grupo humano que está circunscripto a
esto que llamamos la nación. Entonces, en el romanticismo tenemos lo particular, a
diferencia de lo universal-cosmopolita en el caso de la Ilustración. En cuanto a los
sentimientos, tenemos la razón ponderada en el caso del Iluminismo.
Concepciones de pueblo. En el caso de la Ilustración el pueblo es justamente lo contrario
de la cultura: la cultura reside en aquéllos que hacen uso de la razón. En cambio, el pueblo
es todo aquello que la razón ha venido a arrasar: la ignorancia, la falta de conocimiento, es
decir, no hay una concepción positiva del pueblo en ese sentido. Sin embargo, sí hay un
principio recuperado por la Ilustración, que es el principio de la “soberanía popular”.
Entonces, hay un pueblo que es lo contrario de la cultura, y a la vez hay un principio que
es el de la soberanía popular, que es lo que hace legítimo el ejercicio del poder. Es en esta
tensión donde se instala el pensamiento ilustrado.
En cambio, en el caso del Romanticismo, va a ser el pueblo el que sea recuperado
justamente como creador de cultura: es en el pueblo donde la verdadera y profunda
cultura está, y es desde ahí de donde debe emerger la verdadera creatividad de un país.
Hay cruces permanentemente, porque primero, cuando surge un pensamiento -el
Romanticismo es posterior a la Ilustración- no se reemplaza por eso todo lo anterior, sino
que vamos a ver zonas de tensiones, de conflictos, de apropiaciones, de resignificaciones;
y en este territorio de lo romántico y de ver qué se puede recuperar como propio, qué es lo
que hace a la existencia de una nación; y también aquella idea de “patria humanidad”;
entre ambos es que se va a instalar a la Generación del ‘37, y ahí esta Echeverría. Desde la
literatura romántica, en “La cautiva” está en busca de aquellos personajes que pueden dar
cuenta de lo peculiar nuestro. Más adelante, también se da la búsqueda de un paisaje
nuestro, distinto de otros paisajes, y un sello de lo nacional.
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Ahora, en esta búsqueda de una sociedad donde se respeten las libertades, donde se
promueva la igualdad, donde se respete la vida, entran otras cuestiones. Pero también
vemos que hay tensiones en el discurso, incluso de los intelectuales como Echeverría, que
propugnan estos valores. Hay tensiones por cuestiones que están naturalizadas por una
forma de ejercicio del poder que al mismo tiempo ha criminalizado a ciertos sectores de la
sociedad.
Echeverría: “estamos abogando por la emancipación del espíritu americano”. Algo que se
va a instalar como problemática: ¿Los americanos pensamos con ideas propias o
importadas? Hay una cuestión de emancipación del espíritu americano que se puede pensar
que viene de la Ilustración. Dos problemas: “la emancipación política, por un lado, y por el
otro, constituir la sociabilidad americana con todos los elementos de la civilización, pero al
mismo tiempo pensando en los ejes de nuestra peculiaridad.
La filosofía, en la sociedad, propendrà a establecer el pacto de alianza entre la razón
individual y la razón colectiva; entre el ciudadano y la patria. Por otro lado también es
necesario pensar desde el punto de vista científico (confianza depositada en la ciencia). La
ciencia es justamente lo que enseña al hombre a conocerse a sí mismo. También se hace
necesario pensar un arte propio, un arte americano. Pensar un paisaje propio donde
justamente el “desierto” y el “gaucho” van a ser una marca fuerte, lo que va a ir
conformándose como la tradición nacional argentina (la pampa y el gaucho).
Pero el gobierno de la democracia también implica tener en cuenta, ya en el plano de la
organización institucional, la división de poderes. El poder legislativo (que representa la
razón del pueblo); el judicial (la justicia); y el ejecutivo (su acción). Claro que en esa base
-y aquí vamos a ver un punto en común con Sarmiento- hay una derivación de lo
municipal. Los municipios están conformados por los ciudadanos, idea muy ligada a la
participación. Y por otro lado, en el caso de Echeverría, los municipios están muy ligados a
la cuestión de redefinir lo local. Si lo local aparecía como patrimonio de la reivindicación
federal, los municipios aparecen como una apuesta superadora a esta idea, en el plano
local. Entonces el municipio va a ser a su vez el receptáculo donde van a converger y se
van a difundir las creencias comunes. A partir de esta unidad de creencias se va a
establecer la base de la organización nacional, va a ser un lugar de formación del
ciudadano, de ese modo ese sistema de creencias se piensa como parte integrante de la
nación. O sea que va a haber una fuerte jerarquía cuya base está en el municipio, y la que
a través de esta unidad de creencias, termina en la organización del Estado nacional.
Aparece también la noción de “partido” como algo que subsume a la nación entera, es
decir, aparece la noción de “partido” como algo que expresa “somos la patria”. El “partido
de la patria” es el partido que tiene subsumidos a los otros partidos. Al mismo tiempo, es
importante que en el país existan partidos, por lo que tenemos esta tensión entre “el
partido” y “los partidos”.
Así como el “Dogma” y la “Ojeada” plantean estos problemas, se está dando el proceso
de globalización de la sociedad industrial que plantea asimetrías entre países en distintas
condiciones, donde también existen distintas condiciones de legitimidad del poder, y donde
empiezan a circular distintas ideas a través de los diarios. Entonces, ¿qué pasa con el
Dogma, cómo se distribuye, cómo circulan estas ideas, qué efectos produjo? Si por un lado
fue una discusión entre intelectuales exiliados como para intentar imaginar algún
vocabulario conjunto; por otro lado también la recepción despertó polémica, y se lo trata
de empezar a combatir. El que va a traducir el Dogma al francés va a ser Alfredo De
Angelis, quien pertenece al grupo de la Confederación rosista. Y por otro lado, De Angelis
va a ser también quien funda, nada más ni nada menos, aquello que constituye un punto
fundamental de los estados nacionales de todo el mundo, que es el archivo (memoria del
Estado, de la Nación).En ese momento, constituir el archivo es parte de la política oficial,
donde se encuentran los documentos oficiales, aquello que el Estado nacional hace.
Entonces, en aquel momento quien tiene a su cargo la organización del archivo público va
a ser De Angelis, que es quien va a confrontar con Echeverría.
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