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Ante la autonomía de la praxis artística

Nos debatimos entre las fronteras de la Autonomía y autenticidad, y para


hacerlo atendemos a las críticas y sugerencias de Brecht y Benjamin entorno
de la teorización estética. Estos autores hacen crítica del liberalismo político y
el materialismo capitalista incipiente pero ya envigorizado para las primeras
décadas del siglo XX. En este contexto desencadenan una reflexión sobre el
fenómeno del arte, que se haya en la encrucijada del desarrollo, en las vías del
progreso. El ahora era un presente de cambios y convulsiones, un ahora
cosificado, mercantilizado. La producción simbólica en una sociedad no es
independiente de los modos en que ella reproduce, transforma su vida material
y garantiza la supervivencia de sus miembros. Marx ha dicho que no es la
conciencia de los hombres la que determina su ser, sino su ser social el que
determina su conciencia, por esto es tan valioso tener en cuenta los nexos
entre producción simbólica y reproducción material de la vida de una sociedad.
La reproducibilidad técnica ha cambiado la obra de arte. La fotografía y el cine
como ejemplos, aumentan de ambición de representar una tajada de la
realidad, en unión antes in-imaginada de la palabra y la imagen-movimiento,
como llamaría Deleuze, la imagen y la palabra conviven en un mundo
acelerado, comparten la velocidad, en un sistema de expresión que impacta
sin precedentes las sensaciones.

Brecht por un lado, nos habla desde la sociedad que perpetuaba las
desigualdades. En sus escritos nos transmite más que Benjamin la pulsación de
la época en la que vive: el arribo del fascismo a las tribunas de poder, a la
opresión antisemita, las matanzas incontables de victimas de los campos de
concentración, y la violencia de Europa, de la cual ambos autores llegarían a
ser víctimas también. Recordemos que Brecht había ya retomado muchos
ideales de la izquierda, y simultáneamente ellos lo retomarán a él también; el
mundo europeo en especial, esta plagado de intelectuales que son parte de la
vanguardia de dicho momento histórico, son muchos hombres y mujeres de
letras y artistas, que presentan su posición política y cultural a través de sus
obras artísticas, habiendo tomado parte en la lucha política contra el sistema.
Teorías estéticas diversas nacen en aras de defender una fuerte convicción

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moral, que demanda de los artistas comprometidos una unión común contra un
enemigo cada vez más y más fuerte.

En este escenario, el arte ha cambiado su origen en el ritual por otro


origen: la política. Y esto sabiamente lo saben reconocer tanto Benjamin como
Brecht, y nos llevan a contemplar esta noción de arte militante, en contraste
con la voracidad del fascismo y la consecuente politización del arte. La
expresión del ser humano es ahora menos autónoma, esto inaugura nuevas
funciones en la obra artística. Es decir, si en las cuevas neandertales la pintura
fungió un rol determinado, su función era otra a la que le asignamos hoy a esas
pinturas milenarias. Hoy hacer arte posee otra función principal, y el arte se
comunica por nuevas formas de transmisión, una masificada, ausente de
unicidad. Benjamin argumenta que en la creación artística, ya no vemos el
momento creativo ni tampoco aquella totalidad misteriosa, con el potencial de
maravillarnos, de deleitarnos con ese halo esa aura que produce complacencia,
al estar ante algo único e irrepetible, cualidad que tiene tan solo la
autenticidad de la obra única. Esta noción que parecía que iba a liberar la obra,
la reproducción, y hacerla autónoma, la encadena, la destierra de su
autenticidad y le quita la posibilidad de ser interpretada, de ser única y sacra.
La dinámica estética con la obra de arte pasa de la contemplación individual a
la contemplación masiva que favorece la distracción, a la banalización de
sentimientos, a la relativización de la experiencia estética. Ante este panorama
queda rendido un arte como ideología en la sociedad de masas, ante la frágil
posibilidad de la autonomía. Mientras el Capitalismo de la mano de su industria
cultural, buscan ser dictadores de lo que es la verdad y la falsedad, de lo que
es bello y lo que es arte y lo que no. En cambio, la verdad para Brecht y
Benjamin es la verdad socialista, donde rompe con la imaginación, para
asumirse como sujeto, como un arma en el teatro de educación para el
oprimido. Pero no olvidemos, el arte no liberará al individuo, si no que este
desarrollaría la libertad en superación pero no puede pasar este cambio si
continua existiendo un sistema que lo oprime.

Cuando hablamos de una autonomía en la obra de arte, anteriormente


estaba sujeta al ritual, al culto, y el aura era “aquello en la lejanía, de aquello

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único”. La obra está algo alejada al ser humano quien no la puede poseer por
ello, conserva ese halo místico, oscuro, que hoy la copia no puede tener. El
ritual estaba detrás de esa unidad artística que hace que la obra sea única,
misteriosa. No es autónoma del ritual, por que no debemos subestimar la
capacidad de la cultura sacralizadora, de su poder de creación y de la fuerza
de la alegoría. Además, el ritual lo que hace es elevar la obra a auténtica, cosa
que la copia no puede hacer. El ritual es su origen y el testamento histórico
que lleva en su totalidad. Pero la copia sí podría liberar a la obra de su propio
ritual, pero para encadenarla a otra función: la política, esto es exactamente lo
que han dicho Brecht y Benjamin. El arte ha sido separado de su basamento
exclusivamente cultural, y se le ha hecho arma política. Desde los anales de la
filosofía política, especialmente en Kant, la construcción de la idea de
autonomía estética se veía plagada de consecuencias sociales y políticas;
hablamos de un tipo de extensión lógica de la autonomía, hacia el conjunto del
campo social. La estatización por el contrario, se dará en la medida en la que
esta autonomía se vea sustituida en lo estético y en lo social por simulacros
formales de los efectos de esa autonomía, donde no sólo resultará neutralizada
sino claramente instrumentalizada: ejemplo de esto clarísimo es la
masificación, la cultura de lo main-stream. Con Benjamin, estamos ante la
pérdida de la unicidad artística, y el responsable es el acto de copiar, de
reproducir exactamente las obras que un día fueron únicas y que jamás
volverán a serlo. Así Benjamin nos lo explicita que en una sociedad tecnificada,
mediante la reproducción de la obra del arte, el aura del ejemplar único se
pierde para siempre. El arte ya no es único. A pesar de que siempre han
existido en algún nivel las copias, su finalidad nunca ha sido la misma, ni sus
alcances. A demás, la obra de arte no necesariamente era autónoma, antes de
la época de la reproducibilidad técnica. Dependía del ritual.

También en el contexto desde el cual nos habla Benjamin y Brecht,


tenemos a ambos autores anclados en el conflicto entre el arte comprometido
y “el arte por el arte”, acá es cuando entramos a discutir sobre la pérdida del
aura en la obra de arte contemporánea, donde el arte se viviría mediatizado
por una experiencia estética de distancia, en la misteriosa totalidad de los
objetos, lo oculto y lo misterioso de la obra. Para Benjamin esta noción encierra

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todas las cualidades esenciales de la obra de arte, el espíritu hegeliano, su
carga cultural y religiosa. Lo cual está ligado a la función del ritual. Muchas
veces se han querido interpretar los postulados de Benjamin como si la misma
reproducibilidad técnica hubiera liberado a la estética y a la obra de arte.
Benjamin señala la posibilidad de que esto pase, pero lo que está haciendo es
ya en los años treinta, denunciar la cultura de masas. Si tuviéramos que
discutir los beneficios de esta era de la reproductividad, podríamos argumentar
que dicho proceso podría “democratizar” el arte, de manera que existiera la
posibilidad de que la cultura alcanzara a todos los sitios gracias a la facilidad
de copia. Por otro lado puede encerrarnos en un fascismo sin retorno, en el
que todos seamos idénticos (retomaría esta concepción Mancuze y el Hombre
Unidimensional), y en el que el valor artístico, así como su utilidad, estén al
servicio del poder. Lo anterior sin duda nos sirve con una advertencia la
lectura de ambos autores Brecht y Benjamin, puesto que no se trata de estar a
favor o en contra de la técnica, sino de atender tanto a sus posibilidades, la
función del arte así como a sus peligros en un mundo poblado y productor
instantáneo de imágenes de culto, de consumo. Toda imagen es a su vez
acción y la reacción que genera lo que impregna a la imagen, de una variación
perpetua. La imagen es meramente un camino, un pasadizo por donde
transitan las acciones, los sentidos, y los cuales me transmiten movimiento, el
cual yo restituyo. Deleuze lo ha dicho, posterior a los autores que hemos
estudiado, pero en concordancia con lo que estos vieron venir, que éste “Es un
mundo de universal variación, universal ondulación, universal chapoteo: no hay
ejes ni centro, derecha ni izquierda, alto ni bajo, este conjunto infinito de todas
las imágenes constituye una suerte de plano de inmanencia”1

Si retomamos lo que nos han dicho los dos pensadores alemanes,


notamos que nos hayamos ante una doble perdida: A. La pérdida del momento
creativo, el momento de la afirmación individual. B. La Pérdida de unicidad
debido al progreso de la técnica reproductiva. Dejando de lado conceptos
como creatividad individual o genialidad, el proceso es ahora una multiplicidad.
Es la muerte del artista, vayamos ahora a la muerte de la unicidad de la obra
de arte. De esta manera claramente el sujeto creativo desaparece, y lo que
1
Gilles Deleuze, Cinema 2: La imagen en movimiento. London: The Athlone Press, 1994. p 99

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miramos es la creación de obras intervenidas por procesos distintos y
creadores diferentes. Un ejemplo siempre relevante en el arte surrealista es
Dalí, quien crea bosquejos de sus trabajos, que posteriormente entrega a
diseñadores, herreros, albañiles que lo materializan. O por ejemplo la
conflictiva noción del arte por apropiación de Duchamp, o de Warhol, ¿donde
está en sus obras el autor, antes durante o después de la producción de la obra
de arte, cuando la lata de sopa está en marcada? ¿No es cierto que para
Warhol aún sin enmarcar la lata sigue siendo un objeto artístico? Otro producto
artístico que se explota para Benjamin, es el film recibido e ideado para la
comunicación masiva. Adorno ya había denunciado el poder de alienación en el
que se podía convertir el cine en manos de la demagogia más peligrosa. De la
mano de Brecht, el autor alemán ve cómo el actor de cine ha cambiado su
público por el aparato que lo filma. Ahora la producción artística existe de
manera fragmentaria, donde el actor fílmico no logra crear un aura capaz de
envolver su personaje. En respuesta la industria creado un aura artificial en
torno al culto a la estrella promovido por el cine capitalista.

Carpentier y Canclini

Inauguramos nuestra reflexión con la misma pregunta que asechó a


ambos Canclini y Carpentier. ¿Existe algún tipo de estética latinoamericana? Si
queremos contestar rápido, podemos asegurar que esta identidad es mestiza e
hibrida, ambos lineamientos se encuentran en general en los dos autores. La
mezcla entonces atañe a nociones no solo estéticas si no identitarias. Por que
esas mezclas culturales, con tintes estéticos se mezclan en lo que las naciones
han establecido ser, a como nos hemos mirado a nosotros mismos, no solo por
construcción histórica, si no por los procesos propios que a nuestro continente
le ha tocado vivir, entiéndase el choque de culturas sobre el cual Carpentier
comentará más. En las primeras décadas del siglo XX, el campo cultural

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latinoamericano está dominado por los nacionalismos, producto de la
Revolución Mexicana y del contexto de una apasionada e idílica una vuelta a
las raíces. Para empezar a entender lo que nos dice el cubano, podemos
consultar “Conciencia e identidad de América”, donde Carpentier argumenta
que poseemos pues una: Historia distinta, desde un principio, puesto que este
suelo americano fue teatro del más sensacional encuentro étnico que registran
los anales de nuestro planeta. Encuentro del indio, del negro, y de europeo de
tez más o menos clara, destinados, en lo adelante, a mezclarse,
entremezclarse, establecer simbiosis de culturas, de creencias, de artes
populares, en el más tremendo mestizaje que haya podido contemplarse
nunca”2 La identidad latinoamericana está fundada para Carpentier en el
concepto de mestizaje, algo así como un criollismo propio del continente
nuestro. Los elementos que hacen funcionar este cuerpo americano en las
teorías del escritor cubano, están levantados de la mano con la noción de
sincretismo, aludiendo a la historia del continente y su identidad y dice que
esto se da entre mundos populares, sincretismo, ritos religiosos, bailes,
supervivencia de cultos ancestrales, entre otros. Así es que Carpentier mira a
la cultura latinoamericana como un conjunto de culturas y pueblos con
tradiciones distintas pero con una historia compartida. Claro, no podemos
dejar de afirmar que las diferencias si existen, pero no deben opacar la noción
de organicidad de Latino América, lo anterior lo pone en manifiesto
diciéndonos: “empecé a entender poco a poco este gran continente, viéndolo
como una especie de unidad formado por células, por elementos inseparables
unos de Otros”3. La imagen de las pequeñísimas células corresponde a la
integridad de América Latina. Lo anterior nos permite dilucidar una activa
propuesta ideológico-cultural: existe una interrelación de tres conceptos claves
lo barroco, aquel componente real maravilloso y el mestizaje.
Para empezar lo barroco es un constante del espíritu latino, como
pudimos leer en las lecciones. Este a su vez es generado por el mestizaje
donde: “toda simbiosis, todo mestizaje, engendra un barroquismo”4. Esta
mezcla única de nuestra masa continental es particular, con tales elementos

2
Alejo Carpentier. Conciencia e identidad de América. 1981, p 81
3
Alejo Carpentier. Op. Cit, p 104
4
Alejo Carpentier. Conciencia e identidad de América. 1981, p 126

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en presencia aportándole cada cual su barroquismo, entroncamos
directamente con lo “real maravilloso”, íntima noción con la espiritualidad y el
mero acto de fe. La originalidad de América, la diferencia americana que tanto
se había buscado explicitar se confecciona de esta manera, y proporciona
entonces estas ideas un asidero identitario como proyecto moderno de las
naciones latinas. ¿Por que se habla entonces, de mestizaje en nuestras tierras?
Por que simplemente siempre han coexistidos diversas culturas con visiones de
mundos divergentes, y convergentes, con estéticas y prácticas sociales, que se
han fundido en la hibridación que nos caracteriza hoy en día. La experiencia
histórica de la Colonia además, envistió al continente de características
particulares, abriendo el componente demográfico a una pluralidad exclusiva
de esta región continental, que la dejó más diversa, más heterogénea, más
que en ningún otro lugar. En El ángel con (de las) maracas, Carpentier nos
transmite una idea de este continente católico, con ese inequívoco
componente carnavalesco, en sus ceremonias en sus fiestas, en su interacción
socio-cultural diaria. Que mejores ejemplos podríamos dar que el baile de los
diablitos, o el teatro del Gueguense en Nicaragua.
Posteriormente en el marco del fin de la Guerra Fría, la crisis del
socialismo y el consecuente debilitamiento del pensamiento marxista como
parámetro para contrarrestar la implementación del neoliberalismo y los
efectos de la globalización capitalista, se producen dos procesos
fundamentales para el análisis del espacio latinoamericano, que propone la
literatura de Canclini: A. la necesidad de refundamentar la centralidad de los
discursos que definen la función de América Latina. B. La urgencia por redefinir
las formas de agencia política en el continente. Ante tal panorama los
latinoamericanos continúan buscando lugar en este siglo, como ha afirmado
Néstor García Canclini, cuando a su vez nos explicita aquellos proceso
frustrados de integración continental que ha sufrido el continente, junto a
fenómenos como la expansión de las industrias comunicacionales, las políticas
neoliberales, entre otros. Para hablar de la identidad de esta región el escritor
ha esgrimido la categoría de lo hibrido. García Canclini pone especial atención
sobre este hilo que compone a nuestro continente. Sin comprender esta
noción, no podemos hacer calzar la enorme diversidad cultural hasta natural,

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que compone a nuestro continente. Ni todas las nociones de Carpentier, que
atiborran teórica y estéticamente la identidad latinoamericana. En su libro
Culturas híibridas se mira a America Latina como un conjunto de culturas, de
grupos sociales mixtos en interrelación desde hace varios siglos: comunidades
afrocaribeñas, comunidades asiáticas, europeas, amerindias. Evidentemente
miramos la linealidad con Carpentier, desde donde las nociones de mestizaje
se retoman. En fin, América Latina se reafirma como mestiza, Ni una cultura
una Ni la otra predomina en su personalidad. En la construcción socio-política
de nuestros países claramente si ha predominado alguna etnia, sobre la cual se
ha apoyado la identidad de la nación moderna. Como fuere por ejemplo en
México, donde se ha construido una nacionalidad arraigada en lo azteca 5, en
Costa Rica la hemos construido sobre la creencia de un predominio español,
por que se ha argumentado que acá casi no hubo indígenas, afirmación que
cantidad de estudiosos ya se han turnado en desacreditar y rebatir (basta con
leer a los escolares ticos en esta materia Maria Eugenia Buzoli, Marco, Eugenia
Ibarra, Victor Hugo Acuña, etc). La realidad es que somos un “melting pot” de
culturas, unas más marginadas que las otras, pero que sin embargo todas han
tenido su contribución de levantar lo que es América Latina.

Pudimos ver como en la introducción de su libro, Canclini ha elaborado


ideas acerca de la disyuntiva entre el acceso a la modernización por parte de la
mayoría. Si bien pueden lograr compartir muchas relaciones a través de los
medios masivos, el problema principal es que la mayoría sólo es espectador de
la modernización y no productor. Al desarrollar el tema de la modernización en
Latinoamérica, debemos aventurarnos a proponer dos líneas de análisis
desligándolas de lo propuesto por el escritor suramericano. Comienza diciendo:
“La primera hipótesis de este libro es que la incertidumbre acerca del sentido y
el valor de la modernidad deriva no sólo de lo que separa a naciones, etnias y
clases; sino de los cruces socioculturales en que lo tradicional y lo moderno se
mezclan”6. El aporte multidisciplinario entre las ciencias sociales es vital, para

5
Algunos estudiosos han criticado igual de fuerte la idealización de nuestro pasado indígena, afirmando que es tan solo
un recurso romántico-político de nuestras naciones, para pensar a los indígenas como una comunidad pasiva y arcáica,
enfocándose precisamente en evadir la más amplia contribución de otras culturas que tenemos: afro, asiática, etc.
6
Néstor García Canclini. "Introducción a la nueva edición. Las culturas híbridas en tiempos
globalizados " en Culturas híbridas. Paidós, 2001. Introducción,

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entender que en Latinoamérica, lo tradicional, lo moderno, lo culto y lo popular
y lo masivo no poseen un lugar fijo, cambian según las disposiciones del
campo; si no se estudia en conjunción de materias, autores y disciplinas
diversas, no podremos entender la modernidad latinoamericana. Al considerar
el problema de la identidad latinoamericana y su relación con el pensamiento
latinoamericanista, Canclini ha partido desde la necesidad del replanteo de
conceptos que deben estudiarse teniendo en cuenta, la concepción
materialista de la historia, el método dialéctico-materialista y los aportes que
los pensadores de diversas corrientes y disciplinas complementarias. Una
segunda hipótesis sería que “el trabajo conjunto de estas disciplinas puede
generar otro modo del concebir la modernización latinoamericana (…) (verla
como) intentos de renovación con que diversos sectores se hacen cargo de la
heterogeneidad multitemporal de cada nación”.

• Lukàcs, G., “La cosificación y la conciencia del proletariado”, en Historia


y conciencia de clase, Madrid, Orbis, 1985.
• Marx, K., El capital (varias ediciones), Cap. 1 (”La mercancía”), sección
“El carácter fetichista de la mercancía y su secreto”.
• Benjamin, W., “La obra de arte en la época de su reproducción técnica”,
en Discursos Interrumpidos, Bs. As., Taurus, 1989.
• Nestor GARCÍA CANCLINI, 1999. La globalización imaginada. Paidós
• Nestor GARCÍA CANCLINI, 2001 "Introducción a la nueva edición. Las
culturas híbridas en tiempos globalizados " en Culturas híbridas. Paidós. (
revisamos la introducción, y cap utopías, cap 1 y 2)
• CARPENTIER, Alejo, 1975, Concierto barroco, La Habana, Letras Cubanas
• Alejo Carpentier. Conciencia e identidad de América. 1981,
• -literatura y conciencia política en América Latina. Madrid Alberto
Corazón, 1969
• Gilles Deleuze, Cinema 2: La imagen en movimiento. London: The
Athlone Press, 1994.

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