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Los itinerarios terminológicos de lo social.

Capítulo I de El apoyo a la economía popular en Venezuela. Hacia una política social orgánica
de estado? Autor: César A. Barrantes A., Editorial Tropykos-Faces, Universidad Central de
Venezuela. Caracas, 1997.

En el siglo XX, varios términos han sido acuñados marcando hitos en la evolución del
tratamiento dado a Lo-Social y, dentro de éste al denominado, más por persistencia que por
pertinencia, sector informal urbano, economía informal, informalidad y, más recientemente,
neoinformalidad (Pérez Sáinz 1995).
No obstante su elaboración desde diversos referentes empíricos y disciplinas, por lo general se
encuentran anclados al supuesto de la preexistencia de de la economía, así sea ésta considerada
de carácter cósmico, fisicosistémico, telúrico o providencial que absolutiza uno de los
momentos del sistema de relaciones DE y EN la producción social: la circulación (oferta y
demanda) ampliada de mercancías mediante la cual Lo-Social se constituye en el ancho campo
abierto a las inversiones del capital privado.
Veamos los referidos a Lo-Social (Barrantes 1985), los cuales se presentan sin pretensión taxo-
nómica, sino, como articulaciones lógicas que cristalizaron dentro de una diversidad de vías de
argumentación que coexisten, muchas veces de manera indiferenciada, en el pensamiento social
latinoamericano. Ello nos permitirá contextualizar las consideraciones que sobre el "sector infor-
mal", la Economía Asociativa, la Economía Solidaria y la Economía Popular (Barrantes 1992)
haremos en el apartado siguiente.

1) ACERCA DE LO-SOCIAL
a) Lo-Social Como No-Vacío: Esta noción, de honda raigambre (neo)clásica, se encuentra estra-
tégicamente diseminada en el metalenguaje economicista del pensamiento social latinoameri-
cano. Ella se constituye en referencia a un momento discontinuo, incomunicado =un "algo" que
contiene "algo" que no se sabe qué es= de uno anterior ubicado mucho más allá del horizonte
previamente marcado por una separación tan absoluta entre Lo-Económico y Lo-Social, que éste
carece de toda posibilidad de existir como objeto de conocimiento.
Lo-Social como no-vacío es una noción equívoca que pretende haber dado solución a las inde-
terminaciones abstractas de la metafísica de la presencia autorreferencial de Lo-Económico, se-
gún la cual éste es concebido como una entidad autopoiética, es decir, enclaustrada en sí misma,
absolutamente autónoma de todo tipo de creación externa a su propia existencia; en consecuen-
cia, el rango de su autoposicionalidad es el de una centralidad que tiene características de econo-
micidad inmanentes, es decir, no modificables, sino, autorreproducibles y autoorganizables por
la estática misma de sus componentes. Evocando el pensamiento espinosiano, Lo-Económico
sería la sustancia (materia, en lenguaje marxista) “aquello que es en sí y se concibe por sí, esto
es, aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa” (Espinosa
1980:47; García 1977). En este sentido, todo es Lo-Económico. Nada existe fuera de la Razón
económica. Sólo el Vacío, la Nada.
En contraposición a la aporía del vacío ignoto, la terca realidad socialmente construida fue
obligando, no sin persistentes resistencias que se prolongan en los tiempos y los espacios, a que
Lo-No-Económico fuera creado como portador de la simple negatividad de la sustancia esencia-
lizada de Lo-Económico, es decir, un "algo", un no-vacío indiferenciado pero en vías de ser es-
pecificado y evidenciado el cual significó cualquier cosa o factor no económico y, hasta finales
de los años `50, presumiblemente “social”, ya que no fue sino en los `60 que a Lo-Social se le
reconoció “cuerpo” propio, y, en los `70 se le reconoció especificidad a Lo-Político y, en los `80
a Lo-Cultural (paradójicamente la tristemente célebre década decretada como perdida por
Naciones Unidas para los países subdesarrollados).
Pero reducido el no-vacío o, lo que es lo mismo, Lo-No-Económico a Lo-Social, expresa un
reduccionismo pletórico de carencias e imprecisiones por cuyo medio se le asigna a éste un
carácter meramente apendicular, es decir, accesorio y residual, y una infeliz virtud: la de ser una
caja de resonancia totalmente vulnerable y desajustable en su interior mismo como consecuencia
de los altibajos de la tasa de ganancia, al mismo tiempo que, por esa misma condición que no le
pertenece, es un estorbo inerte que sólo entorpece el libre crecimiento de la presencia eternizada
de la cual supuestamente brota: Lo-Económico. Por esta vía de argumentación se acepta sin más
que la situación social mejora o empeora como consecuencia de los impactos de los altibajos de
la tasa de ganancia.
Aquel término, no menos genérico que el de cuestión social1, fue acuñado en los años `40 por
ONU para referirse a las medidas institucionales más relacionadas con el bienestar humano
cuyos problemas acumulativos son vistos como gastos económicos no recuperables, una carga
1
Desde los desarrollos primigenios de la ciencia social, esta denominación genérica tiene un indiscutido
referente empírico: las condiciones materiales de reproducción de las clases bajas (pobreza, desempleo) y sus
secuelas morales (prostitución, delincuencia, mendicidad) y sociales (contaminación de la parte "sana" de la
sociedad, violencia, revueltas y eventuales revoluciones) las cuales están al acecho de la seguridad y la estabili-
dad de las clases gobernantes.
onerosa que sólo permite mitigar o compensar la pobreza a la que se ven sometidos los
agrupamientos populares. Esto en especial cuando los programas económicos para recuperar y
acelerar la tasa de crecimiento =decisión que depende de la voluntad política de las clases
hegemónico-dominantes= no se han visto aún precedidos, acompañados o sucedidos por la
mejoría de la calidad de vida ni por la distribución equitativa de los bienes tangibles e intangi-
bles de cambio y de uso de las clases populares. Los beneficios económicos, traducidos en
indicadores de bienestar y seguridad social, del virtual incremento de la producción, la producti-
vidad y la acumulación compulsiva del capital no han sido sentidos ni creídos por la población.
b) Lo-Social Como Entidad Interdependiente De Lo-Económico. Esta concepción se contrapone
a la noción del aislamiento y la separación preexistentes entre Lo-Económico y Lo-Social =la
cual secularmente ha venido obligando a enfrentar una casi incomprensible situación social des-
vinculada de LA racional situación económica cuyo mejoramiento =la máxima aspiración a la
que se podría aspirar dentro de la lógica del aislamiento absoluto= deja de ser visto como una
carga onerosa que sólo permite realizar medidas paliativas para ayudar a los pobres y deshere-
dados a sobrellevar las duras penas que los agobian y las vicisitudes a que se ven sometidos por
las inclemencias de la vida. Esto por cuanto para el decenio de los `40, una serie de estudios eco-
nómicos comenzaron a dar cuenta de la agudización y acrecentamiento de los problemas
sociales a causa del lento ritmo de crecimiento económico; asimismo, de que, en una proporción
muy grande, la generación del crecimiento económico debía atribuirse a un "factor residual
impreciso pero presumiblemente `social', más que a los insumos de capital y trabajo" (CEPAL
1969:153).
Por otro lado pero al mismo tiempo, por esos años fueron quedando al descubierto las diferen-
cias cualitativas y progresivas entre la situación de la periferia capitalista y el centro industria-
lizado y con alto ingreso por habitante, así como las deficiencias contenidas en las políticas de
desarrollo económico y de comercio internacional tanto en Latinoamérica como en otras re-
giones del mundo. Asimismo, la presencia movilizadora de las masas populares, como respuesta
a la desintegración del sistema oligárquico latinoamericano =expresada por diversas vías pero
fundamentalmente por la presión de las demandas politícosociales populares=, a los
llamamientos revolucionarios nacionalistas, al populismo y a la lucha por la descolonización
política demostró que, a fin de alcanzar el objetivo económico de crecimiento autosostenido de
la producción por habitante, era necesario tomar en consideración factores no económicos indi-
ferenciados, a los cuales, posteriormente, se les comenzó a reconocer alguna especificidad “so-
cial”.
Comenzó así a sustituirse aquí sí y allá no la noción de mejoramiento de la situación social =li-
gada a una visión más estática y diluida de Lo-Social=, por la de Desarrollo Social =articulada a
una connotación más dinámica de Lo-Social= aceptándose explícitamente la interdependencia
funcional-formal entre Lo-Económico y Lo-Social. Esto significó para éste una efectiva
dependencia y vulnerabilidad a los embates del decrecimiento económico y el cumplimiento de
una función subordinada: prestar un compulsivo servicio al desarrollo económico en la medida
en que sus fronteras le fueron abiertas a las inversiones privadas del capital. De allí que las
nominaciones inversión social, inversión en infraestructura social e inversión en recursos huma-
nos, adquirieron carta de ciudadanía en el pensamiento social latinoamericano. Estos, acuñados
en los años `40, sólo ganaron legitimidad internacional en los `60. El capital transformó las
acciones aisladas de mejoramiento social en inversiones productivas al servicio del mejora-
miento de la situación económica de la población y, por esta vía, al incremento de la tasa de
ganancia y a la acumulación compulsiva del capital.
Ello estaba requiriendo de una racionalización que ideológicamente validara un cambio en la
programación económica de los gobiernos a fin de reorientar las inversiones hacia sectores hasta
aquel entonces considerados no productivos; es decir, se propuso la maximización de las inver-
siones en actividades que, además de contribuir al Bienestar Humano, ampliaran la relación sa-
larial y maximizara la productividad de las economías latinoamericanas. Estos objetivos pare-
cían ser alcanzados a través de programas sectoriales ya establecidos (educación, salud, empleo,
redistribución del ingreso, seguridad, asistencia y bienestar social) que contaran con legislación
pertinente, aparatos administrativos eficientes y sistemas de capacitación profesional y técnica
eficaces; asimismo, mediante programas como vivienda, nutrición y recreación que tuvieran el
respaldo público.
Sintetizando esta vía de argumentación, Lo-Social y Lo-Económico son "LOS" dos factores
inseparables de un único y absoluto proceso que requiere una acción económica productiva
completada con medidas sociales concomitantes y eficientes que remuevan los obstáculos sico-
sociales y estrangulamientos incentivando el Desarrollo Social. No obstante el carácter
esencialista asignado a Lo-Económico y el carácter suplementario asignado a Lo-Social, ambos
intercambian efectos desiguales producidos por su propia diferenciación (reminiscencia de las
ventajas comparativas de la teoría clásica del comercio internacional), en fin, son interde-
pendientes y se les reconoce la dignidad de su estatuto: formalmente están en pie de igualdad
gracias a la Declaración de los Derechos Humanos, haciendo falta solamente su integración por
la vía de una mayor articulación y expansión del mercado, la cual, en vista del primer redes-
pliegue industrial de la posguerra, parecía inminente2.
En la lógica de esta argumentación, las interacciones de los desarrollos de ambas entidades no se
justifican más que como coincidentes, conjugadas porque se trata de factores agregados desde a-
fuera por una voluntad externa (individual, interdisciplinaria, económica, técnica, política, admi-
nistrativa) que armoniza, coordina, corrige efectos y defectos, equilibra pesos y contrapesos,
asigna valores e identidades y utiliza procedimientos institucionalizados conducentes a la
aceptación acrítica de sus recomendaciones normativas de conductas finalistas pertinentes a la
remoción de los obstáculos sicosociales y estrangulamientos internos, la restauración dinámica
del equilibrio general (la paz social) y la mantención del óptimo funcionamiento del motor repo-
tenciado de la economía. Este es el sentido dado a la integración homogeneizante de dos
entidades reputadas interdependientes. Al influjo del redespliegue de las inversiones de capital,
como manto protector de todo lo que alcanza a cubrir con su expansiva racionalidad inmanente,
se trasfiere lo moderno a lo tradicional, lo urbano a lo rural, lo dinámico de una estructura a lo
estacionario de la otra, es decir, se expande Lo-Económico a Lo-Social, y en ese desplazamiento
éste es subsumido formalmente en aquél como simple accesorio cual siervo a la gleba. Pero, he
aquí que todo lo que queda no sólo mal cubierto, sino, también, fuera del abrazo modernizador y
civilizatorio de las inversiones de capital es considerado "obstáculo estructural" que entorpece el
acceso a la etapa final de la entelequia: el desarrollo económico y social como variante del de-
sarrollo económico-industrial-tecnológico.
c) Lo-Social Como Obstáculo Al Desarrollo Económico. Articulada al discurso estructuralista
cepalino, la noción de los obstáculos estructurales tomó cuerpo en los `60 cuando se hizo
innegable que la industrialización sustitutiva de importaciones, asumida tardíamente por la
mayoría de los países latinoamericanos en condiciones externas e internas que provocaron su
agotamiento sin haber producido soluciones sistémicas a los profundos problemas que aún hoy
continúan descomponiendo los cuerpos sociales subcontinentales y caribeños: recesión del apa-
rato productivo, desempleo, subocupación, deterioro de los términos del intercambio, dependen-

2
En realidad seguirá pareciéndolo a la luz de los megaprocesos de la mundialización o globalización hegemo-
nizada por el selectivo grupo de los países altamente industrializados.
cia, concentración progresiva y distribución regresiva del ingreso, déficit fiscal escalonado,
pobreza generalizada...
Se adquirió conciencia de que la problemática del desarrollo no debe seguir siendo reducida ex-
clusivamente a Lo-Económico, sino, concebirse como la sumatoria del crecimiento de éste más
el progreso social. En este sentido, la noción globalizante del desarrollo económico y social
integral significó el planteamiento de una política de desarrollo y modernización de largo al-
cance y de cambio concatenado a las reformas de las estructuras sociales, públicas, industriales,
agrarias y comerciales en el afán de redistribuir el ingreso, modernizar el Estado e incorporar la
idea de las políticas sociales como instrumentos a través de las cuales se abordarían, planificada
y específicamente, los "sectores sociales", un nuevo término con el que se intentó superar las
imprecisiones terminológicas anteriores sobre Lo-Social el cual comenzó a ser sectorizado en
atención a la acumulación de persistentes necesidades humanas: salud, vivienda, educación,
seguridad social, bienestar social,...3.
Pero veamos el significado de Lo-Social como obstáculo estructural. Una entidad que obstacu-
liza a otra es la que, en virtud de su específica articulación a un sistema relacional, posee una
capacidad de manejo de variables de libertad e incertidumbre lo cual le permite decidir hacerlo
de muchas formas y contenidos accionando sobre sus propios dispositivos. Es un oponente que
tiene movimiento, fuerza y capacidad de previsión. Pero una entidad que carece de proyecto
propio sólo tiene virtudes que no le pertenecen; se le asignan atributos definidos externamente
por quien tiene una trayectoria que pasa exactamente por el sitio ocupado por lo que estorba el
camino que conduce ilusoriamente a un estadio final ideal. Este tipo de obstáculo es un estorbo
en virtud de su no dependencia de acción =que no necesariamente connota independencia ni
interdependencia ya que no porta movimiento alguno. Por ello juega el juego ya dado, normado
por la entidad que ya estaba presente =Lo-Económico, compulsivamente acicateado por el acre-
centamiento de sus inversiones en el redespliegue industrial y por la cruzada contra los sub-
versivos obstáculos estructurales de Lo-Social que cada vez tienen que ser arrollados con más
fuerza y profundidad por el tractor del progreso.
La ambigüedad producida por la usurpación del sentido que la noción de no dependencia hace
del término interdependencia, es lo que permite postular a Lo-Social como supuestamente au-
3
Si bien este criterio demostró eficacia empírica, no fue así el tratamiento analítico dado a cada "sector": éstos
fueron descontextualizados y apropiados por ciencias individualizadas que, no obstante su autonomía
aislacionante, ofrecieron soluciones marcadas por el sesgo económico y economicista. En los años `60 una
contrapropuesta de superación de la sectorización mediante la creación de equipos interdisciplinarios intentó,
sin lograrlo, suturar los vacíos teóricos anteriores acudiendo al uso de modelos integrales, intersectoriales.
tónomo y con dinámica propia, equiparable a Lo-Económico, sino, también, proclamar la ne-
cesidad de su integración y fusión homogeneizante a través de modelos formalizados e institu-
cionalizados para tales efectos; asimismo, validar el trabajo en equipo interdisciplinario y legi-
timar la visión unitaria e integralizadora del desarrollo como proceso social global con la que se
esperó orientar la remoción de los obstáculos sicosociales y los estrangulamientos estructurales,
todo ello con el afán de que, a través de una política social racional, Lo-Social produjera inte-
gración social por la vía del consumo, integración nacional por la vía de los derechos ciudada-
nos, y apoyo popular masivo para viabilizar el Bienestar Económico de las mayorías poblacio-
nales latinoamericanas y caribeñas con las cuales, en los albores del tercer milenio, las clases he-
gemónico-dominantes siguen estando en deuda.
d) Lo Social Como Globalidad Societal. Hasta aquí hemos seguido una secuencia de momentos
progresivos que conciben a Lo-Social como vacío, una "nada" en virtud de la existencia absolu-
tamente presente y totalizadora de Lo-Económico; y como un no vacío pletórico de imprecisio-
nes tales que puede aparecer indiferentemente como una situación que sólo ocasiona gastos y
desinversiones económicas o como un factor residual absolutamente refractario a la tasa de
ganancia. Otras veces, aquel no-vacío no brota de Lo-Económico, sino, que se va haciendo
presente como un algo ignoto que proviene de un misterioso más allá del mercado. A medida
que posiblemente una Mano Invisible lo va acercando a Lo-Económico (o éste en su movimi-
ento arrolladoramente expansivo se topa con él), toma una forma que puede ser llenada con
cualquier contenido no económico, una figura a la que no se le reconoce identidad propia; no
obstante, en virtud de su progresivo aumento de peso y volumen establece intercambios desigua-
les de efectos, dependencias encubiertas, no dependencias e interdependencias ilusorias.
Mediante éstas va perdiendo su carácter absolutamente dependiente y apendicular de Lo-Econó-
mico, hasta llegar a constituirse en un órgano pletórico de resistencias que sólo obstaculizan el
Desarrollo Económico y Social Integral.
Una vez vencidos estos estorbos, queda abierta la posibilidad real de que Lo-Social llegue a fun-
dirse =por la naturaleza misma de las cosas= dentro de Lo-Económico, así sea por obra y gracia
de las inversiones de capital o por la acción de una voluntad tecnoeconómica o tecnopolítica
externa a ambos.
Este paso en la evolución terminológica del pensamiento latinoamericano concibe a Lo-Social
ya no como lo que no es económico, racional, público ni privado, sino, como TODO lo que per-
tenece a la sociedad, a lo colectivo, a lo societal. En consecuencia, la economía ES una ciencia
social y todos los aspectos del cambio, desarrollo y crecimiento de las sociedades son parte de
un proceso global integral. Las instalaciones de uso colectivo, desde las alcantarillas hasta las
escuelas y desde los ferrocarriles hasta los hipódromos son, por lo tanto, SOCIALES.
e) Lo-Social Como Sinónimo De Pobreza. Esta nominación, antinómica del Bienestar Humano,
tomó cuerpo a propósito de la recesión mundial iniciada en 1967-68 y el segundo redespliegue
industrial que le siguió a éste en el decenio siguiente, en el transcurso del cual nuestras
economías se reinsertaron al orden trasnacional hegemonizado por el capital monopólico. El
decenio de los `70 y, fundamentalmente, el de los `80, fueron testigos del agotamiento de las
políticas y de los modelos de desarrollo económico y social que intentaron servir de plataforma
a los ensayos de instaurar un capitalismo nacional autónomo latinoamericano y a los proyectos
de integración económica sobre la base de la sustitución de importaciones. Ante el brutal embate
de la crisis del sistema monetario internacional, la persistencia de la agudización del deterioro de
las condiciones de vida de los agrupamientos populares y la recesión política impuesta por los
regímenes burocrático-autoritarios (O'Donnell 1982) o autoritario-modernizantes (Graciarena
1984) del Cono Sur, obligaron la búsqueda de respuestas inéditas a los fenómenos que no
pudieron ser explicados por los enfoques de la marginalidad, la dependencia, el estructuralismo,
el funcionalismo y la ortodoxia marxista.
La pobreza como objeto de estudio deriva, por lo tanto, de trabajos auspiciados por ONU, CE-
PAL, BM, BID, PNUD, OIT y, más recientemente, organizaciones gubernamentales y civiles,
interesadas en morigerar los impactos destructivos de la recesión económica en el modo de vida
de los agrupamientos sociales más pobres. Dichos estudios dieron cuerpo a un enfoque no
sectorial de Lo-Social, interesado en darle un rostro humano al desarrollo capitalista (Cornia,
Jolly, Stewart l987) y, justo es reconocer, algunos llamaron la atención sobre la necesidad de
contar con soportes prácticos, teóricos e institucionales más integrados y totalizantes que los
utilizados por el enfoque sectorialista. No obstante su preocupación genérica por la promoción
social y el énfasis dado al empleo y los ingresos =en tanto recursos de sobrevivencia y
satisfacción de necesidades asociadas a las condiciones mínimas de vida de los distintos estratos
de la pobreza= las limitaciones teóricas y metodológicas determinaron que dichos estudios se
realizaran, al menos inicialmente, con una visión geoespacial de economía cerrada centrada en
comunidades rurales y, más recientemente, en áreas urbanas en las que las condiciones de
existencia son muy restrictivas. Su sesgo tecnocratista y neoasistencialista como contracara del
desarrollismo economicista, los llevó a atribuirle virtudes sociales a las unidades territoriales y
a ocultar las relaciones de poder, mediante las cuales se articulan diferencialmente los sujetos
individuales y colectivos que dinamizan los procesos sociales, políticos y económicos en una
formación territorial.
Los numerosos estudios sobre la pobreza en América Latina, han conformado un heterogéneo
espectro de investigaciones. Estas, abordadas desde muy diversas perspectivas teóricas, dis-
ciplinas y referentes empíricos, han intentado desde medir los grados de pobreza (Altimir 1979;
Becaria y Menujin s.f.; CEPAL 1983) hasta describir movimientos sociales de variada índole
(Jelín 1985), pasando por el estudio de las redes de la economía solidaria (Razeto 1985; Hardy
1987), el modo de vida marginal de los pobres (Lomnitz 1977; Jelin 1984), la segmentación del
mercado ("Demografía y Economía" 1981) y el llamado más por persistencia que por per-
tinencia "sector informal urbano" (ILDIS-CEPESIU 1985; "Nueva Sociedad" 1987) y, más re-
cientemente, Sector del Trabajo por Cuenta Propia (OIT 1990).
Enfoques alternativos al de las "estrategias de sobrevivencia" y la "informalidad" abordan esta
problemática relacional desde variadas ópticas, a saber: *) El cambio no capitalista (Palma 19-
87). *) El papel de la mujer y la unidad doméstica (Bethencourt 1988; CENDES 1989 y 1990)
en la reproducción social de la fuerza de trabajo. *) La empresarialidad de los sujetos populares
articulada a un modo de ser del pueblo y a un mercado democrático (Razeto 1985; 1990). *) La
economía popular solidaria, cuyos ejes subyacentes son la satisfacción de necesidades humanas,
el crecimiento endógeno, la autodependencia y la articulación creciente de las propias
comunidades (CEPAUR 1986). *) La acción política y la gestión económica desarrolladas den-
tro de una matriz socioeconómica popular básica (Coraggio 1992). *) El modo de vivir y de ha-
cer economía las clases populares (Barrantes 1989; 1992; 1993).
Baste lo anterior para distinguir (Barrantes 1992) varios espesores de Lo-Social y dimensiones
analíticas estrechas, ampliadas y extensas que subyacen a las diversas concepciones de Estado y,
por lo tanto, de Política Social, las cuales, mediadas por relaciones de poder, ordenan y dan sen-
tido (direccionalidad y significado) a procesos y componentes reales, imaginarios y simbólicos
de corto, mediano y largo plazo local, regional y nacional: Estrechas: Asistencia, Bienestar, Pro-
moción y Seguridad Sociales con referencia a los subsidios directos, la educación, el empleo, la
vivienda, la ayuda mutua, la alimentación y la salud. Ampliadas: La suma de las anteriores al
cooperativismo, el desarrollo comunal, la reforma agraria, la delincuencia, los grupos etáreos, la
familia. Extensas: sumando todas al urbanismo, la ciencia, la tecnología, la comunicación, la
cultura, el deporte, la recreación tal como fue establecido en el VI Plan de la Nación de
Venezuela; el control del precio de la cesta básica, la promoción del consumo colectivo y la de-
fensa del consumidor según los Planes de Desarrollo 1974-1978 y 1982-1986 de Costa Rica).
Dentro de una concepción extensa de Lo-Social, nos preguntamos si políticas apropiadas por la
economía y las denominadas ciencias ambientales, son tan sociales como los Derechos Huma-
nos, la relación obrero-patronal; el desarrollo territorial, agrario, urbano, ecosistémico; los ser-
vicios públicos eficaces y la democratización de la economía la propiedad, el estado, la sociedad
y la nación.

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