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Una vez más varias generaciones nos encontramos para mantener vivo el recuerdo de
nuestros 30.000 detenidos desaparecidos y de todos los mártires de la lucha popular. Nos
juntamos para seguir denunciando la impunidad de ayer y de hoy y seguir luchando por los
ideales por los que dieron su vida nuestros compañeros: una Argentina sin opresión, sin
explotación y sin miseria.
Ellos saben que estas sentencias pueden ser la puerta para condenarlos a todos, no sólo a
las cúpulas o a los pocos que pueden ser reconocidos por los sobrevivientes. Por eso
durante meses amenazaron a los compañeros que participaron de los juicios. Por eso
secuestraron y desaparecieron a nuestro compañero Jorge Julio López y asesinaron al ex
prefecto Héctor Febres quien planeaba hacer revelaciones sobre el robo de bebés durante
el régimen dictatorial.
Desde el principio dijimos que el gobierno debió y debe buscar a los responsables del
secuestro y desaparición de López y de todas las agresiones, amenazas y secuestros
posteriores, en la Policía Bonaerense, en los organismos represivos como la SIDE y en la
inteligencia militar. Sin embargo aún no hay culpables ni por la desaparición de López
ni por el asesinato de Febres
El pueblo -que quiere justicia- exige: Basta de prisiones domiciliarias! Basta de enviarlos a
dependencias militares! Basta de paralizar las causas! Basta de desmembrarlas en
infinitos expedientes! Basta de procesar a los genocidas por delitos aislados! Basta de
querer probar lo que está probado! Basta de reivindicar la teoría de los dos demonios!
La dictadura se propuso destruir las organizaciones obreras y populares para cumplir tres
objetivos: desindustrializar el país, endeudarlo y profundizar la dependencia. En su declive,
esas mismas fuerzas armadas claudicaron cobardemente frente al imperialismo, mientras
los jóvenes soldados combatieron y murieron heroicamente en defensa de Malvinas.
A pesar que el terror fascista de la dictadura fue derrotado, las clases dominantes
siguieron imponiendo la continuidad de su proyecto económico social.
Pero nuestro pueblo nunca dejó de luchar. Y las jornadas de diciembre de 2001 fueron un
punto de inflexión que obligó a las clases dominantes a cambiar la fachada para que nada
cambie.
Hoy, ante la tan mentada reactivación económica, mantenemos en alto las banderas de
nuestros compañeros desaparecidos y preguntamos ¿adónde va a parar el superávit
fiscal, garantizado fundamentalmente por los bajos salarios estatales y jubilaciones?
¿Cómo se resuelven las necesidades de los millones de desocupados y los obreros
flexibilizados y con salarios por debajo del nivel de pobreza? ¿Qué presupuesto y qué
políticas de salud y educación se aplican al servicio de nuestro pueblo? ¿Cómo se
defiende el patrimonio nacional y los recursos naturales?
Hoy el gobierno dice que nos estamos desendeudando al mismo tiempo que pagan la
deuda externa, deuda ilegítima, inmoral y fraudulenta, que sigue aumentando. Convalidan
las privatizaciones. Las grandes empresas recibieron enormes beneficios con la
devaluación, el salario cae frente a la inflación y se pretende seguir avanzando en la
liquidación de conquistas obreras. Aumenta el trabajo en negro y se esconden los
verdaderos índices de desocupación.
Esta política cierra con autoritarismo y represión, garantizados por la Ley Antiterrorista que,
a pedido de Bush, aprobó el Congreso por iniciativa del bloque oficialista, o con regímenes
como el del ex intendente sorete (pero no por eso ex sorete) Juan Carlos Tierno. Régimen
heroicamente resistido y derribado por la firme y unitaria lucha del pueblo santarroseño.
Dar cuenta de la realidad es fundamental para tomar cartas en el asunto y modificarla. Hoy
a 32 años del golpe de estado no sólo mantenemos viva la memoria de lo que pasó sino
que en La Pampa, como en muchos otros lugares a lo largo y a lo ancho del país, estamos
en pie de lucha contra el autoritarismo, la impunidad y el avasallamiento de nuestra
soberanía.
En Santa Rosa demostramos que se puede con el autoritarismo.
Hoy, a 32 años del golpe genocida, la presidencia del Partido Justicialista provincial en
manos del entregador Carlos Aragonés, es una provocación que nos repugna a todos. Su
presencia es un insulto a la memoria de nuestros compañeros desaparecidos, a sus
familiares, a nosotros mismos...