You are on page 1of 2

Serrano Caldera vs.

Montealegre
Por Alejandro Serrano

Es curiosa la tarea de responder las críticas por lo que uno no ha dicho. En esta situación un
tanto anómala me encuentro, pues debo referirme a un editorial de Haroldo Montealegre en
La Tribuna en el que comenta, sin entender, mi artículo, La Tierra Prometida, publicado en
el mismo diario.

Como en el editorial referido hay una interpretación sustancialmente diferente a lo que dije,
y en él se extraen frases y oraciones de su contexto deformando su intención, considero
necesario establecer algunas presiones.

Sobre racionalidad e irracionalidad. Conviene recordar que hay dos tipos de


irracionalidades: la que se ejerce en contra de la razón y la que se ejerce en nombre de la
razón. A la primera pertenece el nazifacismo que reivindica supuestas condiciones genéticas
y biológicas y prescinde de toda lógica y formulación racional para justificar pretendidas y
brutales superioridades de razas y de pueblos.

A la segunda pertenece un tipo de marxismo determinista que se tradujo históricamente en


el comunismo estalinista, que trató de establecer mediante una “construcción racional”, un
modelo único de “sociedad perfecta” y lo que construyó fue una organización represiva y
carcelaria. El fracaso de los paraísos políticos que deberían darse en el futuro ha contribuido
a devaluar la idea del futuro, que es el tiempo de la tierra prometida y del paraíso recobrado
que anuncia esta especie de teología política.

Descodificación de los sistemas políticos y filosóficos. Aunque es incómodo explicar


lo que se explica por sí mismo, hay casos, ya lo vemos, en que es necesario hacerlo. Cundo
hablo de descodificación de los sistemas políticos y filosóficos, me refiero exactamente a
algo que está ocurriendo. Ambos, sistemas políticos y filosóficos, son expresiones
características de la modernidad y construcciones principalísimas del racionalismo,
independientemente que sean buenas o malas, verdaderas o falsas. No pocas veces como
en el cuadro de Goya, “el sueño de la razón produce monstruos”.

Mi artículo previene contra este tipo de dogmas y la enajenación que conllevan. Es, sobre
todo, un llamado a tener cuidado con “las grandes arquitecturas ideológicas”…”y las
catedrales conceptuales de los sistemas filosóficos que no han dejado resquicio para
respirar, ni para que la libertad despliegue sus alas”. “Si algo nos ha enseñado la historia es
a tener cuidado con esas estructuras ideológicas y esos arquetipos políticos y sociales que
sacrifican al hombre y restringen todas sus libertades en nombre de un mañana que nunca
termina de llegar”.

Creo necesario y urgente la construcción de una nueva ética de los valores que restituya su
dignidad a la persona y que reivindique para ella su condición de fin último de todos los
procesos de desarrollo. Una ética que ayude a liberarnos de las dictaduras de Estado y de
mercado, al que ahora se pretenden subordinar todas las libertades individuales y
colectivas; que reivindique el presente sin renunciar al futuro; que no renuncie a la razón,
pero que la subordine al ser humano y a su dignidad esencial, finalidad última de todos los
procesos de la historia.

Finalmente conviene explicar al editorialista que lo que se denomina la crisis de la


modernidad y de la racionalidad no la inventé yo; que yo no he devaluado el futuro, sino las
constantes promesas de paraíso políticos que invariablemente tiene su tiempo en un
mañana que nunca llega; que señalar el hecho y sus consecuencias no significa coincidir con
las corrientes filosóficas de la irracionalidad, sino por el contrario, tratar de restituir a la
razón su situación de parte fundamental, pero subordinada, a una totalidad más amplia que
es la vida; y, por último, que se puede ser irracional de buena fe, (hay otros de mala fe),
creyendo a pies juntillas ser racional mientras se enarbolan la banderas de una falsa
racionalidad –racionalidad instrumental la llama Horkheimer- que transforma los fines en
medios y los medios en fines.

You might also like