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Prof.

Claudio Lassevich

DESCARTES
Transcripto de Juan Manuel Navarro Cordón y Tomás Calvo Martínez; Historia de la filosofía;
Madrid, Anaya, 1983.

A. La unidad de la razón y el método.

a) La unidad del saber y de la razón.

En la primera de sus Reglas para la dirección del espíritu afirma Intuición y deducción
Descartes: “Todas las diversas ciencias no son otra cosa que la sabiduría
humana, la cual permanece una e idéntica, aun cuando se aplique a A partir de este momento
objetos diversos, y no recibe de ellos más distinción que la que la luz del puede ser ya dudoso por qué
sol recibe de los diversos objetos que ilumina.” Las distintas ciencias y además de la intuición hemos
los distintos saberes son, pues, manifestaciones de un saber único. añadido aquí otro modo de
Esta concepción unitaria del saber proviene, en último término, de conocer; el que tiene lugar por
una concepción unitaria de la razón. La sabiduría (bona mens) es única deducción: por la cual
porque la razón es única: la razón que distingue lo verdadero de lo falso, entendemos, todo aquello que
se sigue necesariamente de
lo conveniente de lo inconveniente, la razón que se aplica al
otras cosas conocidas con
conocimiento teórico de la verdad y al ordenamiento práctico de la certeza. Pero hubo de hacerse
conducta, es una y la misma. así porque muchas cosas se
conocen con certeza, aunque
b) La estructura de la razón y el método. ellas mismas no sean evidentes,
Puesto que la razón, la inteligencia, es única, interesa tan sólo con que sean
primordialmente conocer cuál es su estructura, su funcionamiento deducidas, a partir de principios
propios, a fin de que sea posible aplicarla correctamente y de este modo verdaderos conocidos, mediante
alcanzar conocimientos verdaderos y provechosos. un movimiento continuo e
Dos son, a juicio de Descartes, los modos de conocimiento: la ininterrumpido del pensamiento
que intuye con transparencia
intuición y la deducción. La intuición es una especie de “luz natural”,
cada cosa en particular… Así
de “instinto natural” que tiene por objeto las naturalezas simples: por pues, distinguimos aquí la
medio de ella captamos inmediatamente conceptos simples emanados de intuición de la mente de la
la razón misma, sin que quede posibilidad alguna de duda o error. La deducción en que ésta es
intuición es definida por Descartes del siguiente modo (Regla III): “Un concebida como un movimiento
concepto de la mente pura y atenta, tan fácil y distinto que no queda duda o sucesión, pero no ocurre de
ninguna sobre lo que pensamos, es decir, un concepto no dudoso de la igual modo con aquella: y
mente pura y atenta que nace de la sola luz de la razón, y es más cierto además, porque para ésta no es
que la deducción misma.” necesaria una evidencia actual,
Todo el conocimiento intelectual se despliega a partir de la intuición como para la intuición, sino que
más bien recibe en cierto modo
de naturalezas simples. En efecto, entre unas naturalezas simples y otras,
de la memoria su certeza. De lo
entre unas intuiciones y otras, aparecen conexiones que la inteligencia cual resulta poder afirmarse que
descubre y recorre por medio de la deducción. La deducción, por más aquéllas proposiciones que se
que se prolongue en largas cadenas de razonamientos, no es, en último siguen inmediatamente de los
término sino una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las primeros principios, bajo
conexiones entre ellas. diversa consideración, son
Puesto que la intuición y la deducción constituyen el dinamismo conocidas tanto por intuición
interno, la dinámica específica del conocimiento, ésta ha de aplicarse en como por deducción; pero los
un doble proceso o movimiento: 1) en primer lugar, un proceso de primeros principios mismos
análisis hasta llegar a los elementos simples, a las naturalezas simples. sólo por intuición, mientras que
2) en segundo lugar, un proceso de síntesis, de reconstrucción deductiva las conclusiones remotas no lo
son sino por deducción.
de lo complejo a partir de lo simple. A uno y otro momento ser refieren
respectivamente las reglas segunda y tercera del Discurso del método: Descartes, Reglas para la
“Dividir cada una de las dificultades en tantas partes como sea posible y dirección del espíritu, regla III.
necesario para resolverlas mejor (regla segunda del Discurso del
método).” Y “conducir por orden mis pensamientos comenzando por los
objetos más simples y fáciles de conocer, para subir poco a poco, por
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pasos, hasta el conocimiento de los más complejos; suponiendo incluso


un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los
otros (regla tercera del Discurso del método)”.
Esta forma de proceder no es, pues, arbitraria: es el único método que responde a la dinámica interna de
una razón única. Hasta ahora, piensa Descartes, la razón ha sido utilizada de este modo sólo en el ámbito de
las matemáticas, produciendo resultados admirables. Nada impide, sin embargo, que su utilización se
extienda a todos los ámbitos del saber, produciendo unos frutos igualmente admirables.

Renato Descartes B. La duda y la primera verdad: “Pienso, luego existo”

Nació en 1596, en el a) La duda metódica


seno de una familia Como indicábamos anteriormente al caracterizar el racionalismo, el
noble y acomodada. Se entendimiento ha de encontrar en sí mismo las verdades fundamentales a partir
educó desde 1604 hasta de las cuales sea posible deducir el edificio entero de nuestros conocimientos.
1612 en el colegio de los
Este punto de partida ha de ser una verdad absolutamente cierta sobre la cual no
jesuitas de La Flèche.
Su moderada fortuna le sea posible dudar en absoluto. Solamente así el conjunto del sistema quedará
permitió dedicar su vida firmemente fundamentado.
al estudio, a la ciencia y La búsqueda de un punto de partida absolutamente cierto exige una tarea previa
a la filosofía. De 1628 a consistente en eliminar todos aquellos conocimientos, ideas y creencias que no
1649 permaneció en aparezcan dotados de una certeza absoluta: hay que eliminar todo aquello de que
Holanda. Este año se sea posible dudar. De ahí que Descartes comience con la duda. Esta duda es
trasladó a Estocolmo, metódica, es una exigencia del método en su momento analítico. El
donde murió al año escalonamiento de los motivos de duda presentados por Descartes hace que
siguiente. aquella adquiera la máxima radicalidad.
Sus obras más
significativas son:
1.º La primera y más obvia razón para dudar de nuestros conocimientos se halla
Reglas para la dirección
del espíritu (Regule ad en las falacias de los sentidos. Los sentidos nos inducen a veces a error; ahora
directionem ingenii), bien, ¿qué garantía existe de que no nos inducen siempre a error? Ciertamente,
incompletas, escritas la mayoría de los hombres considerarán altamente improbable que los sentidos
hacia 1628 y publicadas nos induzcan siempre a error, pero la improbabilidad no equivale a l certeza y de
en 1701; las ahí que la posibilidad de dudar acerca del testimonio de los sentidos no quede
Meditaciones totalmente eliminada.
(Meditationes de prima
philosophia in quibus 2.º Cabe, pues, dudar del testimonio de lo sentidos. Esto nos permite dudar de
existencia Dei et animae que las cosas sean como las percibimos por medio de los sentidos, pero no
inmortalitas
permite dudar de que existan las cosas que percibimos. De ahí que Descartes
demonstrantur), escritas
en 1640 y cuyo añada una segunda razón –más radical- para dudar: la imposibilidad de
contenido comunicó a distinguir la vigilia del sueño. También los sueños nos muestran a menudo
diversos filósofos y mundos de objetos con extremada viveza, y al despertar descubrimos que tales
teólogos, lo que dio mundos de objetos no tienen existencia real. ¿Cómo distinguir el estado de
lugar a seis series de sueño del estado de vigilia y cómo alcanzar certeza absoluta de que el mundo
objeciones y respuestas; que percibimos es real? (En este caso hemos de hacer la misma observación que
el Discurso del método en el caso de las falacias de los sentidos: Por supuesto, la mayoría de los
(1637) y los Principios hombres –si no todos- cuentan con criterios para distinguir la vigilia del sueño;
de la filosofía (Principia pero esos criterios, sin embargo, no sirven para fundamentar una certeza
philosophiae), obra absoluta.)
aparecida en 1644.
3.º La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño permite dudar de la existencia e las cosas y del mundo,
pero no parece afectar a ciertas verdades, como las matemáticas: dormidos o despiertos, los tres ángulos de
un triángulo suman 180 grados en la geometría de Euclides. De ahí que Descartes añada el tercer y más
radical motivo de duda: tal vez exista algún espíritu maligno –escribe Descartes- “de extremado poder e
inteligencia que pone todo su empeño en inducirme a error” (Meditaciones, I). Esta hipótesis del “genio
maligno” equivale a suponer: tal vez mi entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y
siempre cuando piensa captar la verdad. Una vez más se trata de una hipótesis improbable, pero que nos
permite dudar de todos nuestros conocimientos.
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Qué se entiende por


b) La primera verdad y el criterio.
pensamiento
La duda llevada hasta este extremo de radicalidad parece abocar
irremisiblemente al escepticismo. Esto pensó Descartes durante algún Con el nombre de
tiempo hasta que, por fin, encontró una verdad absoluta, inmune a toda duda pensamiento, comprendo
por muy radical que sea ésta: la existencia del propio sujeto que piensa y todo lo que está en nosotros
duda. Si yo pienso que el mundo existe, tal vez me equivoque en cuanto a de modo tal que somos
que el mundo existe, pero no cabe error en cuanto a que yo lo pienso, inmediatamente conscientes
igualmente, puedo dudar de todo menos de que yo dudo. Mi existencia, de ello. Así, son
pues, como sujeto que piensa (que duda, que se equivoca, etc.) está exenta de pensamientos todas las
todo error posible y de toda duda posible. Descartes lo expresa con su operaciones de la voluntad,
del entendimiento, de la
célebre “Pienso, luego existo”.
imaginación y de los
Pero mi existencia como sujeto pensante no es solamente la primera sentidos. Mas he añadido
vedad y la primera certeza: es también el prototipo de toda verdad y de toda inmediatamente, a fin de
certeza. ¿Por qué mi existencia como sujeto pensante es absolutamente excluir las cosas que
indubitable? Porque la distingo con toda claridad y distinción. De aquí dependen y son consecuencia
deduce Descartes su criterio de certeza: todo cuanto perciba con igual de nuestros pensamientos:
claridad y distinción será verdadero y, por tanto podré afirmarlo con por ejemplo, el movimiento
inquebrantable certeza: “En este primer conocimiento no existe sino una voluntario cuenta con la
percepción clara y distinta de lo que afirmo; lo cual no sería suficiente para voluntad, desde luego, como
asegurarme de la certeza de una cosa, si fuera posible que lo que percibo principio suyo, pero él mismo
clara y distintamente sea falso. Por tanto, me parece que puedo establecer no es un pensamiento.
como regla general que todo lo que percibo clara y distintamente es
Descartes, Meditaciones
verdadero (Meditaciones, III).” metafísicas (Madrid,
Alfaguara, 1978).
C) Las ideas

a) Las ideas, objeto del pensamiento.

Tenemos ya una verdad absolutamente cierta: la existencia del yo como


Noción de idea sujeto pensante. Esta existencia indubitable del yo no parece implicar,
sin embargo, la existencia de ninguna otra realidad. Volvamos, en
Con la palabra idea, entiendo efecto, al ejemplo anteriormente utilizado: “yo pienso que el mundo
aquella forma de todos nuestros existe”; tal vez el mundo no exista, decíamos (podemos, según
pensamientos, por cuya Descartes, dudar de su existencia); lo único soberanamente cierto es que
percepción inmediata tenemos yo pienso que el mundo existe. ¿Cómo demostrar la existencia de una
consciencia de ellos. De suerte realidad extramental, exterior al pensamiento? ¿Cómo conseguir la
que, cuando entiendo lo que digo,
certeza de que existe algo aparte de mi pensamiento, exterior a él?
nada puedo expresar con palabras
sin que sea cierto, por eso mismo, El problema es enorme, sin duda, ya que a Descartes no le queda más
que tengo en mí la idea de la cosa remedio que deducir la existencia de la realidad a partir de la existencia
que mis palabras significan. Y del pensamiento. Así lo exige el ideal deductivo: puesto que la primera
así, no designo con el nombre de verdad es el “yo pienso”, del “yo pienso” han de extraerse todos
idea las solas imágenes de mi nuestros conocimientos, incluido, claro está, el conocimiento de que
fantasía; al contrario, no las llamo existen realidades extramentales.
aquí ideas en cuanto están en la Antes de seguir adelante con la deducción es necesario detenernos con
fantasía corpórea (es decir, en Descartes a hacer balance e inventario de los elementos con que
cuanto están pintadas en ciertas contamos para llevarlo acabo. Este balance nos muestra que contamos
partes del cerebro), sino sólo en
con dos elementos: el pensamiento como actividad (yo pienso) y las
cuanto informan el espíritu mismo
aplicado a esa parte del cerebro.
ideas que piensa el yo. Volvamos por tercera vez al ejemplo: “yo
pienso que el mundo existe”. Esta fórmula nos pone de manifiesto la
Descartes, Meditaciones presencia de tres factores: el yo que piensa, cuya existencia es
metafísicas (ed. Cit.). indudable; el mundo como realidad exterior al pensamiento, cuya
existencia es dudosa y problemática, y las ideas de “mundo” y de
“existencia” que indudablemente poseo (talvez el mundo no exista, pero
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no puede dudarse de que poseo las ideas de “mundo” y de “existencia”,


ya que si no las poseyera, no podría pensar que el mundo existe).
Demostración de la existencia De este análisis concluye Descartes que el pensamiento piensa siempre
de Dios a partir de su idea ideas. Es importante señalar que el concepto de “idea” cambia en
Descartes respecto de la filosofía anterior. Para la filosofía anterior, el
Así pues, sólo queda la idea pensamiento no recae sobre las ideas, sino directamente sobre las cosas; si
de Dios, en la que debe yo pienso que el mundo existe, estoy pensando en el mundo y no en mi
considerarse si hay algo que no idea de mundo (la idea sería algo así como un medio transparente a través
pueda proceder de mí mismo. del cual el pensamiento recae sobre las cosas: como una lente a través de
Por “Dios” entiendo una la cual se ven las cosas, sin que ella misma sea percibida). Para
substancia infinita, eterna,
Descartes, por el contrario, el pensamiento no recae directamente sobre las
inmutable, independiente,
omnisciente, omnipotente, que cosas (cuya existencia no nos consta en principio), sino sobre las ideas: en
me ha creado a mí mismo y a el ejemplo utilizado, yo pienso no en el mundo, sino en la idea de mundo
todas las demás cosas que (la idea no es una lente transparente, sino una representación o fotografías
existen (si es que existe que contemplamos), y ¿cómo garantizar que a la idea de mundo
alguna). Pues bien, eso que corresponde una realidad: el mundo?
entiendo por Dios es tan grande
y eminente, que cuanto más b) La idea como realidad objetiva y como acto mental.
atentamente lo considero menos
convencido estoy de que una Antes de seguir adelante es necesario detenerse, siquiera brevemente, a
idea así pueda proceder sólo de
considerar la naturaleza de las ideas. La afirmación de que el objeto de
mí. Y, por consiguiente, hay
que concluir necesariamente,
pensamiento son las ideas, lleva a Descartes a distinguir cuidadosamente
según lo antedicho, que Dios dos aspectos en ellas: las ideas en cuanto que son actos mentales (“modos
existe. Pues, aunque yo tenga de pensamiento”, en expresión de Descartes) y las ideas en cuanto que
la idea de substancia en virtud poseen un contenido objetivo. En cuanto actos mentales, todas las ideas
de ser yo una substancia, no poseen la misma realidad; en cuanto a su contenido, su realidad es
podría tener la idea de una diversa: “En cuanto que las ideas son solamente modos del pensamiento,
substancia infinita, siendo yo no reconozco desigualdad alguna entre ellas y todas ellas parecen provenir
finito, si no la hubiera puesto en de mi del mismo modo; pero en tanto que la una representa una cosa, y la
mi una substancia que otra, otra, es evidente que son muy distintas entre sí. Sin duda alguna, en
verdaderamente fuese efecto, aquellas ideas que me representan sustancias son algo más y
infinita… Por tanto, no puede
poseen en sí, por así decirlo, más realidad objetiva que aquellas que
haber dificultades en este
punto, sino que debe concluirse representan solamente modos o accidentes (Meditaciones, III).”
necesariamente que, puesto que
existo, y puesto que hay en mí c) Clases de ideas.
la idea de un ser sumamente
perfecto (esto es, de Dios), la Hay, pues, que partir de las ideas. Hay que someterlas a un análisis
existencia de Dios está cuidadoso para tratar de descubrir si alguna de ellas nos sirve para romper
demostrada con toda el cerco del pensamiento y salir a la realidad extramental. Al realizar este
evidencia… análisis, Descartes distingue tres tipos de ideas:
Y toda la fuerza del
argumento que he empleado
1.º Ideas adventicias, es decir, aquellas que parecen provenir de nuestra
para probar la existencia de
Dios consiste en que reconozco
experiencia externa (las ideas de hombre, de árbol, los colores, etc.).
que sería imposible que mi (Hemos escrito: “parecen provenir”, y no: “provienen”, porque aún no nos
naturaleza fuera tal cual es, o consta de la existencia de una realidad exterior.)
sea, que yo tuviese la idea de 2.º Ideas facticias, es decir, aquellas ideas que construye la mente a partir
Dios, si Dios no existiera de otras ideas (la idea de un caballo con alas, etc.).
realmente. Es claro que ninguna de estas ideas puede servirnos como punto de
partida para la demostración de la existencia de la realidad extramental:
Descartes, Meditaciones las adventicias, porque parecen provenir del exterior y, por tanto, su
metafísicas (ed. Cit.). validez depende de la problemática existencia de la realidad extramental;
las facticias, porque al ser construidas por el pensamiento, su validez es
cuestionable.
3.º Existen, sin embargo, algunas ideas (pocas, pero, desde luego, las más importantes) que no son ni
adventicias ni facticias. Ahora bien, si no pueden provenir de la experiencia externa ni tampoco son
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construidas a partir de otras, ¿cuál es su origen? La única contestación posible es que el pensamiento las
posee en sí mismo, es decir, son innatas. (Henos aquí ya ante la afirmación fundamental del racionalismo
de que las ideas primitivas a partir de las cuales se ha de construir el edificio de nuestros conocimientos son
innatas.) Ideas innatas son, por ejemplo, las ideas de “pensamiento” y la de “existencia”, que ni son
construidas por mí ni proceden de la experiencia externa alguna, sino que me las encuentro en la percepción
misma del “pienso, luego existo”.
La substancia
D. La existencia de Dios y del mundo.
Toda cosa en la cual,
como en su sujeto, está Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de infinito, que se
insito algo, o sea, por la apresura a identificar con la idea de Dios (Dios = infinito). Con argumentos
cual existe algo que convincentes demuestra Descartes que la idea de Dios no es adventicia (y no
concebimos, es decir, lo es, evidentemente, ya que no poseemos experiencia directa de Dios) y con
alguna propiedad, cualidad argumentos menos convincentes se esfuerza en demostrar que tampoco es
o atributo del que tenemos ficticia (tradicionalmente se ha mantenido que la idea de infinito proviene, por
en nosotros una idea real,
negación de los límites, de la idea de lo finito; Descartes invierte esta relación
es llamada substancia.
Pues la sola idea precisa de afirmando que la noción de finitud, de limitación, presupone la idea de
substancia que tenemos es infinitud: ésta no deriva, pues, de aquélla; no es facticia).
la de que se trata de una Una vez establecido por Descartes que la idea de Dios –como ser infinito- es
cosa en la cual existe innata, el camino de la deducción queda definitivamente expedito:
formalmente o
eminentemente lo que La existencia de Dios es demostrada a partir de la idea de Dios: Entre los
concebimos, o sea, lo que argumentos utilizados por Descartes merecen destacarse dos, en primer lugar,
está objetivamente en el argumento ontológico, al que ya nos hemos referido en el capítulo tercero,
alguna de nuestras ideas, al ocuparnos de San Anselmo; en segundo lugar un argumento basado en la
pues la luz natural nos
causalidad aplicada a la idea de Dios. Este argumento parte de la realidad
enseña que la nada no
puede tener atributo alguno
objetiva de las ideas a que hemos hecho referencia en el apartado anterior y
real. puede formularse así: la realidad objetiva de las ideas requiere una causa que
La substancia en que posea tal realidad en sí misma, no sólo de un modo objetivo, sino de un modo
está inmediatamente insito formal o eminente” (respuestas segundas), es decir, la idea como realidad
el pensamiento es llamada objetiva requiere una causa real proporcionada; luego la idea de un ser Infinito
aquí espíritu. Con todo, tal requiere una causa Infinita; luego ha sido causada en mi por un ser Infinito;
nombre es equívoco, dado luego el ser Infinito existe.
que a veces se le atribuye
al viento o a licores muy La existencia del mundo es demostrada a partir de la existencia de Dios:
sutiles; pero no encuentro puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir
otro mejor.
que me engañe al creer que el mundo existe, luego el mundo existe.
La substancia que es
sujeto inmediato de la Dios aparece así como garantía de que a mis ideas corresponde un mundo,
extensión, y de los una realidad extramental. Conviene, sin embargo, señalar que Dios no
accidentes que presuponen garantiza que a todas mis ideas corresponda una realidad extramental.
extensión, como la figura, Descartes (como Galileo, como toda la ciencia moderna) niega que existan las
la situación, el movimiento cualidades secundarias, a pesar de que tenemos las ideas de los colores, los
local, etc., se llama cuerpo. sonidos, etc. Dios solamente garantiza la existencia de un mundo constituido
Luego se indagará si la exclusivamente por la extensión y el movimiento (cualidades primarias). A
substancia llamada espíritu partir de estas ideas de extensión y movimiento puede, según Descartes,
es la misma que llamamos deducirse la física, las leyes generales del movimiento, y Descartes intenta
cuerpo, o bien si se trata de
realizar esta deducción. Aplazamos una consideración más detenida de la
dos sustancias diversas y
separadas.
interpretación cartesiana del mundo hasta el capítulo décimo, epígrafe II, bajo
Llamamos Dios la el título “La máquina cartesiana del mundo”.
substancia que entendemos
supremamente perfecta, y E. La estructura de la realidad: las tres sustancias
en la cual nada concebimos
que incluya defecto alguno, De lo anteriormente expuesto se comprende fácilmente que Descartes
o limitación de la distingue tres esferas o ámbitos de la realidad: Dios o sustancia infinita, el yo
perfección.
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o sustancia pensante y los cuerpos o sustancia extensa. (Ya hemos señalado


que, según Descartes, la esencia de los cuerpos es la extensión. Descartes
niega la realidad de las cualidades secundarias.)
El concepto de sustancia es un concepto fundamental en Descartes y, a partir de él, en todos los filósofos
racionalistas. Una célebre definición cartesiana de sustancia (que no es la única ofrecida por Descartes, pero
sí la más significativa) establece que sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de
ninguna otra cosa para existir. Tomada esta definición de un modo literal, es evidente que sólo podría
existir una sustancia, la sustancia infinita (Dios), ya que los seres finitos, pensantes y extensos, son creados y
conservados por Él. Descartes mismo reconoció (Principios I, 51) que tal definición solamente puede
aplicarse de modo absoluto a Dios, si bien la definición puede seguir manteniéndose por lo que se refiere a la
independencia mutua entre la sustancia pensante y la sustancia extensa, que no necesitan la una de la otra
para existir.

El objetivo último del pensamiento de Descartes al afirmar que alma y cuerpo, pensamiento y extensión,
constituyen sustancias distintas, es salvaguardar la autonomía del alma respecto de la materia. La ciencia
clásica (cuya concepción de la materia comparte Descartes) imponía una concepción mecanicista y
determinista del mundo material, en el cual no queda lugar alguno para la libertad. La libertad material, en el
cual no queda lugar alguno para la libertad. La libertad –y con ella el conjunto de los valores espirituales
defendidos por Descartes- solamente podía salvaguardarse sustrayendo el alma del mundo de la necesidad
mecanicista y esto, a su vez, exigía situarla como una esfera de la realidad autónoma e independiente de la
materia. Esta independencia del alma y el cuerpo es la idea central aportada por el concepto cartesiano de
sustancia.

La autonomía del alma respecto de la materia se justifica, por lo demás, en la claridad y distinción con
que el entendimiento percibe la independencia de ambas: “puesto que, por un parte, poseo una idea clara y
distinta de mi mismo en tanto que soy una cosa que piensa e inextensa, y, de otra parte, poseo una idea
distinta del cuerpo en tanto que es solamente una cosa extensa y que no piensa, es evidente que yo soy
distinto de mi cuerpo y que puedo existir sin él”. (Meditaciones).

René Descartes: el argumento ontológico

Pues bien, si del hecho de poder yo sacar de mi pensamiento la idea de una cosa, se sigue que todo cuanto
percibo clara y distintamente que pertenece a dicha cosa, le pertenece en efecto, ¿no puedo extraer de ahí un
argumento que pruebe la existencia de Dios? Ciertamente, yo hallo en mí su idea -es decir, la idea de un ser
sumamente perfecto-, no menos que hallo la de cualquier figura o número [...] Y, por tanto, [...] yo debería
tener la existencia de Dios por algo tan cierto, como hasta aquí he considerado las verdades de las
matemáticas, que no atañen sino a números y figuras; aunque, en verdad, ello no parezca al principio del
todo patente, presentando más bien una apariencia de sofisma. Pues, teniendo por costumbre, en todas las
demás cosas, distinguir entre la existencia y la esencia, me persuado fácilmente de que la existencia de Dios
puede separarse de su esencia, y que, de este modo, puede concebirse a Dios como no existiendo
actualmente. Pero, sin embargo, pensando en ello con más atención, hallo que la existencia y la esencia de
Dios son tan separables como la esencia de un triángulo rectilíneo y el hecho de que sus tres ángulos valgan
dos rectos, o la idea de montaña y la de valle; de suerte que no repugna menos concebir un Dios (es decir, un
ser sumamente perfecto) al que le falte la existencia (es decir, al que le falte una perfección), de lo que
repugna concebir una montaña a la que le falte el valle.

Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, Meditación quinta (Alfaguara, Madrid 1977, p. 55)

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