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VIGILIA DE LA INMACULADA
2009
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MONICIÓN INICIAL:
Que el Señor abra los ojos de nuestro espíritu para vivir con intensidad aquel
antiguo ruego de nuestra fundadora: “Imitad siempre y en todo la humildad de la
Virgen…”
INVOCACIÓN
Recitado por varias solistas. Al principio y al final de la invocación se repite un canto breve a
María. Sugerimos: “Hermosa sois…”
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PRIMER MOMENTO
Contemplar en la escuela de María,
educar la mirada para percibir el paso del Señor…
( Sugerimos meditar este texto, con música suave de fondo o bien que sea leído por varias solistas, de manera
pausada, intercalando un estribillo breve, a modo de “mantra “. Por ejemplo: “ María guarda en su corazón. María
guarda todo en su corazón “ )
“María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”
( Lc 2, 19)
En este versículo 19 del Evangelio de Lucas, “mariano” por excelencia, se narra, muy
brevemente, el proceso espiritual de María, o si se quiere, la característica de la
espiritualidad mariana. Una de las palabras clave es guardaba. La palabra griega del
original dice , y es un vocablo compuesto por dos grupos verbales: sun y tereo.
Sun es una preposición que denota unión, estar junto a, mantener cerca. Tereo es más
complejo, proviene de teros, que hace referencia a guardar con la mirada; más
figuradamente significaría mirar algo atentamente para evitar perderlo o evitar que
se escape…
María guardaba lo que sucedía en este sentido: atrapaba con su mirada los sucesos y
los ponía junto a ella. Luego las meditaba. Pero para meditarlas, para reflexionarlas,
para asimilarlas, primero debía captarlas, y debía hacerlo con la mayor fidelidad
posible. En eso consistía la clave de su espiritualidad: la contemplación.
María es una mujer contemplativa, siempre atenta a lo que sucedía entorno a Jesús
para atraparlo y encerrarlo en su corazón. María no pierde la capacidad de asombro, a
pesar de ser la Madre de Dios, a pesar de recibir la visita del ángel, a pesar de concebir
virginalmente. María también está llamada a ser discípulo, y los sucesos de su vida, en
la infancia de Jesús, en la vida pública, en la muerte y en la resurrección, son la
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oportunidad para que vaya descubriendo el camino de la salvación, hacia dónde se
dirige, cómo se guía, cómo se manifiesta.
María guarda las cosas en su corazón porque ama a Dios y ama a su pueblo, porque
ve la acción divina en el ángel y en los pastores. María contempla porque la
contemplación es la tarea de los enamorados, que pueden pasar largas horas
embelesados por un detalle mínimo, imperceptible para el resto, pero único para
ellos. María guarda muy bien las cosas junto a su corazón, no por miedo a perderlas o
extraviarlas, sino porque allí es donde deben ir, en sus entrañas que han concebido,
en sus entrañas que aman, en sus entrañas de mujer que vive sólo por y para cumplir
amorosamente la Voluntad del Padre.
LA MIRADA DE MARÍA
( varias solistas )
Dame, Señora, tu mirada.
En esta noche quiero contemplar
mi vida desde tus ojos…
Ojos sencillos,
que no saben mirar a los demás
desde arriba.
Ojos sinceros,
que no saben mentir ni disimular;
testigos de un interior sin sombra de doblez.
Ojos distraídos
para fijarse y molestarse por los fallos ajenos,
defectos tan humanos, tan nuestros…
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Ojos misericordiosos
que, ante quien se siente pecador,
se transforman en puerta siempre abierta,
en hogar y consuelo. Ojos que irradian luz,
y nos sumergen en la nostalgia de lo eterno.
SEGUNDO MOMENTO
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“No vayáis a comulgar por rutina, sino para enamoraros más y más del Señor.
Cada vez que comulguéis tened para Nuestra Señora un recuerdo entrañable…”
- Estar enamoradas: como María, enamoradas del Señor, para que no nos aburra
contemplar, sino que sea un gusto; para que no estemos pendientes del reloj, sino del
tiempo de vida que nos queda sobre la Tierra y que nos ha sido regalado para amar.
Saber de amor es saborear la presencia de Dios para ser capaces de amar. Es dejarse
amar por Dios para amar al hermano como Dios mismo lo hace. Nuestra primera y
única misión es amar y hacer conocer al Verdadero Amor. Cercenar en nuestro ser y
quehacer de consagradas ese profundo sentido puede significar la mecanización de las
obras pastorales, la robotización del evangelio, haciendo de todo un acto, una
manifestación externa sin el entusiasmo sostenido en los cimientos internos.
“Todo el bien que tenemos nos llega a través de María. Respetadla y sedle agradecidas…”
- Hacer memoria agradecida: todas las cosas que María guardaba, seguramente eran
releídas luego, una y otra vez, concatenando los sucesos, las palabras, las imágenes...
María guardaba y tenía memoria. El consagrado sin memoria vive sin entrelazar los
hechos, y así le resulta difícil entender la historia salvífica del mundo, la historia
salvífica de los pueblos, su propia historia… Todo se vuelve inconexo, sin sentido,
casualidad, circunstancia ….nunca Providencia.
En cambio, quien sabe conservar en la memoria del corazón todas las cosas, recoge los
sucesos para hilvanarlos y ver, en la profundidad de la trama, la mano de Dios. Cobra
sentido nuevo su vida y la vida de los hermanos. Cobra sentido la existencia, en la
perspectiva de Jesucristo, y ése es su anuncio de esperanza. No es ninguna ingenuidad
sentir que detrás de las casualidades o las fatalidades que irrumpen en nuestra vida,
hay un Padre amoroso que guía el universo.
“Que quiera una lo que quiere la otra y que el sufrimiento de una lo compartan todas. Imitad
siempre y en todo la humildad de la Virgen, sabiendo que todo el bien que hacemos
es puro don de Dios. No lo tengáis como propio…”
- Maternidad: Para engendrar, para ser madre, es preciso una gran dosis de ternura y
generosidad. Quien se mira constantemente a sí mismo es incapaz de generar vida y
calor a su alrededor. Está demasiado ocupado en sus asuntos como para desvivirse por
otro. Quizás sea esa la mayor interpelación que nos hace María en esta noche. Porque
nuestra misión de consagradas es en cierto sentido, maternal, como prolongación de la
maternidad de la Iglesia, de la maternidad de María.
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Dar a luz a Jesús al mundo, entre los pobres, en un pesebre, entre pastores, a la
intemperie. Ser madres del Dios que se encarna, ayudar a encarnar en las culturas al
Cristo Total; engendrarlo en nuestras actitudes cotidianas, sin gestos absurdos ni
ampulosos, sino en la vida sencilla de nuestras comunidades, es todo un desafío.
Sólo podrá ser madre aquel o aquella que asuma tanto las responsabilidades y la
ternura de la maternidad, como los “dolores de parto”… Una espiritualidad madura y
fortalecida, intuye que el dolor es la antesala de algo nuevo que está siempre por
venir…
TERCER MOMENTO
Gracias porque cuando todos te consideraban una mujer de nada, tú fuiste todo,
todo lo que un ser humano puede ser y mucho más,
la plenitud del hombre, una vida completa.
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Gracias porque estuviste llena de gracia, porque estabas llena de vida,
estuviste llena de vida porque habías sido llenada de gracia y de vida.
Gracias por…..