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MATERIALES PARA UNA

VIGILIA DE LA INMACULADA
2009

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MONICIÓN INICIAL:

En esta noche, víspera de la Fiesta de la Inmaculada, queremos permanecer


con la Virgen y contemplar su belleza, su ser mujer, su ternura. Es una noche para
unirnos a María, y proclamar esperanzadas las grandezas de Dios. Cantar a Dios por las
maravillas que ha hecho en la joven Virgen de Nazaret, a quien nos ha dejado por
Madre y Modelo, y por las que ha hecho en nosotras, teatinas, las hijas de Madre
Úrsula, las que estamos “al servicio de Nuestra Señora y habitamos en su casa“.

Queremos aprender de la Virgen Inmaculada su capacidad de escucha, acogida


y entrega. Entrar de puntillas en la escuela de María para tener sus mismos
sentimientos y encarnar sus mismas actitudes.

Que el Señor abra los ojos de nuestro espíritu para vivir con intensidad aquel
antiguo ruego de nuestra fundadora: “Imitad siempre y en todo la humildad de la
Virgen…”

INVOCACIÓN
Recitado por varias solistas. Al principio y al final de la invocación se repite un canto breve a
María. Sugerimos: “Hermosa sois…”

SOLISTA 1 Desde el primer momento

Inmaculada y Madre te hiciste alumbramiento

sin mancha concebida. de luceros y estrellas,

Tú fuiste preferida que en Ti no dejó huellas

por el amor del Padre, ningún mal sentimiento.

por el hijo elegida,

y por el Espíritu Santo SOLISTA 3

la más enriquecida. Inmaculada y Madre

sin mancha concebida.

SOLISTA 2 Alivia tu la herida

La humildad se hizo en ti y da sentido limpio

flor y sacramento a nuestra vida.

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PRIMER MOMENTO
Contemplar en la escuela de María,
educar la mirada para percibir el paso del Señor…
( Sugerimos meditar este texto, con música suave de fondo o bien que sea leído por varias solistas, de manera
pausada, intercalando un estribillo breve, a modo de “mantra “. Por ejemplo: “ María guarda en su corazón. María
guarda todo en su corazón “ )

“María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”

( Lc 2, 19)

En este versículo 19 del Evangelio de Lucas, “mariano” por excelencia, se narra, muy
brevemente, el proceso espiritual de María, o si se quiere, la característica de la
espiritualidad mariana. Una de las palabras clave es guardaba. La palabra griega del
original dice , y es un vocablo compuesto por dos grupos verbales: sun y tereo.
Sun es una preposición que denota unión, estar junto a, mantener cerca. Tereo es más
complejo, proviene de teros, que hace referencia a guardar con la mirada; más
figuradamente significaría mirar algo atentamente para evitar perderlo o evitar que
se escape…

Entonces, es guardar, pero de una manera particular y concreta, es capturar


con la mirada para mantener algo junto a nosotros, pegado, inseparable, como sucede,
por ejemplo, cuando despedimos a alguien que se marchará por mucho tiempo, y en la
estación de tren, en la terminal o en el aeropuerto, en esos segundo últimos, lo
miramos tan fijamente que el otro puede sentir la fuerza de esos ojos; como si
quisiésemos sacar una fotografía con nuestras retinas, pero una fotografía con los
colores más vivos posibles, los olores del momentos, los sonidos, los movimientos.
Queremos que nuestra mirada atrape al otro que se va para conservarlo, ya que no
podemos hacerlo físicamente, en nuestro corazón.

María guardaba lo que sucedía en este sentido: atrapaba con su mirada los sucesos y
los ponía junto a ella. Luego las meditaba. Pero para meditarlas, para reflexionarlas,
para asimilarlas, primero debía captarlas, y debía hacerlo con la mayor fidelidad
posible. En eso consistía la clave de su espiritualidad: la contemplación.

María es una mujer contemplativa, siempre atenta a lo que sucedía entorno a Jesús
para atraparlo y encerrarlo en su corazón. María no pierde la capacidad de asombro, a
pesar de ser la Madre de Dios, a pesar de recibir la visita del ángel, a pesar de concebir
virginalmente. María también está llamada a ser discípulo, y los sucesos de su vida, en
la infancia de Jesús, en la vida pública, en la muerte y en la resurrección, son la

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oportunidad para que vaya descubriendo el camino de la salvación, hacia dónde se
dirige, cómo se guía, cómo se manifiesta.

María es Madre de Dios y mujer del pueblo, hija de Sión, representante de la


Jerusalén de las promesas que contempla enamorada a su Señor. Cada momento
junto a Él es la oportunidad de capturar con la cámara fotográfica de la vista un hecho
salvífico, una pieza más del plan de salvación, un paso más en la historia de la
salvación.

María guarda las cosas en su corazón porque ama a Dios y ama a su pueblo, porque
ve la acción divina en el ángel y en los pastores. María contempla porque la
contemplación es la tarea de los enamorados, que pueden pasar largas horas
embelesados por un detalle mínimo, imperceptible para el resto, pero único para
ellos. María guarda muy bien las cosas junto a su corazón, no por miedo a perderlas o
extraviarlas, sino porque allí es donde deben ir, en sus entrañas que han concebido,
en sus entrañas que aman, en sus entrañas de mujer que vive sólo por y para cumplir
amorosamente la Voluntad del Padre.

LA MIRADA DE MARÍA

( varias solistas )
Dame, Señora, tu mirada.
En esta noche quiero contemplar
mi vida desde tus ojos…

Ojos sencillos,
que no saben mirar a los demás
desde arriba.

Ojos sinceros,
que no saben mentir ni disimular;
testigos de un interior sin sombra de doblez.

Ojos atentos a las necesidades ajenas,


capaces de percibir el detalle cotidiano,
ojos sutiles, clarividentes, agudos, buenos…

Ojos distraídos
para fijarse y molestarse por los fallos ajenos,
defectos tan humanos, tan nuestros…

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Ojos misericordiosos
que, ante quien se siente pecador,
se transforman en puerta siempre abierta,
en hogar y consuelo. Ojos que irradian luz,
y nos sumergen en la nostalgia de lo eterno.

Ojos de mujer que reflejan nítidamente


un alma agradecida, adornada de humildad,
de bondad, de sinceridad y misericordia.

Los ojos de María.


Los ojos de la llena de gracia.
Ojos inmaculados y maternos
que siempre nos aguardan…
Dame, Señora, tu mirada.
En esta noche quiero contemplar
mi vida con tus ojos…

SEGUNDO MOMENTO

Contemplar en compañía de Madre Úrsula,


educar el corazón para acoger el misterio…
Después de cada párrafo, podemos intercalar el estribillo de un canto a la Virgen.
Sugerimos “No fue fácil María”

“Orad como quien saborea un manjar agradable.


El que reza deprisa termina con la cabeza cansada y el alma vacía…”

- Contemplar: ser contemplativas, como María, con la mirada muy atenta,


descubriendo el paso de Dios… Contemplar es unificar la historia de la humanidad (mi
propia historia) con la historia de la salvación: es comprender progresivamente, que
Dios habla por medio de ángeles y por medio de pastores, por seres celestiales y por
simples trabajadores rurales que ni siquiera participan de la vida religiosa y cultual.
Contemplar como María exige unos ojos atentos y entrenados, una mirada maternal
para asimilar los sucesos y ponerlos muy cerca del lugar donde fluye la vida, junto al
corazón y las entrañas.

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“No vayáis a comulgar por rutina, sino para enamoraros más y más del Señor.
Cada vez que comulguéis tened para Nuestra Señora un recuerdo entrañable…”

- Estar enamoradas: como María, enamoradas del Señor, para que no nos aburra
contemplar, sino que sea un gusto; para que no estemos pendientes del reloj, sino del
tiempo de vida que nos queda sobre la Tierra y que nos ha sido regalado para amar.

Saber de amor es saborear la presencia de Dios para ser capaces de amar. Es dejarse
amar por Dios para amar al hermano como Dios mismo lo hace. Nuestra primera y
única misión es amar y hacer conocer al Verdadero Amor. Cercenar en nuestro ser y
quehacer de consagradas ese profundo sentido puede significar la mecanización de las
obras pastorales, la robotización del evangelio, haciendo de todo un acto, una
manifestación externa sin el entusiasmo sostenido en los cimientos internos.

María es una enamorada, de Dios… y esa realidad se traduce en gozo agradecido y


contagioso.

“Todo el bien que tenemos nos llega a través de María. Respetadla y sedle agradecidas…”

- Hacer memoria agradecida: todas las cosas que María guardaba, seguramente eran
releídas luego, una y otra vez, concatenando los sucesos, las palabras, las imágenes...
María guardaba y tenía memoria. El consagrado sin memoria vive sin entrelazar los
hechos, y así le resulta difícil entender la historia salvífica del mundo, la historia
salvífica de los pueblos, su propia historia… Todo se vuelve inconexo, sin sentido,
casualidad, circunstancia ….nunca Providencia.

En cambio, quien sabe conservar en la memoria del corazón todas las cosas, recoge los
sucesos para hilvanarlos y ver, en la profundidad de la trama, la mano de Dios. Cobra
sentido nuevo su vida y la vida de los hermanos. Cobra sentido la existencia, en la
perspectiva de Jesucristo, y ése es su anuncio de esperanza. No es ninguna ingenuidad
sentir que detrás de las casualidades o las fatalidades que irrumpen en nuestra vida,
hay un Padre amoroso que guía el universo.

“Que quiera una lo que quiere la otra y que el sufrimiento de una lo compartan todas. Imitad
siempre y en todo la humildad de la Virgen, sabiendo que todo el bien que hacemos
es puro don de Dios. No lo tengáis como propio…”

- Maternidad: Para engendrar, para ser madre, es preciso una gran dosis de ternura y
generosidad. Quien se mira constantemente a sí mismo es incapaz de generar vida y
calor a su alrededor. Está demasiado ocupado en sus asuntos como para desvivirse por
otro. Quizás sea esa la mayor interpelación que nos hace María en esta noche. Porque
nuestra misión de consagradas es en cierto sentido, maternal, como prolongación de la
maternidad de la Iglesia, de la maternidad de María.

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Dar a luz a Jesús al mundo, entre los pobres, en un pesebre, entre pastores, a la
intemperie. Ser madres del Dios que se encarna, ayudar a encarnar en las culturas al
Cristo Total; engendrarlo en nuestras actitudes cotidianas, sin gestos absurdos ni
ampulosos, sino en la vida sencilla de nuestras comunidades, es todo un desafío.

Sólo podrá ser madre aquel o aquella que asuma tanto las responsabilidades y la
ternura de la maternidad, como los “dolores de parto”… Una espiritualidad madura y
fortalecida, intuye que el dolor es la antesala de algo nuevo que está siempre por
venir…

Con María Inmaculada, la mujer de los ojos luminosos y atentos, vivamos de


esperanza en este Adviento y respondamos con generosidad para acoger gozosas el
alumbramiento de un mundo nuevo.

TERCER MOMENTO

Contemplar para compartir con las hermanas


educar nuestros labios para la bendición y el agradecimiento…
(Podemos rezar libremente las estrofas de esta acción de gracias a la Virgen y al final
dejar un espacio para que cada una exprese libremente su acción de gracias)

Te doy gracias, María, por ser una mujer.


Gracias por haber sido mujer como mi madre,
y por haberlo sido en un tiempo
en el que ser mujer era como no ser nada.

Gracias porque cuando todos te consideraban una mujer de nada, tú fuiste todo,
todo lo que un ser humano puede ser y mucho más,
la plenitud del hombre, una vida completa.

Gracias por haber sido una mujer libre y liberada,


la mujer más libre y liberada de toda la historia,
la única mujer liberada y libre de la historia,
porque fuiste la única no atada al pecado,
la única no uncida a la vulgaridad,
la única que nunca fue mediocre,
la única verdaderamente llena de gracia y de vida.

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Gracias porque estuviste llena de gracia, porque estabas llena de vida,
estuviste llena de vida porque habías sido llenada de gracia y de vida.

Gracias porque supiste encontrar la libertad siendo esclava,


aceptando la única esclavitud que libera, la esclavitud de Dios,
y nunca te enzarzaste en todas las otras esclavitudes que a nosotros nos atan.
Porque al llegar el ángel te atreviste a preferir su misión a tu comodidad,
porque aceptaste tu misión, sabiendo que era cuesta arriba,
una cuesta arriba que terminaba en un Calvario.

Gracias porque fuiste valiente, gracias por no tener miedo,


gracias por fiarte del Dios que te estaba llenando,
del Dios que venía no a quitarte nada, sino a hacerte más mujer.

Gracias por haber sido la mujer más entera que ha existido,


y gracias sobre todo por haber sido la única mujer de toda la historia
que volvió entera a los brazos de Dios.

Gracias por seguir siendo madre y mujer en el cielo,


por no cansarte de cuidar de tus hijos de ahora.

Gracias por…..

MARTÍN DESCALZO, «Lo que María guardaba en su corazón»

CANTO FINAL A LA VIRGEN: Sugerimos “Bajo tu amparo”

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