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TRABAJO PRÁCTICO Nº 2

Sección: Profesorado de Historia


Curso: 3er. Año
Materia: E.C.O: Historia de la Ciencia
Profesor: Pablo C
Alumna: Noe

“LA CIENCIA ANTIGUA”

PERÍODO CLÁSICO
El clasicismo griego se caracteriza por un problema sociológico difícil de
manejar, donde se presentan la democracia, con su liberalismo e individualismo; y el
estilo clásico, con su severidad y esquematismo; a simple vista inconciliables. Pero ni
la democracia es tan democrática, ni el clasicismo es tan rigurosamente “clásico”.
En la historia del arte en el siglo V a.C. prosperan las tendencias naturalistas.
En el clasicismo griego predominan tanto la fidelidad a la naturaleza como así también
el afán de medida y orden.
Esta constante tensión entre opuestos puede trasladarse también hacia lo
social y político de la época, como lo son la democracia y el individualismo. Se puede
decir que la democracia es individualista en la medida que estimula las fuerzas –
personales- para al máximo rendimiento; y también es anti individualista ya que nivela
y borra los privilegios de nacimiento.
Lo social ya no es definido en dos polos como la relación entre la antigua
nobleza y los campesinos desposeídos; la clase media o burguesa aparece dividiendo
estos polos, por un lado se interesa por la democracia y por otro por crear nuevos
privilegios capitalistas. Se introdujeron las instituciones democráticas, pero la nobleza
continuó subsistiendo gobernando en nombre de los ciudadanos.
Aún cuando surge una burguesía que posee una mente racionalista, los poetas
y filósofos siguen simpatizando con la nobleza; aún cuando ellos mismos sean de
origen burgués. Este conservadurismo retrasa los progresos del naturalismo. Aunque
se trate caracterizar al arte clásico como la representación una humanidad superior y
perfecta; el modo de pensar aristocrático sigue prevaleciendo; por eso eligen los
temas míticos y de héroes; y vulgarizan al naturalismo por tratar temas cotidianos y
actuales.

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Una de las representaciones más características de la época es la tragedia
donde tanto sus contenidos y modo de pensar reflejan el pensamiento de la
aristocracia; ya que por estas son costeados. Si bien se dirige a un grupo numeroso,
no deja de ser exclusivo, pues está restringido a los ciudadanos libres que gobiernan
la polis. El verdadero teatro público, lo constituye el mimo en cuyas obras no busca
transmitir ningún pensamiento, sino tan sólo la intención de entretener. Sus
representaciones son naturalistas, son escenas de la vida cotidiana.
La tragedia griega era “teatro político”, donde el poeta es el guardián de una
verdad noble y educador del pueblo hacia una superioridad humana. La democracia se
vale de la religión, que se expresa en la tragedia, para llegar a las masas y vincularlos
con el nuevo Estado.
El naturalismo se halla impregnado en las artes plásticas; la escultura y la
pintura reflejan lo feo, lo vulgar y lo trivial. Ya no se hayan regidos por la selección
aristocrática. Las barreras exteriores e institucionales han caído y se favorece el
desarrollo de un arte mundano y presente; se aprecia el valor del momento antes
vulgarizado por la aristocracia.
A medida que el fin de siglo se acerca los elementos naturalistas, subjetivistas
y emocionales del arte van ganando importancia. En la literatura comienza la época de
la biografía y en las artes figurativas las del retrato.
En filosofía corresponde al desarrollo de los sofistas, en la segunda mitad del
siglo V, que considera como ideal cultivar la intelectualidad; formar ciudadanos
conscientes, juiciosos y elocuentes. Las virtudes burguesas sustituyen a las
aristocráticas; se basan en la ciencia, el pensamiento lógico, en la cultura del espíritu y
el lenguaje. Los sofistas son un grupo de hombres, maestros que creen que la virtud
puede ser enseñada, con ellos comienza la historia del racionalismo occidental. Son
los primeros en ver que todos los valores y leyes en la ciencia; el derecho; lo moral, la
mitología y las figuras de los dioses; son creaciones históricas, productos del espíritu
humano y de la mano del hombre. Son los precursores de la “ilustración”. Son un
estrato social aparte y desligado de las demás. Sus pensamientos son dirigidos hacia
los oprimidos, pero se ganan el pan como maestros de la juventud pudiente.
El individualismo y relativismo de los sofistas; y en el ilusionismo y subjetivismo
del arte; se expresan el liberalismo económico y la democracia: idea de que el hombre
es la medida de todas las cosas. Actitud que ya no valora a la antigua postura
aristocrática.
Lo mítico es utilizado solamente como el medio de expresar cuestiones
filosóficas y problemas inmediatos de la vida burguesa. La voluntad divina es
reemplazada por el terror y extrañeza frente a un destino humano, incierto y terrenal.

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La estructura espiritual compleja del siglo IV encuentra en Platón su máxima
expresión, por el carácter progresista de su are y el modo conservador de su filosofía;
toma al naturalismo de la plebe como medio de expresión y en el idealismo de su
doctrina tiene su origen en el sentido aristocrático de la vida. Para él la elite adecuada
para gobernar el Estado es la antigua aristocracia privilegiada; el pueblo vulgar no
tenía derecho a intervenir en el gobierno. Así como su postura conservadurista en la
política, rechaza la nueva tendencia ilusionista en las artes plásticas. Considera que la
anarquía y la decadencia aparecen en todo lugar en donde se despierta la novedad.
Platón expulsa al poeta de su utopía, ya que depende del conocimiento
sensible del mundo fenoménico; que no es el verdadero conocimiento, por lo cual
falsifica la idea al tratar de expresarla por medios sensibles. Cree que, sobretodo en el
siglo IV, siglo de guerras y posguerra donde prospera la economía privada y aparecen
nuevos estratos; el arte comienza a sobreestimarse y a orientarse según valores
estéticos. Por esto su reacción negativa frente al arte.
La expansión de la cultura estética elimina otros valores que habían nacido con
la tradición cultural de la clase superior y que anteriormente no había tenido rival.
La selección de los asuntos se extiende hacia nuevos campos y aparecen
nuevos temas y géneros. Esto en gran medida por el sentimentalismo y la expresión
de los tabúes que excluían los temas nuevos; característicos del siglo IV.

COSMOLOGÍA DEL PERÍODO

Los griegos, en especial los jónicos; fueron los primeros en construir las
cosmologías con las características que hoy llamamos ciencia. Esto se dio
precisamente con los filósofos griegos porque, transcribieron las nociones de justicia y
legalidad del ámbito de la vida social y política de las ciudades, al reino de los
fenómenos naturales, con lo que empiezan a gestarse la idea de las leyes de la
naturaleza.
Los primeros filósofos, como sus antecesores egipcios, marcan una ruta a cada
uno de los astros; con la diferencia de que aparece ya un modelo que concibe al
universo como una inmensa maquinaria y no ya como “una barca que transporta al
dios Sol por el cielo”; para explicar el movimiento. Es un primer acercamiento a una
descripción mecánica del universo, donde el origen de todos los fenómenos se buscan
en la naturaleza.
La cosmología sobresaliente es sin duda la que presenta Aristóteles, pero con
anterioridad se pueden encontrar otras cosmologías. Entre ellas se encuentran: la de
los atomistas del siglo V a.C., que veían al universo como un espacio infinito y vacío

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en donde se movían átomos en todos los sentidos, dentro de los cuales se hallaba la
Tierra que no era la única, no estaba en reposo y no era el centro del universo; y la
de los pitagóricos del siglo V a.C., que situaban a las estrellas sobre una esfera
gigante en movimiento y en su centro un inmenso fuego –que no era el sol-, donde la
Tierra no era más que un cuerpo celeste entre otros –incluido el sol- todos ellos
moviéndose en torno del inmenso fuego.
En el siglo IV a.C., ya aparecen otras cosmologías donde el movimiento de los
astros que se podía observar desde la Tierra, era debido a que ésta rotaba sobre sí
misma. Un siglo más tarde Aristarco de Samos imaginó una tierra móvil alrededor del
Sol, por esto se lo llama el “Copérnico de la Antigüedad”.
A partir de Aristóteles todo esto cambia y se comienza a ver a la Tierra
esférica, inmóvil, situada en el centro de una gran esfera en rotación que arrastra a las
estrellas; y que fuera de ella no hay nada, ni espacio ni materia.
Antes de abordar la concepción aristotélica y la importancia de su duración en
el tiempo, es necesario ver el surgimiento de la astronomía teórica, la cual surgió de la
necesidad de explicar los movimientos que transcurren en el cielo con el correr de los
días. Los fenómenos pueden ser agrupados de la siguiente manera:
- El movimiento de las estrellas, las estrellas se agrupan en
constelaciones las cuales no cambian de posición. Su movimiento puede ser explicado
debido a que se encuentran como adheridas en una gran superficie esférica que rota
en torno del eje norte-sur. A medida que pasa el tiempo van rotando debido a que
noche tras noche se produce un ligero desplazamiento de las constelaciones, la cual
puede observarse en su posición original al cabo de un año. Así el movimiento puede
ser explicado suponiendo la existencia de una bóveda celeste que rota uniformemente
alrededor de la Tierra (esférica y en reposo, en el centro del universo).
- El movimiento de los “astros errantes”, además de las estrellas existen
astros cuyo movimiento es más complejo; acompañan el giro de la esfera estelar y se
desplazan con respecto de las constelaciones. Los astros errantes eran los conocidos
a simple vista, son el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La
palabra planeta hace referencia a este concepto pues en griego significa errante,
vagabundo. Los movimientos varían de acuerdo a que planeta se trate, no todos tiene
la misma cantidad de camino por transcurrir ni la misma velocidad. En su movimiento
describen una curva eclíptica.

Se atribuye a Platón, a principios del siglo IV a.C., la propuesta que formula un


modelo teórico planetario. Le atribuyó a los movimientos planetarios la característica
de ser circulares y uniformes, fundada en su concepción de la perfección de la forma

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circular y cuyo movimiento y rapidez no se alteran. Fue aceptada por todos los
astrónomos hasta el siglo XVII, esta caracterización fue llamada como la “maldición de
Platón”.
Aristóteles por su parte trató de reunir en su cosmología ideas acerca el
movimiento de los astros próximos a la Tierra, de la naturaleza de los seres vivos e
inanimados. Tomó muchas de las ideas de Eudoxo, discípulo de Platón. Lo novedoso
de su formulación es la síntesis que culmina con una propuesta unificada que permite
explicar a la vez el movimiento de los astros y proyectiles, las transformaciones de la
sustancias, el nacimiento, evolución y muerte de los seres vivos.
Constituyó un sistema de caparazones esféricos, vinculados entre sí y cuyo
movimiento, destinados a transmitir el movimiento de la gran esfera de las estrellas,
“primer motor” al resto de los planetas, el Sol y la Luna. En primer lugar la región
“celeste” del universo aristotélico, de la porción que se extiende más allá de la Luna.
El movimiento de los astros es eterno. Toda la región del universo está
compuesta por un elemento, el éter, sustancia inexistente en la Tierra y sus
proximidades.
Diferencia el mundo supralunar y el sublunar, en este último se encuentra la
Tierra y en las regiones por debajo de la Luna predomina el cambio, asociado a seres
vivos e inanimados.
Clasifica a los movimientos próximos a la Tierra, en naturales y forzados. Los
cuerpos “pesados” –predomina la tierra y el agua- tienden a caer, por su propia
naturaleza, hacia el centro de la Tierra; mientras que los cuerpos “livianos” –predomina
el aire y el fuego- ascienden. Cuando tales cuerpos realizan movimientos en contra de
su naturaleza, como por ejemplo levantar una piedra con la mano o hacer que una
llama se mantenga inclinada soplándola, tales movimientos son forzados; todos ellos
explicados por una causa o agente externo a su naturaleza.
Por esto el universo es finito de lo contrario no podría sustentarse la teoría del
movimiento –hacia arriba o hacia abajo- y no podría determinarse el centro del mismo.
Más allá del complejo lenguaje utilizado por Aristóteles, sus propuestas
semejan generalizaciones de nuestras experiencias cotidianas, de nuestro “sentido
común”.
A la muerte de Aristóteles y como resultado de las conquistas de Alejandro, el
epicentro de la cultura mediterránea se trasladó a Alejandría. La filosofía alejandrina
que incorporó elementos egipcios y mesopotámicos, resultó más práctica. Los
astrónomos más famosos, como Hiparco y Ptolomeo adoptaron una posición
cosmológica aristotélica; y sus modelos planetarios fueron geocéntricos.

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Los astrónomos alejandrinos abordaron el problema de los planetas por un
camino distinto. Aceptaron la existencia de una gran esfera de estrellas que rota
alrededor de una Tierra esférica, central e inmóvil; pero introdujeron un nuevo modelo
geométrico para explicar los movimientos de los astros errantes. A cada astro le
asignaba una circunferencia, llamada deferente, cuyo centro es la Tierra y al vez gira
alrededor de un punto O, describiendo una segunda circunferencia, llamada epiciclo y
explica las retrogradaciones planetarias. Estos dos movimientos son uniformes de
acuerdo a la “maldición de Platón”. Pero para que lo observado concuerde con
calculado, los astrónomos se vieron obligados a introducir nuevos recursos
geométricos, como por ejemplo, emplear deferentes cuyo centro no es la Tierra
(excéntricas) o hacer girar al planeta alrededor de un segundo epiciclo. Debido a esto
se rompía con la sencillez y belleza que reclamaba Platón. Este sistema de deferentes
y epiciclos tuvo su origen en el siglo III a.C.
Claudio Ptolomeo que vivió en el siglo II d.C. en su modelo astronómico,
introdujo una serie de artificios geométricos para tratar de compatibilizar las
predicciones con los resultados observados. Su desarrollo es ante todo un
procedimiento de cálculo, erróneo muchas veces, antes que un mecanismo explicativo
como lo hubiera deseado un cosmólogo.
En Alejandría la astrología era utilizada como guía de los pueblos y reyes, por
lo cual resulta esencial que los astrónomos pudiesen predecir la marcha de los astros
y no más; lo cual dista del programa que trazara Aristóteles.
Sin embargo, Ptolomeo se declara aristotélico, aunque muchos de sus artificios
difieran con la física aristotélica.
Con la caída del Imperio Romano y el surgimiento de la Europa feudal, la
herencia griega y alejandrina se “pierde”; pero es retomada por los árabes e
introducida más tardíamente a partir del siglo XII, en una Europa radicalmente
diferente en donde tales cosmologías habían nacido.

CONCLUSIÓN

En un período de cambios sociales y políticos no es inusual que se modifiquen


o surjan cosmologías o formas de expresión –como en las artes- que reflejen tales
cambios.
El naturalismo que surge en las artes también tiene su implicancia en las
ciencias. El pensamiento hasta esa época era un pensamiento aristocrático, ligado en
a la mitología y a la figura de los dioses y héroes. Con la instalación de las polis
democráticas –hasta cierto punto, pues excluye a gran parte de la población-, y el

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surgimiento de una nueva clase rentista que media entre la aristocracia y el
campesinado, hace que esto modifique las formas de encarar las artes y las ciencias.
Ahora el pensamiento es más pragmático, más destinado a expresar y
reflexionar sobre el presente, lo antes vulgar y despreciable por parte del sentido
común aristocrático.
Los filósofos, científicos y artistas reflejan en sus obras su mundo, la
cotidianidad, las experiencias vividas. Enfocan sus estudios a los fenómenos
naturales, es a través de la observación de la naturaleza, de lo cercano que aborda la
compresión del universo, del todo. Buscan con sus teorías, como lo hizo Aristóteles,
abordar el todo no solamente una parte del universo.
Pero a pesar de la existencia de las instituciones democráticas el peso de la
aristocracia seguía vigente, para Platón ellos eran los únicos con derecho a gobernar,
eran quienes tenían mayor acceso a tal conocimiento y de quienes dependían los
filósofos, artistas y astrónomos.
Dejando de lado esta cuestión, no queda duda de que el período clásico, es un
período de cambios y que muy bien las cosmologías de su época se adaptan a ellas.
Si bien dichos conocimientos se “perderían” momentáneamente en la oscuridad de la
Europa feudal, más tardíamente resurgirían por medio de los árabes en el
pensamiento de los nuevos científicos en el siglo XII.
Cuna de un conocimiento nuevo, el período clásico dejaría una marca
imborrable en el pensamiento occidental.

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