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ESCOLIOS Y FALSIFICACIONES SOBRE SCALABRINI ORTIZ.

En la senda de Scalabrini.

Mucho se ha escrito, y con seguridad se seguirá escribiendo sobre la vida y obra de ese
ilustre argentino que se llamó Raúl Scalabrini Ortiz.
Este patriota fue uno de los más lúcidos pensadores nacionales que tuvo nuestro país.
Con su aguda inteligencia, su fino análisis de los distintos actos jurídicos de la
administración pública, pero sobre todo, del estudio de la incidencia de la política
británica en nuestra tierra, Scalabrini se convirtió en un verdadero defensor de los
derechos nacionales, y a su vez, en el más implacable fiscal de toda maniobra destinada
a menoscabar el patrimonio nacional.
Fue entonces Don Raúl Scalabrini Ortiz, un abogado y fiscal de la Nación, en lo que
hace a defender sus intereses y denunciar todas las maniobras operadas por el
imperialismo, en particular por Gran Bretaña, para tener una Argentina dentro del
esquema de la división internacional del trabajo, según el cual a Inglaterra le convenía
que nuestro país desempeñara el papel de exportador de materias primas, e importador
de manufacturas.
De esa manera los ingleses se aseguraban la colocación de sus excedentes de
producción en nuestro mercado, a la vez que se abastecía de alimentos. Lógicamente,
con este esquema de comercio, la balanza de pagos de Argentina era deficitaria ya que
los términos de intercambio eran siempre favorables a la manufactura debido a su
correspondiente valor agregado, generación de empleos y tecnología para los países
productores, y perjudicial para los países generadores de materia prima.
Pero no terminaba allí la cuestión. Dada la particular geografía de nuestro territorio y la
extensión del mismo, era necesario la creación de un medio de transporte que facilitara
el envío de los productos ingleses hacia todo el país –con el lógico quebranto de
cualquier intento de industria nacional a la que le resultaba imposible competir con los
precios y calidad de la mercadería británica- y la concentración de las materias primas
en el puerto de Buenos Aires para de allí ser transportadas a Inglaterra. Así fue que la
Corona ideó y concretó con el esfuerzo, el trabajo y el capital de los argentinos, los
ferrocarriles que sin embargo, eran de propiedad inglesa (por las supuestas inversiones
que estos realizaron para la obra). El trazado radial de las vías férreas pone en evidencia
la necesidad de sacar la producción de materias primas hacia el mercado internacional,
proceso que se complementa con el movimiento inverso; introducir al mercado interno,
manufacturas provenientes desde Europa, o dicho sin rodeos, de Inglaterra. Y para
mayor escarnio, estos ferrocarriles que no sirvieron para el desarrollo de la Nación sino
para su estrangulamiento, contribuyeron a constituir una ciudad portuaria rica y un
interior del país pobre. Pero para mayor vergüenza nacional decíamos, el tendido de las
vías férreas se realizó con increíbles ventajas para Gran Bretaña: “Es reprochable que se
cedieran las tierras más feraces de la República, las más densamente pobladas, después
de las aledaños de Buenos Aires, trabajadas por una población de propietarios radicada
de tiempo atrás. Es reprochable que se los desposeyera de sus estancias a precios
irrisorios para contribuir a la superganancia de los contratistas ingleses, pues como se
verá, la diferencia entre el precio de expropiación y el precio mínimo fijado para su
reventa por el Ferrocarril Central Argentino hubiera podido costear holgadamente la
construcción del ferrocarril mismo. En el contrato se establece que:<El Gobierno
concede a la Compañía, en plena propiedad, una legua de terreno a cada lado del
camino en toda su extensión, comenzando a distancia de cuatro leguas de las estaciones
de Rosario y Córdoba y a una legua de cada una de las villas San Jerónimo y Villa
Nueva, por donde pasa el camino. Estas tierras son a más de las estipuladas en el
artículo tercero –las correspondientes a la zona de vía y estaciones-, y son donadas a la
Compañía en plena propiedad a condición de poblarlas. Además el Gobierno se
compromete a obtener cuatro leguas cuadradas en la provincia de Santa Fe y cuatro en
la de Córdoba, de las tierras fiscales pertenecientes a cada una de estas provincias para
cederlas a la Compañía.> (Artículo 12).
La Compañía del Central Argentino recibió, por tanto, al final de las gestiones que
detallaremos más adelante, una lonja de tierra al costado de sus vías de 10 kilómetros
392 metros de ancho y 333 kilómetros de longitud, que en total integran una superficie
de 346.727 hectáreas en la zona más fértil de la República” 1.
Esa era la claridad y la menudencia con que Scalabrini estudiaba y denunciaba los
negociados que Inglaterra hacía a través de su diplomacia, con la inestimable
colaboración de los cipayos de nuestro suelo.
Seguramente por este trabajo titánico de defensa de lo nacional, por lo rico de su
pensamiento, y sobre todo, como el título de este libro lo indica –la vigencia de su
pensamiento- es que el Gobierno Nacional decidió declarar el presente año 2009, como
“Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz”, debido a que el 30 de mayo próximo se
cumplen 50 años de su fallecimiento. De ningún modo se nos ocurriría pensar que tan
justo homenaje fuera una cortina de humo para tapar los 60 años de la entrada en
vigencia de la Constitución del 49. Tal cosa sería imposible dado el “patriotismo” de
nuestros gobernantes. Semejante suspicacia carecería de lógica toda vez que Scalabrini
Ortiz, en su libro de dos Tomos, “Bases para la reconstrucción nacional” sostenía:
“Primero fue un socialista, el doctor Sánchez Viamonte, quien propuso abolir toda
estructura legal y dejar al país en el estado de horda. Después opinó un antiguo abogado
de empresas británicas, el doctor Clodomiro Zavalía, y propició un sistema menos
drástico: bastaba reimplantar las normas dictadas en 1853 y eliminar las pocas reformas
introducidas en 1949. Luego dictaminó un abogado nacionalista, el doctor Bonifacio del
Carril. Aseguró que la operación era más sencilla aún, porque la Constitución era única
y no había dejado de estar en vigencia en ningún momento la sancionada en 1853. La
<tribuna de ideas> ubicaba estas opiniones en el rincón de su página editorial
tradicionalmente consagrada a los pensamientos matrices de la comunidad argentina,
como la coordinación de transportes y el Banco Central. Las voces menores del
periodismo hacían y hacen un coro estridente a la vociferada e imperiosa necesidad de
reformar la Constitución (…) Pero la alharaca que se alza en torno a la reelección es una
coartada de disimulo. Allí no están los huevos del tero (…) Los huevos del tero están en
el artículo 40 de la Constitución Argentina. Es el artículo 40 el que se quiere eliminar,
no el que se refiere a la reelección del presidente (…) Pero el artículo 40 sí es un
obstáculo, una verdadera muralla que nos defiende de los avances extranjeros y está
entorpeciendo y retardando el planeado avasallamiento y enfeudamiento de la economía
argentina. Mientras esté vigente el artículo 40, no podrán constituirse las sociedades
mixtas, porque todo lo que se urde estará incurablemente afectado de
inconstitucionalidad. Ni los transportes, ni la electricidad, ni el petróleo podrán

1
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Historia de los Ferrocarriles Argentinos, Bs. As, Plus Ultra, 1985, pp.
128, 129.
enajenarse ni subordinarse al interés privado, con que se enmascara el interés extranjero,
mientras permanezca en pie el artículo 40 de la Constitución Nacional”2.
¿Pero qué decía el por entonces molesto e infranqueable artículo 40 que ahora se
pretende ocultar y al que Scalabrini llamaba “bastión de nuestra soberanía?”3 (aunque
para ser estrictamente justos ningún gobierno de los llamados “peronistas” hizo nada
para reestablecer la Constitución de 1949). La norma citada rezaba: “La organización de
la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden
económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado mediante una ley,
podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia
de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales
asegurados en esta Constitución. Salvo la importación y exportación, que estarán a
cargo del Estado de acuerdo con las limitaciones y el régimen que se determine por ley,
toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre
que no tenga por fin ostensible o encubierto, dominar los mercados nacionales, eliminar
las competencias o aumentar usurariamente los beneficios.
Los minerales (atención la Segunda Década Infame –es decir, el menemismo-)4, las
caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes
naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e
inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto, que se
convendrá con las provincias.
Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún concepto
podrán ser enajenados o concedidos para su explotación. Los que se hallaren en poder
de particulares serán transferidos al Estado, mediante compra o expropiación con
indemnización previa, cuando una ley nacional lo determine.
El precio de la expropiación de empresas concesionarias de servicios públicos será el
del costo de origen de los bienes afectados a la explotación, menos las sumas que se
hubieren amortizado durante el lapso cumplido desde el otorgamiento de la concesión, y
los excedentes sobre una ganancia razonable, que serán considerados también como
reintegración del capital invertido”5.
Así las cosas, resulta imposible separar a Scalabrini Ortiz de la defensa de la
Constitución Justicialista de 1949, uno y otro aniversario se complementan, se fusionan,
se funden en una sola imagen: la de la Patria Justa, libre y soberana.
Por decisión del Poder Ejecutivo entonces se dictó el siguiente decreto en homenaje a
Raúl: “Bs. As., 22/12/2008. Visto el Expediente N 24.769/08 del Registro de la
Secretaría General de la Presidencia de la Nación y, considerando: Que el próximo 30
de mayo de 2009 se cumplen cincuenta (50) años de la desaparición física del destacado
pensador y escritor nacional Raúl Scalabrini Ortiz. Que el Poder Ejecutivo Nacional
considera importante resaltar y difundir la labor de quien realizara tan importantes
aportes para la defensa del ser nacional.
Que Raúl Scalabrini Ortiz perteneció a una generación que hizo propias las consignas
del desarrollo de la industria nacional y la lucha contra el colonialismo dilucidando la
historia oficial.
Que el pensamiento nacional se vio ampliamente enriquecido por los aportes de este
intelectual, entre cuyas obras, se inscriben: “El hombre que está solo y espera”; “Los

2
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Bases para la reconstrucción nacional. Aquí se aprende a defender a la
Patria, Bs. As, Plus Ultra, 1985, T. 1, pp. 30, 31.
3
Citado por GONZALEZ ARZAC, Alberto, Estructura Social de la Constitución Argentina, Bs. As,
Ediciones Tematica, 1985, p. 64.
4
El destacado y observación pertenecen al autor.
5
SAMPAY, Arturo, La Constitución Democrática, Bs. As, Ciudad Argentina, 1999, pp. 244, 245.
ferrocarriles deben ser del pueblo argentino”; “Bases para la reconstrucción nacional”;
“Política Británica en el Río de la Plata”; “Historia de los Ferrocarriles Argentinos”;
entre otras.
Que la vigencia de su pensamiento a cincuenta (50) años de su desaparición puede
resumirse en las palabras que Arturo Jauretche pronunciara en su homenaje:”…más allá
del estrecho límite de los partidos y de las fracciones, de los perecederos gobiernos, de
la transitoriedad de los éxitos y las derrotas. Somos vencedores en esta conciencia
definitiva que los argentinos hemos tomado de lo argentino”.
Que la vida e historia del pensador Raúl Scalabrini Ortiz son un ejemplo a seguir por la
ciudadanía argentina.
Que el servicio jurídico pertinente ha tomado la intervención que le compete.
Que el presente se dicta en uso de las facultades otorgadas por el artículo 99, inciso 1 de
la Constitución Nacional.
Por ello, la Presidenta de la Nación Argentina decreta:
Artículo 1- Declárese el año 2009 como el “Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz”.
Art. 2- Dispónese que a partir del 1 de enero de 2009, toda la papelería oficial a utilizar
en la Administración Pública Nacional, centralizada y descentralizada, así como en los
Entes autárquicos dependientes de ésta, deberá llevar en el margen superior derecho un
sello con la leyenda “2009 – Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz”.
Art. 3- En orden a lo establecido ene. Artículo 1 del presente, el Poder Ejecutivo
Nacional auspiciará actividades, seminarios, conferencias y programas educativos que
contribuyan a la difusión en el país de la trayectoria pública de Raúl Scalabrini Ortiz,
para valorizar a aquellos hombres excepcionales que contribuyeron con el pensamiento
nacional.
Art. 4- Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial, y
archívese”.
Pero el pensamiento de Scalabrini no se limitó al tema de los ferrocarriles, a la denuncia
de la injerencia británica, ni a la defensa de la Constitución de 1949. Su obra y acción
estuvieron signadas por un profundo sentir y pensamiento nacional. Era un hombre de
nuestra tierra, que pensaba las cosas de nuestra tierra, y ontológicamente hablando, se
preocupaba por denunciar aquellos obstáculos que impedían el desarrollo de nuestro ser:
“Que la tierra argentina tiene un destino, lo demuestra la presencia oportuna del hombre
que es necesario en cada momento de su historia”6, diría Scalabrini. O interpretando su
pensamiento, y la independencia de criterio frente a ideas foráneas, de esta manera lo
recordaba Vicente Trípoli: “La fe de Raúl Scalabrini Ortiz se fundamentó en las
virtudes innatas del pueblo argentino. Estas virtudes lo hacen capaz de conquistar y
mantener su libertad de gobierno y de juicio frente a los intereses mundiales. No se trata
de crear una nacionalidad al margen de la historia del mundo, sino de una sociedad
organizada con condiciones de tratar de igual a igual con las otras comunidades que
pueblan la tierra”7. En la misma línea y denunciando cualquier equívoco o deformación
que se pudiera hacer sobre la figura de Raúl Scalabrini Ortiz, así se expresaba su esposa:
“He compartido toda la vida y la lucha de ese extraordinario patriota, conociendo
profundamente la totalidad de sus obras, su pensamiento, sus momentos de lucha y sus
ideales políticos, por lo que sé perfectamente que su pensamiento se nutrió de ese gran
pensamiento nacional que brota de las multitudes argentinas. Por eso estuvo ligado al
gran movimiento justicialista que plasmó en los hechos las ideas por las cuales había
luchado denodadamente, y a las que defendió hasta su último día, conociendo que la

6
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Irigoyen y Perón, Bs As, Plus Ultra, 1972, p. 142.
7
TRIPOLI, Vicente; en SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Bases para la Reconstrucción Nacional, T I, Bs
As, Plus Ultra, 1973, pp. 23,24.
doctrina justicialista, tan alejada de los dos imperialismos que se disputan el dominio
del mundo, representa la posibilidad real de la emancipación nacional” 8.

Desviaciones de la “senda Scalabrini”.

Pocos pensadores fueron tan manipulados y tergiversados, como lo fue –y aún lo es-
Scalabrini Ortiz. Sólo Arturo Jauretche pasó por un proceso similar, tironeado por
marxistas, nacionalistas, radicales y peronistas, cada uno veía lo que le convenía ver en
función de su ideología, ofreciendo una visión sesgada y parcializada, en lugar de una
totalizadora e imparcial.
Esto que ocurrió con Jauretche, pasó también con FORJA, y como decíamos
anteriormente, sucede con el pensamiento de Scalabrini Ortiz.
Representa para nosotros un especial interés aclarar las desviaciones a las que “Don
Raúl” fue y es sometido.
Buscaremos por lo tanto, enumerar los equívocos que suelen cometerse al hablar de
Scalabrini y rectificarlos de la manera más clara y contundente posible.

a- Scalabrini radical: Raúl nunca fue radical. Más por el contrario, descreía del
radicalismo, y por eso jamás militó en sus filas. El error puede darse, debido a que
Scalabrini, luego del proceso político del irigoyenismo, al cual no adhirió, comenzó a
defender a Don Hipólito como uno de los caudillos nacionales. Para decirlo más
claramente, Scalabrini fue irigoyenista pero no radical. Y lo fue una vez derrocado
Irigoyen y agotado su proyecto político. Recién en ese momento comenzó la
reivindicación histórica del caudillo radical, como expresión del movimiento nacional.
Claramente lo decía Scalabrini Ortiz: “El radicalismo, el organismo que Irigoyen había
creado en cuarenta años de paciente elaboración, ya no era una vía de expresión de los
anhelos del pueblo: era un instrumento más de la oligarquía, es decir, un eco de la
voluntad extranjera de sojuzgamiento y expoliación.
Ser un reivindicador de los derechos populares, ser respetuoso de la voluntad del
pueblo, equivalía a revolucionar el orden del régimen. Quien aceptara para sí la
representación legítima del pueblo no podía dejar de ser revolucionario en el más
completo sentido de las palabras. E Irigoyen fue un revolucionario integral. Lo fue por
sus ideas, por sus sentimientos, por su conducta y hasta por su técnica de gobernante.
Irigoyen fue leal a su línea histórica. Su obra gubernamental se inspira en el triple
propósito de enaltecer al pueblo trabajador, desajustar los lazos del coloniaje económico
y financiero e infundir en el espíritu de sus conciudadanos todos un casi mesiánico
orgullo de redención humana”9.

b- Scalabrini no fue afiliado a FORJA: Raúl Scalabrini Ortiz era “el norte ideológico
de FORJA”, pero se negaba sistemáticamente a afiliarse a la misma. ¿Y por qué?
Simplemente porque FORJA, desde su fundación, hasta la ruptura de 1940 mantenía
entre sus estatutos, la condición de ser afiliado radical para poder ser miembro de la
misma. Y era lógico. Originalmente, FORJA fue pensada como la matriz ideológica del
verdadero radicalismo, que retomaba el rumbo de su creador, Hipólito Irigoyen, para
volver a hacer de la UCR el partido nacional y revolucionario que fuera otrora. Pero
Scalabrini, hombre que si bien se identificaba con Irigoyen descreía absolutamente de la
8
COMALERAS de SCALABRINI ORTIZ, Mercedes, Revista Mayoría, 5/12/1975.
9
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Irigoyen y Perón, Bs As, Plus Ultra, 1972, pp. 11, 16, 19.
fuerza revolucionaria del radicalismo, consideraba que esto era un error estratégico, ya
que la constitución de una nueva fuerza nacional no debía “pasar” por el radicalismo, y
condicionar la membresía a ser afiliado radical. Eso era perder caudal revolucionario, y
hombres de valía.
Así estaban planteadas las cosas, mientras que a FORJA la conducían oficialmente
Dellepiane – Del Mazo, en tanto que Jauretche y Scalabrini aportaban la vida intelectual
y política de la agrupación.
Efectivamente, Scalabrini se negaba a afiliarse, y de aquí puede provenir algún
equívoco, por los motivos ya explicados. Pero Scalabrini trabajaba sin cesar en FORJA
y era “la mitad” de la misma según Jauretche. Sin embargo, las condiciones se
mantuvieron como fueron descriptas hasta el estallido de la 2 Guerra Mundial. A raíz de
esta, FORJA comenzó una fuertísima campaña por la neutralidad, y Raúl consiguió
editar un periódico llamado “Reconquista”. Lamentablemente, sólo pudo mantenerse en
la calle poco más de un mes. A raíz de “Reconquista”, la Embajada alemana se contactó
con Scalabrini para ofrecerle financiamiento a cambio de la dirección del diario, por lo
que Scalabrini declinó la oferta. Sin embargo, este ofrecimiento; más ciertas notas de
nacionalistas conservadores que publicaban en el periódico le valieron a Raúl el rótulo
de “nazi”.
Pero más grave aún fue la crisis interna que desató en FORJA.
Dellepiane no aceptaba esta tarea de Scalabrini y veía preocupado cómo se asimilaba el
nombre de “Recoquista” a FORJA, y como se los comenzaba a acusar de “nazis” a
todos ellos. Pero en el fondo, la cuestión era personal entre Dellepiane y Scalabrini. Y
estalló la crisis. Por lo que Delllepine y Del Mazo presentaron su renuncia a FORJA,
por los motivos expuestos y por la negativa de Jauretche de mantener el requisito de
afiliación a la UCR. Dellepiane y Del Mazo seguían pensando a FORJA como una
“especie de vanguardia” radical que retomaría las banderas históricas del irigoyenismo.
Frente a la renuncia del presidente Dellepiane; a Jauretche no le quedó otro remedio que
aceptar la presidencia de FORJA, conducción que ejerció hasta su disolución. Esta
mayoría de edad de FORJA respecto al radicalismo replanteó la cuestión de Raúl
Scalabrini Ortiz, que al eliminarse la condición de afiliación radical ya no podía seguir
negando su afiliación que se convirtió casi en un deber moral. Así fue cómo Scalabrini
se afilió a FORJA el 26 de septiembre de 1940 en el documento que se cita
textualmente:

“Buenos Aires, Sep. 26 de 1940.

Señor Presidente de FORJA:


Los que suscriben afiliados a la institución que Ud preside, presentan de adcuerdo al art
3 inciso A, al señor Raúl Scalabrini Ortiz, domiciliado en la calle Diagonal Norte N
1124, de nacionalidad argentino, de 42 años de edad, estado civil casado y de profesión
escritor, afiliado a la UCR en la Circunscripciñon (tachado) para ser inscripto en los
registros de FORJA de acuerdo al art 5 de los reglamentos”.

Presentaban a Raúl, los afiliados Arturo Jauretche y Oscar Becerra y la solicitud fue
llenada de puño y letra por Jauretche; al pie de la misma podía leerse, “aprobado el 26
de septiembre de 1940”.
El historiador Miguel Angel Scenna, quien labró la más completa obra sobre FORJA,
incluyó esta nota y además publicó copia de la misma en la Revista Todo Es Historia N
38 de junio de 1970.
Scalabrini efectivamente fue afiliado de FORJA, y además integró su comisión directiva
el 26 de septiembre de 1942. La misma se componía de la siguiente manera: Presidente:
Arturo Jauretche; Vocales Titulares: Oscar Meana, Atilio García Mellid, Raúl Scalabrini
Ortiz, y Oscar Correa; Vocales Suplentes: José M Cané, Jorge Del Río y Miguel López
Francés. Claro que el inquieto Scalabrini renunció a su cargo en la Comisión
rápidamente, el 27 de octubre de 1942.

c- Scalabrini nazi: Esta acusación es un común denominador que tenemos que soportar
todos aquellos que somos nacionales, al romper los rígidos y perimidos moldes de la
Revolución Francesa de izquierda y derecha. Al no poder ser tildado ni de una cosa ni
de la otra, el hombre que piensa y siente en clave nacional es titulado de “nazi” para
algunos, de “marxista” para otros. Y a esta regla no escapó Scalabrini. Algunos
fundaban esta acusación en cierta ayuda económica de la Embajada Alemana que hubo
de recibir Raúl al publicar su periódico Reconquista en época de la II Guerra. Esto es
falso. Lo cierto es que “Reconquista” sólo tuvo poco más de un mes de vida por no
poder solventarse. Conociendo este hecho, el embajador alemán ofreció a Scalabrini el
dinero necesario para que el diario continuase apareciendo. Claro, la condición era
hacerse cargo de la dirección del mismo. Ese mismo día Don Raúl tituló “Reconquista
muere hoy”. Esa la entereza moral de nuestro hombre.
Pero si su conducta no basta; esto decía Scalabrini en su libro Irigoyen y Perón: “Todas
las publicaciones tradicionales nos vedaron el acceso. Todas las instituciones
establecidas negaron el acogimiento a nuestras investigaciones. No hubo mote ni
calumnia que no se nos endilgara para desprestigiar nuestras personas e impedir que
nuestras ideas y nuestros conocimientos se infundieran en las masas argentinas. Fuimos
nazis, anarquistas, comunistas, agentes del oro yanqui, del oro alemán, del oro ruso y
hasta del oro inglés.
Después nos cubrieron con el silencio y creyeron que ésa era una mortaja suficiente y
definitiva”10.
Y para ser más contundentes, reproducimos las palabras de Scalabrini en el periódico en
cuestión: “En el orden interno argentino somos decididos adversarios del nazismo y del
fascismo. Hemos demostrado y demostraremos que son formas gubernamentales
perjudiciales para nuestro país”11.

d- Scalabrini marxista: Un conocido biógrafo de Raúl es el principal sostenedor de


esta idea, pues el mismo proviene de las filas de la “izquierda nacional”. Sin embargo,
el destacado historiador pareciera ignorar lo que decían al respecto dos eminencias que
pertenecían a su misma corriente historiográfica y a la misma ideología marxista. Al
respecto decía entonces, Abelardo Ramos: “Si Hipólito Irigoyen simbolizó la
incorporación de la pequeña burguesía a la lucha política y el General Perón la del
proletariado industrial, la nueva oleada de masas de nuestro país deberá levantar las
banderas del socialismo revolucionario para un nuevo 17 de Octubre, esta vez
irrevocable. La revolución rendirá entonces su homenaje a todos aquellos que como
Raúl no fueron marxistas, (destacado del autor) pero fueron patriotas y lucharon
intrépidamente por ella, aún sin conocer cuál sería en definitiva su nombre”12. No deja
de ser llamativo que dicha opinión se encuentre en el Prólogo a la biografía de
Scalabrini donde se sostiene precisamente la tesis contraria. En fin, misterios de la
dialéctica.

10
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Irigoyen y Perón, Bs As, Plus Ultra, 1972, p. 141.
11
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Reconquista, 15/11/1939.
12
RAMOS, Jorge Abelardo, en GALASSO, Norberto, Bs As, Ediciones del Mar Dulce, 1970, p. 14.
El célebre escritor, Hernández Arregui decía al respecto: “Este escritor argentino, que
no cita a Marx en sus escritos, demostraba ser más revolucionario que los petardistas de
la izquierda. Fueron estos hombres –que no eran marxistas – (destacado del autor)
los primeros en analizar la historia nacional en su relación con la América latina con
criterio metodológico e histórico muy próximo al marxismo”13.
No obstante la honestidad de los citados historiadores, la viuda de Scalabrini, Doña
Mercedes Coraleras expresaba en una carta: “En un extracto de un libro publicado sobre
la vida de mi esposo (…) trata, equivocadamente de dar a entender que Scalabrini se
nutrió en el plano ideológico con las ideas de Lenin, Marx o Trotsky. Nada más
erróneo. He compartido toda la vida y la lucha de ese extraordinario patriota,
conociendo profundamente la totalidad de sus obras, su pensamiento, sus momentos de
lucha y sus ideales políticos, por lo que sé nutrió de ese gran pensamiento nacional que
brota de las multitudes argentinas. Por eso estuvo ligado al gran movimiento justicialista
que plasmó en los hechos las ideas por las cuales había luchado denodadamente, y a las
que defendió hasta su último día, conociendo que la doctrina justicialista, tan alejada de
los dos imperialismos que se disputan el dominio del mundo, representa la posibilidad
real de la emancipación nacional.
No se apoyó Scalabrini en el conocimiento de doctrinas extrañas, como intenta
confundir en ese trabajo, para interpretar la realidad nacional, sino que realizó esa tarea
investigando la problemática argentina.
No intentó mi esposo formar un partido revolucionario de izquierda “comunista
nacional o algo que se le parezca…” porque se sentía totalmente interpretado y
consustanciado con la doctrina justicialista”14.

e- Scalabrini no católico: Para presentar el “cuadro” de un pensador del “materialismo


histórico” que usaba la dialéctica para desentrañar la realidad argentina, el biógrafo de
Scalabrini al que se hace alusión en párrafos anteriores debía decir que para Raúl “la
religión es el opio de los pueblos”. Así aparecen frases como “las ideas de los grandes
pensadores (…) quienes baten rápidamente en retirada al catolicismo que procura
inculcarle su madre”; o esta otra “se consideró siempre un discípulo de la Revolución
Francesa, jamás fue clerical (…)”; o la más elocuente: “(…) adhiere a la república
española, se define por el divorcio, rechaza al catolicismo (…)”
A pesar de esta falsa idea de un Scalabrini reacio al catolicismo y próximo al
materialismo y al positivismo, es nuevamente Hernández Arregui quien desde la
izquierda pone las cosas en su lugar: “Creía en Dios. Pero veía en el concepto una
especie de substancia ordenadora”15.
Más aún, Scalabrini era bautizado y por lo tanto parte de la Iglesia Católica Apostólica
Romana; recibió la influencia espiritual de su Tío Juan Bautista Scalabrini quien al decir
de Jauretche, “su Tío Monseñor Juan Bautista Scalabrini, cuya obra y ejemplo fueron
los que proyectaron su influencia sobre el fértil espíritu de Raúl Scalabrini Ortiz” 16, y a
la hora de verse cara a cara con la muerte fueron padres de la Orden Scalabrini –fundada
por su Tío – quienes le suministraron a Raúl los auxilios religiosos de sus últimos días.

13
HERNANDEZ ARREGUI, Juan José, La formación de la cultura nacional, Bs As, Plus Ultra, 1973, p.
334.
14
COMALERAS DE SCALABRINI ORTIZ, Mercedes, Revista Mayoría, Bs As, 5/12/1975.
15
Ibidem, pp. 337-38.
16
JAURETCHE, Arturo, Revista Santo y Seña, N. 1, Bs. As, 17/11/1959.
f- Scalabrini desarrollista: Aquellos que afirman esto confunden la táctica con la
estrategia. Y no se trata de una cuestión militar. Claramente lo expresa el mismo
Scalabrini en la revista Qué: “¿Permitiremos cruzados de brazos, que sea sustituída la
Constitución del 49 por un texto fraudulento en que se renovarán acrecentados los
privilegios del capital extranjero? Me resisto a mí mismo el derecho a permanecer
indiferente en esta emergencia definitiva. No, yo no permaneceré cruzado de brazos. Si
no puedo hacer otra cosa, votaré por aquel, cualesquiera sean sus opiniones, su simpatía
o antipatía personal, sus propósitos confesados o las reservas con que formule sus
promesas, por aquel que se comprometa a sostener la vigencia de la Constitución del 49.
Será el mío un voto de emergencia que no debe engañar a nadie. No significará apoyo a
ningún partido, adhesión a ninguna otra idea, ni solidaridad, ni simpatía ni disculpas por
los actos censurables que hubiera cometido anteriormente. Votaré simplemente por el
mantenimiento de la Constitución de 1949 o por el que ofrezca un pronunciamiento para
llegar a ello”17.
Apoyar a Frondizi era una cuestión táctica para tratar de mantener las banderas del
movimiento nacional en alto, dado que su vanguardia, el peronismo, y su líder, el
General Perón se encontraban proscriptos. Y Frondizi había acordado con el General
una política nacional, además de levantar la proscripción del peronismo y permitir el
regreso a la Patria de Perón. En pocas palabras esa era la base del acuerdo Perón-
Frondizi, a través del cual el General Perón ordenaba a sus seguidores votar por el
candidato a presidente de la UCRI.
De manera que la conducta de Scalabrini, estaba perfectamente ordenada con el acuerdo
entre Perón y Frondizi.
Por lo demás, se ha reprochado a Raúl su participación en la revista Qué; donde más
allá de las editoriales de Frigerio, Scalabrini siempre pudo expresarse con total libertad
y defender el pensamiento nacional, las banderas peronistas, a la vez que atacaba sin
piedad al gobierno de la “fusiladora”.
En la revista Qué Scalabrini expresaba sus dudas y advertía a Frondizi de la siguiente
manera: “Doctor Frondizi: el peronismo se ha hecho a un lado para que usted tenga un
lugarcito en la historia. Siéntese con cuidado porque el asiento es incómodo e inseguro,
Si lo aprietan, solicite ayuda. El pueblo no se la va negar mientras mire hacia delante.
“Señalo la gravedad del momento y la necesidad de que coincidan con suprema
grandeza los esfuerzos de todos los argentinos para reparar los daños tremendos
causados por la dictaudura”. Así reza la orden de Perón. Por ese camino vamos a ir
lejos. No se aparte de él, doctor Frondizi, aunque vengan degollando”18.
Una vez en el poder Frondizi, se le ofreció a Scalabrini la dirección de la ahora
oficialista, revista Qué. Este aceptó pensando que sería una tribuna donde luchar por las
ideas nacionales. Tan sólo dos meses duró Scalabrini como director de la revista. Y su
renuncia se debió a la política que Frondizi pretendió aplicar en materia petrolera, lo
que Scalabrini consideró una claudicación.

g- Scalabrini anti-peronista: Quienes sostienen esta disparatada teoría se basan en dos


puntos. El primero de ellos fue la renuncia que presentó Scalabrini a FORJA cuando
tuvo lugar la revolución del 4 de junio de 1943 y a la que FORJA adhirió. Pero esta
renuncia no fue por Perón, sino por no estar de acuerdo con un pronunciamiento militar
incierto y que no se sabía para donde iba, por lo tanto no estaba de acuerdo en la
aceptación que FORJA prestaba al movimiento de junio.

17
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, Revista Qué, Bs. As, 23/7/1957.
18
SCALABRINO ORTIZ, Revista Qué, Bs As, 25/3/1958.
Contradiciendo la “teoría anti-peronista” debemos decir que Scalabrini fue uno de los
intelectuales que más participó e influyó en Perón, nada menos que con la
nacionalización de los ferrocarrilles. Además los cuadernos de FORJA donde Raúl
abordaba este y otros temas eran conocidos por el GOU y su lectura recomendada junto
a libros de José Luis Torres. Cierto es que Scalabrini no ocupó cargo alguno durante los
gobierno del General Perón, pero esto no obedeció a ninguna antipatía o diferencia
ideológica, todo lo contrario.
El segundo punto en el que se apoyan ciertos historiadores para decir que Scalabrini no
era peronista tuvo que ver con la “adhesión” del mismo al “desarrollismo”. Sobre este
tema no volveremos, pues lo consideramos suficientemente aclarado en el apartado
precedente.
Sin embargo, para despejar totalmente cualquier duda al respecto es conveniente
reproducir lo que el propio Perón decía desde el exilio al historiador Pavón Pereyra, y
este reproducía en uno de sus libros “Coloquios con Perón” tomados entre 1961-63,
sobre Scalabrini: “Quiero detenerme ante un hombre símbolo, el de Raúl Scalabrini
Ortiz, que personifica la mejor tradición civil de los argentinos (…) Ejerció en cierto
modo, la primera magistratura moral de la República, y cuando le tocó partir de este
mundo él me hizo depositario de su Testamento político”19 .

19
PAVON PEREYRA, Enrique, Coloquios con Perón, Ediciones Internacionales,
Madrid, 1973. p. 92.

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