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CATHY BERBERIAN
La mujer de las mil y una voces
© chris davies / arena pal
El 6 de marzo se cumplieron 25 años del fallecimiento en Roma por infarto cardiaco de una de las
artistas más inclasificables del pasado siglo. Al día siguiente estaba prevista su participación en una
conmemoración del centenario de la muerte de Karl Marx en la televisión italiana en la que había
previsto interpretar La Internacional en el estilo de Marilyn Monroe… Cantante, compositora,
animal teatral, clown o, como ella prefería definirse, “una mera inventora de inteligentes trucos”.
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BIBLIOGRAFÍA
• Marie Christine Vila, Cathy Berberian,
cant’actrice. Fayard, 2003
• Jennifer Paull, Cathy Berberian and Music’s
Muses. Amoris, 2007
www.cathyberberian.com
P
para mí el único espacio que me permitía es-
oseedora de una vocalidad camaleó- Bussotti o, por supuesto, su propio marido, capar de la banalidad de mi existencia de clase
nica y de un instinto del espectáculo entre otros. Rompedora nata de moldes y media-baja urbana”; en concreto, la ópera le
nada convencional, Cathy Berberian fronteras, Berberian hizo así realidad un permitió soñar con “ser una princesa africana,
(1928-1983) constituye el mito más sólido y ideal artístico basado en el poder primige- una gitana temperamental o una cortesana
visible de un concepto del arte vocal radical- nio de la voz, cuyo antecedente estético más con el corazón de oro”. Esta temprana afición
mente libre y heterodoxo, capaz de apelar a la próximo se remonta a la “poesía sonora” pro- operística le llevó a desafiar pronto los límites
autonomía de la voz como medio de creación fetizada por el pintor dadaísta Kurt Schwit- de la voz mediante la imitación de sus cantan-
musical primordial, y sellar a la vez su alianza ters 40 años antes. Su ejemplo fue seguido y tes favoritos de un extremo a otro del registro
con cualquier forma de arte. Envuelta en pei- ampliado por una extensa nómina de artistas vocal: desde la soprano ligera (Lily Pons en el
nados, vestuarios y atrezos imposibles, Berbe- mayoritariamente femeninas, entre las que Aria de las campanas de Lakmé) hasta el bajo
rian desarrolló un formato de recital capaz de podríamos incluir los nombres de Meredith profundo (Feodor Chaliapin en la Canción de
desafiar cualquier convención (“Me aburren Monk, Laurie Anderson, Joan La Barbara, la pulga de Mussorgsky).
los recitales en los que el cantante entra, salu- Diamanda Galás, Shelley Hirsch, Pamela Al igual que su infancia, la juventud de Ca-
da, se sitúa junto al piano y canta, saluda y se Z, Sainkho Namtchylak, Dora Ohrenstein, thy discurrió por senderos poco promete-
va. ¡Cualquiera puede hacer eso!”). Programas Christine Schadeberg, Laurie Amat, He- dores. Alumna en un colegio católico en el
como A la recherche de la Musique perdue (De lo briana Alainentalo o Cristina Zavalloni, en- Bronx primero y en un instituto femenino
sublime a lo ridículo) o A soirée chez Monsieur tre otras (ver cuadro adjunto), la mayor parte en Queens después, recibió sus primeros es-
Marcel Proust podían reunir al menos cuatro de las cuales han rendido tributo a su figura. tudios de canto, actuó en coros no profesio-
idiomas, obras de Monteverdi a los Beatles nales y se implicó como solista y directora de
(pasando por Ravel o Cage), toda clase de re- SENSACIONES BORROSAS un grupo folclórico armenio local. La des-
gistros vocales (folclóricos, líricos, populares o PERO INTENSAS EN UN CUERPO confianza de sus padres en la soñada carrera
experimentales) y un sentido teatral y humo- PEQUEÑO Y ANODINO operística de su hija retrasó su acceso a los
rístico exquisito, capaz de seducir incluso a las estudios profesionales hasta que decidió en-
audiencias más predispuestas en su contra. La joven Catherine Anahid Berberian, naci- rolarse en la Universidad de Columbia. Allí
Esposa del compositor italiano Luciano Be- da de inmigrantes armenios el 4 de julio de estudió teatro, canto, escenografía, dicción
rio entre 1950 y 1964, Berberian fue además 1925 en una pequeña ciudad de Massachu- y pantomima. E incluso baile español e in-
la musa con más proyección y personalidad setts, aunque residentes en Nueva York des- dio, ansiosa como estaba por ofrecer en un
de la escena vanguardista europea de los años de 1927, apenas dio señales del carisma que futuro en los teatros de ópera unos retratos
60 y 70, y fue dedicataria o coautora de obras caracterizó a su figura pública en su madurez. verdaderamente completos de sus heroínas
firmadas por Igor Stravinsky, John Cage, Insegura y poco agraciada físicamente, sus líricas, Carmen y Lakmé (a las que, por cier-
Bruno Maderna, Henri Pousseur, Sylvano recuerdos de la infancia la describen como to, nunca llegaría a encarnar).
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voces femeninas al filo de lo imposible
Pioneras, grandes damas de las vanguardias de posguerra como Cathy Berberian, o herederas en
un paisaje sonoro invadido por la electrónica digital en vivo, son numerosos los nombres de artistas
femeninas que han experimentado con los límites de la voz humana convirtiéndolos en arte o en desafío.
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“Me aburren los recitales en los que el cantante entra, saluda, se sitúa junto al
piano y canta, saluda y se va. ¡Cualquiera puede hacer eso!”
discografía recomendada
BERIO: SEQUENZA III & VII . DIFFÉRENCES.
DUE PEZZI. CHAMBER MUSIC
Cathy Berberian, voz. Heinz Holliger, oboe.
Juilliard Ensemble. Luciano Berio, director
PHILIPS 426 662-2. 1969
SE DICE QUE SOY UNA PAYASA indagó en los aspectos teatral y escenográfico El carácter irrepetible de esta artista ha con-
tradicionalmente excluidos del concepto del dicionado que su legado difícilmente pue-
Tras el divorcio de Berio en 1966, del que recital, e hizo de éste una forma de arte radi- da subsistir de un modo convencional. No
ambos supieron conservar una perdurable re- calmente nueva, desinhibida y arriesgada. Un sólo sus propias obras, sino también las que
lación de amistad y artística, Berberian inició concepto profundamente desmitificador en el le fueron dedicadas, se resisten a integrarse
una segunda transformación profesional. Es la que cabía todo, desde la vanguardia hasta el de forma normal en el repertorio debido a
época de la colaboración con Nikolaus Har- pop, la inteligencia y el humor, y que alimentó la inevitable comparación que incitan con
noncourt, por entonces un joven pionero de las críticas de los sectores vanguardistas más sus modélicas e irrepetibles interpretacio-
la interpretación historicista, con quien regis- puristas, alarmadas ya desde los tiempos de nes preservadas por el disco. No de forma
tró sus dos únicos títulos operísticos: L’Orfeo las Folk songs. “Se me critica, ¡se dice que soy gratuita encomendó Berio a varias cantantes
(1969) y L’incoronazione di Poppea (1974) una payasa!, pero no me importa, pues he de- (no a una sola, como sólo sabía hacer Cathy)
de Monteverdi. Pero también es la época de mostrado de sobra que también soy seria”. la interpretación de las Folk songs en el con-
su emancipación como artista y como mu- cierto que se celebró en su memoria en 1994
jer. Como ha apuntado en tiempos recien- LA MÚSICA ME DIO en La Scala. Aparte de en su discografía (y
tes Pamela Z, había algo de hipócrita, o de xUNA IDENTIDAD… videografía), el legado de Berberian se expre-
arraigo cultural profundamente machista, en sa de forma más plena a través de su forma
el hecho de que esta primera generación de Aunque fue el recital la fórmula de expresión de entender y vivir la música: “La música me
artistas femeninas que señalaron nuevos ca- principal de Berberian (Berio comprendió esto dio una identidad. La música me proporcio-
minos en el empleo de la voz subordinaran su perfectamente cuando le dedicó su Recital I nó una profesión. Me proporcionó un gran
talento al del hombre/compositor. En cierto for Cathy en 1971), compuso también algunas amor también, y cuando éste acabó, llenó el
modo, el compositor se arrogaba la autoría de obras para sí misma. Stripsody (1966), basada vacío con alicientes para vivir como una per-
un material sonoro profundamente original en las onomatopeyas habituales en los comics, sona plena, no como un apéndice. Me liberó
mediante su representación simbólica en el y Morsicat(h)y (1971), sobre la muerte gloriosa como mujer, y forjó la independencia de mi
papel, cuando en realidad era la mujer su due- de un mosquito, son las más significativas. mente y mi espíritu”.
ña y creadora absoluta. Este esquema, que se
reprodujo en artistas como Michiko Hiraya-
ma o Jan De Gaetani, es el que rompió Cathy Rafael Fernández de Larrinoa es titulado superior en Musicología. Actualmente ejerce de profesor de
en esta nueva etapa. Sin dejar de interpretar Historia de la Música en la Escuela de Música Creativa y de profesor de Armonía y Composición en el
Conservatorio “Adolfo Salazar” de Madrid.
obras de otros colegas masculinos, Berberian
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