Este documento propone un modelo pedagógico bioético que promueva la formación de seres humanos capaces de alcanzar un nuevo paradigma civilizatorio sostenible. La bioética y la pedagogía comparten una vocación filosófica y utópica de reflexionar sobre el buen vivir y el recto actuar. La educación, a través de procesos de transformación individual y colectiva, puede formar personas bioéticas capaces de adoptar una perspectiva ecocéntrica que valore la vida humana e integral del planeta.
Este documento propone un modelo pedagógico bioético que promueva la formación de seres humanos capaces de alcanzar un nuevo paradigma civilizatorio sostenible. La bioética y la pedagogía comparten una vocación filosófica y utópica de reflexionar sobre el buen vivir y el recto actuar. La educación, a través de procesos de transformación individual y colectiva, puede formar personas bioéticas capaces de adoptar una perspectiva ecocéntrica que valore la vida humana e integral del planeta.
Este documento propone un modelo pedagógico bioético que promueva la formación de seres humanos capaces de alcanzar un nuevo paradigma civilizatorio sostenible. La bioética y la pedagogía comparten una vocación filosófica y utópica de reflexionar sobre el buen vivir y el recto actuar. La educación, a través de procesos de transformación individual y colectiva, puede formar personas bioéticas capaces de adoptar una perspectiva ecocéntrica que valore la vida humana e integral del planeta.
Resumen En el presente texto establecemos un dilogo entre la pedagoga y la biotica, disciplinas que comparten su vocacin filosfica y utpica. La reflexin sobre el buen vivir y el recto actuar o eubios (la vida buena) que hasta la mitad del siglo XX estuvo circunscrita al mbito social, ahora no puede eludir el problema de la crisis ambiental. La educacin, a travs de sus procesos de transformacin individual y colectiva es protagonista en la formacin del ser humano biotico capaz de alumbrar un nuevo paradigma civilizatorio.
1. La vocacin filosfica de la pedagoga y la tica. Resulta revelador que cientficos de la talla de Erwin Schrdinger 1 , premio nobel de fsica en 1933, hayan afirmado que la finalidad ltima de todo conocimiento humano permanece inmutable a lo largo de la historia. Pareciera que detrs de todo el afn comprensivo de la humanidad, est la bsqueda de respuestas a las incesantes y desafiantes preguntas: Qu somos? De dnde venimos? A dnde vamos? Ellas son la fuente primera del inquieto y esforzado espritu humano que busca, que desea conocer, que ama la sabidura. El deseo de comprender nuestro origen, existencia y destino hace eco en la reflexin del hombre que asume la pregunta metdica y la duda como forma de vida. Esta es la pregunta filosfica. La tica, como filosofa prctica, es la reflexin y la prctica sobre el buen vivir y el recto actuar (eubios o la vida buena 2 ). En nuestra cultura occidental este dilogo se ha ampliado progresivamente, incorporando a actores ubicados fuera del mbito de la moralidad. Recordemos que por mucho tiempo las mujeres, los nios, los esclavos, los brbaros, los indgenas (por mencionar a algunos de esa larga lista de excluidos que hoy tienen otros rostros), no se consideraron humanos, mucho menos ciudadanos. Todos ellos conformaban la especie sub-humana, slo incorporados a la esfera de lo humano despus de difciles e incluso cruentas luchas. De una reflexin moral centrada en los individuos, transitamos a otra cuyo centro gravitacional eran los desafos que enfrentaban los grupos humanos o las sociedades, cuya resultante fue la Declaratoria Universal de los Derechos Humanos en 1948, alcanzada despus de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente y desde la dcada de 1970, en la que surgieron los primeros informes a nivel internacional que alertaban de una crisis ambiental sin precedentes, nos encontramos en plena discusin sobre las mejores formas de incorporar a la naturaleza, al medio ambiente, a la biosfera, al sistema vivo Tierra (de suyo, esta diversidad de sustantivos refleja el debate que le subyace), en el mbito de la tica y la moralidad. Todo marco valorativo requiere de un orientador, de un fin que ordene su construccin axiolgica, en ello confluyen todas las perspectivas. El buen ciudadano, el modelo del ser humano, es en adelante el ser biotico 3 . Alcanzar dicho prototipo es tarea de mltiples campos de la actividad humana, pero entre ellas, queremos destacar la labor educativa. La reflexin tica que no va acompaada de procesos educativos, se torna casi imposible en la concrecin del comportamiento cotidiano a menos que una estructura coercitiva le otorgue viabilidad, pero sera un camino equivocado, ya que el ejercicio tico en esencia busca hacerse de los mejores argumentos para elevar el espritu humano. La fuerza busca imponerse, con o sin argumentos. La educacin es antropogenia, hace posible que cada individuo que nace, se apropie en un tiempo biogrfico limitado, de la cultura social milenaria que le otorga el estatus de humano. Pero tambin es demosgenia, cuando hace posible que grupos humanos articulados mediante dbiles vnculos de solidaridad, tomen conciencia de su destino comn, de las condiciones socio-econmicas que niegan su existencia, construyan un proyecto de vida que les restituye su autonoma y autodeterminacin y asumindose como Pueblo establezcan los medios para lograrlo. Al igual que la tica, la educacin es un ejercicio racional, nos permite operar con arreglo de medios a fines. Si el fin es un nuevo paradigma civilizatorio donde el ser humano sea un ser biotico, la educacin puede ordenar todos los medios de que dispone en la consecucin de ese horizonte utpico. Mediante la interaccin dialctica entre las generaciones adultas y jvenes, as como por el interjuego de sus cuatro funciones solidarias e interdependientes 4 : socializadora, conservadora, represiva y transformadora, la educacin colabora en la permanencia de la especie humana, en el resguardo de su herencia cultural, en la socializacin de las normas que nos permiten vivir juntos, pero tambin en la provocacin creativa que invoca las utopas para transformar todo aquello que niega al ser humano en su vocacin de ser, de alcanzar niveles ms elevados de civilizacin, en los que el bien y la felicidad humana sean compatibles con la salud de ese hermoso y complejo sistema vivo sostn de su propia existencia, la Tierra. En resumen, la biotica nos propone el modelo de humanidad, el ser biotico y el ciudadano planetario, en tanto que la pedagoga, como disciplina de la educacin propone los procesos individuales y colectivos que nos permitan transitar de la locura ecocida 5 a la racionalidad ecosfica.
2. La biotica con perspectiva ecocntrica. La biotica slo puede florecer en sociedades democrticas y plurales, porque su base laica, cientfica y filosfica as lo reclama. Juliana Gonzlez 6 , afirma que en las sociedades homogneas slo existen los monlogos morales dictados por el poder poltico o religioso. La perspectiva que aqu asumimos, busca contribuir a este dilogo plural y diverso. Leonardo Boff 7 nos recuerda que en su sentido original griego, ethos significaba la madriguera del animal o la casa humana, es decir, la porcin del mundo que reservamos para organizar, cuidar y hacer nuestro hbitat, en referencia a la morada exterior. Gonzlez Valenzuela 8 subraya la morada interior. Segn esta autora, el ethos es un concepto polismico que hace referencia tambin a la morada interior (el lugar donde reside la conciencia humana), una conducta o comportamiento (como actividad continua y hbito), carcter (sello distintivo de actuacin), disposicin y actitud. El ethos lleva en s a eros, como relacin de complementariedad ontolgica de los seres humanos entre s y como impulso vital originario, el mpetu de ser, las fuerzas creadoras de vida. Junto con Juliana Gonzlez 9 , entendemos a la biotica como la ciencia de la supervivencia y puente hacia el futuro, la reflexin prudente por su previsin, precaucin y providencia respecto a la sobrevivencia de la especie humana y de la compleja red biolgica que sostiene su existencia. Es la disciplina puente entre las llamadas ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre. Filosficamente, la biotica ejerce como un tamiz o un cedazo que nos permite discriminar la rectitud y la bondad de nuestros actos, pero como los seala Leopold 10 , en trminos ecolgicos es una limitacin a la libertad de accin humana en la lucha por la existencia. Los valores ms preciados de una biotica como la que desarrollamos en el presente trabajo, sean la justicia social y la responsabilidad ambiental. De estos valores, se desprenden una serie de imperativos mnimos como el cuidado, la solidaridad, la responsabilidad, el dilogo, la compasin y la visin holstica, todos ellos en relacin con el mundo subjetivo, social y medioambiental del ser humano. Los rasgos caractersticos de la biotica son su transdiciplinariedad al convocar a un dilogo de saberes; la praxis, que promueve la reflexin y la accin responsable; su laicidad, que apela a la discusin razonada; su enfoque sistmico, que construye una visin integradora de los fenmenos que estudia; humanista, en tanto sigue creyendo que el hombre puede cambiar el curso de la historia; planetaria, ya que nos permite vincular nuestra experiencia local con la realidad global; prospectiva, porque busca incidir en el presente pensando en el futuro. En el escenario contemporneo de la biotica, podemos identificar las perspectivas antropocntrica, biocntrica y ecocntrica, a nuestro juicio todas ellas representan esfuerzos valiosos en la bsqueda de ampliar el mbito de la moralidad humana hasta alcanzar su relacin con la naturaleza. No profundizaremos sino en aqulla que nos parece ms pertinente con nuestra propuesta pedaggica. La biotica ecocntrica concibe la vida del ser humano y del sistema vivo Tierra, ntimamente ligados. Ambos portadores de un valor intrnseco a defender. Desde esta perspectiva, el bien supremo es la felicidad humana y la integridad del oikos, la comunidad terrestre y csmica. En consonancia con la ecologa profunda, busca despertar la sensibilidad hacia la vida humana y natural, as como generar esa sabidura prctica capaz de concebir el mundo como un todo sistmico. De esta concepcin se derivaran dos normas fundamentales, la autorrealizacin, que en consonancia con Devall 11 sera concebida ms all de la concepcin moderna del yo como ego aislado, estrecho y en competencia, para convertirse en la bsqueda de nuestra personalidad biolgica y espiritual, nuestra conciencia de especie. La otra norma propuesta por este autor, es la igualdad biocntrica (en principio, ya que seguiremos siendo biocidas hasta que no se descubra otra manera no depredadora de satisfacer nuestras necesidades), aquella que considera que todo en la biosfera tiene el mismo derecho a vivir y florecer. La biosfera ser considerada como el bien o lo bueno, porque como afirma Callicot, una biota rica y diversa es mejor que una deprimida y homognea. Lo bueno ser todo aquello que contribuya a la conservar y fortalecer la salud de la Tierra, que Leopold conceba como su capacidad de renovarse por s sola, cuyos estndares o indicadores podran ser, segn Callicot 12 , la diversidad de especies locales y globales, la funcin ecolgica 13 , la productividad biolgica 14 y la variabilidad gentica al interior de las especies. En el mbito social, el bien o lo bueno, estara entendido en trminos del bien comn, el de todo y el de cada uno, cuyos estndares seran los niveles satisfactorios de salud, educacin, vivienda, cultura, democracia de todos y cada uno de los miembros la sociedad en cuestin. Garantizada la salud de la biosfera y la justicia social, estaramos alcanzando la inmunidad biolgica y cultural. En contrapartida, lo malo o lo incorrecto sera todo aquello que atentara contra la integridad de este sistema biolgico y cultural. En sntesis, la vida en la Tierra, responde a un movimiento dialctico entre la construccin negentrpica y la devastacin entrpica cuyo objetivo es la supervivencia del sistema en su totalidad. Como afirma Rolston, lo ticamente desalmado es la insensibilidad biolgica y la vorgine biocida hoy imperantes.
3. Los trazos de una pedagoga biotica. El desafo para la pedagoga es entonces Cmo transitar de la locura ecocida y la injusticia neoliberal a la racionalidad ecosfica? Cmo hacer realidad esta metanoia? La educacin no tiene todas las respuestas pero es parte de ellas. Es apremiante la consolidacin de un modelo pedaggico que impulse procesos individuales y colectivos de autoafirmacin personal, emancipacin colectiva y responsabilidad ambiental. Procesos educativos que susciten revoluciones moleculares, aqullas que slo pueden iniciar los actores sociales ah en sus espacios vitales, con acciones modestas pero sumamente poderosas al ensayar nuevas formas de pensar y de vivir. Reivindicamos el potencial de la microhistoria que puede ayudar a cambiar el curso de la Historia, porque justo en su no-poder, abre paso a las soluciones creativas e insospechadas que irrumpen en las situaciones de frontera, donde est negada la vocacin humana y amenazada la vida del planeta. Estos procesos educativos han de incidir a nivel escolar y comunitario. La educacin institucional, a travs de la escuela, el espacio-tiempo privilegiado donde profesores y estudiantes, construyen procesos sistemticos de enseanza-aprendizaje, garantiza el alcance de los fines educativos. Y tambin la autoformacin del Pueblo en su proceso de demosgenia, cuando actores organizados toman conciencia de su propia realidad y de las necesidades a satisfacer para continuar la realizacin de su propia existencia. De esta toma de conciencia surge la construccin de un proyecto de vida colectivo, guiado por el bien comn y la utopa, en el que las necesidades dejan de ser tales, para convertirse en demandas que exigen ser satisfechas. Luego entonces, articulan un proceso de transformacin, con carcter prospectivo cuyo desafo biotico radica en hacer posible el bienestar humano y la salud del ecosistema. Al igual que en la educacin escolar, la autoformacin del pueblo requiere de agentes que cumplan el papel de mediacin entre el educando (el Pueblo) y el objeto de aprendizaje (el proyecto colectivo de vida). Habamos afirmado que la opresin humana y la devastacin ambiental, son efectos de la misma racionalidad economicista hoy imperante. Pero desde estos signos ignominiosos y execrables para la humanidad, es posible el despertar de la conciencia tica, aqulla que segn Dussel 15 es la capacidad prctica de interpretar, aceptar y asumir el enunciado exigitivo del otro-humano: tengo hambre. Nosotros consideramos que en el medio ambiente devastado, el ser humano tambin puede escuchar el enunciado exigitivo de lo-otro-biolgico: estoy muriendo. El pobre es aquel que est excluido de la argumentacin y obstaculizado en la obtencin de los medios necesarios para sostener y reproducir su propia vida cultural y biolgica. El medio ambiente devastado es aquel que ha perdido su diversidad de especies, no puede cumplir su funcin ecolgica, ve disminuida su productividad biolgica y su variabilidad gentica. Este enunciado exigitivo, apela a la conciencia tica cuando est ocasionado por causas antrpicas que podran ser evitables. El hambre del pobre y la muerte del ecosistema, despiertan la conciencia tica porque la llevan a un mbito de responsabilidad, es decir, a una situacin coyuntural en la que es imposible no responder a ella, ya sea mediante el rechazo y la negacin (que se expresa en frases como tiene hambre porque no trabaja o no hay crisis ambiental sino una fase ms de la evolucin de la biosfera), o en la aceptacin e interpretacin el enunciado exigitivo del otro y de lo-otro, que nos lleva a asumir nuestra parte en el proceso de liberacin humano y medioambiental, construyendo una nueva comunidad de vida, donde la autorrealizacin personal, la justicia social y la integridad ambiental sean posibles. Una nueva comunidad de comunicacin ideal 16 , en la que el viviente que habla, contribuya tanto a la continuidad de la vida social como de la vida biolgica. Porque como afirma Dussel, el habla, el lenguaje, es tan slo un momento ms del proceso de la vida. Entonces junto con dicho autor, entendemos la liberacin como el proceso prctico, por el cual, el no- libre pasa a ser sujeto fctico de la libertad, el oprimido se afirma como persona-sujeto, el oikos devastado pasa a ser sujeto de valores y objeto de deberes por parte de la humanidad, que garantizan su estabilidad, integridad y belleza. El ingeniero Javier Barros Sierra, rector de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (1966-1970), seal acertadamente, que la educacin requiere de la libertad y que la libertad precisa de la educacin, un binomio en el que ambas partes se necesitan para subsistir. Dussel 17 identifica los momentos de la liberacin, que desde nuestro juicio, son momentos eminentemente educativos y en consonancia con los momentos de la alfabetizacin liberadora de Paulo Freire: Conciencia de la propia dominacin. xodo y ruptura con el sistema de dominio. Autoencuentro. Separacin del poder introyectado. Afirmacin de la propia identidad. Construccin de un nuevo orden, de una comunidad de vida y de comunicacin ideal. Entendemos por alfabetizacin ecosfica, el proceso intencional y sistemtico que conduce al ser humano a una relacin sabia con su mundo subjetivo, social y medioambiental, desde los valores de la autoafirmacin personal, la emancipacin colectiva y la responsabilidad ambiental. A partir de experiencias de aprendizaje, en el entorno escolar y comunitario, los participantes de tales procesos se responsabilizan de la transformacin de una situacin social y ecolgica que les permite reconocer su capacidad de incidir en su realidad inmediata, adquirir una serie de concepciones, actitudes y habilidades para desarrollar una vida en mayor armona consigo mismos, con los dems y con su medio ambiente. Por ello, consideramos que la alfabetizacin ecosfica 18 , contribuye a la construccin de un modelo pedaggico biotico que busca la inclusin del ser humano marginado y la salud del medio ambiente devastado.
BIBLIOGRAFA APEL, KARL-OTTO Y ENRIQUE DUSSEL. tica del discurso y tica de la liberacin. Madrid, Trotta, 2005. 394 pp. (Estructuras y procesos) BOFF, LEONARDO. Cuidar la tierra. Hacia una tica universal. tr. por Bernardo Guzar. Mxico, Dabar, 2001. 208 pp. GONZLEZ VALENZUELA, JULIANA (Coord.) Perspectivas de biotica. Mxico, FCE, UNAM, FFyL, CNDH, 2008. 384 pp. (Coleccin Filosofa) PAN, SARA. Diagnstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje. 27 reimp. Buenos Aires, Nueva Visin, 2002. 120 p. (Psicologa contempornea) TAMAYO, LUIS. La locura ecocida. Ecosofa psicoanaltica. Mxico, Fontamara-CIDHEM, 2010. 165 pp. (Argumentos) SCHRDINGER, ERWIN. Ciencia y humanismo. tr. por Francisco Martn, Barcelona, Tusquets, 2009 (3 edicin, original aparecido en 1951). 86 pp. (10 Metatemas) VALDS, MARGARITA M. (compiladora). Naturaleza y valor. Una aproximacin a la tica ambiental. Mxico, UNAM FCE, 2004. 303 pp.
NOTAS
1 SCHRDINGER, ERWIN. Ciencia y humanismo. 2 GONZLEZ VALENZUELA, JULIANA. Perspectivas de biotica, p.29 3 VIESCA, CARLOS. Biotica. Conceptos y Mtodos. En: GONZLEZ VALENZUELA, JULIANA. Perspectivas de biotica, p.86 4 PAN, SARA. Diagnstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje. 5 TAMAYO, LUIS. La locura ecocida. 6 GONZLEZ VALENZUELA.Opus cit. 7 BOFF, LEONARDO. Cuidar la Tierra. Hacia una tica universal.p. 25 8 GONZLEZ VALENZUELA. Opus.cit.pp. 26-27 9 IBDEM, p.44 10 LEOPOLD, ALDO. La tica de la Tierra. En: VALDS, MARGARITA M. Naturaleza y valor. Una aproximacin a la tica ambiental, p.25 11 DEVALL, BILL Y GEORGE SESSIONS. Ecologa profunda. En: VALDS. Opus.cit. 12 CALLICOT, J.BAIRD. La tica de la tierra en nuestros das. En: VALDS. Opus cit. p.63 13 Absorcin de humedad, fijacin del nitrgeno, abundancia de polinizadores, conexiones trficas. 14 En cuanto a cantidad de biomasa. 15 APEL, KARL-OTTO Y ENRIQUE DUSSEL. tica del discurso y tica de la liberacin.p.121 16 IBDEM, opus cit. 155-156 17 DEM. 18 Las experiencias que estamos desarrollando actualmente, se encuentran en su fase de experimentacin. Dicho trabajo de campo ser sistematizado y estaremos en condiciones de realizar un ejercicio hermenutico al confrontarlo con la perspectiva terica hasta aqu desarrollada.