Los principios jurídicos laborales son ampliamente aceptados y
reconocidos en la jurisprudencia (judicial y administrativa) y en la doctrina. El profesor uruguayo Américo Plá Rodríguez, en su clásica obra “Los Principios del Derecho del Trabajo”, propone la siguiente taxonomía:
1) Principio protector, el cual se subdivide en tres:
a) in dubio, pro operario; b) regla de la aplicación de la norma más favorable; y, c) regla de la condición más beneficiosa.
2) Principio de la irrenunciabilidad de los derechos.
3) Principio de la continuidad de la relación laboral. 4) Principio de la primacía de la realidad. 5) Principio de la razonabilidad. 6) Principio de la buena fe.
El principio de protección, dice relación con la orientación general
de la legislación laboral que tiene como propósito amparar y proteger al trabajador. Llegado un punto de la evolución jurídica social de los pueblos, el legislador no puede mantener más la ficción de la igualdad jurídica formal liberal existente entre las partes del contrato de trabajo; y tiende a compensar esa desigualdad económica desfavorable al trabajador, con una protección jurídica favorable para él, a través de la generación de una a serie de derechos mínimos irrenunciables. El derecho del trabajo, pues, responde históricamente al propósito de nivelar desigualdades. Como decía Couture, “el procedimiento lógico de corregir las desigualdades es el de crear otras desigualdades”. En efecto, la idea central en que el Derecho del Trabajo se inspira no es la idea de la igualdad entre las personas, sino de la nivelación de las desigualdades reales que entre ellas existen. La igualdad deja de ser así el punto de partida del derecho para convertirse en meta o aspiración del orden jurídico. Así, la regla in dubio, pro operario, -por ejemplo- obliga al órgano jurisdiccional a resolver, en caso de duda, a favor del trabajador. En la misma lógica, la regla de la aplicación de la norma más favorable, importará que siempre se deberá aplicar la norma que más beneficios jurídicos y económicos reporte al trabajador, aun cuando dicha norma sea de una jerarquía inferior a otra que establece efectos menos favorables.. La regla de la condición más beneficiosa, por su parte, y según Plá, supone la existencia de una situación concreta anteriormente reconocida y determina que ella debe ser respetada en la medida que sea más favorable para el trabajador que la nueva norma que ha de aplicarse. Los principios de la irrenunciabilidad de los derechos laborales, de la continuidad de la relación laboral y de primacía de la realidad, no son más que emanaciones de principio protector que opera como matriz de todo el sistema laboral.
La irrenunciabilidad hace referencia a que los derechos laborales,
mientras se encuentra vigente el contrato de trabajo, no son negociables. Por cierto, si fueran renunciables, el derecho de Trabajo no podría existir, al menos, en su concepción más clásica.
El principio de continuidad laboral, expresa la tendencia actual
del Derecho del Trabajo de atribuirle siempre la más larga duración a la relación laboral desde todos los puntos de vista y en todos los aspectos. Gamonal, citando a PLÁ, GHEZZI y ROMAGNOLI, propone una triple dimensión de la continuidad laboral, a saber: a) La continuidad laboral como la facilidad para la manutención del contrato pese a los incumplimientos y nulidades; b) La continuidad como la elevación a situación excepcional del término del contrato por la sola voluntad del empleador; y, c) La continuidad como la interpretación de las interrupciones del contrato como simples suspensiones.
A estas tres dimensiones, es posible agregarle una cuarta: la
continuidad laboral como presunción de duración indefinida de todo contrato de trabajo.
Sobre el principio de primacía de la realidad, la Excma. Corte
Suprema, incluso hasta define su contenido diciendo que, en caso de desacuerdo entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de documentos o acuerdos, debe estarse preferentemente a lo primero, es decir, a lo que sucede en el terreno de los hechos, de conformidad a lo que dispone el artículo 8° del Código del Trabajo que presume la existencia de contrato de trabajo siempre que exista una situación en que una persona se obliga a prestar servicios bajo dependencia y subordinación de otra, a cambio de una remuneración.
Finalmente, discrepamos de Plá en cuanto a considerar la
razonabilidad y la buena fe, principios jurídicos laborales. Dada el alto nivel de resonancia de esos principios, es posible concluir que, más que principios jurídicos laborales, son principios generales de Derecho. Ciertamente: la buena fe es un patrón de conducta exigido en todos los ámbitos del sistema jurídico y no sólo en el laboral. Lo mismo sucede en el caso de la razonabilidad.