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el yesQuero

Ensayos de análisis y crítica política


www.elyesquero.blogspot.com
Nro. 190

El lobby de la guerra
Por
Rafael Rincón Patiño*

El Gobierno de Colombia paga en Washington USD 300.000 al año a


la empresa Burson-Marsteller Associated Inc. para que influya en la
bancada demócrata del Congreso de Estados Unidos a favor del
Tratado de Libre Comercio (TLC) y a favor de la aprobación de una
partida de USD 5 billones para el llamado Plan Colombia.

Quién creyera que en la democracia más renombrada del planeta, la


de Abraham Lincoln, la voluntad popular se tuerce mediante el
tráfico de influencias. No es el pueblo norteamericano el que decide
aprobar el TLC o el Plan Colombia, es la capacidad de presión, la
capacidad de compra de conciencias la que incide en las decisiones
de la democracia de Thomas Paine.

La guerra contra Iraq —llamada por el Nobel de Economía Joseph


Stiglitz “La guerra de los tres trillones de dólares”— fue finalmente el
resultado del cabildeo pro Iraq en Washington más que una decisión
soberana del pueblo. Con motivo de los cinco años de guerra se han
conocido los fatales resultados: han muerto más de un millón de
iraquíes, cerca de 4.000 soldados norteamericanos y se ha elevado el
riesgo terrorista debido a que se ha generado un resentimiento en el
mundo musulmán (Tendencias en el terrorismo global: implicaciones
para Estados Unidos. 2006).

La guerra contra el terrorismo en Colombia también se alimenta del


cabildeo de los gobiernos, de la industria armamentista, de las
empresas petroleras, y de las multinacionales que han escogido a
Colombia como sede de operaciones “comerciales”, como otrora
escogieron a Israel en el medio oriente o a Pakistán en Asia.

Una de las firmas contratadas por Colombia para realizar cabildeo


está dirigida por el mismo personaje que ha orientado las campañas
políticas de los Clinton, el señor Mark J. Penn. El mismo que acaba
de renunciar a la campaña presidencial de Hillary, después que el
periódico The Wall Street Journal descubrió una reunión suya con la
embajadora de Colombia Carolina Barco. Son empresas que no
hacen política, hacen dólares.

A su vez el señor Penn fungía como estratega de la señora Clinton


quien se ha opuesto en su campaña presidencial al TLC de su país
con Colombia por los bajos estándares laborales y por la violación a
los derechos humanos.

El polémico consultor norteamericano Mark J. Penn es un


reconocido consultor estratégico de empresas multinacionales
(Microsoft, Shell, Pfizer, Coca-Cola, Ford) en el campo del
debilitamiento sindical y de la “precarización” de los derechos
laborales. Sus esfuerzos están encaminados a poner la política al
servicio de los grandes conglomerados económicos. Vende sus
servicios como relacionista público y los ejerce haciendo cabildeo en
los centros de poder político para poner las decisiones de lado del
corporativismo y de sus clientes. Son empresas que tienen la política
como negocio, su tarea es hacer de lo público un bien privado.

El periódico The Wall Street Journal develó el conflicto de intereses


del señor Penn, quien quiso superarlo afirmando que la reunión con
la embajadora Barco fue un “error de juicio”. Disculpa que provocó la
reacción del Gobierno colombiano que calificó esto como una falta de
respeto y dio por terminado el contrato.

Colombia se ha vuelto una “papa caliente” en Washington. El


presidente Bush considera el TLC con Colombia un asunto de
seguridad nacional de la misma manera que hace cinco años
consideraba el asunto Iraq.

El escándalo Penn dejó al descubierto que la política exterior de


Colombia está fundada en el tráfico de influencias. El gobierno de la
seguridad democrática practica una política exterior con la misma
filosofía que desarrolla la política de seguridad democrática. La
política exterior es una política de recompensas. Lo demás son
favores burocráticos del régimen a favor de sus áulicos.
La política exterior de Colombia está reducida a una política de
relaciones públicas, de tráfico de influencias, de compraventa, de
mercado de intereses. En este modelo el mejor político es el mejor
relacionista público, es una política sin políticos. Es un modelo en
donde lo público es lo estratégico de los negocios privados.

En 1991 el escritor Kenneth R. Timmerman publicó el libro The


death lobby: how the west armed iraq, en este texto el autor muestra
la incidencia fatal del cabildeo de los “halcones” y de los señores del
petróleo en la generación de la guerra contra el terrorismo. Cómo se
construyó el terrorismo y después cómo se motivó la lucha contra el
terrorismo.

En Colombia no ha sido el petróleo, ni las armas de destrucción


masiva las que han alentado la guerra sino las drogas las que han
servido de plataforma política para desarrollar el conflicto en la
región y para posicionar la necesidad del policía del mundo.

En esta batalla de influencias, de relaciones públicas, la política


exterior se reduce al lobby de la guerra.

Colombia muestra los “falsos positivos” de la seguridad democrática


Exhibe sin escrúpulos las cifras de disminución de muertes de
sindicalistas y esconde la impunidad, la debilidad de la justicia, por
ejemplo, frente a los cerca de 400 sindicalistas asesinados durante
seis años de gobierno de Uribe V. (Escuela Nacional Sindical). Sólo el
3% de los sindicalistas asesinados ha sido esclarecido.

* Director de la Oficina háBeas Corpus.

Medellín, 8 de abril de 2008

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