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rezar, cuando ir a misa, ser bueno y reconocer que somos pecadores. Eso no est
mal y no pretendo de ninguna manera criticar la manera de cada quien de
expresar su fe, sus creencias y su amor a Dios.
Quiero es compartir mi experiencia maravillosa de Dios.
Esta experiencia me acerca ms a m. Lo que soy y lo maravillosa que soy por ser
la hijita predilecta de Dios.
Experimentar a Dios en mi vida se ha traducido en ver el prodigio que soy, no veo
mis pecados, ni mis limitaciones, veo la creacin perfecta de Dios y la grandeza
de sentirte parte de l, no como un ser insignificante y pecador, sino como su
hija, heredera de su amor, de su gloria y su armona.
Entiendo cuando Jess deca que no tengamos miedo del maana, de lo que
comeremos, de lo que vestiremos, pues los pjaros no piensan en que comer y
tienen en abundancia, las flores no piensan en vestir y tienen los ms hermosos
colores, que el ser humano con toda la tecnologa no ha podido igualar.
Soy hijos maravillosos de Dios, estamos llenos de su experiencia en la tierra.
Dios quiere vernos realizados, felices.
Amar a Dios, orar y cumplir con sus preceptos por miedo a ir al infierno y
condenarnos, no tiene mrito y no nos hace feliz.
El da en que queramos acercarnos al amor, que lo nico que nos mueva sea el
amor.
A veces, cuando he ido a misa, oigo a sacerdotes que hablan del castigo de Dios,
la obligacin que tenemos con Dios y lo malos que somos.
Siempre he pensado que el ser humano necesita escuchar que Dios lo ama, tal
cual sin exigir nada, que no necesitamos hacer nada, y que tenemos dones y
venimos a ser felices.
Hace como dos domingos, escuch la misa de un sacerdote maravilloso, que lo
nico que hizo fue hablar lo maravilloso de ser humanos, de vivir nuestra vida en
amor, que Dios quiere nuestra felicidad. Tenemos dones maravillosos que
desperdiciamos porque estamos muy preocupados en criticarnos y castigarnos.
Dios no quiere que nos castiguemos y nos quememos en el infierno. NO.