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BEATOS.

ILUMINANDO EL APOCALIPSIS

Magius: "Beato Morgan" (hacia 945):


el ángel entrega el libro a San Juan y
la iglesia de Esmirna.

A comienzos del último cuarto


del siglo VIII existía en la
comarca de la Liébana
(Cantabria), enclavada en los
Picos de Europa, un monasterio
(más tarde llamado de Santo
Toribio) acogido a la regla
benedictina, basada en el
principio de ora et labora.
Dándole aplicación, uno de los
monjes allí residentes, de nombre Beato, abordó una tarea que, desde el punto
de vista de la liturgia cristiana, poseía una gran importancia: la de efectuar unos
amplios comentarios al Apocalipsis, el último de los libros del Nuevo Testamento;
una obra que incluso para los propios monjes suponía un considerable esfuerzo
de entendimiento e interpretación, dada su abundancia en pasajes oscuros o de
tipo metafórico.

Magius: "Beato Morgan" (hacia 945). Izquierda:


Pantocrator entre nubes. Derecha: adoración del
cordero.

Estos Comentarios al Apocalipsis,


redactados por Beato de Liébana tuvieron
una amplia difusión en la iglesia cristiana
hispánica durante los siglos centrales de la
Edad Media, ya que ofrecían al oficiante de la
misa un abundante material en el que basarse
para la predicación acerca de los contenidos
del Apocalipsis, uno de los libros de lectura
obligatoria en los templos durante un cierto
periodo del año litúrgico, el tiempo pascual. En
consecuencia, los Comentarios fueron
copiados numerosas veces y no debieron ser
pocos los monasterios que disponían, al
menos, de un ejemplar de la obra.
Tales copias han pasado a la historia
con la denominación genérica de
Beatos y, dejando aparte sus valores
de índole religiosa o paleográfica,
resultan de una enorme relevancia
para la Historia del Arte, ya que
muchos de ellos fueron ilustrados con
exquisitas miniaturas. Hasta el
momento se conocen más de dos
docenas de estos códices, realizados
en distintos monasterios durante un
amplio periodo de tiempo que se
extiende entre los siglos X y XIII.
Obras realizadas por monjes que, en
la soledad y aislamiento del
scriptorium, se aplicaron no sólo a
copiar los comentarios de Beato y el
propio Apocalipsis, sino a ilustrar el
contenido de esta obra que
anunciaba el fin del mundo, a hacer bien visible cómo sucedería la segunda
venida de Cristo a la tierra.
Izquierda. Magius: "Beato Morgan"
(hacia 945): La bestia y los falsos
profetas.

Desde el punto de vista


estilístico, y dada el amplio
espacio temporal en el que se
realizaron estas obras, son
diversas las tendencias que
podemos observar en sus
ilustraciones. Incluso en algunas
de ellas puede comprobarse
como los mismos miniaturistas
efectuaron sus viñetas aplicando
modelos estéticos diferentes,
resultados de influencias
diversas. Así, en los más
antiguos, del siglo X, hallamos numerosos ejemplos de lo que se denomina
"miniatura mozárabe", que nos presenta figuras silueteadas y muy planas, de
escasa expresividad y situadas sobre fondos de colores también planos. Sin
embargo, a fines del mismo siglo se aprecian influencias procedentes del arte
carolingio, constatables en el intento de poner mayor énfasis en el naturalismo
de las figuras y las escenas que componen. Finalmente, y ya entrado el siglo
XI, las ilustraciones muestran ya elementos propios de la plástica de la pintura
románica: las formas de las figuras están más trabajadas, su movimiento se
incrementa y hay algo más de naturalismo en las composiciones. En todo caso,
estas diferencias lo son respecto al estilo de las miniaturas, y no en cuanto a su
iconografía, que se mantuvo inalterable durante la extensa etapa en que los
Beatos fueron copiados. En este hecho se basa la hipótesis de que todas estas
obras deben basarse en otra anterior, hoy perdida, quizás de finales de la época
visigótica, en la que el Apocalipsis se hubiese copiado ya acompañado de
ilustraciones.
Magius: "Beato Morgan" (hacia 945). La
bestia encadenada.

Lamentablemente, para poder


contemplar uno de los más
antiguos de estos códices
tendríamos que desplazarnos a la
ciudad de Nueva York. Allí, en la
Biblioteca Morgan se conserva el
Beato de San Miguel, que debió
efectuarse hacia el año 945. En
este caso, conocemos el nombre
del autor de las miniaturas, el
monje Magius o Maio, que dejó
anotado en el colofón del códice su nombre, indicando también que realizó su
trabajo por encargo del abad Víctor, del monasterio dedicado a San Miguel
(aunque se supone que pudo trabajar no en ese cenobio, sino en el de San
Salvador de Tábara, en León). Su obra muestra las diversas influencias
recibidas: la tradición visigoda y mozárabe, el arte islámico o las aportaciones
carolingias. Si vemos las miniaturas de Magius, con las que he ilustrado este
texto, podremos apreciar inmediatamente como este artista de hace más de mil
años desconocía las reglas de la perspectiva, de modo que sus figuras carecen,
obviamente de tercera dimensión. Pero no creo que al él estos problemas le
importasen en absoluto. A fin de cuentas, lo que trataba de ilustrar no era de
este mundo. Probablemente, él creía que a este mundo le quedaba ya poco
tiempo. El fin del mundo.
Magius: "Beato Morgan" (hacia 945). Izquierda: Adoración
del cordero por las multitudes.

Magius: "Beato Morgan" (hacia 945). Cristo


con los resucitados.

Sobre las miniaturas medievales


españolas podéis consultar la amplia y
bien organizada información de esta
Web en español, titulada "descripción de
manuscritos perrrománicos". Como
ejemplo de análisis de uno de estos
beatos, en esta página se ofrece
información sobre el de San Millán de la
Cogolla. Para concluir, podéis ver todas
las ilustraciones del Beato de San
Miguel, o Beato Morgan, con comentarios, en la Web de esta biblioteca
neoyorquina, escribiendo en su buscador "Maius" y buscando en el apartado
"medieval images only".

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