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Durante los ochenta, las feministas avanzaron en la construccin de un saber orgnico que fue vendido por
algunas por la mayora- que accedi al poder masculino e institucional que abrila Concertacinpoltica y
nos dio el SERNAM. Esas mismas (Mara Antonieta Saa, Vicky Quevedo) animaban desde el escenario la
marcha constitucional. Las mismas que negociaronLa Morada(el referente poltico-feminista con el que
contaban las mujeres de este pas); las mismas que cambiaron feminismo por gnero, que se acomodaron en
las universidades, en el estado, en los medios, en los organismos internacionales, etc., a costa de tener un
coro de mujeres vociferantes detrs Las mismas que trocaron rebelda e insolencia por el letrero amarillo
del Derecho a decidir Mientras, el coro lo conforman las organizaciones de feministas autnomas que,
aunque tengan una contrapropuesta, se hacen cmplices de esta historia de malas negociaciones y ventas
que arras con lo transformador y pensante del feminismo.
Todo lo que sucedi en esa marcha grafica en qu estn convertidos los movimientos sociales y la nula
autonoma del feminismo. Por eso, el final era previsible. Despus de que Vicky Quevedo hiciera gritar a las
masas descontentas: de-so-be-dien-cia!, les repartieron las migajas correspondientes (pldoras en los
municipios y el consuelo de que no eliminaran los DIU) para que a continuacin quedaran las calles
desoladas.
Qu ms pruebas se necesitan para ver estas derrotas, para dejar de correr tras las zanahorias podridas del
sistema. Qu ms pruebas se necesitan para decidir abandonar las gastadas estrategias, para profundizar las
denuncias y luego seleccionar los silencios, para escribir una historia propia