• Estas medidas de devaluación, apropiación de las reservas internacionales y reducción de la jornada laboral de los empleados públicos, tienen un evidente tinte político-electoral. Por un lado la devaluación es la típica medida fiscalista que sólo busca proporcionar más ingresos al gobierno para financiar los contratos colectivos petroleros, eléctricos de salud, etc., a la vez que disponer de liquidez para afrontar los regalos individuales de la campaña electoral.
• Los gastos del gobierno en dólares le costarán 2,6 Bs.F/US$,
(20,9% más) mientras que a los particulares comprar dólares del gobierno le costarán 4,3 Bs.F/US$ (el doble ó 100% más).
• El gobierno duplicará sus ingresos con lo cual podrá afrontar
mejor el atolladero que implican las elecciones de septiembre
• El traslado de reservas al Fonden servirá para realizar las
inversiones necesarias en el sector eléctrico, quizá también en el suministro de agua (aunque no lo dicen) y por supuesto para financiar la campaña o, a lo mejor, los regalos al exterior, cosa que el Presidente es incapaz de controlar.
• La reducción de la jornada laboral en la administración pública,
servirá más para lisonjear a los empleados públicos que para realizar ahorro energético.
Lo que pierde el gobierno (y el país):
• Ahora bien todo ello se traduce en un aumento inmediato de la inflación que es el impuesto más regresivo y más uniformemente repartido entre toda la población, pero que afecta mayormente a los que tienen menor capacidad adquisitiva.
• La inflación de 2009 que llegó a 25,1%, menor a la de 2008
(30,9%) por efectos de una drástica reducción del consumo, no porque el gobierno la haya podido controlar, se presenta como el gran mal de los venezolanos para 2010, ya que devaluar con fines fiscales para financiar la campaña electoral, indefectiblemente hará aumentar la masa monetaria en circulación lo que presionará al alza los precios.
• Por otra parte el consuetudinario déficit fiscal o la indisciplina
fiscal del gobierno, aunado al control de precios y al hostigamiento de la empresa privada, con su secuela de restricción de la inversión y de fuga de capitales, traerá como consecuencia más inflación así como la reaparición de la escasez de alimentos.
• El impacto de una devaluación de 100% sobre una economía en
recesión, parece que no se ha analizado objetivamente en sus reales consecuencias. Los sectores clave de la industria: automotriz, metalurgia, electricidad, construcción, textil, químico, telecomunicaciones, electrónica, etc., serán afectados en su estructura de costos lo que tendrá un impacto negativo en su capacidad de mantener el empleo y en la propia supervivencia de las empresas acosadas como están por los sindicatos.
• De otro lado la caída del consumo, por efectos de la recesión,
hará aun más difícil adquirir unos bienes y servicios ahora a precios duplicados
• La inflación interanual podría ubicarse sobre el 45% en 2010
• La alta inflación generada por la devaluación traerá malestar,
descontento y eventualmente podría alterar la paz social y lograr un efecto contrario al esperado por el gobierno
• La reducción de la jornada laboral de la administración pública
traerá como consecuencia una dramática reducción de la productividad, no ya de los empleados públicos que nunca han sido eficientes, sino de la industria, el comercio y los servicios privados, ya que el tiempo para realizar los innumerables trámites a que obliga a la empresa privada este gobierno, se harán más cortos, difíciles y complicados
• La disposición de US$ 7.000 MM de las reservas internacionales
del Banco Central para que pasen al Fonden, le quita respaldo al bolívar o sea a la masa monetaria en circulación, lo que tiene un efecto psicológico de desconfianza contra la moneda nacional y también estimula la fuga de capitales, lo cual no hace otra cosa que incentivar más la inflación
Conclusiones
• Después de septiembre de 2010 se abre un período de
incertidumbre política y social, ya que las masas populares despertarán del sopor electoral para descubrir que los flujos a que tuvieron acceso hasta ese momento, vía las misiones y el reparto individual de dinero, se cortarán abruptamente, cosa que los confrontará duramente contra una inflación galopante, desempleo, contracción económica y pérdida de la esperanza, lo que podría abrir para el país la Caja de Pandora…
• El país debe dejar atrás el circulo demencial de: déficit fiscal –
inflación – devaluación, pues es lo que hemos venido haciendo desde el viernes negro de 1983 (no en balde hemos regresado eufemísticamente al 4,30)
• Venezuela pierde otra oportunidad de eliminar el control de
cambios y sufrir por una sola vez los efectos de la devaluación que conlleva su desmontaje, ya que al devaluar dejando intacto el mecanismo de control de las divisas, no se hace otra cosa sino tener que devaluar en una próxima oportunidad, se elimine o se mantenga entonces el control de cambios
• Si de hubiese eliminado el control de cambios, evidentemente
sufriríamos el impacto de la devaluación subsecuente, pero hubiésemos dejado que el mercado se ordenara en forma natural, sin interferencias gubernamentales, y si ello lo hubiéramos complementado con la toma de medidas como la eliminación del déficit fiscal o sea una verdadera disciplina del gasto público, el control de la liquidez monetaria, el estímulo a la empresa privada, la eliminación de los controles de precios, la concertación política, el diálogo con el sector privado, el cese al hostigamiento y las invasiones a las empresas, etc., Venezuela se enrumbaría en una senda de prosperidad y crecimiento económico y social.
• En un escenario como el anterior la inflación se dispara en los
primeros meses, pero luego se torna horizontal mientras la confianza se genera, los capitales regresan, las inversiones se realizan, los salarios mejoran y la demanda aumenta. Este si sería un círculo virtuoso…