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Esta prioridad dada a lo inmaterial nos lleva otra vez a Hegel cuando
sorpresivamente afirma que "el idealismo no es un sistema o una tesis
filosófica sino que forma parte del camino histórico de la conciencia
humana". Hoy la conciencia moderna ha descubierto que la explotación
intensiva de las categorías humanas intangibles hacen posible edificar una
nueva forma de sociedad, son esenciales para una nueva manera de
construir el mundo humano y que, en definitiva, ahora la instancia
inmaterial del hombre prevalece sobre la material. Pues bien, en la
fenomenología el hombre se construye mediante categorías inmateriales,
como la conciencia y el espíritu, que a través de sus manifestaciones y
figuras deben recorrer un largo y tortuoso camino para acceder al saber; el
hombre se hace a través del saber.
Hegel nos ha revelado que existe un proceso de construcción humana del
hombre y que ésta se hace a través de conceptos, teorías, ideas,
sentimientos, emociones, sensaciones, valores, convicciones, creencias,
conocimientos, descubrimientos o invenciones, que se materializan en
objetos de representación ordinaria (el imperio romano, las catedrales, las
guerras de religión, la revolución industrial, la teoría cuántica).
Construcción, por otra parte, que nada tiene que ver con su evolución
biológica como ser viviente. La metáfora de Kojève sobre la construcción
humana del hombre es muy precisa en este sentido: “si se quiere comparar
la historia universal con la construcción de un edificio es necesario remarcar
que los hombres no son sólo los ladrillos que sirven para la edificación, son
también los albañiles que la construyen y los arquitectos que conciben el
proyecto que se elabora progresivamente en el transcurso de la
construcción....pero el hombre no es únicamente el material, el constructor
y el arquitecto del edificio histórico, además es para él que construye el
edificio”. Kojève demuestra que lo que está en juego en la fenomenología es
qué mundo humano (el edificio) construyen los hombres (los ladrillos), con
qué albañiles (formas y figuras de la conciencia) y con qué arquitectos
(manifestaciones del espíritu). Por eso la fenomenología no es una historia
de la cultura o de la filosofía ni mucho menos una historia de la humanidad.
En sentido riguroso es una gramática histórica de la conciencia que muestra
sus categorías, de las que la historia real muestra ejemplos. La
fenomenología aporta ejemplos históricos, de la misma manera que el
profesor de gramática presenta a sus alumnos fragmentos literarios para
que descubran las estructuras gramaticales y puedan hacer luego por ellos
mismos, el análisis completo del texto. De la misma manera que la historia
de una lengua es la de sus hablantes y no la de su gramática.
Una construcción humana que se inició hace unos 40.000 años con la
aparición del homo sapiens que puso fin a la evolución biológica del hombre
e inauguró su evolución y selección cultural (fenomenológica), es decir, su
proceso de humanización una vez conluido el de hominización (en términos
antropológicos, el hombre moderno no difiere del hombre de Cromañon,
pero, en cambio, en términos culturales es radicalmente distinto).
Quedan por citar las navegaciones fenomenológicas que no son otra cosa
que niveles o registros sincrónicos del proceso ignorancia/certeza: el
testimonio sensible del hombre común; el hombre común en tanto que
miembro de una civilización y el hombre común que se expresa en las obras
de la cultura y del pensar.Y eso es lo que demuestran las tres navegaciones
-en sentido platónico- que lleva a cabo la fenomenología.