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LOS MUERTOS OY bs aa LOS MUERTOS VIVIENTES b Enicones B Barcelona « Hogotd * Buenos Aires * Caracas * Madrid + México D. F. Montevideo + Quito = Santiago de Chile ¥ ak: Spookriilte 21: The Living Dead Rosa Pérez Péret 12 ediehin; janie, 1999 hristopher Pike 84 Fi Publicado 9, Ediclones BSA en espanol para todo e] mundo: fon Estados Unides por Packer Books or acuerdo con Ashley Grayson Lit. Agency = 08009 Barcelona (Espana) wwur edicionesh.es tmpreso en Espana - Printed in Spain ISBN: §4-406-9251- Depésita legal: B. 22.572- 199 chon: ‘Todos tos derechos reser en las leyes, eserita de los tire! én de cubierta: José de <0 pot CREMAGRAFIC, S.A. decubiertn Estudio EDICIONES B Jos, Bajo las sanciones establecidas . queda rigurosamente peohibida, sin autorizacida irwlares del copyright, la eeproduccién total 0 parcial de esta cba por cusiquier medic o procedimiento, comprendidos Ia reprogralia y el tratamiento informitice, asi como Ia disteibucién de ceemplas niediante alguiler o préstamo publicos Adam Freeman y Watch pasaban junto al cementerio de Fantasville una tarde de camino a casa cuando el primer muerto resucité y los atacd. Resulta irénico que Adam y su amigo hubieran estado hablando sobre la muerte jus- to antes de que aquel esqueleto apareciera, Na- turalmente, mds adelante sabrian que el ataque no habia sido casual. Hay una raz6n para que la gente baje la voz cuando pasa cerca de un cementerio des- pués de que se ponga el sol. Se dice que hasta los mismos muertos oyen, y los de Fantasville eran capaces de escuchar incluso los susurros. En concreto, Adam y Watch habian con- versado sobre cémo Watch habia regresado de ultratumba tras morir en una intrépida aventu- ra que habia vivido en la dimensién del Sol Fhe Esmeralda. Un principe con poderes magicos le habia echado una maldicién y Watch habia sacrificado su vida para salvar a una princesa. El grupo habia trafdo su cuerpo a Fantasville y lo habian enterrado en el cementerio de la ciu- dad, Sin embargo, justo cuando se estaban des- pidiendo de él por ultima vez, Watch resuci- 16, Como es normal, al verlo, casi se desmayaron porque acababan de sepultarlo. —Ya sé que eres el segundo Watch —dijo ‘Adam, un muchacho inteligente al que le en- cantaba resolver enigmas. Mas bien bajito, de pelo y ojos castahios, Adam tenia la merecida fama de ser muy valiente. Prosiguidé—: Pero lo que no entiendo es como regresd el primer Watch a esta época si también estaba en la otra dimensién. —_Fst4s confundido —respondié Watch en un tono amable y en absolute condescendien- te. Los demés lo consideraban el genio del gru- po. Era mds corpulento que Adam y bastante musculoso, pero casi no vefa y era un poco tor- pe. Aparentemente, vivia solo en una casa llena de cachivaches. Nadie conocia su verdadero nombre; le llamaban Watch porque siempre llevaba cuatro relojes, cada uno con una tranja horaria distinta. Watch continué—: Después mate eontrar el Juguete del Tiempo y avanzar oceder en el tiempo, armando un lio tre- do, decidimos que la tnica manera de i lar las cosas era fingir que nunca nos ha- Aiamos topado con él. Yo me ofreef a retroce- ‘der hasta el momento antes de encontrarlo. Cuando llegué al lugar y época sefialadas, alli ya habia otro Watch. Tuve que ir con cuidado para no cruzarme con él, ni con ninguno de vosotros. Pero, en cuanto me llevé el Juguete del Tiempo, todas las aventuras que habfamos vivido por su causa se desvanecieron como si nunca hubieran sucedido, Por eso no puedes recordarlas. ; —Pero sigues sin responder a mi pregunta —insistié Adam. —Entonces, puede que no la haya enten- dido. 4 Adam se rascé la cabeza. —Ni yo. Pero a mi me parece que si las aventuras no sucedieron nunca, no deberian haber habido dos Watch cuando las cosas se arreglaron. Todo tendria que haber vuelto a la normalidad. —Todo volvié a la normalidad, aunque no en lo que se refiere a mi —respondié Watch—. Yo era el elemento discordante, el ingrediente X eae de la ecuacién de los viajes a través del tiempo, —Entonees, desde esa noche, hemos teni- do dos Watch en Fantasville? —Yo no he estado aqui todo el tiempo. Pasé una temporada en Los Angeles, —;Haciendo qué? —Intenté conseguir un trabajo en los La- boratorios de Propulsién a Reaccion, pero me dijeron que no tenia la edad. —Debes de haberte sentido muy solo sin poder hablar con nosotros. —Hstoy acostumbrado a la soledad —con- testé Watch titubeando. —EI otro Watch, el que murid, gsabia que existias? Watch se quedé pensativo. —No. Es poco probable que lo supiera. Pero cuando yo os espiaba desde la ciudad, lo vi volver la cabeza de vez en cuando, como si supiera que alguien lo estaba observando. —Debia de haber una especie de vinculo psiquico entre vosotros. O sea, erais la misma persona. ¢Te resultaba extraito verte a ti mismo? —Si, extrafiisimo. —Watch suspiré. —¢Te cruzaste alguna vez con alguien del grupo? Watch guardé silencio un momento. —Si. —;Con quién? —pregunté Adam. Watch sonrid. —Una vez me encontré contigo, en el ci- . Vimos juntos EF! regreso de los gusanos es- " paciales. —;Eras tt? —Si, era yo. No debiste de sacar el tema eon Watch. Si lo hubieras hecho, él se habria quedado bastante perplejo porque creo que no habia visto la pelicula. —Ahora que lo dices, recuerdo que no nos gusté a ninguno de los dos; por eso no debi de sacar el tema —comenté Adam pensativo, —La mayoria de las veces tenia muchisimo cuidado de no cruzarme con vosotros. Pero cuando estabais luchando contra los vampiros, os ayudé sin que lo supierais. Os quité de enci- ma aun par cuando estaban a punto de ataca- ros, antes de que descubrierais que Cindy se habia transformado en un vampiro. — Cémo lo hiciste? —inquirié Adam. Watch miré hacia el cementerio, que habia aparecido a su izquierda, asf como el castillo de Ann Templeton, la bruja de la ciudad. Adam se pregunto qué sentiria su amigo al pasar junto al lugar donde estaba enterrada su otra versién. = A la luz del ocaso, el cementerio parecia estar encantado. Detras del muro de piedra semider- ruido, las ramas peladas de los drboles pendian como brazos descarnados sobre las lépidas in- clinadas y Henas de grictas. Adam parpades, ya que le parecié haber visto algo moviéndose en el cementerio. «No, es imposible, Nadie se atre- veria a entrar a estas horas», se dijo. —Preferiria no decirlo —respondis al fin Watch. Adam escruté a su amigo, imaginando a qué se referia. Watch atin lo tenia en su poder. —; Donde esta el Juguete del Tiempo? —Preferiria no decirla —repitid Watch mirando al suelo. Fue entonces cuando se fijaron en el hom- bre que se les acereaba por la otra acera, la que bordeaba el cementerio, Rondaba los treinta afios, llevaba traje con corbata y un maletin ne- gro. Adam ignoraba su nombre, pero sabia que trabajaba en el banco del centro de Fantasville, donde Adam tenia su cuenta de ahorros. Al ver- les, los saludé amistosamente con la mano. Adam y Watch iban a responder al saludo cuan- do vieron cémo una figura saltaba el muro del cementerio y aterrizaba detrés de aquel hombre. Como era de noche, no vieron la figura con —12— ia claridad. De todos modos, no parecia Aquella criatura atacé al hombre sin previo 0. — Socorro! —grité él. Adam y Watch cruzaron corriendo la calle -y se abalanzaron sobre la figura, que intentaba ‘¢strangular al hombre. Ambos se horrorizaron al darse cuenta de que estaban atacando a un esqueleto. Aquel ser horrendo vestia lo que quedaba de un traje o uniforme de color azul. También llevaba una gorra azul agujereada, que dejaba visible trozos de su craneo blanco. Se encontraba en un estado de putrefaccién tan avanzado y tenia tan poca carne que no des- prendia ningtin olor, Cuando volvié la cabeza y se quedé mirdndolos, las cuencas vacias de sus ojos les helaron la sangre. De un manotazo, se los quité de la espalda y los tiré al suelo. Para no tener musculatura, tenia una fuerza descomunal. Adam y Watch se pusieron rdépidamente en ple. —Qué hacemos? —pregunté Adam sin quitar ojo al esqueleto, que al sentirse rodeado se habia quedado quieto, y miraba de un ladoa otro. Cuando la criatura se volvid, Adam vio stall ics que tenia un pequenio orificio redondo cerca de la sien. El hombre del banco, que habia re- cobrado el equilibrio, observaba al esqueleto desde atras, temblando de miedo. —iNo deje que se le acerque! —le advirtia Watch—. ;Podria matarle! —;Socorro! —grité el hombre—. jPor fa- vor, que alguien nos ayude! —En esta ciudad no sirve de nada pedir ayuda, sefior —asevero Adam—. Somos lo me- jor que puede encontrar. El esqueleto dejé de vacilar y se fijé en Watch, Despacio, alzé su largo brazo descarna- do y lo sefialé con un dedo que parecia el blan- co filo de un cuchillo. Sus mandibulas crujieron al moverse, y el aire silbé al atravesar sus costi- las huecas y el craneo agujereado. —Tii —dijo, y sin previo aviso se abalanzé sobre Watch. Adam sabia que volver a atacar al esqueleto no iba a servir de nada, al menos sin un arma. Era obvio que tenia mds fuerza que un ser hu- mano. Adam se puso a buscar un palo desespe- radamente. E] hombre del traje no iba a serle de ninguna ayuda, ya que se habia quedado petri- ficado justo cuando el esqueleto derribaba a Watch y empezaba a estrangularlo. ie fin, Adam vio lo que estaba buscando: orme rama apoyada en el muro del ce- 10. ras ira buscarlaa toda velocidad, tomé im- y golped al esqueleto en la cabeza mientras Watch hacia esfuerzos por respirar. El golpe lo equilibré y se derrumbé sobre Watch, impi- ndole respirar con todo el peso de su cuerpo, Adam le asesté otro galpe, y luego traté de apar- tarlo con el pie. Watch, todavia jadeando, no podia ayudarle. Por desgracia, los golpes sdlo lo habian aturdido. Enseguida se recuperé y se puso en pie de un salto. —jSefior! —grité Adam mientras se pre- paraba para asestarle otro golpe—, ;Su ayuda no me iria nada mal! —; Qué hago? —balbuced, temblando. El esqueleto jaded y se abalanzé sobre Adam. Parecfa que midiera més de tres metros. _ — Algo! jLo que sea! —aullé Adam, blan- diendo el palo y retiréndose de un salto. Pero erré el golpe. El hombre no acudié en su ayuda, pero Watch si. Aunque seguia en el suelo intentando recobrar el aliento, consiguié agarrar al esque- leto por el pie derecho. Come apenas le queda- ban fuerzas, no pudo retenerlo, pero sus esfuer- zos bastaron para que el esqueleto perdiera el equilibrio. Ahora estaba hineado de rodillas ante Adam, quien no desperdicié la oportunidad. Alzé el palo y le asesto un fuerte golpe en el créneo. Esta vez lo atacé de lade, y con todas sus fuerzas. No obstante, hasta Adam se sor- prendié cuando la cabeza del esqueleto salié volando por los aires. La blanca calavera cay entre los arbustos, mientras que el resto del esqueleto se derrum- bo en la acera, inerte. Adam salté sobre el montén de huesos y ayud6 a su amigo a ponerse en pie. —Gracias —le dijo Watch mientras se sa- cudia la ropa—. Por un momento pense que iba a dejarme tieso. —Fuiste i quien le hizo perder el equilibrio —_observé Adam dejando el palo en el suelo. —jSocorro! —grité de repente el hombre del traje, y salié corriendo a toda prisa. —jMuchisimas gracias! —le recrimind Adam. Miro el esqueleto decapitado y sacudid la cabeza—. Los adultos de esta ciudad son in- capaces de enfrentarse a la eruda realidad. —Se han quedade sin imaginacién —afia- dié Watch—. Cuando sucede algo terrorifico, se quedan petrificados. —Golpeé el esqueleto sees | zapato—. Me gustaria saber por qué ha citado de tan mal humor. Adam se arrodilld junto a los restos. —iEs posible que haya recibido alguna ex- F fia radiacién césmica como en esa pelicula le terror tan famosa? —Pijede 1 Fe uede que si. Pero creo que eso habria sucitado a todos los esqueletos —sugirié ~ Watch, arrodillandose a su lado. Adam miré por encima del muro del ce- menterio. —:Cémo podemos estar seguros de que no van a resucitar mas? Watch miré en la misma direccién. _ La verdad es que deberfamos echar un vistazo al cementerio. Adam tragé saliva y miré a su alrededor. Ahora ya era casi noche cerrada. —; Crees que pasara algo si esperamos has- ta mafiana por la mafiana? —pregunté Adam. Watch se rié con dulzura, —No creo que pase nada, a no ser que otra docena de esqueletos resuciten en plena noche y ataquen Fantasville, —Se quedé callado y se froté el cuello—. Estoy molido. No me impar- tarfa esperar a mafiana. —Bien. —Adam recogié la gorra que habia —17— Hevado el esqueleto. Se parecia a la de la poli- cia—. Me gustaria saber quién era. —Me gustaria saber por qué me ha atacado —declaré Watch poniéndose en pie, y siguié frotandose el cuello. Adam se levanté y le dio una palmada en la espalda. Habia notado algo extraio en el tono de voz de su amigo, De hecho, habfa percibido miedo, algo que Watch rara vez demostraba. —No iba directamente a por ti —le consolé Adam—. EstA muerto, detesta a todos los vives en general. ; Watch miré el cementerio sumido en tinie- blas. Todo estaba en calma, pero tenia la sensa- cién de que aquel lugar ya no descansaba en paz. —Tengo mis dudas —musité al fin. ee A la mafiana siguiente, Adam y Watch sayunaron en su tienda de donuts favorita on el resto del grupo. Alli estaban Cindy akey, Sally Wilcox y Bryce Poole. Como Adam, Cindy era relativamente nueva en la tiudad. No habia crecido en Fantasville, a diferencia de Sally, Bryce y Watch, por lo que seguia asombrandose cada vez que algtin ser sobrenatural levantaba la cabeza y los atacaba. Pero Cindy no tenfa ni un pelo de cobarde, y su rapidez mental y osadia habfan sacado al grupo de apuros en incontables ocasiones. T'enfa el pelo rubio y unas faccio- nes muy dulces, y estaba secretamente ena- morada de Adam. Sally era inteligente y estaba muy curtida. A sus tiernos doce aiios, habia visto tantos mons- TE i truos que ya nada la sorprendia, En cierto, BitarmG Bryce. Por eso es tanantere modo, ella también daba un poco de miedo por- ite vivir aqui. que tenia tantos recursos y era tan ingeniosa que Pf e Gerueletas con inetintoreemete sus amigos nunea sabfan con que iba a salir. Es no me parecen nada interesantes — sii é posible que los hubiera metido en més de un lio, Cindy sili seceicl pero los habia sacado de otros tantos. Alta y —Tal vez no intentaba matarme —aventu delgada, tenia una larga melena castafia y la cos- 16 Watch. tumbre de hablar incluso en suenhos. —Si estrangulas a alguien con tod. Bryce Poole, una especie de James Bond, fuerzas, lo més probable es que intent ae se habia propuesto impedir la destruccién del le —sentencid Sally. ae mundo. Aunque a veces se daba demasiada im- —La pregunta crucial es: poraueh portancia, era muy leal. Tenia el pelo castano y citado de repente el cog ualaeae ee corto, y unas hermosas facciones que le hacian Bryce—. Y gvan a atacar mas es: leah parecer extraordinariamente inocente cuando —Estoy de acuerdo —c a ie di sonreia, lo cual no ocurria a menudo. Tenemos que averiguar el motivo del a Durante el desayuno, Adam y Watch les Debemos ir al cementerio y buscar mae oe contaron a sus amigos el ataque del esqueleto. — Qué hicisteis con el asavehae ae Sally y Bryce los escucharon con interés y sin gunté Bryce. ero Cindy se quedé horrorizada, y —Lo dejamos alli —respondié Ad: lejidad cuando los chicos Bueno, no podia llevarme los huesos Bact condluyeron su relato. :Cémo ibaa explicarselo a mis padres? ao —Es imposible —afirmd, quizds en un in- —Yo quiero ira patinar —protesté Sally— isma—., Los muer- No quiero ir al cementerio, Esta muy sucio.. No quiero que se me contagie nada. — Preferirias volver la cabeza y fingir que no ha pasado nada? —le reproché Bryce. | —Con la edad, esa estrategia me parece exaltarse, p puso cara de perp tento de convencerse a si m tos no resucitan. No es normal. —Ni que viviéramos en la ciudad mas nor- mal del mundo —murmuré Sally. _En Fantasville nunca pasa nada normal —20— ei cada vez mas razonable —se defendis Sally. —No me importa ir al cementerio siempre que sepamos lo que buscamos —dijo Cindy. —Buscamos cualquier cosa que pueda ser anormal —aclaré Bryce. Hats? _—Basta con mirarnos en el espejo, si es €80 10 que queremos —ironizd Sally con una sonrisa. Adam miré.a Watch, que guardaba silencio y parecia sumido en sus pensamientos. —7Qué te pasa? —le pregunto Adam. —Nada —respondio. ! 4 — Como tienes la garganta? —se intereso Adam, ; _Me duele un poco —dijo Watch tocan- dosela—, pero no ha sido nada. Enea) —Pero hay algo que te preocupa —intervi- no Sally, que también lo observaba. Watch se encogié de hombros y se puso en pie. i 4 Vamos a echar un vistazo al cementerio. Necesitamos més datos. A plena luz del dia, el cementerio de Fan- tasville era menos tenebroso. Cuando abrie- ron las verjas de hierro forjado y entraron, cast parecia que reinara la paz. Naturalmente, sabian lagen OH era el cementerio porque alli, a través de erme lapida de Madeline Templeton, ha- i entrado en la Senda Secreta, aquella extra- ) Puerta magica que conducia a otras dimen- ines. Madeline Templeton era la antecesora Ta actual bruja de Fantasville, Ann Temple- On. En conjunto, el cementerio les habia sido il en el pasado. Pero hoy, aunque todo pare- Mi estar como siempre, sabian que algo ho- mendo ocurria con los cadaveres enterrados en Fantasville. —No veo nada. Vamonos —urgié Sally. —Acabamos de llegar —-objeté Cindy. —Nuncea es aconsejable quedarse mucho tiempo en un cementerio —le advirtid Sally. Habian inspeccionado la acera que bordea- ba el cementerio en busca del esqueleto decapi- tado, pero ya no estaba. Ignoraban si alguien habia recogido los huesos o si el esqueleto ha- bia conseguido recomponetse y marcharse por su propio pie. ~—Tenemos que buscar sepulcros con la tie- rra removida —propuso Bryce, dando un paso adelante. De hecho, se habia llevado una pala, aunque nadie le habia preguntado qué planeaba hacer con ella. —Eso es macabro —opiné Sally, —Si encontramos alguno, todavia va a ser més macabro —le advirtio Bryce. i Encontraron uno al cabo de unos minutes, al fondo del cementerio. La tierra estaba re- vuelta y habfan tumbado la lapida. Tras ende- rezarla, Watch leyé la inseripeién: i — William Smith. Murié hace tres aitos. —;Cémo murid? —inquirid Sally. 4 —No se suele poner nada de eso en las la- pidas —musitd Cindy. 3 —En esta ciudad deberian ponerlo —sen- tencid Sally. ; in — Es importante saber de qué murié? —pregunté Bryce. —Tal vez —apunté Adam. fj Wearch fruncié el cefio al observar la terra removida. : i i si ha vuelto a enterrar- —Me gustaria saber s se —comento. — Lo desenterramos? —propuso Bryce alzando su pala. ; } A nadie parecid entusiasmarle la idea, —zA qué hora exactamente os ataco ese William? —pregunto Sally, deduciendo que te- nia que ser William. : —No hacia mucho que se habia puesto ¢ sol —respondié Adam. ye Qué interesante! —murmuré Sally. Puede que los esqueletos sean alérgicos como los vampiros —sugirié Watch. _--Estais hablando de esqueletos en plural. no veo mds sepulcros abiertos —afirmé dy preocupada. —Tenemos que imaginarnos lo peor —ase- 6 Bryce—. Creo que tendremos que venir a Vigilar este sitio por la noche, cuando se ponga il sol. Watch se mostré de acuerdo. —Pero veamos qué podemos ayeriguar so- bre ese tal William Smith. —Y ahadié—: Y el motivo por el que me atacé. Se dirigieron a la biblioteca publica, donde trabajaba el sefior Spiney, al cual le encantaban los huesos humanos, Corrian rumores de que los coleecionaba —los de personas que habjan muerto, naturalmente— en el armario de su casa. Cada vez que algtin nifio entraba en la bi- blioteca, el sefior Spiney siempre le preguntaba como estaban sus huesos y si bebia suficiente leche. El propio sefior Spiney era todo huesos. Vestido de negro y encorvado como un ancia- no, parecia un director de pompas finebres. Sin —25— embargo, a la pandilla no le molestaba. Pensa- ban que daba color a la ciudad. El sefior Spiney los recibié en la puerta de la biblioteca. —Hola, chicos, adelante —les saludé como hacia siempre—. Espero que tengiis las manos y la mente bien limpias. ¢Os apetece un vaso de leche? —No, gracias —respondié Adam—. He- mos venido a echar un vistazo a los periédicos antiguos. —Adam Freeman —dijo el sefior Spiney mirando a Adam con los ojos entornados, Se inclind y le palpé el hombro—. Me parece que te estd saliendo chepa. —Mira quién habla —musité Sally. El sefior Spiney se dirigié a ella. —Y wii, zedmo estas, Sally Wilcox? ;Te has tomado hoy la leche? Ya sabes que el calcio es importantisimo. Los médicos de todo el mundo dicen que tener los huesos fuertes es fundamen- tal. Una vez muerto, son lo unico que te queda. 2No querrds causar mala impresion en tu pro- pio atatid? —Y afiadio lobregamente— Ocual- quiera que sea el paradero de tus huesos. Sally fingié una dulce sonrisa. —Cuando me muera, me incineraran. Asi, ji apes ‘como usted no podré robar mis huesos. que enfadado, el sefior Spiney parecia wizado, Se llev6 sus largas ufias a la boca pezo a mordérselas con nerviosismo. No quemarfas unos huesos tan hermo- gverdad? —le pregunté—. No lo harias, hendo lo titiles que pueden ser para los demas. 1 Qué hace con todos los huesos que co- ona? —le pregunté Bryce. —Quién te ha dicho que colecciono hue- ( i? —pregunto el sefior Spiney, fingiendo ha- se ofendido. —Bueno, es evidente que no colecciona se- Tos —musitd Sally. : —Sélo es un rumor que hemos oido mas de mil veces —contesté Bryce, encogido de hom- bros. Al sefior Spiney le brillaron los ojos. — Qué mas dicen de mf? -—Mas vale que no lo sepa —respondié Bry- ce frunciendo el cefio. El sefior Spiney se dio la vuelta. — Queréis ver los niimeros atrasados de El Desastre? —El Desastre era el periddico lo- cal de Fantasville, en que la seccién necralégi- ca ocupaba siempre la mitad de cada ejemplar. —Queremos periddicos de hace tres afios eae —le pidid Watch, siguiendo al bibliotecario, —;Puedo preguntaros qué buscais? —aven™ turé el sefior Spiney. —Algo que a usted le encanta —murmuré- Sally. El sefior Spiney les trajo los diarios que que- rian y luego los dejd encerrados en un cuarto de la biblioteca, ya que le preocuipaba muchist- mo que alguien pudiera robar su material de” consulta, Naturalmente, antes de cerrarlos bajo lave, volvié a ofrecerles un vaso de leche. Watch fue el inico en aceptar su ofrecimiento; segun dijo, tenia sed. Encontraron la breve esquela de William Smith al cabo de treinta minutos. De hecho, en el periddico aparecia como el capitan William Smith. En clla se decia que habia muerto en acto de servicio de una herida de bala en la cabeza. —Recuerdo que tenia un agujero en el cré- neo —comenté Adam. —A lo mejor resucité por eso —sugirid Sally, aplicando una ldgica que sélo ella comprendia. —_No creo —la contradijo Watch preocu- pado. — En qué estas pensando? —le pregunté Adam. “William Smith era capitan de policia. Lo Lge curioso —contesté Watch con el mincido. 4Por qué? —inquirié Bryce, Watch se quedé callado. Fso le da autoridad. * quieres decir? —insistié Sally. —No lo sé —respondid Watch pensativo. —No seguiras pensando que sélo queria iearte a ti, geh? —le pregunté Adam. Watch dejé el periddico. —Me sefiald justo antes de atacarme, } “Ah, si? —exclamé Sally—. No nos lo habiais dicho, —No me parecié importante —argumento Adam. —Crefa que el esqueleto habia atacado pri- mero al hombre —apunté Cindy. —Asi fue —se apresuré a decir Watch, como si hablara consigo mismo. Luego se in- corporé y se dirigié a la puerta—. Ser4 mejor que nos preparemos para esta noche. Creo que vamos a ver cosas bastante macabras. Todos se apifiaron a su alrededor y espera- rona _ el sefior Spiney les abriera la puerta. —¢Por qué dices eso? —quiso saber Sally, —Es un presentimiento —afirmé Watch muy despacio—, Un mal presentimiento. a Aquella tarde, mientras el sol naranja se ponia en el mar de Fantasville, el grupo se apretujé en el centro del cementerio, Aunque no hacfa més frio que de costumbre, todos es taban congelados, Era como si una nube invisi- ble de frio polar se hubiera cernido sobre el ce- menterio. 4 Todos presentian que algo horrible estaba a punto de ocurrir. —No sé por qué tenemos que hacer esto —protesté Sally, separandose del grupo y an- dando de arriba abajo—. No es que nos pa- guen por vigilar el cementerio. —Nuestro pago es saber que hacemos del mundo un lugar mas seguro para vivir —sen- tencié Bryce. Sally se burlo. —Fse tipo de satisfaccién no vaa ponernos Lael nel plato nia llenarnos el armario con alta costura. (Chis -—susurré Cindy—, Cuanto bles, mas probabilidades hay de que nos ly se queds callada. {Quién va a oirnos? Los muertos —anuncid Cindy inquieta, Pero ti no crees que los muertos resuci- verdad? —observé Sally. Fn este momento si —reconocié Cindy, ando a su alrededor. Sopl6 una brisa helada, Sobre sus cabezas, pocas hojas muertas que atin quedaban en is ramas peladas chirriaron como el eco de las @idenas metdlicas en un castillo embrujado. Hacia el norte, no muy lejos, se divisaba el cas- tillo de Ann Templeton, y en su torre mas alta habia un vivo resplandor rojo. Se preguntaron si la bruja estaria observindolos, como solfa hacer cuando corrian algun peligro. El sol se puso y las tinieblas se espesaron. Se apifaron todavia mas y hablaron entre susurros, A lo lejos, oyeron unos gemidos amorti- guados. — Qué ha sido eso? —espeté Cindy con un hilillo de voz. —Yo no he oido nada —se apresuro a res= ponder Sally. —Ti también lo has oido —insistio Cindy. —jChisss...! —le atajo Sally—. A ver si nos van a oir. Adam miré a su alrededor. —Creo que los ruidos vienen del fondo del cementerio, Pero no de la zona donde esta enterrado William Smith —afiadié Watch. —jPerfecto! —exclam6 Sally—. Corramos en direccién contraria. Bryce blandia su pala como si fuera un arma. —No vamos a ir a ninguna parte. Si un ca- daver resucita, vamos a acabar con él aqui y ahora, antes de que nos ataque a nosotros y 2 la ciudad, —Miré hacia el fondo del cemente- rio—. Algo se esta moviendo. —Te lo estas imaginando —susurré Sally. —Yo también veo algo —aseveré Watch, entornando los ojos tras sus gruesas lentes. —jOh, no! —grits Sally. Volvieron a oir los gernidos y luego, como removian la tierra. Ninguno dio un paso hacia alli, Incluso Bryce, quien con tanto arrojo ha- wile iba ido, se qued6 exactamente donde esta~ jue todos eran yalientes, en aquel mo- aban muertos de miedo, ¢Qué hacemos? —susurré Adam. ‘Correr! —sugirio Sally. Matarlo! —propuso Bryce. jPero si ya esté muerto! —puntualizé h ¢5e puede hablar con un cadaver? —pre- into Cindy angustiada. = eDe qué ibas a hablar con un cadaver? quiso saber Sally. -Anoche el cadaver hablé —les informé Vacch. — Qué dijo? —pregunté Bryce. a —Sefialé a Watch y dijo: «Ii» —respondid am. —Tampoco nos lo habjais contade —pro- estd Sally, —No queriamos asustaros —se disculpd Watch. Be Vave Di 5 iVaya por Dios! —exclamé Sally. ; Bryce estaba impaciente. Se esforzaba por divisar algo en las tinieblas. i un esqueleto se esta desenterrando aho- ramismo, deberiamos atacarlo antes de que haya salido. Tal vez sea mas vulnerable. —Estoy de acuerdo —convino Watch {Qué opinais yosotros? Era evidente que algo se estaba movienda bajo tierra, al fondo del cementerio. Volvieron: a ofr otro gemido que les helé el alma. —Yo no estoy de acuerdo con nada de esto —abjeté Sally. ‘Adam hablé con firmeza mientras daba un’ paso hacia el monstruo. —Vayamos a por él ahora, antes de que él venga a por nosotros. Se acercaron al sepulcro, Ahora no cabia la menor duda: algo estaba intentando desente- rrarse. Se aproximaron temblando, y se dieron la mano para reconfortarse. Se habian enfrentado a muchos horrores en Fantasville, pero un ser que podia regresar de ultratumba acobardaba a cualquiera. Cuando se hallaban a unos tres me~ tros del sepulcro, vieron una huesuda mano} blanca salir del suelo y dar zarpazos en la tierra htimeda. Casi se les salié el corazén por \ boca. —)Deprisa! —aullé Sally—. iDale, Bryce! La mano desaparecio. —Tengo que esperar a que saque la cabeza) —afirmé Bryce con la pala preparada. alfa Deberiamos haber traido mas armas —se 6 Adam. erra seguia removiéndose ante ellos, ‘no volvieron a ver ni rastro del esqueleto, ‘Tenemos que acercarnos més a la tumba eremos sorprenderlo —sugirié Watch, Te has vuelto loco? —le reprochd Sa- . ¢Y si intenta arrastrarnos con él bajo a? —lso no va a ocurrir —la tranquilizé Bryce. — Socorro! —chillé Sally como si fueran a legollarla. Vodos vieron que el esqueleto habia sacado ld inano a cierta distancia del sepulcro y tenia a lly sujeta por el tobillo. Antes de que pudie- in reaccionar, tird de ella y media pierna se le undo en la tierra htimeda. Sally se cayé al sue- lo y se puso a arafiarlo desesperadamente. —jNo dejéis que me devore! —grité. El] grupo se apresuré a tirar de ella, pero el monstruo subterraneo tenfa una fuerza desco- munal, Cuanto mas estiraban para liberarla, mas se hundia. : pe mordiéndome la pierna! —chill6é Sally. 4 fo segura? —pregunté Adam angus- lado. —;Me esta haciendo algo asqueroso! —grh t6 ella. El esqueleto tiré con mas fuerza y dejo a Sally hundida hasta la cintura. — No! —gimotes ella. —jEs demasiado fuerte! —exclamé Adam, sujetando a Sally por el brazo derecho. Bryce y Watch estaban a la izquierda y Cindy la tenia agarrada por la cabeza. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no podian evitar que Sally si- guiera hundiéndose. Adam afiadié—: jDeben de ser mas! —No lo creo —opiné Watch—. Creo que es fortisimo, eso es todo. —jSalvadme! —gimoted Sally, hundién- dose hasta el pecho. —jTenemos que desenterrarla! —propuso Bryce chillando. —j;No te dard tiempo a hacerlo! —grité Watch, Miré el sepulcro, a poca distancia de donde la tierra estaba tragindose a Sally—, |Ten- go que soltarla! ;Dame la pala! —jNo me sueltes! —suplicé Sally. No obstante, Watch le solté el brazo iZ- quierdo para hacerse con la pala de Bryce. En lugar de intentar desenterrar a Sally, Watch empez6 a cavar furioso en el sepulcro, La tierra elta, probablemente por los esfuerzos queleto para salir a la superficie, Watch 1 6 el ataid en menos de un minuto. Por yracia, a aquellas alturas, Sally ya se habia lido hasta el cuello. i {No dejéis que me mate! —implord. (No se lo permitiremos! —grité Cindy, tirando del pelo a Sally, que gruié de daldi, =/Y no me dejes calva! Watch alzé la pala y la hincé en el ataud del queleto, Al parecer, al monstruo no le gusté ue alguien husmeara en su casa y solté a Sally erepente, Al cabo de un segundo, Watch es- ba peledndose con el esqueleto en la fosa que deababa de cavar. Adam dio un salto. : —Tenemos que salvar a Watch —urgid, —Salvadme a mi primero —chillé Sally, a quien sélo se le vefa la cabeza. Cindy y Bryce se quedaron tirando de ella, mientras que Adam F toa lafosa para ayudar asu amigo. Watch ha- e ae la pala, pero Adam la recogié y em- - a golpear la cabeza invisible del esqueleto. yeron un crujido y rogaron que fuera su cra- neo. Durante unos instantes, el caos cesd. Adam ayudé a Watch a ponerse en pie, y Bryce y Cin- dy desenterraron a Sally. Justo cuando estaban felicitandose por su ect: victoria, el centro del sepulcro estallé en una nube de tierra. En la fosa, de pie frente a ellos, habia un enorme esqueleto, el cual Ievaba también un uniforme azul hecho jirones. Sefalé a Watch con un dedo descarnado. —Tti —carraspeé—. Ven. Bryce le arrebaté la pala a Adam y la blan- did en el aire. —Tii —le amenazd Bryce—. Vete. Bryce le asesté un golpe en la cabeza, que salid despedida por los aires. El resto del cuerpo se desmoroné en un montén de huesos. Con cautela, Sally, Bryce y Cindy se acercaron al borde del sepulcro y contemplaron los huesos. Watch se puso de rodillas y tocd el uniforme. —Otro poli —susurro. a —;Qué significa esto? —inquiriéd Adam, arrodillandose a su lado. _ Ha vuelto a sefialarme —afirmé Watch con un suspiro. i —; No! —se apresuré a decir Adam. —Si, lo hizo —corrobors Sally mientras seguia sacudiéndose el barro de los pantalones. Luego, emitié un grito—. jOh, nol Todos se sobresaltaron, y empezaron a bus- car otra mano en el suelo. ate he, (Qué ocurre? —urgiéd Bryce— ;Han Matraparte? Wo —gimoted Sally mirandose la pier- Me ha arafiado, Mira, me sangra la pierna. infectado, Entonces, vas a convertirte en un zom- ibal como esos monstruos subterraneos? pregunté Cindy. —Ten un poco de tacto, por favor —le pi- Sally, fulminandola con la mirada, Cindy se encogié de hombros. —Acabo de recordar que, cuando me esta- transformando en vampiro, tu fuiste la pri- era q ue quiso clavarme una estaca en el cora- —Bryce también queria —protesté Sally. —Tal vez te haya infectado —sentencié Bry- €e—. Quizd te conviertas en uno de los suyos. —Me encanta tener unos amigos tan bue- nos —declaré Sally, a punto de echarse a llorar. Adam examin la herida, que le parecié un fasguiio normal y corriente. —Creo que no te ha mordido —aventu- r6—. A lo mejor te ha arafiado o te has hecho un rasgufio con alguna planta o algo por el es- tilo. No tienes de qué preocuparte si no es un mordisco, ew —Para ti es facil decirlo —se lamenté_ Sally, que parecia abatidisima. Se rascaba con~ tinuamente el rasgufio como si de esa forma fuera a quitarselo, pero cuanto mas lo hacia, més le sangraba—. Necesito un médico —gi- mated. Bryce asintid. —Tal vez seria mejor que te amputaramos la pierna, por si acaso la infeccién te acaba con- virtiendo en un zombi canibal. Pero es mi pierna. —Sally lo miré cons- ternada. —Si te la amputas —observa Cindy— es- toy segura de que Tiburon te llevard al baile de fin de curso en el instituto. —Tiburén era el apodo de un nifio a quien un enorme tiburén blanco habia dejado sin pierna en las costas de Fantasville. E] comentario de Cindy no alivie a Sally en lo mas minimo, y sus gimoteos dieron paso a las lagrimas. —No quiero quedarme sin pierna —llori~ queé—. No quiero ser un zombi. —Sally, mirame. Esctichame. Te has hecho un rasguiio, nada mas. Te pondras bien —la consolé Adam sujetandola por los hombres. —;Tt crees? No sé... —Sally parecia muy abatida. Suanse ndy le dio una palmadita en la espalda, I @estaba tomando el pelo. Estoy segura de , m tiene razdn; no es mas que un rasguiio Pero, en cualquier caso, yo me amputa- pPierna —insistid Bryce, {Quieres callarte! —le espeté Adam - creo que éste sea el lugar perfecto iscutir —intervino Watch—. Podrian re- lar mas esqueletos. Sera mejor que vaya- a busear ayuda. —Quién va yudari ; - cela a ayudarnos? —pregunté . ¢Quién iba a creernos? — El tipo del banco?— sugirié Cindy —No —respondid Watch, y su mirada se ps6 en el castillo de la bruja—. Tenemos que blar con Ann Templeton. _ dijo que no podemos acudir a ella sada vez que tenemos un problemilla —recor- lO Bryce, indeciso. 7 diria que esto es mas que un proble- milla —grits Sally restregandose atin més el eee. Adam le sujeté el brazo para detenerla. a lo estas poniendo peor —la tranquili- 26 con dulzura. _ —Estoy muy asustada —confesé Sally dé- bilmente. i —No te pasa nada —la consolé Cindy—, sd ins Pero si te entran ganas de devorarnos, avisanos con tiempo, epiburea Adam suspiré y se ditigio a Watch. é di 08 —:Por qué crees que Ann Templeton n ayudara? } Watch miré el montén de huesos. —Porque aqui nos enfrentamos a algo muy profundo —respondié—. El significado de la) vida. El significado de la muerte. —Se quedé a lado y miré el sepulcro de Madeline Femp' : ton. A ninguno le parecié una coincidencia a la otra version de Watch estuviera enterrad justo al lado de Ja antigua bruja. Watch afadil en voz baja—: Espero que nos ayude. Mablar con Ann Templeton parecia ser su jor baza, pero Watch se mostré reacio a de- f cl cementerio sin vigilancia. gQuién sabe intos esqueletos podian resucitar durante la the? Decidieron que Bryce y Cindy se que- jan vigilando fuera del cementerio para avi- sir enseguida si observaban algo. Ademis, nin- tino de los dos tenia mucha amistad con la Druja de la ciudad, Sally tampoco era una gran admiradora de Ann Templeton, Sin embargo, por una vez en Ja vida, estaba impaciente por verla. Confiaba en que la bruja tendria una pocién para untar- sela en el rasguiio y evitar que se transformara en un zombi. En el breve trayecto hasta el cas- tillo, Sally no dejé de hablar del tema, —Se me estén ocurriendo ideas muy raras jit cay —comenté Sally, poniéndose una mano en li cabeza, WEN, —;Vaya novedad! —musito Watch. __Hablo en serio —se lamenté Sally—. M est pasando algo, Estoy cambiando. — En qué ests pensando? —le pregunto Adam, 2 En hamburguesas —respondié Sally. —Eso es porque tenes hambre —le sugi- rié Adam. : , —Pero las hamburguesas estén hechas de carne roja —matizé Sally—. Creo que no és una coincidencia que empiecen a apetecerme precisamente ahora. ia —;Te gustan las hamburguesas? —inqul4 rid Watch. eb Me encantan —respondié Sally—. Ya sabes. faba __Adam tiene razén —asintié Watch conf una sonrisa—. Piensas en hamburguesas porque’ tienes hambre. Cuando nos hayamos deshecho de esos esqueletos, podemos ir a un McDo- nald’s. ce —,Me lo prometes? —le pregunté Sally—. ¢Pagaras tu? i. ! Watch dejé de sonrefr y miré el castillo. —F staré encantado de ser yo quien pague. ade us palabras parecian tener un doble sen- Adam cada vez le preocupaba mas que version de Watch estuviera enterrada en el Menterio, y suponia que a Watch también le cupaba. Ann Templeton fue a abrirles cuando Ila- ona la puerta del castillo. Como siempre, cia que hubiera sabido por anticipado su isita. Como siempre, estaba muy bella. Su lar- melena morena reposaba sobre la tiinica verde que llevaba puesta, y sus ojos verdes bri- Ilaban como esmeraldas. Los condujo a una abitacién de paredes de piedra donde crepita- ba un enorme fuego de leita. La habitacién te- “fila una larga mesa de madera en el centro. Ya habian estado alli antes, hablando del futuro de la humanidad. La bruja les pidié que tomaran asiento y les pregunté si tenian sed, pero ellos rechazaron su ofrecimiento. Sally se subid el pantaldn y le ensefis el rasguito. —Me ha arafiado un esqueleto canfbal —ex- plicé Sally—. ¢Voy a convertirme en uno? —Tal vez. —Ann Templeton no mostré nin- guna preocupacién, — Puede ayudarme? —le pidio Sally aba- tida. pat pom Ann Templeton sonris. Fn realidad, Sally, gpor qué deberia ayu- darte? Ni siquiera te caigo bien. __Fso no es verdad —se apresuro a decir 7 Sally—. Discutimos en el pasado. Le he dicho a la gente que no se acercara a usted, que era un ser malvado y cosas por el estilo. Pero eso no significa que no me caiga bien. Esto... en lo que a brujas se refiere, las he visto peores. —Sally tuvo que pararse para tomar aliento—. Por fa- vor, aylideme. Odio convertirme en cosas raras. Ann Templeton le hizo un gesto con la mano. —_Le echaré un vistazo més adelante si em- piezas a hacer cosas raras. —iPero, entonces, tal vez sea demasiado tarde! —grité Sally. Ann Templeton no le hizo caso y se dirigid a Watch. —Pareces preocupado —le dijo con dul- zura. Watch asintié y bajé la mirada. —Los muertos del cementerio han resuci- tado —asever6. —Lo sé —respondis ella lacénicamente. __Nos hemos deshecho de dos —afiadié Adam—. Pero creemos que puede haber més. 4g Contad con ello —confirmé la bruja. {Qué quieren? —pregunté Adam, iSabes lo que quieren? le pregunté Ann Vatch mientras lo observaba, Watch inspiré profundamente. Estaba pa- —Creo que me quieren a mi —afirmé6—. Neo que estan enojados porque me he escapa- de la muerte. —Pero soy yo quien ha recibido —se la- nent Sally, Adam forzé una risotada. —Watch, no puedes hablar en serio, No tan resucitando por ti. Es imposible. Ann Templeton no se reia. —He temido este momento desde que apa- feciste en el cementerio el dia de tu funeral —le explicé a Watch—. Sabia que habria un ajuste de cuentas. ¢Tendré que volver a morir? —pregunté Watch con un suspiro. —Tal vez, Ojala lo supiera —respondié Ann Templeton con cautela. —jUn momento! —estallé6 Adam—., Aqui hay algo que no funciona. Watch esté vivo. No le pasa nada. No hay motivo para que tenga gue morir. AT ee Ann Templeton miré a Adam con co pasion. —Adam, eres muy valiente y, aun asi, estas asustadisimo. Eso es porque entiendes lo que estoy diciendo. Cuando Watch regresé a noso- tros aquel dia, en su funeral, alter el equilibrio de la vida y la muerte. No es una cuestién sen- cilla. Tene que haber un ajuste de cuentas. —jNo lo entiendo! —exclamé Adam ne- gando con la cabeza—. ¢Por qué tiene que ha- ber un ajuste de cuentas? ¢Con quién estamos en deuda? Ann Templeton vacild. —Con el Sefior de las Tinieblas. Adam rié por no llorar. —No es mas que un mito —afirms—. El Sefior de las Tinieblas no existe. —Y zquién crees que ha ordenado resuci- tar a los muertos? —le pregunté la bruja. —Tendré que conocer a ese tipo? —pre- gunté Sally—. ¢Esta segura de que no tiene una pocién magica para ponérmela en la pierna? Nadie le hizo caso. —, Qué sabe del Seftor de las Tinieblas? —pregunté Watch a Ann Templeton. La bruja volvid a quedarse callada. ld ia MHoci a una persona que lo vio en una | De hecho, era mi mejor amiga, Cio. Muede explicarnoslo? —le pidié Watch, do. © —dijo Sally temblando—. No lo Ahora mismo, no estoy para que me len nada de eso. Tal vez cuando tenga la mejor. —Se incliné para examinarla—, se esta poniendo de un color muy raro. nn Templeton se quedé pensativa. Val vez Sally tenga razén. Quiza no sea Mi la mejor noche para explicdroslo. Pero eto que debo hacerlo. Siento que os lo debo. és un relato triste? —pregunté Adam ado. Ann Templeton clavé la mirada en la dis- mea. —Es un relato triste aunque muy bello puntualizd al fin—. Es la historia de amor tre Cio y Sam. Los conoci durante mi juven- ; | La historia comienza cuando tenfamos erin afos, Eran una pareja muy feliz, esta- han enamoradisimos. Se habian comprometi- ilo para casarse. Fueras adonde fueras, te los encontrabas caminando de la mano, beséndo- se, felices de estar juntos. Pero su amor no era egoista. Irradiaba de ellos e inundaba a los de- mas. Cuando la gente contemplaba su feli dad, también se sentian felices. —Ann Tem pleton se detuvo, y fue como si una nube atravesara el rostro—. La ciudad entera lord | muerte de Sam. Adam tuvo que respirar profundamente. — Como murid? Ann Templeton alzé la cabeza. No fue nada misterioso, Lo arrollé u coche, No murié en el acto y eso fue lo terri ble. Durante mucho tiempo se aferré a la vidi en el hospital, conectado a un pulmén artifi; cial. Pero al cabo de siete dias, los médicos le dijeron a Cio que no habia nada que hacer: s cerebro habia muerto. Estaban mantenienda vivo aun vegetal. Querian su permiso para po der desconectar el aparato. Naturalmente, Cio alabado sea su tierno corazén, no se lo permi- tid. Segufa rogando por que se produjera un milagro. ¢Sabéis? Aunque Sam tenfa graves le- siones, eran internas. Por fuera, parecia que no Je pasara nada. Yacia en Ja cama, como si estu’ viera dormido. Yo ibaa visitarlo todas los dias. —Bajé la voz—. Si, todos los dias me sentaba a su lado, junto a Cio, y deseaba poder curarlo, Ojalé pudiera ponerle mi mano en la cabeza hacer que abriera los ojos, se levantara de —50— )Secara con sus besos las lagrimas de Ann se detuvo, y en aquel instante sus Nes parecieron las de una anciana—. 0 no podia hacer nada por él. Por qué no? —pregunté Adam con cau- ¢Es que no tenia poderes para hacerlo? ja que la bruja poseia grandes poderes cu- os. La habia visto curar los ojos a Watch un He veces. No obstante, Ann Templeton res- HiG a su pregunta negando con la cabeza, No podia hacerlo —declaré escueta- te—. No estaba bien. Sam habia muerto. ‘ lo sabia, aunque su corazén siguiera latien- i No habia nada que hacer. Intenté decirselo io. Le dije que debia escuchar a los médi- i permitirles que lo desconectaran del pul- on artificial, dejarle morir con dignidad. Pero era imposible convencerla, asi que tuve @ quedarme sentada alli, dia tras dia, viendo mo ella se consumia. La vida a menudo es dura, la muerte puede ser dolorosa, pero que- dar atrapado entre la vida y la muerte es inso- ortable. La pena de Cio no podia curarse por- me ella no dejaba que la herida se cerrara. Era : ee te resignarse a que Sam se fuera. Ann Templeton se secé una ldgrima. Nunca antes la habian visto llorar—. Era mi mejor amiga y yo no sabia qué hacer para ayuda Ann guardé silencio durante un minut ego prosiguio: oy. ik fin a todo, 0 eso crefa. Una tal mientras Cio deseansaba en la habitacion col tigua, desenchufé el pulmén artificial. Quite} corriente, Luego me quedé sentada, viend { Sam morir, No dio la impresién de sufrir. E recia tan tranquilo que casi sentt alivio. Pe cuando fui a despertar a Cio y le dije que tod habia terminado, ella no me creyé. No obstat te, mi siquiera fuea comprobarlo. En lugar : ello, se fue del hospital, nadie vio adéndf —aAnn Templeton tosi6—. Mas tarde, aver giié lo que habia hecho. ¥ ‘ —, Qué hizo? —pregunto Adam, sin qué rer saberlo realmente. i Ann 'Templeton cerré brevemente los aia —Después de salir del hospital, se instal en un rincén del cementerio. Nadie la vid Como he dicho, aquello lo supe después. Ha bia planeado detener al Sefor de las 'Tinieblat cuando acudiera al cementerio para llevarse ¢ alma de Sam. Crefa que la fuerza de su amol bastarfa para resucitar a Sam, Estoy segura ¢ que otras personas han pensado lo mismo ef momentos de pesar, pero Cio estaba decidida a ie . La noche después de enterrar a Sam, se junto a su sepulero y aguardé. Su deter- iciGn era tan fuerte que le proporcioné una ie de visién sobrenatural. Vefa los movi- ntos del espectro de Sam y de todos los seres mundo espiritual. Asi pues, cuando el Seftor ‘Tinieblas entré en el cementerio para lle- eel alma de Sam, Cio noté su presencia, En- fees se puso en pie y le cerré el paso. —iComo lo hizo? —pregunto Sally con hilillo de voz. Ann ‘Templeton esboz6 una tenue sonrisa. —Lo hizo porque su determinacién era Miorme. El Sefior de las Tinieblas tuvo que de- nerse y escucharla. Ella le dijo: «No puedes varte a mi Sam. El me pertenece; vete de Aqui.» Bueno, el Sefior de las Tinieblas no es de que acatan ordenes. Respondié: «Tu pro- metido est4 muerto. Ha muerto joven y antes de tiempo, pero son cosas que pasan. Apartate, ahora me pertenece.» Entonces, Cio hizo algo terrible. Quiso hacer un trato con el Seftor de las Tinieblas. Prometié que renunciaria a su propia vida si podia pasar un solo dia més con Sam. Si se lo devolvia durante sdlo veinticuatro horas, también ella partirfa con él, adonde- quiera que se llevara a las almas humanas, —53— —jAddénde se las lleva? —la interrumpit Sally. es ‘Ann Templeton se quedd mirindola. —No es de tu incumbencia. —:¥ de la mia? —le pregunté Watch en vou muy baja. Ann lo miré con ternura. : —Dejadme acabar mi relato, Tal vez su ejemplo os sirva de ayuda, no estoy seguray —Hizo una pausa—. Como ya he dicho, Cid hizo su oferta y el Sefior de las Tinieblas la me= dité. Sus ajustes de cuentas nunca se resuclvem en favor de los mortales. No obstante, la pro= puesta de Cio le interesaba. Sabia que estaba destinada a vivir muchos anos y concluy6 qu si podia llevdrsela ahora, tendria casi una vida, humana entera de regalo. — Qué significa eso? —pregunto Adam. —La vida humana es un don magnifico —respondié Ann Templeton—. Cio se ofrecia a intercambiar su vida por algo que significaba muy poco para el Sefior de las Tinieblas. Por lo tanto, el trato le resultaba muy provechoso. Quizés usaria la vida de Cio mas adelante para renacer en alguna parte. Francamente, no lo sé. Pero lo que si sé es que accedié al trato que le propuso, Desaparecié en un destello de luz, | aaa es Cio oyd a Sam gimotear en el interior ataid, Habia una pala cerca y ella se ro a desenterrarlo. #5e encontraba bien Sam? —pregunté m, fascinado por el relato. Era una historia ra, pero Ann Templeton tenia razén, Wbién habia en ella una triste belleza: el enor- Mierificio de Cio para estar junto al ser que iba. Ann Templeton sacudié la cabeza des- fio, aunque su respuesta fue afirmativa, —Parecia el Sam de siempre —contesto—. estaba encantada de verlo. Pero él sabia habia algo extrafio en todo aquello. Sabia @ habia muerto y que no deberia estar vivo. cuando Cio le explicé lo que habia hecho, se jued6 horrorizado, La amaba y no queria que ja sacrificara toda su vida sdlo por pasar con #) otras veinticuatro horas. Pero, naturalmen- #, Cio no tenia ninguna intencién de cumplir parte del trato. Queria irse de Fantasville fon Sam, ocultarse en un lugar donde el Sefior ‘de las Tinieblas no los hallara jama — Existe ese lugar? —inquirié Sally con herviosismo, restregindose todavia el rasguiio de la pierna. —Aquél era el talén de Aquiles de su plan —afirmé Ann Templeton—. Ella no lo cono- cia. Sdlo entonces acudié a mi, con Sam, y explicd lo que habia hecho. Por supuestoy } me inquieté tanto como él. Cio era mi meéjol amiga. No queria perderla ¢ hice lo que estuvé en mi mano para ayudarla. Ella estaba mu! asustada, no cabia la menor duda, pero crel firmemente que podria despistar al Sefior 4 las Tinieblas. No obstante, me dejaba a mf la parte dificil: hacer que se cumpliera el plan. —;Adénde fuisteis? —pregunto Sally. Ann ‘Templeton se quedo pensativa. —aAdivinalo. —A las estrellas —intervino Watch. Ann Templeton se quedé impresionada. —;Cémo lo has sabido? —Sé que alli tiene amigos —le respondidy Watch escuetamente. Etat Ay —;Cémo lo sabes? —insistio Ann Tem pleton. —Porque tiene polve de estrellas en el pelo: —argumenté Watch con una leve sonrisa. Ann Templeton sonris, ; —Gracias por el cumplido. Si, es cierto, tengo amigos en las estrellas. Y los convoqué para que vinieran a recogernos a Cio, aSam y a mien lo que podria llamarse una nave espacial, Mis amigos llegaron en menos de doce horas, y epee mos a muchos afios luz de la Tierra a la Jen que vencia el plazo acordado con el Se- las Tinieblas. Durante las horas posterio- wimos la impresién de que el plan de Cio surtido efecto porque no ocurrié nada. El r de las 'Tinieblas no hizo acto de presen- y Sam y ella parecian en perfecto estado de id, Yo estaba tan aliviada que me fui a una ibitaci6n de la nave y me quedé dormida. pués de todo, habia sido un dia largo y du- ®. Pero ése fue mi error, ése fue mi tinico error. —; Qué sucedié? —inquirié Adam, mu- ndose de ganas de saberlo. Bueno, no es que estuviera muriendo literalmente de ganas, pero si estaba impaciente. No tenia intencién de morirse precisamente entonces, no después We lo que acababa de oir. Ann Templeton se encogid débilmente de Tiombros, y no era habitual en ella mostrar al- wiin signo de debilidad. Siempre era muy fuer- te y controlaba la situacién. Los tres se dieron euenta de lo mucho que debfa de haber queri- doa Cio y Sam. —Sélo habia dormido un par de horas cuando me desperté bruscamente y supe que algo andaba mal, Corrf a la sala de control, donde se suponia que Cio y Sam estaban des- —57— cansando, y los encontré durmiendo abraz dos. Sdlo que no dormian sino que estab, muertos. No habia ninguna sefial en ningun de los dos, pero no respiraban y ya se estabal enfriando. Ignoraba cémo habia ocurrido mejor dicho, por qué tenia que haber sucedid cuando ya habia pasado la fecha sefialada. Pere entonces me fijé en el reloj de Cio, junto a s cabeza. Habian sacado las manecillas de la es fera. Supe que habia sido el Senor de las Tinie= blas quien habia manipulado el reloj. —;Por qué? —se extraid Watch. —Queria decirme que al viajar en el espas cio, habfamos experimentado una distorsié temporal a causa de nuestra vertiginosa veloci- dad. En realidad, habia regresado en busca de Cio y Sam a su debido tiempo, sdlo que noso- tros creimos haberle engafiado porque en nucs~) tros relojes habian pasado casi veinticuatro ho- ras. Sin embargo, en la Tierra, el tiempo habia pasado a un ritmo distinto. En otras palabras, el Seftor de las Tinieblas no se habia dejado enga- far, Se habfa levado lo que consideraba legiti- mamente suyo en el momento exacto. —iNo volyié a verlos jamas? —susurrd Adam, sabiendo la respuesta de antemano. Ann Templeton clavé la mirada en el fuego Bale, te, en las rojas llamas. Sintié un escalo- ningun fuego podia alejar. 09 —neg6 en voz muy baja—. Se ha- do. No conocia ningtin poder que pudie- slvérmelos. Juardaron silencio durante un largo rato. sabia que Ann Templeton no les habria licado un relato tan personal si no tuviera ancia para la situacion actual. Creia que el or de las Tinieblas se estaba preparando otra visita. Watch fue el primero en rom- if el silencio. —Supongo que no es necesario que le gunte por qué nos ha contado esa historia declars. Ann asintié con tristeza. | —AlISeiior de las Tinieblas no le gusta que engafien, y estoy segura de que cree que ta lo s hecho. Probablemente, estaba a punto de levarse tu alma cuando apareciste en tu propio neral. Todos pensamos que era un milagro, y e un milagro. Pero ya te lo he dicho, incluso nmtonces una parte de mi estaba preocupada. —Esperaba que sucediera algo asi? —le Pregunts Watch. —Si. Watch vacild. —Supongo que no puede subirme a bor de una nave espacial antes de que el Sefior| las Tinieblas venga a buscarme. —;Va a venir también a por mi? —gi ted Sally. No vaa venir a por nadie—espeté Adan que hablaba con emoci6n—. Lo que les ocurt asus amigos no tiene por qué repetirse esta mi che. Watch no ha hecho ningwin trato con el for de las Tinieblas. No le debe nada. —Pero si que lo hizo cuando ofrecié s vida a cambio de la salvacién de la princesa dy rante vuestra intrépida aventura ala dimensiéi del Sol Esmeralda —objeté Ann Templeton Cuando el otro cuerpo de Watch murid, el S aor de las Tinieblas debia acudir para lleva selo consigo, Pero no pudo hacerlo porqu Watch estaba vivito y coleando. Asi que ha ent yiado a sus legiones de muertos para captura lo. ¥ eso es lo que quieren: matar a Watch par que el Sefior de las Tinieblas este satisfecho. Adam estaba desesperado. —Pero usted no puede proteger a Watchi Es muy poderosa. Entonces Ann Templeton le mostr6 lag palmas abiertas. —No pude proteger a Cio, y ella significa ih — ifa mi mas que mi propia vida. ¢Cémo po- Ivar a Watch? liene que poder hacer algo. —Los ojos Adam se inundaron de lagrimas. Ann guardé silencio durante mucho rato. Lo siento, No se me ocurre nada. Ann Templeton se puso en pie y se acercé a ventana. Los demas también se levantaron, que Watch lo hizo con mucha lentitud. ; cia resignado a su destino, -_ Vienen a por mi? —pregunté en voz fitiy baja. Ann Templeton se volvié y se quedé mi- findolo, —Si —respondié—. Ya estan aqui. en casa con mi hermano y mi madre vien- tele. Ni que lo digas, Estoy empezando a can- ele tener que salvar siempre a Fantasville imundo de los peligros. ‘Oindy se sorprendid. —Yo crefa que era la razdn de tu vida. Ya e5, ser un superhéroe y todo eso, Pensaba te aburririas si no hubiera accién, —No sé. He estado pensando en sentar la Entretanto, Cindy y Bryce hacian guardi be ” ante el cementerio sin poner demasiado emp —Bryce, es imposible que pienses en eso. fio. Dado que el lugar era demasiado tenebros lo tienes doce afios, como para estar rondandolo en plena noche, so- —Enseguida cumpliré los trece —se apre- bre todo con cuerpos que se desenterraban y dee ra decir al. : mis, habfan decidido alejarse a una distancia —Aun asi. Somos unos crios. prudencial. Concluyeron que desde la acera de —Entonces, ¢ qué quieres decir? éQue te gus- enfrente podrian seguir vigilando el cementes ta enfrentarte ef monstruos semana si semana no? rio, aunque probablemente no tan bien como Cindy se encogid de hombros. : debieran. Al estar sentados en el bordillo de la j —No estoy diciendo que me guste mas que acera, el muro de piedra se lo ocultaba parcial- at. Pero, al menos, la vida es excitante, Donde mente. No obstante, pensaban que se enterarian vivia antes, nunca viajé al espacio ni nada pare- si algtin otro monstruo empezaba a moverse. cido. Aqui pasa continuamente. fel Pero estaban equivocados. —Lo siento, Cindy. Nunca habria dicho —i Qué tal? —pregunté Bryce con la pala que fueras una aventurera. aun lado en el suelo. : —iPor qué? ¢Porque soy una cobarde? —Bien —respondié Cindy—. Preferiria —pregunté Cindy sonriendo. Sipe —63— —No. No es eso, —Entonces, ¢qué es? Bryce parecia incémodo. —Es solo que eres tan agradable a —¢ Qué significa eso? —Cindy se rid bajil —F-eres una chica muy agradable —ta mudeé Bryce—. Bueno, eres mas chica que Sally —No soy mas chica que Sally —respondit Cindy con una risita. Bryce se encogié de hombros y miro a ot parte. : —Si. Pero ya sabes a qué me refiera. Cindy le tocé el brazo. —;Estis intentando decirme que te gusto Bryce estaba avergonzado. —No, bueno, naturalmente que me gus tas. Pero todo el mundo sabe que a ti te gust Adam. —Adam me gusta, es clerto. Pero eso no significa que no puedas gustarme ta también, —jEn serio? —se sorprendié Bryce. —Pues claro. Bryce, equé mas estas inten tando decirme? —Nada. — Estas seguro? —Si—asintid él. —No te creo. -;Por qué no me crees? Porque crea que te gusto, Claro que me gustas. Acabo de decirte- ué me estas preguntando? indy desvié la mirada, sintiéndose decep- ada por un motivo que no sabia definir. —No sé —respondié—. No es nada. Sien- ber sacado el tema. —No lo sientas. He sido yo quien lo ha sa- io. —Bryce parecié relajarse. —Da igual —musité Cindy. —Si. Da igual. A continuacién, ambos se echaron a reir. Ya era tarde cuando notaron la presencia le dos figuras a sus espaldas, y ninguna de las ios tenia piel. Cindy y Bryce sintieron cémo unos dedos _descarnados les rodeaban el cuello. Ni siquiera fuvieron tiempo de ponerse en pie. Por encima de sus cabezas, asomaron dos lisos craéneos blancos, Oyeron un asqueroso sonido sisean- te, percibieron el aliento helado de la muerte en las mejillas. —Queremos a Watch —ordené el que su- jetaba a Cindy. aii Apretaba tanto que Cindy apenas po respirar. : —No sé dénde esta —respondid con hilillo de voz. El esqueleto apreté con mas fuerza. —Si mientes, despidete de este mundo. Cindy empez6 a asfixiarse. Bryce se apr suré a hablar. —Podemos llevaros a su casa —propuso, Los esqueletos les soltaron el cuello. —Nada de trucos —advirtié el que habi sujetado a Bryce. Su voz sonaba vagamente fe- menina, y la del que habfa atacado a Cindy va- gamente masculina, No obstante, cuando Cin- dy y Bryce se pusieron de pie y se volvieron, no pudieron distinguirlos. Ambos eran los se- res mas horrendos que habian visto jamés, la muerte andante, —Llevadnos hasta Watch —ordenaron al unisono—, o moriréis. Bryce ni siquiera intenté recoger la pala. En las oquedades de sus cuencas vacias veia que iban muy en serio. 4 Decidié entonces conducirlos a la casa de Watch, para ganar tiempo. uando al fin llegaron al lugar donde vi- atch, el plan no le parecié tan inteligen- orque, naturalmente, Watch no estaba y ello saltaba a la vista. Los dos esqueletos eron entrar a Cindy y a Bryce a empujones s obligaron a sentarse en el sofé del salon. o de los monstruos monté guardia mientras otro registraba la casa. Cindy se sorprendié los pocos muebles que tenia Watch y se lo menté a Bryce. —Creo que lleva una vida bastante austera »piné Bryce. —Ni siquiera tiene tele —afiadié Cindy. Bryce sefialé con la cabeza al esqueleto que fe erguia a un metro de ellos. —Con visitantes como éste, :qué falta hace un canal de ciencia ficci6n? —ironiz6. Ahora que habia luz, vieron que el esquele- fo que tenian ante ellos era un poco mas bajo que el otro y llevaba un vestido hecho jirones en lugar de unos pantalones rotos. Hasta tenia en la mufieca un deslucido reloj de oro; debian de haberlo —haberla— enterrado con él. Cindy no pudo evitar sentir tristeza al pen- sar que alguna vez habria sido una nifia de car- ne y hueso, probablemente no mucho mayor que ella. i —,Cémo te llamas? —le pregunté con dul zura. —Silencio —le ordené siseando. —No somos tus enemigos —aclaré Bryce La esqueleto se acered y los amenazo com la mano. ’ —Entregadnos a Watch —exclamé—, moriréis. El otro esqueleto regresé al salén. Estaba enojado, aunque sin piel en la cara no era féeil notarlo. No obstante, su voz tenia un tono de irritacién. Jet —Aqui no hay ningtin Wateh —atfirmd. —Debe de estar al llegar —aventuré Bry- ce—. ;Por qué no sacdis dos sillas y os ponéis cémodos? El esqueleto varon se acerco bruscamente y asié a Bryce por la garganta. Tenia mucha fuerza, por lo que Bryce enseguida empez6 a ponerse morado. — Watch —repitid el esqueleto—, entregad- noslo o moriréis. : — Deténte! —grité Cindy, intentando apartarlo de su amigo—. ¢Quién te crees que eres? jNo puedes estrangularlo y quedarte tan ancho! ;Basta! ;Vete con la mtisica a otra parte! teh ie uincly se preparé para el ataque de la cria- hembra. Pero ella se quedé inmévil, como tada. La musica me vuelve loca —exclamé. Plesqueleto que estaba estrangulando a Bry- detuvo, > Y ati, ¢te gusta la mtisica? —le pregunto. —Si —respondié Bryce casi sin aliento. El esqueleto lo solré. — Qué canciones os gustan? —inquirid. Cindy y Bryce se miraron sorprendidos. esde luego, la miisica sobrevivia al paso del empo. Aparentemente, se mantenia viva in- iso en ultratumba. ——Debieron de morir en los afios sesenta comenté Cindy, Bryce asintié despacio, empezando a recu- ‘Perar el color. —Debe de traerles buenos recuerdos —con- Jeturd, volviéndose hacia los esqueletos—., ;Os gustan los Beach Boys? Ambos asintieron. —Sunfin’ USA —afirmé la chica. —Surfer Girl —afiadié el chico. Cindy se incorporé, —He oido a Watch comentar que tiene unos cuantos discos viejos. ¢Os gustaria escu- char algunas de vuestras canciones favor antes de seguir buscandolo? Ambos asintieron. —Elvis —sugirié la chica. —A Hard Day’s Night —propuso el chi Cindy grité de placer. —;Conocéis a los Beatles? Ambos asintieron. —Rock and roll —dijo la chica—. Los lling. —I Can't Get No Satisfaction —ahadié € chico, La voz les mejoraba cuando hablaban di sus canciones favoritas, Cindy fue corriendo a la otra habitae para desenterrar unos cuantos clasicos de | afios sesenta, Naturalmente, preferfa —dada la extrafla compafiia— no pensar en que estaba desenterrando algo viejo. Sdlo deseaba saber usar el tocadiscos de Watch. Ella sdlo sabia po ner discos compactos. Seguro que un equipa) compacto dejaria a los esqueletos alucinados, Consideré seriamente el invitarlos a su habita~) cién. A los demas no les iba tan bien. Desde una entana del castillo, vieron como un ejército de Huertos vivientes iba rodeandolos poco a poco. or cl momento, ningun esqueleto habia inten- do atravesar el foso, pero sabian que sélo era puestién de tiempo, Con la vista clavada en quel mar de seres descarnados, Adam pensé que nunea habia sentido tanta desesperacién. Habian venido a por su amigo, para llevarselo a ultratumba. Adam no sabia qué hacer para de- tenerlos, pero se juré que algo harfa. — Hay alguna forma de ahuyentarlos? —pregunté Adam. [ —No serviria de nada —respondié Ann lempleton—. Son meros servidores. Han ve- nido para llevar a Watch ante su sefior. Si no pueden entregérselo, acudira él en persona. —7i— —2EI Sefior de las Tinieblas va a presenta se aqui? —inquirié Sally angustiada. —Si—asintié Ann Templeton. —Entonces, ser4 mejor que te entregue —le aconsejé Sally a Watch. —jSally! le recriminé Adam. —Yo no quiero que se entregue —argu ‘ Sally—. Pero tampoco quiero encontrarme ca ra a cara con el Sefior de las Tinieblas. —Hik zo una pausa, y se dirigid a Ann Templeton— zEsta segura de que no puede hacer nada por mi rasguiio? —Tengo agua oxigenada en la cocina. —:Eso es todo? —pregunts Sally desespe- rada. —No es mas que un rasguiio —la tranqui- lizé Ann Templeton. —Oh —suspiré Sally—. Lo sabia. La multitud de muertos empezé a murmu- rar, siseando. —Se estén impacientando —observé Ann | Templeton. Watch asinud. —Deberia bajar. —jNo! —grité Adam—. No vas a bajar. Te mataran. —Creo que lo llevaran ante el Senor de las es blas antes de matarlo —aventuré Ann ¢Por qué? —quiso saber Adam. —Para juzgarlo —respondid la bruja—. Para lararlo culpable de haber eludido la muerte. — iY luego me mataran? —le preguntd latch en voz muy baja, Ann Templeton asintis, —Entonces te llevaran con ellos. —Pero tiene que haber algo que podamos hacer —suplicé Adam. Ann Templeton negé con la cabeza, visi- blemente angustiada. —No sé qué hacer, de verdad que no —se lamento. Watch se volvid. —No hay nada que hacer. Vosotros que- daos aqui. Iré con ellos. —No seas tan valiente. Tt no sales —le or- dens Sally, sujetandole por el brazo. Watch esbozé una leve sonrisa, —Si creyera que ibas a convencer al Sefior de las ‘Tinieblas de que no merezco la pena, te invitaria a venir conmigo. Pero creo que esta mas alla de tus posibilidades. Sally lo abrazé con los ojos inundados de lagrimas. A Bits —No me da miedo —declaré—. $1 tient que irte, me voy contigo. A Watch le emocioné aquel gesto. —No estas hablando en serio. Sally asintid y se secé las lagrimas. —Si que hablo en serio. A estas alturas, ya tendrias que saber quiénes son tus amigos. Na vamos a abandonarte. —Ni hablar —aseveré Adam. Ann Templeton le puso a Watch la mano en el hombro. —Y yo también soy tu amiga —alirmé— Yo también iré contigo y haré lo que pueda. Sélo siento no poder prometerte nada. Ambos nos enfrentamos a un enemigo superior. Watch se qued6 mirandolos sin salir de su asombro. —j(Vuestro amor es superior a todo! —ex- clamé con emocidn. Ann Templeton le dio una palmada en la espalda. —Eso es una gran verdad —sefialé ella—. Hay algo que quieras hacer antes de bajar? —Si —respondié Watch—. Antes de que el ejército de muertos me lleve consigo, digales que quiero ir a buscar unas cuaritas cosas a mi casa. —j Qué necesitas? —pregunt6é Adam. aa re Solo quiero ir a casa —dijo Watch—. fun minuto o dos. Ann Templeton asintid. Tui deseo te sera concedido. Insistiré en En casa de Watch la fiesta se estaba ani- nando. Cindy habia encontrado unos cuantos iscos de los comienzos de los Beatles y los Rolling Stones, y habia sabido poner el toca- discos de Watch. Le parecia increible lo primi- Vivo que era usar una aguja para que los discos fonaran. «Los crujidos de este aparato deben de volver loco a Watch», penso. Pero no im- portaba. Los esqueletos estaban literalmente en el séptimo cielo. Incluso se habian puesto a bailar cuando Cindy puso el disco High Tide and Green Grass de los Rolling. Parecia que hubieran ha- lado la felicidad eterna. Era un poco raro ver- los menearse, a punto de descomponerse en cualquier momento. Pero, si no puedes ven- cerlos, tinete a ellos, dice el proverbio. Cindy y Bryce se pusieron también a bailar, Ella no sa- bia que Bryce bailara tan bien y alabé su forma de moverse. i a Ai —Me gusta bailar solo por la noche —ex plicé. —iPor qué no me llamas alguna vez y ba lamos juntos en tu casa? —aventurd Cindy. 7 Bryce parpades. —jLo harias? —Claro. —Pero :Adam no se entadaria? —;Por qué iba Adam a enfadarse? —pre- gunto ella, —Ya sabes. Porque tti le gustas. —Si le gusto, no me lo ha dicho nunca. Mira, Bryce, Adam no es mi duefio. No sé de’ dénde has sacado esa impresién. Soy un espiri- tu libre. —Miré a los esqueletos—. jUy! Ten- dria que medir un poco més mis palabras. —Di lo que quieras —le grité la esqueleto con un movimiento de caderas sorprenden- te—. Estamos en un pais libre. —jLarga vida al rock and roll! —exclamé el esqueleto haciendo una peligrosa cabriola, segtin los criterios de los mortales. De hecho, bailaban mucho mejor que cualquier mortal, Estar en los huesos les quitaba un verdadero peso de encima. —jEh! —grité Bryce para que lo oye- ran—. ¢Cémo os llamais? : —Yo, Sue —se presenté la esqueleto, Yo, Rocky —dijo el chico— :Y voso- Yo me llamo Cindy y él Bryce. sCudn- Afios tenéis? O sea, :cudntos afios tentais indo... bueno... cuando dejasteis de celebrar stro cumpleafios? —Yo tenfa quince afiios —recordé Sue—, ucky, dieciséis. Acababa de sacarse el permi- ide condueir. —Asi fue como estiramos la pata —infor- 6 Rocky—, Si bebes, no conduzeas. — Qué ocurri6? —pregunté Bryce, —jSalté con el coche por el borde del mue- ! —explicéd Sue con una mirada traviesa. —Fue una noche loca —aftadié Rocky—. Del estilo de ésta. Me encanta este disco, Oye, yliene ese Watch el ultimo disco de los Everly —No lo sé, tendré que mirarlo —se ofre- tid Cindy haciendo ademan de ir a buscarlo. Sin embargo, no llegé a hacerlo. La puerta se abrié en aquel instante y Cindy se quedé hoquiabierta. Vio a sus amigos, acompaiiados de Ann ‘Templeton. Hasta ahi, todo era nor- mal, salvo que los ojos de la bruja brillaban “como esmeraldas de otro mundo, Pero les se- guian un silencioso ejército de esqueletos, Al- sce Pa, gunos Ilevaban antorchas encendidas, y la de las llamas centelleaba en sus cuencas yal Sin querer, Cindy retrocedié y chocé con el cadiscos. La aguja resbald y la musica enmue cid, Un silencio sepulcral invadié la casa, P expresién de sus amigos, las cosas no iban biel —Es grave? —le pregunté a Watch. Watch asintiéd con seriedad. —No podria ser peor para mi —anuneil mientras entraba en casa. Cindy corrié hacia él y lo abrazo. —i Qué quieren de ti? —le pregunt, hui diendo el rostro en el pecho de su amigo. —Quieren que muera —afirmé Watch. Cindy se aparté de él, buscando en su ros tro algtin indicio de que estaba hablando en broma, pero no hallé ninguno. Las lagrimas le quemaron los ojos. —No —solloz6—. Dime que no es verdad. —Watch, recoge tus cosas —le dijo Annj Templeton en voz baja—. No van a esperar mucho mas. —Estd bien —se resigné Watch, apartando- se de Cindy y dirigiéndose a la otra habitacién, Cindy se volvié hacia el resto del grupo. —Cémo puede suceder algo asi? —suplico. Ann Templeton suspiré. sea ttii Es como el cuento de nunca acabar. Siem- Be repite. —Pero :no puede detenerlos? —pregunté indy. _ Ann Templeton miré al ejército de esque- os. —Estoy pensando —contestd, mirando en direccién que habfa tomado Watch, hacia la parte de atrds de la casa. Y afiadié—: No soy la La entrada al reino del Sefior de las Tinie blas estaba en el cementerio, lo cual no sorpren= did al grupo en lo mas minimo. Pero la forma en_ que aparecié bruscamente en el suelo, a poca distancia de los sepulcros de Madeline Temple- ton y Watch, fue espantosa. Los esqueletos los conducfan al interior del cementerio cuando, stibitamente, un cuadrado negro se abrid ante sus pies. Unas estrechas escaleras iluminadas con una tenue luz plateada se perdian en las en- trafias de la tierra. Los esqueletos no tuvieron que forzar al grupo a bajarlas porque eran tan- tos y estaban tan apifiados que era imposible to- mar otra direccidn, Watch iba en cabeza junto a Ann Temple- ton, con una maleta negra en la mano derecha. Nadie comprendia por qué habia hecho el — §0— ipaje para asistir a su propio funeral, Los mas iban en la retaguardia, con dos esque- letos pisindoles los talones. De hecho, para jombro de Adam y Sally, daba la impresién We que Cindy y Bryce se llevaran de maravilla con los esqueletos. —jSally! jAdam! —Ilamé Cindy—. Os presento a Sue y Rocky. Los esqueletos les tendieron sus manos desearnadas. Adam les dio la suya, pero Sally se nego, —Es un placer —dijo Sue. —Qué ldstima que nos aguaran la fiesta —comenté Rocky. —iVenis de una fiesta? —pregunté Adam sin salir de su asombro. —Hacia mucho tiempo que no moviamos el cuerpo de esa forma —afirmé Rocky. — Ha cambiado mucho la musica desde los afios sesenta? —pregunto Sue. —Ahora es infinitamente peor —respon- did Sally. —Entonces, nos morimos en el momento justo —sentencid Rocky. —Los Rolling Stones siguen juntos —se atrevié a decir Sally—. Pero muchos dicen que parece que Keith Richards lleve muerto hace sures un monton de anos. Aunque sigue tocando k guitarra, y supongo que eso es lo tinico q importa. —Me gustaria hablar de musica con voso= tros —intervino Adam mostrando un poco de- impaciencia—, Pero gsois conscientes de a quién vamos a ver? Sue asintid, —Al jefe. —Con ese tio no se juega —afiadié Rocky. —; Quién es? —pregunté Bryce. Sally bajo la voz. —E] Sefior de las Tinieblas. Cindy crispé las facciones. —Oh, no. Sue, Rocky, ;no podéis mover algunos hilos para ayudar a nuestro amigo Watch? Ambos negaron con el craneo. —Nadie contradice al jefe —le informd Rocky. —No tiene sentido del humor —afiadid Sue. —Pero con su trabajo es comprensible —puntualizé Rocky. —No lo entiendo —dijo Bryce—. ;Por qué quiere a Watch el Seftor de las Tinieblas? —Cree que Watch eludié la muerte cuan- ts AON do murié durante nuestra intrépida aventura a Ja dimensién del Sol Esmeralda y siguid vi- viendo como el otro Watch —aclaré Adam. —Es comprensible —asintié Bryce. Cindy le dio un codazo. —No digas eso delante de los esqueletos. —Se dirigiéd a Adam y a Sally—. ;La bruja no puede usar sus poderes contra el Sefior de las Tinieblas? Adam suspiré. —Dice que no. Habian dejado de descender y se habian adentrado en una oscura cueva tan enorme que no aleanzaban a ver las paredes, El ejército de esqueletos formé un semicirculo a su alrede- dor. Mas adelante, el grupo divisé la tenue si- lueta de un trono plateado. Al acercarse, perci- bieron una figura sentada en él, que iba vestida integramente de negro. Era muy alta y llevaba puesta una capucha negra que proyectaba una sombra atin mas negra y le ocultaba el rostro. Cuando se hallaron a diez metros de ella, vie- ron que tenia las manos largas y descarnadas como las de los esqueletos. En cada mufieca lu- cia una gruesa pulsera de plata que despedia un frio brillo. Los esqueletos avanzaron y se alinearon a ae cada lado del trono, manteniéndose a una res- petuosa distancia de su sefior, Hasta Sue y Rocky dejaron a Cindy y Bryce para unirse a sus compafieros de ultratumba, después de desearles buena suerte, claro. Ann Templeton actud con valentia. Asiendo la mano de Watch, avanzo hasta quedarse a pocos metros del tro® no del Sefior de las Tinieblas. Lo oyeron respi- rar con aspereza al ver a la bruja. Alzé un dedo descarnado y la sefialé. Por primera vez, lo oyeron hablar, y sus palabras les parecieron hechas de muerte. Su tono era como un susu- tro extraviado en una brisa embrujada. —Te conozco —articulé—. No te servird ninguno de tus trucos. Ann Templeton asintid. —WNo estamos aqui para mentir, sina para hablar. El Seftor de las Tinieblas se incorporé en el trono. Seguian sin poder verle el rostro, —Ya no es hora de hablar —sentencid—. Este joven, Watch, ha intentado eludir la muerte. Eso es inaceptable. —Pero, como juez de los muertos, tienes que escuchar sus razones —intercedié Ann Templeton—. Por eso he venido, para actuar en su defensa. a i —Habla, te escucho —anuncié el Sefior de s Vinieblas, reclindndose en el trono. —Aunque no sirva de nada —musité Sally. El resto del grupo no intervino, dejando el asunto en manos de Ann Templeton por el momento. La bruja avanz6 otro paso y solté a Watch de la mano. —Watch no eludié la muerte a propésito —explicé con voz firme—. Su otra version exis- tia tinicamente a causa de un accidente al viajar en el tiempo. El no hizo ningun trato contigo ni con nadie mas que no haya cumplido. Mien- tras se hallaba en una intrépida aventura en la dimensién del Sol Esmeralda, ofrecié genui- namente su vida para salvar a la princesa, Y murié. Tuvo que experimentar el dolor de la muerte. Ese dolor por si solo deberia bastar para restaurar el equilibrio entre la vida y la muerte. —jNo basta! —exclamé el Sefior de las Ti- nieblas sin vacilar— porque solo el cuerpo mu- rid. No pude llevarme su espiritu, El equilibrio no se ha restablecido. —Las reglas del equilibrio son distintas en este caso —adujo Ann Templeton—. Como ya he dicho, el otro cuerpo de Watch murié en otra dimensién. Su muerte allf no deberia in- fluir en lo que ocurre aqui. —Entregé su vida —sentencid el Sefior de las Tinieblas—, No puede entregarla y tenerla mismo tiempo. Tu argumento no me convene: —Entonces, ten en cuenta cudntas vece. ha arriesgado Watch su vida para salvar la de otros —insistié Ann Templeton—. Eso le con= fiere un mérito tremendo. El suticiente, creo yo, para que ti pases por alto la paradoja de sus dos cuerpos producida por la paradoja de ha- ber viajado en el tiempo. —Ningtin mérito es lo bastante grande para justificar que un mortal eluda la muerte —respondié el Sefior de las Tinieblas. Ann Templeton hablé con un atisbo de an- siedad. —Has dicho que escucharias nuestra de- fensa —recriminé—. Refutas todo lo que digo. —Porque no eres convincente —respon- dié el Sefior de las Tinieblas—. Watch debe morir para restaurar el equilibrio, Yo velo por el equilibrio entre los muertos y los vivos. Es lo Unico que me interesa. Ann Templeton estaba enojada. —:Restauraste el equilibrio robandome a Cio? El Sefior de las Tinieblas alzé la mano y volviéd a sefialarla. muha —Tu amiga hizo un trato conmigo. Yo mantuve mi palabra. —Ella también. —No voluntariamente —objeté el Sefior "de las Tinieblas. —Pero ti te aprovechaste de su pesar —le recrimindé Ann ‘Templeton. —Soy el Sefior de la Muerte. Pesares es todo lo que veo. Cio sabia lo que hacia cuando me hizo su oferta. Ann Templeton bajé la voz, —Hasta hoy, todavia no estoy segura de si la incitaste a hacer ese trato, E] Sefior de las Tinieblas tembl6 de ira. Al hablar, sus palabras salieron como una rafaga de aire frio y rancio. Involuntariamente, todos dieron un paso atras, —Mide tus palabras si no quieres venir a mi antes de que llegue tu hora —la advirtid. Para sorpresa del grupo, aquel comentario hizo sonreir a Ann Templeton. Pero fue una sonrisa estremecedora y, al volverse para mirar a Watch, los demas se preocuparon de lo que pudiera estar pasandole por la cabeza. En aquel instante, parecia capaz de urdir las tramas mas tenebrosas. En cierto modo, casi daba la impre- sién de que hubiera incitado al Sefior de las Ti- pier (ee nieblas a decir aquellas palabras. Pero el gruy no podia evitar preguntarse quién estaba intens tando engafiar a quién. Ann ‘Templeton se diri- gid al Sefior de las Tinieblas. —7Y si acudo a ti antes de que llegue hora? —le preguntd. En la cueva a oscuras se hizo el silencio.” Hasta parecia que los esqueletos contuvieran | la respiracidn en sus cajas tordcicas huecas. El Sefior de las 'Tinteblas volyié a incorporarse y se incliné hacia delante. —Qué estds ofreciéndome? —pregunté — con curiosidad. —Mi oferta es muy sencilla —expuso Ann ‘lempleton—. Watch se halla en esta situacion porque ofrecié su vida para salvar otra. Pues muy bien, ahora yo ofrezco la mia para salvar la suya. Al grupo se le escapé un grito. A los es- queletos, un estertor. —No —susurré Watch. —Callate —le ordenéd Ann Templeton. —Por qué lo haces? le pregunté el Se- fior de las Tinieblas a la bruja. —Tengo mis razones —respondid Ann Templeton—. Pero sé que preferirias poseer mis poderes que quedarte con la vida de este joven. unt O a, El Sefior de las Tinieblas se quedé pensativo, —Ya has intentado engafiarme una vez. No me fio de ti, Ann Templeton. Todavia te quedan muchos afios de vida y es cierto que tienes un inmenso poder. 'Te aguarda un destino prome- tedor. Y, a pesar de todo, zestds dispuesta a re- nunciar a ello para salvar a este joven? Debes de tener algtin otro motivo para hacer tu oferta. Ann Templeton bajé la cabeza. —Aprecio mucho a este joven, ¢Llevas tanto tiempo viviendo bajo tierra, sumido en tinieblas, que no comprendes como actta el corazén humano? —Eres una bruja —afirm6 el Sefior de las Tinieblas. —Soy una bruja y un ser humano —repu- so tajantemente Ann Templeton—. ;Aceptas mi oferta si o no? No voy a seguir discutiendo contigo. EI Sefior de las Tinicblas guardé silencio durante mucho tiempo, Watch intenté hablar con Ann Templeton, pero ella no quiso escu- charlo, Fue entonces cuando Adam se fijé en que Watch estaba abriendo lentamente la cre- mallera de su maleta negra, Dentro habia algo de colores, del tamafio de una mufieca; Adam no podia imaginarse qué podia ser. aus Bes: Al fin, el Sefior de las Tinieblas rompié silencio. Su voz era heladora, —Acepto tu oferta, Ann Templeton —anun- cid6—. Con una condicién. Debes prometer que no intentardés defraudarme. Debes jurarlo por alguien que te importe mucho. Ann Templeton asintié. —Ya he dado pruebas evidentes de cudn- to significa este joven para mi. Lo digo ante ti, Sefior de las Tinieblas. Sobre el cuerpo de mi amigo que ahora yace en el cementerio de Fan- tasville, juro ofrecer mi vida a cambio de la suya. Una vez mas, la tenebrosa cueva se sumid en el silencio. Hasta el ejército de esqueletos parecia conmovido con el juramento de la bru- ja. Tal vez también lo estuviera el Sefior de las Tinieblas. Seguian sin poder verle el rostro, pero dos puntos de luz plateada brillaron entre las sombras proyectadas por su capucha negra. Alzé un dedo desearnado y se tocé el pecho. —Te juro, Ann Templeton —proclamé—, que acepto tu vida a cambio de la de Watch. Ahora puede irse. —Se quité la mano del pe- cho y la sefials—: De ahora en adelante, eres mia. No tienes escapatoria. De repente, ocurrieron muchas cosas a la age vez. Watch abrid la maleta y sacé un mufieco mecanico muy raro. —jAcercaos, chicos! —les ordené a sus amigos. No sabian qué se proponia, pero le hicie- ron caso. En un abrir y cerrar de ojos, estaban todos junto a Watch, quien se habia adelanta- do para asir a Ann Templeton del brazo. La bruja no se sorprendié ni intenté soltarse. No obstante, simultaneamente, el Sefior de las Ti- nieblas se habia puesto en pie fuera de si. Los sefialé con el brazo izquierdo y la pulsera de plata centelleé con un brillo macabro. —Nada de trucos —ordend enfadado. A continuacién, se produjo otro destello. Pero la luz era blanca y no les resulté del todo desconocida. La tenebrosa cueva se esfumé, y el grupo tuvo la sensacién de que cafa —no ha- cia abajo sino hacia fuera, hasta el mismo limite del universo—. Las estrellas giraban vertigino- samente a su alrededor y se internaron en un lugar donde el tiempo e incluso la vida y la muerte dejaron de tener sentido. Luego, todo se volvié negro durante un lapso de tiempo que ni siquiera OSaron itmaginar. Cuando volvieron a percibir lo que les re- deaba, se hallaban en una oscura Ilanura de- sierta. Sobre sus cabezas se divisaban unas cuantas estrellas en la negrura del firmamento, pero tenian muy poco brillo y estaban muy le- jos. Parecian casi apagadas, como si hubieran agotado su valioso combustible en tiempos pa- sados, Ni siquiera centelleaban. La llanura en la que se encontraban no te- nia nada de particular. En las uniformes coli- nas no habfa signos de vida: ni arboles, ni ar- bustos, ni tan siquiera hierba. Hasta el aire parecia vacio; costaba respirar, tenian que es- forzarse para inhalar suficiente oxigeno. No podian imaginarse dénde estaban. Pero la respuesta era sencillisima, y muy desconcer- tante. ses ~ —Dénde estamos? —pregunto Sally ja- deando. Apenas podian verse. —En Fantasville —respondié Watch en voy baja. Adin conservaba aquel extrafio jugue- te—. Al cabo de diez mil millones de afios. —Has usado el Juguete del ‘Tiempo para teletransportarnos —puntualizé Adam, respi- rando con dificultad. —Para teletransportarnos en el tiempo, no en el espacio —explicé Watch—. En realidad, no hemos ido a ninguna parte. —Se dirigié a la bruja, quien guardaba silencio y contemplaba las estrellas—. :Sabia que me lo habia metido en la maleta? Pero Ann Templeton parecia distrafda, —2Y es éste el futuro que le aguarda a nuestra galaxia? —susurré ella para sus aden- tros—. ¢Un lugar con estrellas a punto de apagarse? Nunca imaginé que pudiera termi- nar ast. —Diez mil millones de afios es mucho tiempo —observé Watch con dulzura. La bruja lo miré al fin, —Por qué nos has traido tan lejos? —Queria asegurarme de que no podria se- guirnos —respondié Watch. Ann Templeton volvié a mirar las estrellas. es —Ha sido una actuacién muy inteligente! —le alabé ella—., Te lo agradezco. Watch hablé con una extrafia emocidn, —Yo le agradezco que ofreciera su vida a cambio de la mia. Sin volverse, Ann Templeton le acaricié la cabeza. Era lo menos que podia hacer —afirmo. Pero entonces, su voz se entristeci6—. Acaba- ra encontrandonos. Ya lo he intentado antes. La muerte no se deja engafiar tan facilmente. —Pero usted intenté huir en el espacio —protesté Watch—., Tal vez no se le ocurra venir a buscarnos a este futuro tan lejano. Ann Templeton negé con la cabeza y dejé de acariciar a Watch. —Sabe que poseias un aparato para viajar en el tiempo, que fue la causa de todo este lio. Cuando haya registrado nuestra galaxia, se di- rigiré al futuro y al pasado. Tiene unos poderes enormes. Y, como os he dicho, acabara encon- tréndonos. —Entonces, ;dénde podemos ocultarnos? —pregunté Adam. —No podemos. —Ann Templeton bajé la cabeza—. No puedo. —Pero no podemes abandonarla —excla- eA ty mo Watch—. No lo haremos, después de lo mucho que se ha estorzado por ayudarnos. —Bueno, podriamos marcharnos —musi- t6 Sally—. Tengo que ira casa enseguida. —Tu casa se convirtid en polvo hace miles de millones de afios —sentencié Bryce—. To- das las personas que conociste estén muertas y enterradas. —No te pongas tan melancdlico, Bryce, por favor —lo amonesté Cindy. —Lo siento —se disculpé Bryce. —Bien —dijo Sally—. Si tenemos el Juguete del Tiempo, podemos viajar en el tiempo a don- de queramos, —Guard6 silencio—. ;No es asi? —Si —corroboré Watch—. Eso creo. —Tenéis que regresar —les urgié Ann Tem- pleton—. Vuestra vida esta alli. —Sefialé la lla- nura desierta. S6lo entonces se dieron cuenta de que ya no habia mar. Debia de haberse eva- porado hacia mucho tiempo con el aire que so- plaba suavemente sobre la llanura. La bruja afia- dié—: Aqui no hay vida. —Entonces, tampoco usted puede quedar- se —intervino Watch. —Ya lo sé —asintié Ann ‘Templeton. —Pero si regresa, el Sefior de las ‘Tinieblas la capturara en el acto —se lamenté Adam—, Morira. ¢Por qué no vamos viajando continug mente en el tiempo? ¢Intentamos despistarlo? Ann Templeton meneé la cabeza. —No me estais escuchando. He hecho um trato con el Sefior de las Tinieblas para que to dos vosotros pudierais vivir vuestras vidas. Y esas vidas estan en el pasado. Ninguno de no- sotros puede huir saltando de un mundo a otro. No esta bien. No es vuestro destino, Watch parecia triste. —Entonces, justed morird? —le pregunté. — Una vez mas, Ann Templeton se quedé mirando el firmamento. —Intenté salvar a Cio y Sam ocultandonos en el espacio exterior —explic6é—. Cuando mi- ro atrds, me doy cuenta de que actué como una nifia. Pero en nuestra situacidn actual, creo que eso puede beneficiarnos. Estoy segura de que el Sefior de las Tinieblas espera de mi una cosa muy similar. Creo que por eso no tuvo miedo de hacer tratos conmigo. —Pero parecia bastante reacio —opiné Adam. Ann Templeton bajé la cabeza y los miré. —No es cierto —lo negé—., Desde el mo- mento en que entramos en su camara real, pue- de que incluso antes de hacerlo, habia puesto pe y | § ojos en mi. Sigue enfadado conmigo por haber intentado salvar a Cio y a Sam, Contio €n usar esa ira en su contra. —Se quedé calla- da—. Y tal vez ya lo haya hecho. —No lo entiendo —confesé Adam. —Creo que yo si —intervino Watch, mi- rindola fijamente. —Ven, —Ann Templeton le hizo un gesto a Watch—. Tengo que hablar contigo a solas. Antes de que regreséis, necesito que me envies a un punto concreto en el tiempo. —Pero yo quiero enterarme de lo que pasa —protesté Sally—. En este grupo, actuamos en equipo. Ann Templeton le sonrid. Si os digo lo que voy a hacer y vuelven a llevaros en presencia del Sefior de las Tinieblas, él os cortaria la cabeza y hurgaria en vuestro cerebro para sacaros la informacién, Sally dio un paso atras. —En ese caso, no me molesta que tengdis vuestra conversacién en privado, Watch y Ann Templeton desaparecieron en la oscuridad. Conversaron en voz muy baja para que no los oyeran. El resto del grupo for- mé una piiia. Les costaba respirar, pero se esta- ban habituando. No obstante, les entristecia Ges aquella aparente desolacién de la Tierra. como si la humanidad entera se hubiera esfus mado y se hubiera convertido en el polvo que pisaban. —Me gustaria saber qué ha pasado com todo el mundo —dijo Bryce con melancolia, —Probablemente, los alienigenas atacaron la Tierra, capturaron a todos los seres huma- nos, se los llevaron a su mundo y se los comie- ron —aseveré Sally. —Tienes un concepto muy optimista del futuro —observé Adam. Esta-vez fue Cindy quien contemplé el fir- mamento. —Tal vez se fueron a las estrellas hace mu- chos afios —aventuré—, Tal vez se encontra- ron con seres marayillosos que les ensefiaron a ser perfectos. Algo mds grande que la gente co- rriente, pero gente a fin de cuentas, a quienes nosotros seguiriamos reconociendo y amando. —jQué pensamiento tan hermoso! —opi- nd Adam. —)Ojald sea eso lo que ocurrid! —convino Bryce. —A mi me parece bastante improbable —musité Sally. Vieron un destello de luz blanca a su dere- seetties cha, y Ann Templeton desaparecid. A conti- nuacién, Watch se aceredé a ellos con el Jugue- te del Tiempo en la mano. Aunque habia muy poca luz, se apreciaba que estaba preocupado. —Addénde ha ido Ann? —le pregunté Sally. —

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