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Podridos del alma

Mateo 8:1-4
Intro.

La enfermedad de Hansen en los tiempos de Jesús, la palabra lepra (negás), era terrible.
Cuando alguien contraía ese tipo de enfermedad, era inmediatamente expulsado del pueblo,
de la comunidad y del culto, en otras palabras era declarado impuro hasta que sanara. Los
leprosos eran como muertos vivos, eran cadáveres ambulantes: vivían en el exilio, lejos
de su hogar y de sus amigos, vagaban por los caminos gritando a voz en cuello
“contaminado, contaminado” para que los transeúntes se alejaran de él. Los familiares le
dejaban la comida a distancia y se retiraban para que viniera a recogerla. Esta exclusión
hacia esta clase de enfermos se mantuvo vigente hasta épocas recientes.

Los viejos zulianos recuerdan aún el leprocomio que funcionó en la Isla de la Providencia,
conocido con el nombre de Lazareto, entre 1831 y 1985, cuando fue trasladado al nuevo
hospital Cecilia Pimentel ya que gracias a los nuevos medicamentos los afectados no tenían
que seguir viviendo aislados. Actualmente, la medicina ha ayudado mucho a combatir esta
enfermedad.

Los leprosos del tiempo de Jesús eran seres triplemente excluidos:

a) Con relación a Dios, por impuros.

b) Con relación al pueblo, por temor a la contaminación y

c) Con relación a sí mismos por el rechazo de los demás hacia su persona. La


autoestima de un leproso debía andar por los suelos: no sólo le tocaba soportar
grandes dolores sino además experimentar amargamente la repugnancia de los otros
hacia su persona. Tan fuerte rechazo lo podía llevar incluso a la convicción de que
ni siquiera Dios lo amaba y sentirse por consiguiente condenado a pudrirse
lentamente sin poder hacer nada para impedirlo.

1. EL LEPROSO VIENE A JESUS


a) Rompe las reglas sociales. Se acerca a él probablemente a escondidas, ocultando
su enfermedad. Asume una actitud valiente y atrevida. Sabe que rompe las reglas sociales y
cultuales de su comunidad y pone en peligro al mismo Jesús.

b) Cree en lo imposible. Pero lleva también dentro de su corazón la certeza de que


aquel hombre es capaz de curar lo incurable, de realizar lo imposible, de devolverle la
dignidad y la vida. Un leproso, “una vez siendo leproso, sería siempre leproso”.

c) Viene a Jesús, y se dirige a él con gestos y con palabras: se arrodilla a sus pies y
le dice: “¡Si tu quieres, puedes curarme!”. Querer es poder, piensa acertadamente este
enfermo, sobretodo si se trata de Jesús. Su actitud ante él demuestra confianza y humildad.
No sólo se coloca de rodillas, sino que, al formular su petición, no exige nada y lo deja a
juicio del propio Jesús. El leproso, en su petición, deja que Jesús decida sobre su
curación, pero, al tiempo, reconoce y confía en la capacidad que Jesús tiene para curarlo:
“Si quieres, puedes curarme”.

d) Su confesión de fe bíblica que proclama el poder absoluto de Dios: “Todo es


posible para Dios” (cf. Mc. 10,27). Ese es el Dios que el ángel Gabriel le revela a María:
“para Dios no hay nada imposible” (Lc. 1,37) De la misma forma orará Jesús en el
Getsemaní a su Padre: “Todo es posible para ti” (Mc. 14,36ª); y luego se abandonará
filialmente en el “querer” del Padre: “Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras
tú” (14,36b). En esta oración queda perfectamente reflejada la actitud de abandono que
expresamos cuando decimos: “si Dios quiere”.

2. JESUS SE COMPADECE, CURA Y ENVIA

a) La actitud del Señor ante esta audaz oración del leproso. Jesús no se contenta
con mirar desde lejos la miseria del leproso. Esta vez no realiza la curación a distancia,
como en otros casos narrados en los evangelios (cf. Lc. 7, 1-10) sino que se identifica con
toda la realidad humana del enfermo y la carga sobre sus hombros a la manera de aquel
siervo sufriente descrito por el profeta Isaías: “El justo siervo del Señor liberará a muchos
pues cargará con la maldad de ellos” (53,11).

b) Entrega total de la persona de Cristo. En esta acción sanadora de Jesús notamos


una entrega total de su persona. Una acción que parte primero de sus entrañas
misericordiosas, de una profunda conmoción interior, “se compadeció de él”, y luego se
exterioriza en la mano que se extiende hasta alcanzar el contacto físico con el hombre
llagado y marginado. Jesús no emite palabra alguna, lo primero que hace es tocarlo,
abrazarlo. El leproso necesitaba un abrazo, hacía años que nadie le abrazaba.

c) Ambos están consientes de que están transgrediendo la ley: el leproso al


acercarse y Jesús al tocarlo. Pero la fe de uno y la compasión del otro son más fuertes
que la ley.

d) Un milagro instantáneo. Al pronunciar Jesús esas palabras: “quiero, queda


limpio”, se produce inmediatamente la curación: “al instante”.

e) La sanación alcanza no solo a lo físico, sino también otros aspectos internos, más
escondidos pero quizá más dolorosos. Sanó su alma.

f) La acción sanadora de Jesús también es triple como triple era la exclusión del
leproso: le devuelve la salud, lo reintegra a su comunidad y lo pone en relación directa con
su Padre Dios.

3. EL EX -LEPROSO MISIONERO

a) El leproso curado sale a gritar no ya “contaminado, contaminado”, como lo


venía haciendo sino “curado, curado”. Divulga por donde va el hecho milagroso y la
fama de Jesús como curandero se extiende como reguero de pólvora. Entonces se invierten
los papeles. Jesús se ve obligado a buscar intimidad y quietud con los suyos en los
descampados mientras que el ex-leproso vuelve a su comunidad pregonando lo que Jesús
hizo por él.

b) Y así este maravilloso relato llega a su cumbre: la evangelización llevada a cabo


por este hombre es eficaz: con el testimonio de su curación convoca a la Galilea entera ante
el Maestro Jesús. Con su predicación personal consigue atraer ríos de gente hacia la
persona de Jesús. “Acudían (venían) a él de todas partes”. El progresivo reconocimiento
de Jesús por parte del pueblo, en este primer capítulo del Evangelio de Marcos, llega así a
su punto culminante. No sólo la fama de Jesús se difunde sino que –como una onda
expansiva- continúa creciendo la confianza en Él. Esto es lo que logra el primer misionero
del Evangelio. La lección es muy clara: ¡Quien tiene una experiencia fuerte de encuentro
con Jesús y queda tocado por él no se puede quedar callado! La meta de la predicación es
lograr que todos se enteren. Jesús no es para unos pocos es para todos.

4. EL LLAMADO A ACERCARNOS A JESUS


LOS PRESOS

Un juez iba a liberar a un preso de la cárcel, por lo que hizo pasar a uno por uno a una
"entrevista" con el para ver quien merecía ser liberado. Al preguntar al primero por que
estaba allí este dijo:

- "Estoy aquí porque me calumniaron y me acusaron injustamente"

Llamó al segundo y este contestó:

- "Estoy aquí porque dicen que robé, pero es mentira"

De esta forma fueron pasando todos los presos y se declaraban inocentes. Hasta que llegó el
último quien dijo:

- "Estoy aquí porque maté un hombre. Hirió a mi familia y perdí el control y por eso lo
maté. Pero hoy me doy cuenta de que lo que hice estuvo mal y estoy muy arrepentido"

El juez se levantó y dijo:

-Voy a liberar a este último preso.

Todos se quedaron perplejos y dijeron. Pero ¿por qué lo vas liberar a él?

El juez contestó:

- El castigo es para los que esconden su falta. La misericordia para los que reconocen su
falta y se arrepienten.

Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados, no prosperará: Más el que los confiesa y se
aparta, alcanzará misericordia.”

ORACION.

Juan Wesley oraba: “permite que yo sea nada, y que Cristo sea Todo en todo”.

Ignacio de Antioquía oraba: Señor, ayúdame a, no solo hablar la verdad sino a


transformarme yo mismo en la verdad. Que no solo pueda ser llamada cristiano, sino que
viva como una cristiano.

Prof. Jimmy Vázquez

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