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eventualmente, prostituirse en
cuanto mich, sin necesidad de proceder a un corte
abrupto en la
apariencia masculina normal.3 Curioso comercio,
donde los normales
aparecen prostituyndose para los desviantes.
Cabe inquirir, sin
embargo, en qu medida ese parodiar no es como
dice Germn
Garca (1986) a propsito de Os-[12]valdo
Lamborghini un para
odiar, o, en otros trminos, qu grado de
minorizacin (de devenir
minoritario.) se desliza, acaso, en esa
sensualizacin sobrecargada del
paradigma masculino, bien al gusto de un pblico
homosexual; si ella
no develara, en su impostura, cierta cualidad
intensiva presente
aunque encubierta en el patrn de hombre
dominante.
Si, como quiere Paul Veyne (1982), cada prctica
lanza las objetivaciones
que le corresponden y se fundamenta en las
realidades del
momento, o sea, en las objetivaciones de las
prcticas vecinas, no se
pueden desconocer ciertos mecanismos similares
entre el oficio del
mich y la prostitucin de travestis y mujeres. Sin
embargo, estudiar
autnomamente la prctica de la prostitucin viril
incita a deshacer la
asociacin corriente entre la venta de favores
corporales y la femineidad.