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ACADEMIA LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE LA IDEOLOGIA A LA IDENTIDAD Enrique Larafia Joseph Gusfield cIs iene = TRADUCCION: ANTONIO RIVAS y ENRIQUE LARANA, REVISION TECNICA: ENRIQUE LARANA ‘COlecci6n ACADEMIA “Tod ow dveenos ressnado, Prot a vprucé toto parc! do un obra pr cuaiqurpoceiminta a sea geo, elsctsicn, sa, {pines mecanco, toc, oe} yo atracenametooVarsraion oso: ‘Srneros on sopee nagecen, oes, vases © de calor OF ‘po sn perso expose dl eat Primera adeidn, en espa, 198 os Montalban, 8. 28014 Masia Impreso y hecho en Espana Printed ane mace in Spain Diseio de la colecc6n: Disafio A- UNO ‘wipO: 00493-0007-5 ISBN: 84-7475-203-0, Depoate legal M. 38382-1998 Fotocompesiciin e impresidn: GRAFICAS ARIAS MONTANO, S. A. Gira, de Sen Martin oo Valdeiglesias, Km, 4400, Pol. Ind. 6 de Méstoles, A Victoria e Irma Indice Pretacio ... L_ CULTURA € IDENTIDAD EN LOS MOVIMIENTOS SOcIA- LES CONTEMPORANEOS, 41. dentidades, ideologias y vida cotidiana en los nuevos mo- vimeries sociales, Hank Johnston, Enrique Laat y Joseph Gustield ae Cultura y movimientos sociales, Doug McAdam 3. Ideologia y utopia después del socialismo, Ralph Turner. 44. La reflexividad de los movimientos sociales: revisién de las teorias sobre la sociedad de masas y el comporta- miento colectivo, Joseph Gusfield : 5. Qué hay de nuevo en los nuevos movimientos sociales?, Alberto Melucci 6. EI contexto politico de ta racionalidad: las teorias de la eleccién racional y la movilizacién de recursos, Myra Marx Ferree... Bea ert rea ten ene ganizativos, Bert Klandermans : . Marcos de accién colectiva y campos de idertidad en la 7 construccién social de los movimientos, Scott Hunt, Robert Beniord y David Snow 93 Indice Pag. Il LOS ACTORES COLECTIVOS EN LOS NUEVOS MOVI- MIENTOS SOCIALES 9. Continuidad y unidad en las nuevas formas de accién co- lectiva. Un andiisis comoarado de movimiontos ostudianti- les, Enrique Larafia 10. Identidades colectivas y redes de conflicto: el origen del movimiento feminista en los Estados Unidos, 1960-1970, Carol Mueller oe 3 Activisias, autoridades y medios de comunicacion: e! mo- vimiento contra la conduccién bajo los efectos del alcohol, John McCarthy A Il, IDENTIDAD Y ACCION COLECTIVA EN CONTEXTOS -- POLITICOS EN TRANSFORMACION 12. Nuevos movimientos sociales y viejos nacionalismos regio: nals en Espata y ola angus t Unién Soviética, Hank Johnston .. : Transicién a la democracia y accién colectiva en Hungria: ecologistas, taxietas y anticomunistas, Maté Szabé 14. Movimientos sociales en Esparta: del modelo tradicional a la modernidad postfranquista, José Alvarez Junco 15. The Party is Over; Qué hacer ante la crisis de los parti- dos politicos?, Richard Flacks ........ Log autores ime ince do nombros ... 287 321 369 393 413 aaa @ 467 an Prefacio Este libro tiene su origen en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander en el que participaron casi todos los autores con las primeras versiones de sus capitulos. Aquel encuentro se produjo en un momento oportuno para partici- par en el intenso debate que esté teniendo lugar en la actualidad so- bre los movimientos sociales, debido al creciente interés que estan suscitando en las instituciones académicas y en la opinién publica. El papel central que han desempefado los movimienios sociales en la brusca transformacién de los sistemas comunistas en los paises del Este de Europa ha supuesto un desafio a las teortas prevalecien- tes en este campo. En los patses avanzados de Occidente, ese de- bate ya estaba planteado por el surgimienio de nuevas formas de acci6n colectiva y el declive del movimiento obrero, El drea de los ‘movimientos sociales brinda una perspectiva clave para el anélisis de los conjlictos que se multiplican en esos paises, porque permite vincular el nivel abstracto desde el que suele formularse su interpre- tacién con datos empiricos sobre las organizaciones. y los actores que los protagonizan. Por ello, es hoy uno de los campos de espe- cializacién con mayor relevancia en la sociologia internacional. Los ‘movimientos sociales se sitian hoy en el centro del debate sobre las transformaciones que se estén produciendo en estas sociedades y constituyen los referentes empiricos en los que se fundan algunos de los conceptos mas empleados en su estudio, como los de «identi- dad», linen bechoe objet jetivos. Después de todo, muchas situaciones que po- ie Es Uy problema Soeal BENET Taevlablemente un movimiento social. La teoria de la movilizacin de los recursos reconoci este hecho en la medida en que postlaba que los recursos desempefian un importante papel en la produccién de movimientos sociales. Sin embargo, ese enfo- eo om on canadensis genase meson = aves de : cuales las personas atribuyen signi [oa Tos acontecimientos ¢ inter- rerun Tas Siuaciones- Los onalniae de Tos movimientos sociales son cada ‘Yexmiis comeientes de que indians acttn eo yaaa queer 4 ee objeto de percepciones diferentes| Este principio tiene validez no sol lcas0 de Tas reivindicaciones sino también en relaci . Oportunidades politica y resultados de la accién colectiva. En los cinco afios transcurridos desde que. comparé por primera vezla teorfa de la movilizaciéa de los recursos y el enfoque de los nuevos. ® 104 Laconsrucin social de a protest ‘movimientos sociales, a critica que se ha ido produciendo en este campo hha estimulado un creciente interés por los temas que estos enfoques des- cuidaron, En estos momentos, proliferan nuevos concepios y teorias que hhan generado el enfoque de la construcci6n social de los movimientos pero todavia no existe una literatura sistematizada al respecto. Mientras que unos investigadores describen el discurso publico de la sociedad, otros disertan sobre la comunicacién fe ls oF nes de Jos movimientos sociales, mientras que ciertos autores consideran a la is pto eave, otros sefalan la importancia * -——-de laGberacion cognitvayAunque cada uno de estos conceptos ext rel jonado con la constfuccién social de Ta protest, Ta relacién enire ellos sUfsdarsecotre Urano ls palabras de Gamison y Modigliani (1989), \__ Jas creencias colectivas 3e Ran de comeebir-diatéctic mente, «io existe un | degamento Sin Su Contfario» (p. 6), De modo similar, Oberschall (1989) Fae cancion alos rmmdepeasamicnto y a los sistemas de significado que difieren de los més extendidos en la cultura dominante y los grupos dinigentes y que obreviven en determinadas aubcultuas y enclaves so: ex ywclecos vale (p18). En segundo loge y camo afirma (Gills 199), losses humans siempre nn edo capsid com serie, Toda moneén tiene dos cans; todo arfumeno tienes TEnto contrario, Puesto que los individuos tienen esta basica capaci- dad de objetar, siempre existiran miembros de une comunidad que se desvien de las creenc Y.a pesar de los mecanismos que neu- tralizan la disidencia((Oberschall 1989), estas personas llevan dentrodest_— In somilas do la transtormeciot— Pinu sc Ov Ags) ON | Ex otras palabras, las ereencias se contestan, rechazan, refortian ( y defienden dentro y entre os grupos. Las actitudes y opiniones son justi- ficaciones que se desarrollan en los de lugar dentro del (ion y Potter (1983) han demostra- los de opinién de los perié- ps grupo sobre temas polémicos, como do en suestudio de los edtoriales those on nna sy Uitarios de Sen Pablo en Bristcl (GB); extos dosin- ‘festigadores observaron que las explcaciones dadas de los disturbios se_ fueron construyendo gradualmente como negaciOn de olras versiones al yas. Los esquemas explicativos solian elaborarse desde el contras- ‘fe com explicaciones alternativas presentadas como «equivocadas». Los acontecimientos y debates pueden ir cambiando a lo largo del tiempo la importancia relativa de los distintos sistemas de creencias colectva como demuestran(Gamson y Modigliani (1989) con su estudio de lain” fluencia de los distntos paquetes ideo!égices respecto a la energia nucle- ar. El cambio en las crcunstancias y los acontecimientos externos hacen ug algunas creenclas sean. mleiG: defendibles ¥ sus defensores menos Grefbiee En conseeiene ja, el apoyo que Ia sociedad presta a estas creen- cia desaparece ea favor de aquéllas con las que compiten. Los acontecimientos importantes tienen un impacto sobre las sero lgmpre 3 Traves de 1s HOS We Ta TateTae Conan 194 © a 7 hsteeprass alee pia Uy bet” acontecimientos a través de su(Ctiquetatioy Gtegorizaci6p| Por tanto, la transtormacion de las creencias colectivas es un proceso que se desarro- lla necesariamente de forma gradual, como sucede con el desarrollo del Conocimiento cientfico (Zeegers, 1988; Zeesers y Janse, 1988). Los si- tesos ycicunstancias externas erosionaban as creenias exstentes. Por ea ste as enc jeu ds leat j lastscusies co Tectivas no son complementarias. Las contradicciones que surgen entte ellas exigen buscar nuevas soluciones. Esta busqueda, una vez mds, no se realiza en el ailamiento. La comunicacién por medio del didlogo es hese ental a ote dav acqllegictontcciatcutosly,optateees {que resultan amenazadoras, y un mecanismo necesario en este sentido evils at abrir al Geilo de counnicacioa para eacoatrar nuevos ia: is (seats aa pase cour al redatatr’ te cance, (Wilde. meersch y Leirman, 1988). Las movilizaciones de protesta exigen una transformacién de las, creencias colectivas y compartidas por sus actores sociales. Los pérrafos precedentes han dejado bien claro que esos cambios no se realizan fécil- mente, Por todo ello, no deberfa resultar sorprendente que los actos de protesta sean la excepcién mds que la regia. Sin embargo, lo que sf est claro es que las protestas ticnen lugar y que las creencias colectivas cam- bian tanto antes de la protesta como a consecuencia de ella. La construccién social de la protesta Antes de seguir con un andlisis més detallado, me gustarfa plantear dos ejemplos de creencias colectivas que se transforman en el proceso de ri del significado de Ta protesta: sus reivifGRaciones y expecta easaeemto (Rldennns, DOB). oe Reivindicaciones. Un importante aspecto de la construccién social Ja protesta es el desarrollo de un marco de injusticia (Gamson y otros 198279 Turner y Killian, 1987), por el cual ciertas situaciones llegan a de- inirse como injustas y los agravios que suscitan se transforman en reivin- dicaciones. Defi ces del problema, sugerir soluciones de tipo co- Ikctivo con preferencia a las individuales@lefinix un antaganista son to- dos ellos elementos cruciales en el proceso de interpretaciGn de las rei- vindicaciones (Gamson, 1989; Snow y Benford, 1988). Tiemney (1982) nos da un ejemplo de esto en su trabajo sobre Ia creacién del problema de las 135 Ber Klandermins agresiones fisicas a ls esposas, al descrbir el proceso por el que, en me- nos de diez afios, el pegar a la mujer se ha transformado «de asunto de vergiienza y sufrimiento privados en objeto de preocupaciéa piblica» 208). Expectativas de exit, En la abundante literatura sobre el tema de protesta se afirma que éstase lleva 2 cabo ena creencia de que las rei- vindieaciones pueden ser eliminadas a través de la acci6n colectiva que realizan los que estan en contra de ella (Delgado, 1986; Ennis y Schreuer, 1987; Fantasia, 1988; Gamson, 1989; Martin, 1986; MeAdam y otros, 1988; Oliver, 1989; Rule, 1988, 1989). En otro lagar (Klandermans, 1984) he demostrado que las expeciativas de éxito se pueden descomponer en aspects tak chen) eee a mn colectiva:.b) la eficacia de See eee epee individuos. Ninguna de estas expectativas se puede dar por supueste; cada una de ellas ha de ser construids socialmente, es decir, en interac- “Gién con otros partiipantes potenciales en ella. Por ello, una a lectiva tiene algo que ver la profecia que «se cumple a si misma»: cuanto imés convencidos estén los individuos del éxito que va a tener su accién colectiva, mayor probabilidad de que se materilice una accion de masas, y de que Se produzea una respuesta por parte de las autoridades. La otra cara de la moneda e& la xignorancia de la mayor‘am: si ninguna persona lleva a cabo una accidn visible respecto a determinada cuesti6n, la pro- testa colectiva parece inconeebible. Extendiendo este razonamiento a otros campos, Rule (1989) sostiene que «que otros toman en serio una fausa, que con anterioridad podria haber oftecido una posibilidad de protesta estrictamente hipotética, puede hacer que los potenciales parti- cipantes cambien su postura> (p. 154). {Como se producen transformaciones como las deseritas en los pé- rafos anteriores? O, planteando la cuestin de una forma més general, {oémo tiene lugar la construccién social de la proteste? La respuesta a testa pregunta depende del nivel de construccién de significado que consi- el discurso piblico y la formacién y transformacién de los ‘identidades. eam Ds cominicacién persuasiva dé Ta organ sis oponentes ¥ Tas ofganizaciones de los contra~ fhovimiente, ye) l concencacion durante episodios de protesta. En) cada uno de estos niveles, el proceso de construccién de significado tiene, su dindmica propia. Podemos llegar a esta conclusi6n a partir del andlis de los distintos grupos que participan en la accién, El discurso publico y la 198 La constrccin socal dela protesta formacién y transformacién de las identidades colectivas en principio con- cieme a todos los miembros de la socedad o bien a un sector especifico de la misma, La comunicacién que tiene como meta la persuasién afecta tinicamente a aquellos individuos que constituyen su objetivo, y la con- cienciacién durante episodios de accién colectiva afecta sobre todo a los. que participan en la accién colectiva, aunque también pueden incidir en Jos espectadores que simpatizan con ella. Las creencias colectivas se for- {U{'man y transforman en todos los niveles, y sin embargo el primer nivel afgeta a procesos difusos de construcci6n de significado de una sociedad, el segundo comprende los intentos deliberados de los aciores para persua- dir yet tercero abarca las discusiones entre los participentes y expectado- tes de la acci6n colectiva. En cada uno de los riveles pueden tomar parte ‘unmimero mayor 0 menor de individuos. Como se ha dicho més arriba, el rasgo distintvo de la creencia colectiva es su naturaleza compartida, y no el mimeo de individuos que la comparte, Los tres niveles no son independientes entre sf. I primero es el més general y en él tienen lugar los procesos a largo plazo de formacién y “transformacién de las creencias colectivas. Aqui es donde se forman las identidades colectivas que determinan los limites de lascampafias de mo- vilizci6n, En el segundo nivel, los se:tores en pugna tratan de moviizar tlconsenso buscando un apoyo a su stuaci6n en las creencias colectivas de distintos grupos sociales, La dlfcultad para alinear estos grupos ser mayo mex en tuned dee srepanci extent entre a defniion de la situacién de un actor y las creencias colectivas (que se forman en el |, Giscurso pablico) desu grupo de portenencia, El terer nivel afecta exelo- sivamente a los individuos que toman parte en un episodio de protesta colectiva o que son simples observadores del mismo. En este nivel pode- ‘mos encontrar individuos que cambinn de perecer dristicameate como consecuendia de la confrontacién directa con sus oponentes y competido- res. En cualquier caso, debemos tener en cuenta que los activistas que participan en un movimiento y los espectadores comparten desde un principio al menos algunas creencias colectivas, y que lo més probable es {ue tengan éxito los intentos de inflirse mituamente entre individuos ve comparten las mismas ceencias colectivas, como se expuso antes La construccién social de la protesta puede considerarse como un proceso acumulativo en el que cada uno de es0s niveles pone las condi- Jones pare el siguiente. Hasta el momento, ls literatura sobre los movi 19 Bert Klandermans \ rientos cociales noha realizado una distinciéa sistemética entre e308 tres niveles det proceso. Por ejemplo, en el debate sobre les diferentes proce- soe de ereaciGn de marcos de referencia, Snow y sus colegas no hacen ninguna distincién entre dichos niveles cuando analizan las diferentes clases de procesos de creacién de marcos, desde la conexi6n de marcos Grame bridging) basta la transformacién de marcos dentro del mismo contexto, Por otro lado, estin los que estudien un determinado nivel del proceso de construccién social y sostienen la superioridad de su propia perspectiva, al tiempo que critican a otros acedémicos por estudiar un ni- vel distintoy olvidar variables fundamentales (ct. Fantasia, 1965, Hirsch, 1990; Melucci, 1988; Schrager, 1985). Sin embargo, no existe ninguna ra- z6n para considerar que un nivel sea mas significativo que otro, y menos ‘ain para calificar de mds o menos importante una investigacién en fun- Gién de que se centre en uno u otro nivelCada nivel puede y debe ser es- tadiado por separado, ya que tiene un marco y dindmica temporales que Je son propios, pero debemos sér conscientes de que el proceso de la ‘construccién social se realiza en los tres niveles. 2 El discurso piblico y la formacién y transformecion de las ident- dades colectivas Las cuestiones sociales 2¢ debaten on los campos dela acciGn y el discurso piblico (Gamson y Modigliani, 1987; Hilgartner y Bosk, 1988; Rucht, 1988). Jenson (1987) afirmaba que para que ,un pro- biema se convierta en el motor de una protesta necesita tener acceso al espacio del discurso piiblico, cosa que —en su opinién— el movimiento feminisia fue capaz de realizar. La misma cuesti6a puede estar en progra- ‘mas y reivindicaciones diferentes que deben competir entre sf para ganar In atencién dentro de un campo especifico. Por ejemplo, la seguridad de has plantas de energia nuclear fue objeto de debate enite los fise0s nucle- ares mucho antes de que se convitiera en un problema para los politicos, Jen la Europa de los aos ochenta el problema de la energla nuclear perdi su importancia al entrar en competencia con l cuesti6n de las ar- ras nucleares. {Enel discurso péblico los argumentos se desarrollan en respuesta contraargumentos, nueva informacién y nuevos acontecimientos. El di curso de los medios de comunicacién se°ha convertido en un elemento fundamental en este conterto, Aunque ese discurso varfa en funcion de la importancia que los periodistas conceden a los aconteciinientos, el ‘contenido del debate se desarrolla 2 lo largo del tiempo, como muestran ‘Gainison y Modigliani (1987) en su estudio del discurso de dichos medios \ \ La consrucisn social la protesa sobre la energia nuclear. Mazur (1981) describié Ia evoluci6n de la cues- lion de la cueigia nucle mustiaudy que ot Je eave 4 pertos —s favor y en contra— fue recogide por los periGdicos en res- puesta al aumento de la conciencia general sobre las cuestiones del me- dio ambieate. La creciente atenci6n prestada por esos medios creé un cli- rma que favorecié un mayor apoyo para el movimiento antinuclear. Esto hizo posible que se movilizara una oposicién més numerosa, lo cual pro- yjo més cobertura en los medios d= comunicaciGn y asf sucesivamente ‘A lo largo del tiempo, esta clase de procesos puede producir cambios “ubsianiales en la opinién piiblica, como han mostrado'tanto Gamson y ‘Modigliani (1989) como Mazur (1988). Auncue ese cambio es aceleraéo yor aécidentes como los de Three Mile Island y Chemobyl, es evidente ‘en ambos estudios que esos acontecimientos pudieron actuar en este sen tido solamente en el contexto de un clima de opinién ya favorable, y algo parecido se puede decir en torno al tema de las armas nucleares (Ro- chon, 1988; Schenink, 1988). ye Las organizaciones de los movimientos sociales por sf mismas puc~ den ejercer in profindo impacto enel discurso de los mass media —al si- tuar los asuntos en tunos marcos de referencia, definir as reivindicaciones y poner en escena acciones colectivas que laman la atencidn de los me- ‘ios de comunicacién. Sin embargo, el mensaje de los movimientos sucle ser sesgado por los medios de comunicacién en un sentido que no siem- pre es favorable al movimiento (Gitlin, 1980). Son objeto de esta clase de influencia'no sélo la interpretacidn de las reivindicationes de un movi- ‘miento sino tafibién sus expectativas de éxito, El conocimiento de las ac- ‘ones que otros han realizado con éxito puede cambiar un estado de ni ro caracterizado por la desesperacién en oiro cargado de esperanza, y motivar asi una nueva aceién colectiva (Delgado, 1986, McCarthy y Harvey, 1989; Oliver, 1989; Rule, 1989). Segin Tarrow (1989a) éste es el mecanismo més importante en la producci6n del momento dlgido en un ciclo de protesta. En los pérrafos anteriores se ha discutido el diseurso pablico de ‘medics de comunicacién de masas. La misma importancia para ese diseurs6 tienen los individoos.que-procesan la informacién transmitida porTés medios. Como se ha expuesto antes, Ia informacién no se proce- 54 poF inividuos aislados sino en la interaccin con otras personas en circulos informales, grupos primarios y-redes unidas por relaciones de amistad. Mucho de lo que suicede en estas redes guarda relacién con la 19 Ber Klandeemaas formacién del conseaso (Klandermans, 1988) a gente tiende a dar val $Y lide ala informacién comparando y discutienYo sus propias iterpreta- cloves con las de sus otros signlicaivos (Festinger, 1954), sobre todo Sera ta nates coat Vac peers co sus opiniones con les de los individvos que comparten su misma op nién. Por regla general, el conjunto de individuos que interactiian en las redes sociales de las que uno forma parte —especialmente las redes de amistad es relativamente homogéoco y compuesto de gente no muy diferente a uno mismo. Estos procesos de comparacién social producen”) -Wentidad ) definiciones colectivas dé la situacién. La ma colectiva o social es fundamental pars esta clase de interaccién, la auto- definicién del individuo en términos de su pertenencia a un grupo —o de su categoria en él (Hewsione y otros, 1982). Puesto que se identifi- ‘can con un grupo o con una de sus categorias, los individuos estan dis- puestos a adoptar las creencias y normas que definen esas categorias (Tumer, 1582). La difusién de la conciencia feminista puede servir ‘como ilustracién. Klein (1987) describe los draméticos cambios en la di- visién sexual del trabajo que proporcionaron a las mujeres una nueva identidad social de «mujeres como trabajadoras» més que de «mujeres como madres», Esta nueva identidad no llevé autométicamente a un ac- tivismo politico, pero creé nuevos baremos de comparacién social que generaron la creencia de que esa categoria social habia sido tratada de luna manera injusta, y ésto fae un motor para el activismo politico. En su descripcién de las primeras etapas det movimiento holandés por la paz, Schennink (1988) demuestra que en los afios setenta se desarroll6 luna red de grupos relacionados con la Iglesia y constituidos por micm- bbros de ésta, que empezaron a definirse a si mismos progresivamente como miembros del movimiento por la paz. Esta red lleg6 a desempe- far un papel crucial durante las movilizaciones de masas de los afios ochent foeeneyag a0 Por ello, el discurso piblica implica una influencia reciproca del _discurso de los medios de comunicacién y uns interacci6n interpersonal en la cual las creencias y las idéntidades colectivas existentes desempe- flan un papel fundamental. Aunque los medics de comunicaciGn de ma- sas son de vital importancia a la hora de enmarcar Jos-argumentos y _contraargifentos del discirso piblico;Je-verdadera formacién y trans | formaciGn de las creencias colectivas tiene lugar en la interaccisn inter- | personal dentro de los grupos y calegorias sociales con las cuales se) ae Ls construed social deta protesta identifican los individuos, Estos pueden ser pequefios grupos de indivi- duos que interactian en la vida cotidiana (colegas, amigos, personas que comparten el wo de sus automéviles particulares), pero también categorias sociales mas amplias a las que pertenecen los individuos (blancos, trabajadores, granjeros, europeos, afiliados a los sindicatos). {Los argumentos y contraargumentos que destacan los medios de comu- nicacién pueden tener mas 0 menos resonancia en estos grupos en fun- ign de sus creenciss colectivas preexistentes. Ocasioaalmente, el dis- ‘curso publico puede destacar Ia pertenencia a un grupo o categoria de- {erminada; pot ejemplo, un debate sobre los impuestos de tréfico puede reforzar la identidad colectiva de los conductores. En la medida en que las Gréencias de un individuo coinciden con un elemento del discurso pablico, el individuo se identifieard con ese elemento y adoptard aque- lias que pasardn a ser parte de las creencias colectivas de un grupo. La comunicacién persuasiva de las organizaciones de los movi- ‘mientos, desus oponentes y de las organizaciones de los contramovimien- tos La construccién social de la protesta se desarrolla en el contexto de las campaitas de movilizacién y contramovilizaci6n cuando los diferen- tes actores de un conflicto social tretan de persuadir a los ciudadanos concretos para que tomen un partido determinado. De manera diferen- tea lo que sucede con la formaci6n y transformacién de las identidades colectivas, este nivel se refiere a los esfuerzos deliberados por influic on las creencias de las personas. Las organizaciones de los movimientos, sus oponentes y las organizaciones de los contramovimientos tratan por igual de convencer a los individuos particulares de que tienen toda la raz6n. Los organizedores de los movimientos son «factores de recons- truccion sociale, por citar a Delgado (1986, p. 76), construyen un punto de vista alternativo de Ia realidad social. Esta dimensién de la protesta se manifiesta de variadas formas, como declaraciones oficiales, material impreso, encuentros que tienen por objetivo la persussi6n, debates con las organizaciones competidoras, con los oponentes y con las organiza- ciones de los contramovimientos. Sin embargo, la construccién social, de la protesta tiene un aspecto mucho menos visible. Al igual que suce- de con el ciscurso de los medios de comunicaci6n de masas, le comuni- cacin persuasiva no es procesada por individuos que viven aislados, sino que supone intereambios interpersonales. Los individuos que estén fen el punto de mira de una campaia comentan sus contenidos con Ia {gente de su entorno, y, de este mode, son contrastados con las creencias 201 Bert Klandermans colectivas de los erupos y categoria con los que se identifica el indivi- duo. De nuestra discusién anterior se puede deducir que los estuerzos de un actor serén tanto més exitosos cuanto mayor sea la capacidad de hacer referencia alas creencias colectivas de las personas a les que trata de convencer. Sin embargo, aunque: es probable que el actor sienta que sus argumentos pueden encontrar apoyo en las creencias colectivas de un grtpo, de todos modos no es el actor sino los miembros del grapo los que deciden sobre esto en su interaccién. Este aspecto de la movilizacién del ‘consenso no ficil de observar desde el exterior, también es mu- cho menos conirclable porel actor ¥ el resultado mas plausible de ello es que sélo se persuade a aquellos individuos que ya comparten al menos algunas de las creencias colectivas con las que se identifica un actor como, por ejemplo, se demostr6 en el estudio de Di Giacomo sobre una protesta estudiantil en una universidad flamenca (1980). El alineamiento de marcos (Snow y otros, 1986; Snow y Ben- ford, 1988) y la movilizaci6n del consenso (Klandermans, 1984 y 1988) son los dos conceptos propuestos para conceptualizar la comunicacién ppersuasiva de las organizaciones de los movimientos. Aunque se destina- ban al andlisis de las campafias de persuasion de un movimiento social, también pueden aplicarse a las campaiias de los contrarios y a las organi- zaciones del contramovimiento. De lo antes expuesto resulta claro —de hecho, 1o mismo sugieren Snow y otros (1986)— que la conexiGn enire los marcos de referencia es la via més importante para el alineamiento ‘entre individuos y organizaciones. Nos podriamos preguntar si existe otro camino en erte sentido. Efectivamente, es bastante dificil mantener dentro de la causa a los primeros simpatizantes a pesar de la corriente de contraargumentos que suele producirse. Aunque la polarizacién entre distintos sectores tiene un efecto homogeneizador en las creencias de cada uno (Mueller, 1990), también incrementa la disonancia cognitiva de los individuos que se sitdan en esos grupos (Bolce, Maio y Muzzio, 1986). En un reciente trabajo sobre la disminuciGn del apoyo durante las cam- pafias de movilizacién, Klandermans y Oegema (1990) han éemostrado que los partidarios del movimiento pacifista que se identificaban con aquellos partidos politicos contrarios a este movimiento cayeron bajo el fuego cruzado de sectores opuestos, y en muchos casos retiraron su apo- yo a este movimiento. Nos infrecuente que sea la misma cempafia del movimiento la que evoque los contraargumentos que hacen que algunos de los simpatizantes iniciales eambien de parecer, como se manifiesta en | La consrvecin svi de la protesa la discusion de Mansbridge sobre Iz lucha a favor y en contra de ERA (1980) y ea el analisis de 10s movimuentus Leuunista y authicmiinista team zado por Chafetz y Dwokin (1987a yb). La movilizacién del consenso trata entre otras cosas de fines y me- dos, y en buena parte depende del modo en que se enmarcan los fines y Jos medios de la protesta. Las reacciones que un individuo experimenta ante los fines de una protesta no s6lo dependen del contenido de sus rei- “Vindicacicnes, sino también del modo en que esas demandas son simbo- Tzadas 6 presentadas al pablico (Conover y Gray, 1983). En consecuen- “Gia, Ios objetivos de la campafa realizada por un movimiento se identifi can con el esfuerzo por impedir que suceda un mal colective més que con el de producir un bien para todos (Mitchell, 1984); los éxitos del pa- sado se recuerdan bien (Waddington, 1986); y se usan sfmbolos de con- ‘densacidn en lugar de simbolos de referencia para definir los problemas a debate pablico (Edelman, 1964). El hecko de identificarse con una causa no significa neceseriemente que los individuos tomen parte en una seein de protesta. La raa6n es que las actividades de protesta tienen metas coneretas, y no se puede dar por supuesto que los potenciales par- ticipantes consideren que esas metas estén relacionadas con sus insatis- facciones y aspiraciones. Tampoco se puede suponer que la gente piense que !a participacién en el movimiento sea eficaz. Los fines y los medios de la protesta tienen que ser legitimados y éste es el reto al que ha de hacer frente la organizaciéa de un movimiento a la bora de movilizar el consenso. Estas legitimaciones se generan en la confrontacién con orga- nizaciones rivales, oponentes y contramovimientos (Chafetz y Dworkin, 1987a y b; Conover y Gray, 1983; Mansbridge, 1986; Mucller, 1990). La ‘redibilidad diferencial'determina el impacto de las diversas fuentes de informacién (Klandermans, 1988; Thorne, 1975). Naturalmente, a gente ‘onficre mayor eredibilidad a loe grupos y organizaciones con los que se identifica que a aquellos con los que no se identifica. En consecuencia, en muchas ocasiones se puede decir que la movilizacién para el consen- s0 consiste en predicar al que ya se ha convertido a la causa, Enresumen, la movilizacin del consenso es una cuestién de poltt- «a simbética, es decir, una lucha por ver de quién proviene la definicién Simbélics de la situacién que prevalece (Edelman, 1964). Paralela a esta lucha se desarrolla la construcci6n social de significado: las cuestiones a debate piblico se vuelven a defini y los medios, la eccién y sus resulta- dos se evalian de nuevo: las organizaciones del movimiento social, sus ‘Ber Klandermuns ‘oponentes y las del contramovimiento pierden credibilidad; sus ereencias ¢ ideologias son puestas en tela de juicio 0 refutadas, y las organizaciones rivales son presentadas como poco fiables La concienciacién durante episodios de protesiz. El proceso de construccida social no se puede dar por acabado una vez que los indivi- ‘duos deciden, por la raz6n que sea, acherirse a una accidn colectiva. Muy ‘al contrario, la participacién en ella parece asociada a una «expiosién de conciencia» (Mann, 1973). En su estudio sobre el Movimiento por la Libertad de Expresién en Berkeley, Heirich (1968) mostré de forma con- vineente que durante la «espiral del eonflicto» que se desarrollé tuvo Iu gar una genuina reconstruccién de Ia realidad social. Los organizadores de las campafias saben que durante los episodios de accién colectiva le concienciacién de los participantes experimenta un aumento considera- ble y que algunas organizaciones de base usin las movilizaciones para ‘erear consenso. El modelo ACORN, por ejemplo, capitaliza el impacto de las acciones colectivas coronadas por el éxito «para sumar desde su inicio Ja habilidad de Ia gente para cambiar su realidad social através de laacci6n colectiva» (Delgado, 1986, p. 85). Pero incluso cuando los or nizadores no aprovechan la acci6n colectiva para concienciar alos indi dduos, el simple hecho de participar en ella tiene una tremenda influencia fenas creencias de Ja gente. Por ejemplo, Walsh (1983) manifest6 que la asistencia a un mitin, audiensia o reuaién publica poco después del acci dente de «Three Mile Island» fue un factor clave a la hora de determinar quignes se convertisian en activistas del movimiento antinucleat. El i pacto de Ia accién colectiva en la concienciacién de la gente no se limita necesariamente a los que participan en los movimientos. También los simpatizantes pueden ser afectados de forma similar. White (1989), por ejemplo, descubrié que ver cémo el Estado reprimfa las manifestaciones ppara muchos irlandeses fue un motivo suficiente para prestar su apoyo al Ejército Republicano Irlandés. Estd claro que tal imp i tia con el actor colectivo, como lo demostr6 Reicher (1984) en su anzliss {e los disturbios de St. Paul. La concienciaciGn s6lo se produjo entre tos, espectadores que se identificaron con las grupos étnicos involuerados ea los disturbios. Hirsch (1986 y 1990) y Fantasia (1988) consideran hacen de la con- cienciacién durante episodics concretos de acsién el nucleo de st aproxi- ‘macién al estudio de la accién colectiva. No es accidental que la solidari- dad sea un concepto central en el trabajo de estos autores —un concepto Le construcin socal dela protesta {que usan para hundir a la identidad colectiva que se desarrollaba en el ‘curso de las movilizaciones por ellos descritas. Del trabajo de estos dos autores se deduce claramente que muchos participantes solidarios inicial- mente no estaban dispuestos a participar o eran simples viandantes, ‘como afirma el estudio de Hirsch sobre la protesta en la Universidad de Columbia, Sin embargo, ambos autores subrayan que la accién colectiva solo incrementa la solidaridad sobre la base de creencias colectivas pre~ viamente existentes. En la Universidad de Columbia, varios afios de mo- vilizaci6n del consenso promovida por un grupo llamado «Coalicién por tuna Surdfrica Libre» puso las bases de una protesta que tuvo mucho &i- to (Hirsch, 1990). Asimismo, la identificacién con los grupos de trabajo + existentes dentro de las empresas que Fantasia investig6, proporcioné las ‘bases para las «culturas de solidaridad» que se desarrollaron durante las movilizaciones que él describe (1988). Estos dos autores muestran que el dilema de la participaci6n en una accin colectiva se resuelve durante las movilizeciones. En el lu- gar donde se lleva a cabo la protesta, todos los implicados en ella ver Ta cantidad de gente que esté dispuesta a tomar parte en la misma. Si son muchos los que se manifiestan, las positilidades de éxito son ma- ‘ores: la constatacién de fuerza colectiva anima a la gente menos com- prometida. Esta observacién sirve para recalcar la afirmacién de Rule (1989) de que «el hecho de presenciar formas de accién que anterior- mente se tenfan por inconcebibles, o de. ver qué otros consideran la posibilidad de esa acci6n seriamente, Grea juna aueve disposicién para -actuar» (p. 157) Los episodios de una accién colectiva tienen un efecto duradero cn las personas que toman parte en ella, En los primeros se forman y transforman las identidades colectivas. El éxito de Ia huelga salvaje en tuna de las empresas que Fantasia investig6 (1988), cre6 una nueva iden tidad colectiva incorporando nuevas personas que acababan de tomar parte en ella. Los habitantes de la zona préxima a lugar conocido como “Three Mile Island» que acudieron a la manifestacion de Washington yelvieron a casa més militantes y conscientes de ser parte de un movi- miento de protesta de mayores dimensiones (Walsh, 1988). Los partici- antes en la primera manifestacién del movimiento por la paz holandés “que en su mayor parte era la primera vez que tomaban parte en un facto asi— se formeron una nueva identidad colectiva como partidarios {del movimiento por la paz, y casi sin excepeién volvieron a tomar parte ‘Bert Klandemans eraceee Jan (itandermans v otras 1988). La escasa in- vestigacién que se ha realizado sobre las consecuensias biogréficas del tetivismo sugiere que ostas identidades recién formadas todavia siguen vigentes después de muchos afios (McAdam, 1989), la cual refuerza el ‘proceso més general de la construccién del significado: la formacién y transformaci6n de las identidades colectivas. La construccién sociel de la protesta se produce en diferentes ni- veles y etapas: a) Los individuos nacen en entornos sociales donde hay creencias colectivas que describen ¢ interpretan el mando, son socializa dos en grupos y organizaciones que comparten un coajunto de creencias y entran a formar parte de grupos que tienen sus propias identidades co- leetivas; b) las organizaciones de movimiento, sus oponentes y las del contramovimiento tratan de persuadir a los individuos para que vean el mundo como ellos y sus intentos de persuasion serdin ms 0 menos exito- sos en funcién de que sus argumentos se puedan apoyar en excencias © identidades ya existentes. Puesto que esas creencias son compartidas por Jos grupos y categorias sociales com las que se identifcan los individucs, este aspezto clave en todo movimiento se planten en la interaccién inter- personal dentro de estos grupos 0 categorias; ¢) una vez. que los indi duos toman parte en una manifestacién su visi6n del mundo puede cam- biar radicalmente. Baséndose en las creencits ya compartidas, estas per- sonas desarrollan nuevas id

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