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JORGE CUESTA OBRAS TOMO II Pensamiento critico Epistolario Recopilacion de Miguel Capistran y Luis Mario Schneider Edicién de Miguel Capistran, Jess R. Martinez Malo, Victor Pelaez Cuesta y Luis Mario Schneider EDICIONES DEL EQUILIBRISTA 1994 LA NACIONALIDAD MEXICANA ¢Es México una verdadera nacién? Esta pregunta se le ocurre al lector del libro de Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México, que hace pocos dias aparecid. No se trata de una critica sistematica, sino de una serie de ensayos. Pero cada uno de ellos esta enfocado con el mismo propésito: analizar el contenido de nuestra nacionalidad. Y aunque se limitan a plantear la cuestion y no formulan una conclusién extrema, el lector se ve necesaria- mente conducido a confrontar el hecho de que la nacionalidad mexicana es una noci6n que corre el riesgo de carecer de objetivi- dad por lo mucho que le basta un sentimiento superficial para mantenerse a flote. El nacionalismo es una idea europea que estamos empeniados en copiar. gHasta qué punto corresponde en México a una reali- dad? Hasta qué punto es una pura fantasia, un puro producto de la imitacion de lo europeo?. No es este problema, estrictamente, el] que Ramos se propone, sino el que el lector examina después de que Ramos despoja a nuestra idea nacional de algunas falseda- des con que acostumbra ocultar su verdadera naturaleza. Pero ya en el momento en que ésta deberia mostrarse a los ojos, lo que el lector considera es que, acaso, la verdadera naturaleza de nuestra idea nacional esta en su caracter convencional y ficticio. El aspecto paraddjico del problema puede causar confusién en mas de un espiritu simple. Pues he aqui que se acusa de extranjeri- zante, precisamente al nacionalismo mexicano. Pero sélo un espiri- tu simple o uno de mala fe puede desconocer la seriedad filos6fica con que Samuel Ramos aborda la cuestién. Lo que consigue, en efecto, no es causar, sino deshacer una confusién que se ha mostra- do peligrosa. Al dia siguiente de nacida, la nacion mexicana entr6 en un Caos social. Se ha revelado en esto, sin duda, una inadapta- cidn de las ideas a la realidad, una inconformidad, si puede decirse asi, de la naci6n consigo misma. “Por ejemplo, escribe Ramos, cuan- do es promulgada una constituci6n, la realidad politica tiene que ser apreciada a través de aquélla, pero como no coincide con sus preceptos, aparece siempre como inconstitucional. E] lector debe 21 hacerse cargo bien de lo que queremos decir. Si la vida se desenvuel- ve en dos sentidos distintos, por un lado la ley y por otro la realidad, esta tiltima sera siempre ilegal; y cuando en medio de esta situacion abunda el espiritu de rebeldia ciega, dispuesta a estallar con el menor pretexto, nos explicamos la serie interminable de “revolucio- nes’ que hacen de nuestra historia en el siglo XX un circulo vicioso.” De acuerdo con las observaciones de Ramos, el caracter “revo- lucionario” de la historia de México ha sido originado por un de- sacuerdo entre la realidad mexicana y las ideas europeas a que han querido amoldarla constantemente las clases dirigentes del pais. Nuestra tradici6n, nuestro cardcter originales se han visto contradichos inmediatamente por las normas culturales importa- das de Europa, slo por esta raz6n: como la primera de estas nor- mas, a que todas las demas estan subordinadas, ha sido la idea na- cional, ha resultado que tratando de expresar una nacionalidad mexicana, se ha desconocido y falsificado nuestro caracter autén- tico, que no es el caracter de una nacionalidad. La nacién mexica- na ha tenido una existencia puramente convencional y politica; no obedece a una raz6n constitucional verdadera. Y por eso, al haberse dado la idea europea de nacién como la constitucional de ella, toda la vida de México ha adquirido un caracter ilicito y clandestino, como Ramos lo comprueba, gracias al cual se ha creado en la conciencia mexicana un malestar profundo, que es- talla a cada momento en expresiones violentas y desastrosas”. Se entiende mejor el problema si se considera el caracter hist6- rico de los nacionalismos europeos, que no han correspondido tan s6lo a una voluntad politica de los Estados, sino que se han encontrado provistos de un contenido tradicional en todos los 6r- denes de la cultura. Por mucho que se hable de una sola cultura europea, no puede desconocerse el hecho histérico de que esta cultura aparece concretamente en la forma de cultura nacional. Cada una de ellas es, a su modo, una integracion de las demas; cada una de ellas aspira a la universalidad; cada una de ellas aspi- ra a ser la expresién mas cabal de “Europa”; pero sin perder el ca- Acter nacional de su tradicién. Hasta cuando se ha concebido la \cién de una “naci6n europea”, aparte de que el nacionalismo, aun de un modo contradictorio, se ha infiltrado en la idea conti- ntal, no se ha pretendido con ello la refundici6én de las nacio- jades en una sola unidad cultural, sino, por el contrario, el equilibrio y la conservacion de las diferencias nacionales. 22 Ahora bien, en México la nacionalidad tiene un sentido exclu- sivamente intelectual, que no corresponde a una individualidad de la cultura ni a una necesidad de ella. Han sido penosamente estériles todos los esfuerzos para dar a la idea politica de la nacién mexicana una raz6n tradicional profunda. Ni siquiera es espafiola la tradicin politica de México, sino antiespafola. De aqui que hasta ridiculas aparezcan muchas de las tentativas por dotar a Mé- xico de un arte y una literatura “nacionales”. La idea mas infecun- da en el arte y la literatura mexicanos ha sido la idea nacional. Las obras nacionalistas no han logrado otra cosa que imitar servil- mente a los nacionalismos de Europa. El nacionalismo mexicano se ha caracterizado por su falta de originalidad, 0, en otras pala- bras, lo mas extranjero, lo mas falsamente mexicano que se ha producido en nuestro arte y nuestra literatura, son las obras na- cionalistas. Como una ironia del destino, encontramos que en el momento en que mas “nacionales” hemos sido es cuando nos hemos falsificado mas. Las consecuencias de este error sentimental han sido funestas en la vida de México. Ademas de las que sefiala Ramos en los 6r- denes psicolégico y moral, pueden sefialarse muchas por lo que respecta a lo politico y a lo econémico. La idea de que debemos tener, igual que las naciones genuinas, una economia nacional, se ha revelado particularmente ruinosa, creando barreras para la im- portacién de capitales mas baratos que el capital “nacional”; ce- rrando las puertas a la inmigraci6n, y obligandonos a consumir, como articulos “nacionales”, articulos falsificados. Es una idea co- rriente en el mercado mexicano, que los productos nacionales son generalmente una imitaci6n, una falsificacion de los extranje- ros. He aqui también a la nacionalidad como causa de una falsifi- cacion. Pues nuestra tradicién econémica tampoco es una tradi- cién nacional. Y en desconocer este hecho, pensando, que, como nacién que somos, somos como una nacién europea, s6lo estamos impidiendo que la “nacionalidad” mexicana se realice con su valor hist6rico original. Nuestro sentimiento “nacional”, para no destruirse a si mismo, tendra que escuchar la voz de Samuel Ramos y renunciar a vivir de la imitacién de lo europeo, que es lo mismo que la imitacién de la nacionalidad. Crear artificialmente un arte, una literatura, una moral, una economia nacionales, es como en México se esta corriendo el riesgo de vivir con una nacionalidad artificial y ficti- 23 cia, “El principio de las nacionalidades, dice Angel Sanchez Rive- ro, tiene historicamente sentido en cuanto crea organismos vita- les; no lo tiene si se convierte en un factor disolvente 0 en un obs- téculo”, Pues “la historia no respeta ms que aquellas formas capa- ces de eficiencia creadora”. Y el principio de la nacionalidad mexicana no sera una forma capaz de eficiencia creadora mien- tras sea una pura capacidad de imitaci6n. El libro de Samuel Ramos nos lo hace ver con una claridad que slo a los espiritus reaccionarios podra confundir. El pensamiento mexicano ha producido pocas obras tan auténticamente revolu- cionarias como El perfil del hombre y la cultura en México. Sdlo des- pués de este libro, la nacionalidad mexicana podra tener una con- ciencia fecunda de su verdadera significaci6n. El Universal, 1* secci6n, febrero 5 de 1935, p. 3. 24

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