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La naturaleza fractal de los sismos

La Tierra es un sistema dinámico. Comparte las mismas propiedades de todos los sistemas
dinámicos. En ella ocurren procesos físicos como respuesta a balances de masa y energía, y
una gran variedad de mecanismos disipativos. Las principales manifestaciones energéticas
involucradas corresponden a energía nuclear, térmica, gravitacional, de mareas, magnética,
química, y mecánica. El movimiento de más de una decena de placas tectónicas sobre toda la
superficie de la Tierra, como enormes fragmentos de loza de rocas rígidas de más de cien
kilómetros de espesor desplazándose a velocidades de varios centímetros por año sobre el
manto terrestre, es sólo una de las partes visibles de esta impresionante dinámica interna. Sobre
estos bloques de material rocoso reposan los continentes y los fondos oceánicos. Se mueven
unos respecto a otros produciendo un intrincado puzzle de formas y tamaños diversos. En este
escenario es donde toma lugar la transmisión de fuerzas entre placas. Sus fronteras se
deforman y allí toman lugar importantes desplazamientos entre ellas (terremotos). Este puzzle de
las capas más externas y rígidas del planeta disipa energía y produce deformación en sus
formas frágil (sísmica) y/o dúctil (asísmica o creep). Esta dinámica modula a escala global los
rasgos más notables de la superficie de nuestro planeta. Hay también fuentes de energía de
origen externo, principalmente la que nos llega del Sol y la energía gravitacional de la Luna,
responsable de los balances de masa y energía involucrados en la atmósfera, la erosión del
paisaje y el fenómeno de mareas. Sin embargo los mayores procesos como el volcanismo, los
terremotos, los movimientos de las placas tectónicas, la existencia de un intenso campo
magnético terrestre y su deriva y variación de intensidad en el tiempo, el alejamiento de la Luna
respecto a la Tierra, etc., son todos fenómenos determinados principalmente por flujos y
balances de masa y energía que ocurren en el interior de la Tierra. Al origen de estos procesos
se encuentra fundamentalmente la radioactividad de las rocas en el manto terrestre que calienta
la Tierra profunda y genera procesos de convención de los materiales del núcleo y manto
terrestre. Esto permiten explicar la deformación que se observa en el manto superior y en la
corteza terrestre y finalmente los sismos.

Estas enormes fuerzas tectónicas resultantes del flujo de deformación desde el mano terrestre
hacia las capas de rocas más frías, superficiales y rígidas de la Tierra, producen un paulatino y
sostenido incremento de la energía potencial elástica en las rocas de la corteza terrestre. Esta
energía potencial es almacenada en las rocas hasta el limite de sus capacidades mecánicas,
para luego formar parte de un proceso de deformación frágil generando con ello sismicidad.
Desde esta perspectiva los terremotos corresponden a un fenómeno disipativo como parte de
uno de los eslabones de la cadena de procesos energéticos del planeta.

Si examinamos con más detalle la transferencia de energía entre las placas tectónicas en
movimiento y los sismos, necesitaremos de un modelo conceptual que nos permita conectar
ciertas propiedades observadas de esta transferencia y describir cómo este flujo de energía
mecánica se organiza en el espacio y en el tiempo. Esto es uno de los temas fundamentales de
la sismología: la comprensión de cómo esta energía se libera y se moviliza a través de la matriz
de redes o sistemas de fallas que caracteriza la deformación frágil en la corteza y cómo se llega
a producir una ruptura sísmica. Las rupturas sísmicas se producen en fallas que participan a su
vez en la transferencia de energía hacia fallas vecinas, o sea, se organizan y emerge así una
nueva estructura en este proceso disipativo: un Sistema.

Entre la manifestación de este proceso a escala global (la Tectónica de Placas) y lo que ocurre
en un evento sísmico particular (ruptura sísmica de una falla), existe todo un dominio de
investigación que los sismólogos han logrado caracterizar fenomenológicamente como un
proceso de auto-organización donde emergen heterogeneidades, jerarquías y auto-similitud.
La medida geométrica de esta auto-similitud corresponde a la dimensión fractal del régimen
sísmico.

La Jerarquía de los sismos

El régimen sísmico que se observa en una región dada (por ejemplo en la zona central de Chile;
200 km x 200 km x 200 km), se define a través de las características que presenta el
“ensamblado” de todos los tipos de terremotos que allí ocurren y su distribución en el espacio y
tiempo. Las características cuantitativas de este régimen son los parámetros estadísticos de este
“ensamblado”. Los sismos se distribuyen en el espacio y tiempo de acuerdo a sus energías de
una manera curiosamente irregular. Comprender esto es esencial para responder a la
necesidad de establecer, con cierto grado de detalle y de confiabilidad, la sismicidad que pueda
ocurrir en un lugar dado y en un momento dado a futuro. O sea, disponer de una herramienta
para caracterizar la amenaza sísmica del lugar. Para esto es deseable comprender la sismicidad
pasada y detectar un eventual rasgo rítmico en ella. Los sismos se manifiestan en la Tierra en la
región de material más frágil y frío, o sea, en el casquete más externo del planeta. Se organizan
espacial y temporalmente en la corteza a través de un complejo arreglo de fallas que permiten
acomodar la deformación frágil. Esta configuración de la actividad sísmica sigue un un patrón
bien conocido por los sismólogos como Ley de Gutenberg-Richter. Esta ley G-R representa la
distribución del número N de terremotos con respecto a sus energías sísmicas E siguiendo la ley
de potencias: N ~ E-b (Aki & Richards, 1980). De acuerdo a esta ley el número de eventos
sísmicos pequeños en una región dada del espacio es mayor que el número de eventos de
magnitudes mayores. Por otro lado, otras disciplinas de la física han constatado que la
distribución de N “defectos” en cierta región del espacio también sigue una ley de potencias: N ~
L-d de acuerdo a los tamaños L de estos “defectos” (Aki, 1981; Fukao and Furumoto, 1985).
Estos rasgos estadísticos comunes con carácter de leyes de potencia son elementos esenciales
de un orden particular y curioso en la manifestación de estos fenómenos.

La heterogéneidad que se observa de un “ensamblado” de terremotos corresponde a su carácter


de auto-similitud, a su estructura jerárquica o fractal (Keilis-Borok et al. 1989). La estructura
fractal de esta heterogeneidad espacial y temporal de la sismicidad emerge de las propiedades
del régimen sísmico (Rykunov et al. 1987). Analizando su estructura fractal, junto con la ley de
recurrencia sísmica Gutenberg-Richter, podemos comprender el carácter de auto-similaridad de
los procesos sísmicos y enfrentar de mejor manera el problema de la amenaza que ellos
representan.

Descripción Fractal de la sismicidad


De acuerdo a la tectónica de placas, la deformación cortical
ocurre preferentemente en los bordes de las placas. En un
sentido general, las fronteras de placas corresponden a las
zonas de ridges (centros de creación y expansión de las
placas), zonas de subducción (lugares donde las placas
vuelven a introducirse en el manto), y zonas de fallas
transformantes tales como en San Francisco en California,
USA (zonas neutras donde no se crea ni destruye material
de las placas). Los desplazamientos relativos en las zonas
de creación o de destrucción de placas, o sea, en zonas de
fallas transformantes y de subducción respectivamente, Figura 1: Distribución de la sismicidad mundial
poniendo en evidencia las fronteras de placas.
ocurren a lo largo de fallas. En estas zonas se organiza
preferentemente la actividad sísmica en el planeta.
Varias correlaciones estadísticas han sido determinadas para relacionar la frecuencia de
ocurrencia de terremotos en estas regiones y su magnitud, pero la más aceptada en la
comunidad de sismólogos corresponde a la Ley de Gutenberg-Richter (1954):

Log N˙ = "b m + log a' (Ec. 1)

Donde b y a’ son constantes, el logaritmo es en base 10 y el punto sobre N corresponde al


número de terremotos por unidad de tiempo con magnitud mayor que m que ocurren en un
espacio dado. !

La magnitud de un terremoto es una medida de su tamaño basado en la amplitud del movimiento


del suelo registrado en un instrumento sismológico. Existen varios tipos de magnitud según el
tipo de onda sísmica utilizada para cuantificar el tamaño del sismo. Usaremos la magnitud de
onda superficial que se basa en la medida de la amplitud de ondas superficiales a periodos de
20 s.

La cosntante b en la Ley Gutenberg-Richter (valor-b) varía de región en región, pero su rango


está comprendido entre 0.6 < b < 1.2. La cosntante a’ es una medida del nivel de sismicidad
regional.

Figura 2: Ley Gutenberg-Richter para la sismicidad mundial en


un año.

La magnitud de un sismo puede relacionarse a la energía sísmica (ES) mediante la relación


empírica:

log E S = 1.44 m + 5.24 (Ec. 2)

donde la energía sísmica ES es medida en Joules.


!
La deformación liberada durante un terremoto está directamente relacionada con el Momento
Sísmico (Mo) que por definición es:

M 0 = µ A"u (Ec. 3)

donde µ es el módulo de rigidez del material, A el área de ruptura sísmica y ∆u el


desplazamiento promedio sobre el plano de falla durante el sismo.
!
Kanamori y Anderson en 1975 presentaron un trabajo con una serie de relaciones empíricas en
sismología para caracterizar fenomenológicamente propiedades estadísticas de los sismos
relacionando parámetros como energía sísmica, magnitud y Mo, y presentaron bases teóricas
para interpretarlas. Una de estas relaciones corresponde a la magnitud y el Mo:

Log M 0 = c m + d (Ec. 4)

donde c y d son constantes y m la magnitud del sismo.


!
Una serie de trabajos posteriores permitieron confirmar la naturaleza de esta relación entre Mo y
magnitud y se establecieron bases sólidas en la estimación de c=1.5.
Se ha observado que el Mo sísmico escala con el área de ruptura A siguiendo la relación:
3
M0 = " A 2
(Ec. 5)

donde α es una cosntante.


! 4) y (Ec. 5), obtenemos:
Combinando las (Ec. 1), (Ec.

3b
Log N˙ = " Log A + Log #˙ (Ec. 6)
2c

bd b
donde Log "˙ = + Log a'# Log $
c c
!
3b
#
y la (Ec. 6) podemos escribirla como N˙ = "˙ A 2c
(Ec. 7).
!
Esto significa que en una región dada el número de terremotos por unidad de tiempo con áreas
de ruptura mayores que A presenta una dependencia de ley de potencia con respecto al área A.
!
En general para terremotos de magnitud m < 7.5 el área de ruptura puede representarse
aproximadamente bien por el área de un círculo, es decir A = π r2, es decir A ≈ r2.

Introduciendo esta aproximación en la (Ec. 7) obenemos:


3b
$
N˙ " #˙ r c
(Ec. 8)

Para que una determinada estadística del tipo “número de objetos v/s distribución de tamaños de
los objetos” sea fractal, es necesario que el número de objetos (o fragmentos) N con una
! que r debe satisfacer la relación:
dimensión característica mayor
C
N= (Ec. 9)
rD

donde D es la dimensión fractal.


! 3b
Reconociendo la (Ec. 9) en (Ec. 8), encontramos que D = , y puesto que c = 1.5, se
c
encuentra que D = 2b.

Así la dimensión fractal de la actividad sísmica a nivel regional o mundial es simplemente dos
veces el valor-b. De aquí se deduce que la! relación empírica entre magnitud-frecuencia
denominada Ley Gutenberg-Richter y dada por la expresión (Ec. 1), es enteramente equivalente
a una distribución fractal de dimensión D = 2b.

Se observa que la Ley Gutenberg-Richter mostrada en Figura 2 y (Ec. 1), es válida y aplica a
nivel local, regional y global en todo el planeta.

Un nuevo enfoque conceptual de los sismos como respuesta de un proceso no-lineal

En los últimos años se ha ido progresivamente incorporando estos nuevos conceptos de auto-
similitud y procesos de auto-organización para comprender la actividad sísmica. Esta
aproximación corresponde a lo que hoy en día en física se describe como “evolución de los
sistemas complejos no-lineales” y que estudia cómo cada una de las partes del sistema
interactúa con las partes vecinas. Se observa que en todo sistema al cual se inyecta
permanentemente energía y que presenta modalidades disipativas de la energía, emergen
respuestas muy curiosas: luego de una primera fase de respuesta transiente, aparece una nueva
estructura caracterizada por un estado de auto-organización. Tales estados pueden clasificarse
en al menos tres categorías: de equilibrio estable, de periodicidad o intermitencia entre varias
opciones (bifurcaciones), o simplemente de aparente desorden con una estructura que nos
parece caótica. Sin embargo este último estado se trata sólo de un “caos aparente”. En los
últimos años la física ha hecho muchos progresos y descubrimientos sobre esta “emergencia de
caos”, que en realidad no consiste en un caos total, sino mas bien en otro tipo de estructura en el
cual se manifiesta un cierto orden. “Orden” dentro del “caos” parece hasta un juego de palabras,
pero si vamos a la definición más en detalle de ambos conceptos veremos que se trata de algo
con un profundo sentido físico. Los procesos involucrados en un régimen sísmico parecen
obedecer a las leyes y propiedades de estos sistemas complejos denominados en la literatura
especializada como sistemas de criticabilidad auto-organizada (CAO). Esta nueva teoría de CAO
es el resultado de un curioso trabajo científico colectivo. El físico y químico Ilya Prigogine, premio
Nóbel de química el año 1977, ya había especulado sobre la naturaleza de estas leyes y sus
propiedades. En los años 80 desarrolló el concepto de fenómenos no-lineales irreversibles que
involucran pérdida de energía y que se auto-organizan cerca de un estado crítico. El matemático
francés Mandelbrot, 10 años antes, publicaba en la revista Science su famoso artículo ¿Cuánto
mide la costa de Gran Bretaña?, dando cuenta de la existencia de curvas que no eran
unidimensionales, sino que poseían una dimensión fraccionaria. Esta nueva medida la llamó
dimensión Fractal. Si embargo una de las primeras observaciones notables sobre las
propiedades de los sistemas no-lineales se debe a Henri Poincaré quien en 1913 estudió el
llamado “problema de tres cuerpos” y llamó la atención sobre la dependencia de las condiciones
iniciales en la evolución de la solución del problema.
A comienzos de los años 60, un geofísico del área de la meteorología, Edgard Lorenz, introdujo
el concepto de “efecto mariposa” o efecto de las pequeñas perturbaciones estudiando un
sistema no-lineal con tres atractores que aproximaba las ecuaciones de convención en un fluido.
En 1986 Per Bak elaboró un modelo de un cono de arena que le permitió poner en evidencia y
analizar de forma muy simple la criticabilidad auto-organizada.

Per Bak observó que al dejar caer


constantemente partículas o granitos de
arena en un lugar, se formaba un cono que
crecía hasta alcanzar un ángulo “crítico”. Una
vez que esta configuración se establecía, se
producían sistemáticamente avalanchas de
arena para volver a alcanzar nuevamente la
configuración del ángulo crítico del sistema.
El sistema se auto-organizaba para mantener
el ángulo en una situación de criticabilidad.

La teoría CAO de la “auto-organización” en la “vecindad” de un estado crítico que se ha logrado


construir y sus propiedades permite describir la organización de los sismos cerca de la ruptura
sísmica de la misma manera cómo se establece la auto-organización del cono de arena.

Los trabajos pioneros de Hurst en los años 30 estudiando las crecidas del río Nilo permitieron
poner en evidencia la ley de potencia que modelaba este fenómeno. La función acumulativa de
la altura de las crecidas del río seguía un comportamiento conocido como “Escalera del Diablo”
(Devil Staircase), comportamiento que el sismólogo alemán Gutenberg también había
encontrado analizando la energía sísmica liberada en una región. Esta ley de potencia, conocida
como Ley de Hurst, señala que el rango máximo posible de un sismo en una ventana de tiempo
dada queda caracterizada por un exponente H del período de tiempo observado. Si H es igual a
0.5 entonces hay independencia en el proceso. Si H > 0.5 se dice que el proceso es persistente,
y si H < 0.5, entonces el proceso es anti-persistente.

Se ha encontrado que el rango de una secuencia acumulativa de momentos (Mo) de terremotos


en una región sísmica varía de acuerdo a la Ley de Hurst, es decir, con una ley de potencia a lo
largo de una ventana de tiempo. Este rango de variabilidad permite estimar una magnitud
máxima posible para la región sísmica (Mmax). Si asumimos que los procesos sísmicos son
independientes, el exponente H de esta ley de potencia o Ley de Hurst toma el valor de 0.5. Si el
proceso presenta “memoria” entonces el exponente de Hurst queda comprendido en un rango de
0.5 < H < 1.0, lo que significa que el fenómeno sísmico es persistente.

Estas nuevas aproximaciones para el análisis de un régimen sísmico en una región dada es
utilizada en modernos estudios de instalaciones nucleares en Europa. Las aplicaciones de estas
nuevas metodologías de la física no-lineal abre así una nueva era en la sismología para abordar
problemas sensibles como el de estimación del peligro sísmico.

Referencias

Aki, K. (1981). A Probabilistic Synthesis of Precursory Phenomena. Earthquake prediction.


Fukao,Y., Furumoto, M. (1985). Hierarchy in Earthquake Size Distribution. Phys. Earth Planet.
Inter. V. 37, pp.149 – 168.
Keilis-Borok, V. I., Kosobokov V. G. & Mazhkenov V. G. (1989). Similarity in Spatial Distribution
of Seismicity. Vychislitelnaya seismologia. V. 22. pp. 28 – 40.

Rykunov, L. N., Smirnov V. B., Starovoyt Y. O. & Chubarova, O. S. (1987). Self-similarity of


Seismic Emition on Time. Dokl. AN SSSR. V. 297. No 6. pp. 1337 – 1341. Amer. Geophys Union.
Washington. p. 556 -574.

Per Bak: How Nature Works.

Mandelbrot: The Fractal Geometry of Nature.

Feder: Fractals.

Froyland: Introduction to Chaos.

Baker-Gollub: Chaotic Dynamics.

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