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La polémica en el ámbito de “guerras religiosas” levanta furor en el mundo.

Es muy
educativo y edificante observar y leer tanta diversidad de enfoques y respuestas al
tema de religión-Dios con el ánimo de abordar el tema, bien sea para criticar, aclarar,
corregir, defender, refutar, y a veces de expresar o ignorar un sentimiento que cada
uno de nosotros lleva dentro inherente a nuestra propia forma de pensar.

Esto es en verdad maravilloso, se ha creado algo como un debate donde se valida o


cuestiona una razón, opinión, un criterio, un punto de vista, donde se pretende
aclarar un hilo muy particular dentro de toda la maraña religiosa que envuelve al
mundo actual.

La palabra “tolerar” (es aguantar, es como decir yo acepto o hago desde aquí; esto
no me gusta, me gusta así), es una falta de respeto, pues quito lo que no me gusta
de lo que me dan y dejo lo que me gusta pero con unas condiciones que se adaptan
a lo que me gustaría que fuera por mi propio bienestar y si corremos con suerte
incluimos a nuestros más allegados.

Observemos un párrafo que escribió alguien alguna vez en algún momento y que lo
mantiene neutral ante las miradas y opiniones discrepantes que puede hallarse en el
mundo “teológico” actual:

”… afirmo por mi parte que : Jesús es en realidad quién dice la Biblia que es para mí
y para muchas personas más; y de igual manera Jesús NO es quien dice la Biblia
para otro inmenso mar pululante de personas, también.”

Eso definitivamente no es precisamente tolerancia, eso es ”Respeto” según mi


criterio. La Biblia simplemente es un compendio maravilloso de anales históricos que
nos ilustra y que puede dividirse en dos etapas, un Testamento Viejo que hace
referencia (¿mitológica?) del origen del Hombre hasta el nacimiento de Jesús, y el
Nuevo es algo así como el diario cristiano desde el nacimiento de Jesús, hasta
nuestros días.
Estoy convencido que cada núcleo familiar asume la cultura y religión que han
heredado de sus antepasados dentro de su propio árbol genealógico cultural, a
muchos no les convencía lo que heredaron y fue después que se sumaron a las
nuevas corrientes religiosas que más les convencían, convenían o simplemente se
afianzaron en el método natural y científico; todos tienen razón; se ha ensayado, no
siempre hemos comprobado, pero hay algo que los mantiene ahí, ese algo se llama
Fe y Esperanza.

La gente está convencida de un poder, de una fuerza que guía al universo, que
nuestras vidas están sujetas de un hilo, que reímos, que lloramos, que existimos, que
amamos, que odiamos, que nos defendemos, que agredimos, que somos
humanos……que tenemos libertad de expresión, que tenemos normas y reglas en
nuestro entorno, que a veces son injustas, que a veces no nos explicamos, en fin
tantas cosas que vemos, que oímos, que sentimos, y ahora sí que toleramos por el
bien de alguien…y como se llama eso…… ¡Pues Amor!, nos corre un torrente de
hemoglobina por nuestras arterias y venas, somos energía también, un tipo de
energía que puede cuantificarse científicamente y que no cae en el campo de la
pseudo-ciencia y somos parte de un todo, de un todo que podemos llamar universo,
o lo que tal vez sería lo más cercano a la definición de un Dios, la Madre
Naturaleza..…, este “todo” que lucha constantemente con nuestros más
inexpugnables temores….. Sí somos capaces de hacer mal, de herir, de hacer sufrir,
de reprender, de juzgar, pero cómo nos cuesta reflexionar, como nos da flojera
pensar, ¿es que acaso la Fe es la salida fácil a no querer pensar?

Considero que Dios debe ser una entidad de difícil, por no decir imposible,
comprensión. Imagino que llegar a ese nivel demanda no solo el conocimiento de
una relación causa-efecto. Eso es terrenal y a todas luces Dios no es una entidad
terrenal, aun cuando, en mi caso, lo relacione con el universo o la misma naturaleza.
En realidad se requiere una abstracción más profunda en este concepto, el concepto
de Dios.
Somos humanos, no exentos de sentir dolor, tenemos un corazón, tenemos
probablemente algo que se llama alma y una razón, cada quien con su propia misión,
sé que esto suena a la teoría determinista, pero entonces, ¿para que esta eso que
llamamos “libre albedrio”?

Esto lo vemos en los análisis y pensamientos comentados en muchas otras pláticas


con gente común con respecto a la Fe (nuestra creencia), el amor (lo que de verdad
amamos), y a la verdad (nuestras verdades individuales y a veces egocéntricas), lo
cual voy a matizar con algo muy sencillo:

“Imaginen en el horizonte un Arcoiris, si de esos que salen después de la lluvia,


compuesto por varios colores, unidos por los restos de la lluvia que cae de las nubes,
y formados por la energía que recibe del sol, formando un hermoso prisma en forma
de cinta”

Así considero a las religiones, pero ahora no es en el horizonte, sino en las culturas
familiares, estas las une un credo fundamentado en una especie de energía
proveniente de la misma naturaleza del ser humano, que da fuerza a sus tonos
coloridos de acuerdo a los intereses propios de cada creencia, de cada dogma, de
cada filosofía, de cada mente.

La verdadera búsqueda de la “verdad” tal vez no esté en lo que llamaríamos el


“inicio”, sino tal vez en el final, o lo que es peor, en un punto intermedio, lo
lamentable es que encontrarlo nos puede llevar muchas sorpresas, algunas buenas y
otras malas, la vida es como un jarrito donde cada día le agregamos experiencias, y
estas experiencias son las mismas que forman la actitud de la gente frente a la
incertidumbre incierta de la verdad cuestionable acerca de lo que es Dios (¿será por
eso que haya tantas religiones?), esto obviamente matizado por la propia cultura de
cada individuo, cultura que no implica que esté mal o sea malo, sucede que solo es
eso…. Cultura.

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