César Aira
La liebre
emecé editorest |
| Césor Aira
La liebre
‘emecé editoresPOPPI
T? 243
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‘nec Er, S.A Arpt, 90
Pier ediin ene cae mayo 2008
‘rst les Bop, 2002
Proven ao, 08 Brena Eat)
Depistoapl:B p7-2002
ISBNaposp0871
Compas: Foto nora, SA.
pein: ABM GARGS. L
Enoidersen: Lore Po SL
Printed Spin -Imprson Eats
‘oReimpresin de ora Pane, A, 2002
Cama ers 7, oBo08Basons (Epa)
‘te Ione pode se reproduc, ntot a
pacientes in el previo pele eit del eos
“Tolono deechoseerrados.
Sudoroso, desorbitado, el Restaurador salté del lecho y se
tambale6 un instante sobre las baldosas frias, moviendo los
brazos como un pato. Estaba descalzo y en camis6n. Dos
sdbanasblancas muy limpias,enrolladas y anudadas porlas
convulsionesde la pesadilla,eran la nica cubiertadel catre
de bronce y tiento que a su vez era el finico mueble de la
pequeiia alcoba de sus siestas. Tomé una de las sébanas y-
sesecd elrostzo yel cuello empapados. Elcorazén lereven-
tabaen el pecho, por el terror remanente; pero laniebla del
embotamiento ya empezabaa disiparse. Dio un paso, des-
‘Pués otro; apoyaba todo el pieen el suelo, avido de su fres-
ccura firme. Se acercé a la ventana y corrié la cortina con la
punta del dedo. El patio estaba desierto: palmas, sola plo-
‘mo, silencio, Volvi6 a lado del catre pero no se acosté; tras
un instante de Teflexi6n se senté en el piso con las piernas
estiradas y la espalda recta. El frio de las baldosas en las
nalges desnudas le produjo un moderado shock de placer.
Recogié las piernas para hacer abdominales, Los hizo con
las manosen la nuca, que es el modo en que se trabaja mis.
Alprincipio ponfa cierto empefio, después se hacfan solos,
muy répido, desafiando la gravedad, mientras él pensaba,
Hizo cien al hilo, contando automiticamente de a diez, ¥
todo el tiempo pensando. Reconstruy6 detalle por detalle
lapesadilla, como una especie de castigo autoimpuesto. El
Dienestar de la actividad fisica desvanecia el espanto del
recuerdo. O mis bien, sin desvanecerlo, lo hacia manipu-‘ Lola
lable, como tna cifra més en Ia gimnasia, No see escapaba
‘el sentido general de estos fantasmas que lo visitaban ala
hora dela siesta, Eran el uno, el dos, el tres, el cuatro, el
cinco, el ses, el siete, el ocho, el nueve, el diez. Qué eq
vvocados estaban los plumiferos salvajes al suponer que era
la sombra de sus erimenes la que se proyectaba en su con-
ciencia, Eso serfa contar al revés: diez, nueve, ocho, siete,
seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno. Era precisamentelo con-
trario, ysisus enemigos se equivocaban con tanta precision
‘eraporquela oposicién erael sitio desde donde todo se veia
alrevés; eran los cimenes queno habia cometido los quelo
acosaban, el remordimiento por no haber agotado la cuen-
112,Uno, dos, tres, cuatto, cinco, seis, siete ocho, neve, diez.
Habiasido demasiado blando, habia sido convencional.Ellos
decian que era un monstruo, y él lamentaba haber perdido
cenalgiin punto del camino la oportunidad de serio de veras.
Lamentaba no ser su propia oposici6n, para realizarse pot
los dos lados, como un bordado bien hecho. Uno, dos, tes,
‘cuatro... Le habia faltado imaginaci6n, y sin imaginacién la
crueldad no se hacia del todo real. Cinco, seis, siete, ocho.
Los suefios eran la imagen invertida de las acusaciones en
jeroglifico que publicaban los pasquines ilustrados, antes El
Grito, después Muera Rosas (qué nombres imbéciles).
Elmundo al revés, Era una literatura. El enigma de lossue-
‘Bos se resolviaen tristeza por la vida pasada. A él le faltaba
lauténtico genio inventivo,laagilidad postica. Nueve...Lo
reconociaylo lamentaba,en su franquezaalgo bérbara con-
sigo mismo, Pero de dénde, de donde, de dénde sacar el
talento paratransmutarla negatividad fantisticadelosescri-
bas de Montevideo a la realidad, ala vida, a lo argentino.
Diee, Cien.
‘Sedespaché medio litro de ginebra con agua fa mien-
‘rasel otroescribia una pigina, Un vasito porlinea,ynoera
sao 7
demasiado, Ver esribirera algo que lo subyugsba, Loencon-
‘taba uno de los pocos especticulos que valian por sf mis-
‘mos, queno exigian nada del espectador. Es cierto que debia
poneralgo de su paciencia personal, pero tenia muchisima,
tanta quea veces pensaba que debajo de ella no cabia nada,
Selle hacia breve el lapso en que sus intenciones orales se
transformaban en una pégina bien redactada y caligrafia-
da, Por eso tenia tan en cuenta la prolijdad, Parecia no su-
ceder nada, pero élveia, ni mas ni menos, un pasaje entre
personas; en el aire sombreado del despacho vefa el suave
dibujo de un fantasma. Los gests siempre ceaban una pers-
pectiva, y mis i eran los gestos de escribir. El movimiento
del brazo, dela mano, de las pupilas, dela plums, era una
intencién inflada como una vejiga con aire cargado de fan-
tasmas. Los fantasmas eran una persona volviéndose
otra, Loveia todo con un irillo de mojado, como silascosas
estuvieran enguantadas de un agua sublime. Era efecto de
la bebida en la resolana, pero también era parte de a esce-
na. fl decia haber descubierto que la ginebra con agua era
lo mis efectivo contra el calor; no decia que en realidad el
calornole molestaba, Con todo, crear la iusién de fro, como
deseo urgente, cuando hacfa calor, y viceversa, podia ser
‘maravillosamente eficaz para dale realidad alos enuncia~
dios; debia de ser por eso que el género humano, enlafigu-
rapprototipica de los ngleses, hablaba con tantafruicion del
clima. Era el mundo dentro del mundo, pero no como tea-
tro sino tomado en serio, creyéndolo. Quirés eso le daba
sentido alos tragos que se preparabe: el agua fra paral trans-
‘mutacin de las temperaturas, la ginebra para el brillo sin
a mis entusiasmado que el jinete. Pero ya se sabe que los
caballos adoran sudar. No habia hecho un par de earreras,
‘cuando surgié un clamor entre losindios, Pens que habian
atrapado una liebre, pero no. Los gritos eran de alarma, de
recriminacién. Ya se estaban reuniendo, todos ellos chi.
ando de un modo espantoso, Fue a ver, intrigado, Unos
jinetes partieron veloces como el ayo rumba ala tolderia,
Cuando leg6 adonde estaban los indios que slborotaban, se
quedé boquiabierto un rato, sin entender. Nunca os habia
visto tan excitados. Noseles entendia una palabra, tanta era
1a vociferacion. Los de chuza, que eran los mas frenéticos,
vvinieron hacia él de pronto, con gesto amenazante. Ame.
azante en serio, virti6 Clarke con una sorpresa horrible
‘quel hizo detenerlos latidos del coraz6n, Hasta ahora todo
habia sido, en sus relaciones con ellos, provisorio, abstrac-
‘0, preliminar. La cortesia misma quelle habjan mostrado se
revelaba como una forma de lo preliminar, De improviso
surgia lo serio, jy de qué modo! Absoluto, «Aqui me atra-
vviesam»,pens6 en la contraccién den hipo de pavor, miran-
do las lanzas de tacuara, Lo peor era no saber de qué dia
Dlos se trataba, y qué tenia 6l que ver. Pero no lo mataron
de primera intencién, Le grtaban cosas que, en el desaco-
‘modzmiento de susnapas mentales, no acertaba a desciftay.
Blandian las chuzasa centimetrosde suesternén, Entreellos
sidebiande entenderse, porqueal cabo deunasbreves dei-
raconeslrdos un grup partis como fecha aca el
tee, Cuando evens terse ds cunt dele
gue abl pasado: Cafu baba deapuerido, Avil
castro. Exabatarsjndo mapas quedec alg
ncondolencia sl azar, cuando todas las caberas se voi
tonen icerinalaaldes, por donde vena renda suka
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tstsje No djaban de grit un momento, Pere come
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obj el hriont, abla gue tener encuenta quel abi
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hrventes de rstacion, Los calls resopabanmalbu-
moras, privados desu jeri.
Entre los que veniance allen Tos principales machis,
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temacin gue los aca totalmente orbs. bo unas
conferencias muy airadas, a lomo de caballo, y la primera
dexerminacion picts qs tomaron ue mandnr devel
a Clarke a la tolderia, con custodia. Cuando iban hacia allaPy Lolabe = a
vio pasar varios grupos de guerreros, a toda velocidad en