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entre escritor y muerte se manifiesta en la dilución dé se prolonga hacia atras y hacia adelante y del cual el
las características individuales; al ~bir, el autor can- texto en cuestión es sólo un eslabón más. Lotman ha
cela los signos de su individualidad. "Lapiés-encli""cfél dicho que uno podría considerar como un solo texto
'-.~tor se redürea nada ñiIs-que la singularidad de su' :. . 'los trabajos reüñIOOsde un autor, o la literatura griega, o
ausencia; asume el papel del muerto en el juego de la es- ,. 'eñ"ultimo término el texto del arte de la humanidad. En
critura", concluye Foucault (Language, 117). ~,.' . ot~Q.scas un fra mento de escritura puede constituir- '.. ."
Así, a partir del estructuralismo, el esfuerzo se ha se como arte sin necesidad e resto e la obra. La obra
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'
ción del 13 de diciembre de 1914 de los Diarios de Franz Kafka: sus borradores, proyectos, tarjeteros, notas margrnal~s
"las mejores cosas que he escrito están basadas en mi capacidad y-correcciones,' reterencias b15liograficas, corrres on-
de enfrentar la muerte con contento... muchos pasajes tienen que
ver con alguien que está muriendo. Para mí, que me imagino feliz dencia ersona, n tas al me ico, al a ogado. Al respec-
en mi lecho de muerte, tales 'pasajes son apenas un juego. De to'-afirma Foucault que son mI ones las huel~ejadas
hecho, son una proyección de mi propia muerte" (102). por un individuo antes de sü muerte... y carecemos de
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una teoría coherente para hacer una selección" (Langua- están en estilo formulario. Hay discrepancias entre las
ge,119). copias de una misma obra, es decir, no existe "autenti-
Lo anterior me sugiere una nota sobre el cuento cidad textual". Las discrepancias pueden acumularse
"Pierre Menard, autor del Quijote" de Jorge Luis Bor- hasta el punto de que cualquier texto es siempre incom-
ges. La obra litera!i(:l__deMenard está clasificada en dos plet04. Por ejemplo, C.S. Lewis nota que el Roman de
,-E!~~2~~vj~~~_~9trJl: la suhtemi.n~a-,.la"lñ'=-' la Rase -existe en trescientos manuscritos diferentes y
jy.rmjmlblemsm.t~"__l!~~jmpar... la jQCQUclQSé:{' que en muchos más aparece parafraseado o prosificado
(Ficciones, 51). De la segunda no quedó vestigio alguno (The Allegory o[ Lave, 157). Otra característica es la es-
porque "no permitió que fueran (las páginas manuscri- casez de títulos. Los que se citan hoy son casi todos
tas) examinadas por nadie y cuidó que no le sobrevivie- asignados posteriormente. Los manuscritos anteriores al
ran" (58). Plantear la posibilidad de una obra de esta na- siglo XIV, dice Zumthor, se identifican con expresiones
turaleza es aceptar literalmente que en ella cabe toda la descriptivas que indican la localización del pergamino
vida del autor. Existir sería ejecutar una obra. Por eso, pero que no cumplen la función del nombre propio,
en la medida en que no podemos vivir la vida de otro como código superpuesto al texto, que adopta el título
postmedieval (73).
t ser, es imposible c~~ de su obra.
Tal vez pueda arrojar alguna luz un cambio de pers-
pectiva: la mayoría de los textos medievales son "anóni-
De otro lado, en la edad media no existe el ~_2~~-~P.to-
~ -- ¡de p1a@0 (por no"eXiStifeICfep¡:C;piedad literaria). Dice e
mas". En algunos aparecen nombres que en realidad no " ~., -" Zumthor que en la poesía anterio..!: ,!.JlQ.Q.?.la noción ('I
aclaran mucho, ya que es difícil distinguir entre ~~ytoI, misma de autorslgmticaba
i' "continuador". '-""-"""""
--TIliñl56c'ü'-
. "...
ejecutor y copista, como en los casos de Per Abbat e'n el eXIste el concepto de "obra literaria" en el sentido rrieF"
Poema del Cid, Turold en el manuscrito de Oxford de derno. Muchos manuscnw~ éstán llenos de correcciones
La Chanson de Roland e inclusive de Juan Ruiz en el de segunda mano; la falta de reproducción mecánica, la
Libro de buen amor. Esta confusión hace que tales tex- abundancia de variantes, determinaban esa movilidad de
tos permanezcan en movimiento; impide "fijar la obra". la obra. Son raros los copistas que respetan el dialecto
En aquella época, la unidad del texto no estaba asociada del discurso que reproducen; las variaciones ocurren a
al concepto de propiedad3 : en general, la incorporación flor del texto: cambios y tachones de frases y palabras,
de proverbios, fabularios, folklore, exemplos, era parte variaciones o fragmentos añadidos, supresiones, sustitu-
fundamental del proceso literario. Se usaban como fuen- ciones, cambios de nombres propios, de lugares, del
tes manuales de retórica, sermonarios, textos griegos y orden de los hechos (Essai, 68-71).
romanos,- la biblia; partes importantes de muchas obras Al tratarse de un discurso memorizado para recitar, su
forma
leza un dependía del roceso,
ingenio un
y la ocasión. por natura- ; ~
Eraespontáneo
trabaj..?-en flujo amorío, c
3. Vale la pena citar la estrofa 1629 del Libro de buen amor:
Qualquier omne que roya, si bien trobar sopiere,
puede i más añedir e emendar si quisiere:
materia
------- umversal. En cada represen aClOn e lscurso /!.ti
ande de mano en mano a quienquier que l'pediere 4. Para una exposición amplia de este tema ver Fracisco López
como pella a las dueñas; tómelo quien podiere. Estrada, Teoria poética medieval, 733.
Teoría de la novela 79
78 Alvaro Pineda Botero
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I, ~va:-ETP<5"é1aesta1Ja sumergido en el lenguaje comu- -J ~ E~ nombre del autor, según Foucault, caracteriza de
nal y era su instrumento. '--"' "o""--~
En todas las épocas la relación autor-tradición, expli- una manera partIcular la existencia del discurso: implica
ca Zumthor, ha sido dialéctica; el autor reproduce, que MY_Q!!._~onsable, alguien que pretende que el
deforma o rechaza lo que le ha sido transmitido. Pero en discurso no sea consürñido y olvidado sino que perviva
cada época el resultado es diferente. En la sociedad me- (123). I1!!1?)!g~Q~másuna afirmación de arte o artificio
dieval de los siglos XIII y XIV, la tradición fue prepon- frente al discurso naturafAsí, erñümb'fe-del autor se
localiza en el abismo o límite; en el lugar de la barra en
derante (82): "la obra está más allá de sus manifestacio-
nes textuales. Nace, crece, se transforma, declina por la dicotomía discurso natural! discurso ficticio. Desde
fuera del texto. Los textos son como un murmullo inter- allí sirve de testigo, valida, da legalidad, respalda la cir-
culación. Caracteriza. Ofrece la vía para explicar el ori-
no, y es lo único que se nos ofrece hoy al análisis" (73).
El texto ha tomado la forma de la huella. Es un rastro gen. Para Foucault, "el nombre del autor conlleva todos
los problemas relacionados con el nombre propio. Es
huyente, deformado, de la obra.
Los vestigios que tenemos del medioevo nos hablan más que un gesto, más que un dedo que señala. Hasta
de una. literatura en un esta~~ qu.e oJlll~(:le yiertQ punto equivale a una descripción" (121).
adoptar una nave a en su roceso de esexHY.[a;es decir, ,1/- ,"., Si decimos "Gabriel García Márquez" estamos usando
.~ñéíOeláÜtor usa títulos cambiantes; cuando tacha", ¡ un nombre que significa el autor de unas novelas, y al
sustituye, adiciona; cuando modifica la trama y los~s¿~- , mismo tiempo, el individuo que vive en Ciudad de Mé-
naríos, antes de adoptar el marco definitivo quer'hoy xico, que es periodista de El Espectador de Bogotá, el
sólo se logra con la publicación. premio Nóbel de 1982, etc. La~~1!~f!.s:':l.s:i?_1!.~~1.J:!,9mbre
La crítica posterior le ha dado a las obras medievales OSc:H;:L.entreel nombre pro'piode un individuo"y a
títulos; ha tratado de asignarles autores, ha querido fijar- n~~9I~I12~~~. la persol1'aeñs~-loEiIT~o j
les un marco, porque estas categorías pertenecen al pen- dady1'!.J2ersona en su papel de eseritor-:-Sisabeirios"que )
samiento moderno, positivista, que necesita una "obra García Márquezno-1iaSTCio embaJaCIorde Colombia en
final" . Vemos aquí los dos extremos de~ol~IJ:!i.c~'!:,,5) Cuba, el nombre propio seguirá cumpliendo su función.
Por el contrario, si se descubre que no escribió Cien años
-- se."-'--'-
considera,
'o_o .,,-p'-~!-~,~l__análí~clt1~iyamen.!e
,"'_'O_''-,-' .. 0""---""-- el de soledad, implicaría un cambio fundamental en la se-
-!~2~.tQ~I:1?:éÚ'~_~?,'fin~L ,que tenemos en la mano, o s~
gunda categoría. Por lo tanto, la categoría "nombre de
.~_r.~w,~LQ~J?_"tt~~_§~_~linúna_eLlD_'!rcQ_JsÜIlclu~~ la .t>iQ,gra-:,.
autor" se sostiene en la medida que pueda mantenerse
f~a del autor (que funciona como otro texto), sus "obras la relación autor-obra. El nombre del autor implica un
--'completas'" y por extensión los "textos" de la cultura
nivel semántica adicionar afCIeTsimple nombre propio,
y la historia, con lo que caemos en las dificultades de los
lo que ofrece un parámetro de clasificación para agrupar
estudios medievales. ¿Dónde trazar el límite?
En el capítulo anterior afirmé que el título es, entre obras y para el estudio de unas en función de otras. Son
otras cosas, "un derecho de propiedad, una forma de las "intertextualidades reflejas" de que habla Pedro
80 Alvaro Pineda Botero Teoría de la novela' 81
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Lastra (Contrapunto, 132), que hacen posible el análisis de su primera carta escribe La condena. En el curso de
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¡'., cronológico, de evolución, de homogeneidad, de filia- la semana siguiente, El fogonero, y durante los dos
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¡ meses siguientes, cinco capítulos de América. Cuando
¡::¡: ción y de autenticidad. Este concepto explica por qué
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algunas obras no son plenamente comprensibles sin ayu- durante dos semanas interrumpe la novela, escribe La
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('i,r da de otros trabajos del autor: J ean Paul Sartre, al anali- metamorfosis (25-30)6. La publicación en 1967 de la
f! zar El extranjero de Albert Camus, afirma que esta nove- correspondencia con Felisa Bauer arrojó luz sobre todas
~~, estas obras. (Max Brod analiza en forma parecida las re-
la "no explica nada... no prueba nada". Por el contrario,
El mito de Sísifo (del mismo Camus), "nos enseña cómo laciones entre Carta al padre y La metamorfosis y entre
aceptar la novela" (Literary Essays, 28). Más adelante Cartas a Milena y El castillo en Franz Kafka, 18, 220).
explica Sartre que El mito de Sísifo ofrece la idea de lo ,Tzvetan Todorov, por su parte, hace un par~!~lg,"~.Dt!~,-
que es el absurdo mientras El extranjero nos permite un -11'6'rode autor conocIdo otro constituido por voces
."
';- "sentirlo". Idea y sentimiento se complementan para la iinoñimas: Bernal Díaz del Castillo autentifica a Infor~
¡
interpretación total (32). Lo anterior está avalado por mación que contiene su libro Historia verdadera de la
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1
Carl A. Viggiani quien afirma que El extranjero "es in- conquista de Nueva España con su nombre y su presen-
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comprensible excepto en el contexto de las obras de cia a través del texto. Quiere escribir, dice Díaz del Casti-
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I, Teoría de la novela 83
82 Alvaro Pineda Botero
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y el ficticio del hablante del discurso novelístico. En comprender literatura es pe:(cibir la obra como hablar
muchas obras el autor se finge personaje (Borges en la imaginario... (167).
obra de Borges) y las fronteras entre ficción y realidad,
Dice Roland Barthes que "e~~!:l.2i~~.-d é /
texto y contexto, vida y obra se disuelven y deforman. ~ecir' que se cuenta" J"IntroQucción al análisis estruc-,l'í:..:
Hay un juego con los límites entre personajes y autor, tural de los relatos", 35). Por lo tanto, la lengua del re-
sobre todo, afirma Martínez Bonati, en obras cuyo lato no es la lengua del lenguaje articulado, aunque a
hablante ficticio es semejante a nuestra imagen del
menudo se confunden. Así, Barthes distin~e entre el
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autor: "esto ocurre en buena parte de la literatura por-
~!llisor del relat°.z 9uien es "la'persona que tiene"Uñ
que nuestra imagen de los autores es necesariamente JlDIDbr.e.->.-es
el autor",
-- - ---.----....-
el narradof.-,"una suerte <i¡¿~.::
pobre y tendemos a derivarla de sus hablantes ficticios" .ciencia total... que emite la historia desde un punto de
(énfasis de Martínez Bonati - Estructura 151)7;
vista 'superior, el de Dios" ~~ narrador que limita su-
Y agrega que en las narraciones que incluyen diálogos, relato "a lo que pueden observar o saber los personajes".
las frases de los personajes, evidentemente, no pueden ser,
POr-e-sn, "quien habla (en el relato) no es quien escribe
en modo alguno, consideradas como expresión lingüística
(en la vida) y quien escribe no es quien existe (énfasis de
directa del autor, sino justamente de los personajes. (...)
Barthes) ("Introducción", 34)".
sólo cabe hacerse cargo de la evidencia de que toda poesía Enrique Lihn, hablando sobre este tema, pide dejar de
comporta su hablante ficticio, y no es dircurso del autor , lado "al hablante que suele no ser más que un personaje
I
, Si se concibiese la fras~~gat~o n~al, conpebi- Este, com(teSujeto de la enunciación, es sólo una presen-
riamos el autor como un mentiroso, es decir, como un cia indirecta respecto de la cual la escritura se comporta
como un rastro... Este sujeto no es el autor real (el que
sujeto 'que dice falsedades a sabiendas. Esto carece de existe), es textual, aunque no se encuentre directamente
sentido, pues el lector, a su vez, sabe que lo referido en presente en la escritura. Este sujeto textual es quien se
la obra es ficticio.
encuentra más cercano del autor real y se nutre de él, pero
oyen te o lector fiCticio; es 10 desborda, no es un reflejo (Lastra, Conversaciones,
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.
AqUi~
decir . . noción de
~~~_PJ3L1WllQ..QnY-~Q~rÓlln1eñti-
. . . . . . (100) .
rosa. En algunos casos -explica Martínez Bonati- el
hablante ficticio se dirige .al oyente ficticio apelativa- Se trata, pues, de dos entes: el que escribe juega con
mente, de modo explícito (186). La presencia de éste las oportunidades que le ofrece el lenguaJe para prod}lcir
en el texto se enriquece y adquiere significación repre- 'efectos parecIdos a los que produce la realidad en el que
sentativa (188). Este sistema de relaciones entre entes existe:Es la búsqueda de "el doble", "el otro", a través
ficticios es constitucional a la experiencia literaria (157); de la escritura. ' -
Al final de su análisis sobre la naturaleza del concepto
7 . Ver también de Félix MartÍnez Bonati "Lectura y Crítica" de autor, Foucault afirma que el autor puede ser el crea-
(209 y ss.). dor de mucho más que un texto: una teoría, una tradi-
86 Alvaro Pineda Botero Teoría de la novela 87
ción; es decir, una disciplina dentro de la cual muchos tos, provocaciones, saludos emotivos a parientes y cón-
otros autores pueden escribir. Están en una posición yuges.
"transdiscursiva" ya que crean normas para la formación -.!&_d~.<;liqf!ÍQlja
es~rim_e~~~~l!_~.~!.~r.r.!-~E.to _~cce-
de nuevos textos (Language, 136). Esto sucede porque ~~io del ~arco, una derivación del nombre del autor-:-'"
~ ,,- --: ""'.
el narrador de un texto sobrevive al autor histórico: la Un libro anónimo generalmente no trae dedicatoria. Si
obra tiene principio y final; la vida del autor también, la trajese, el dedicatario estaría en una situación com-
pero ocurren en mundos diferentes. O como dice prometedora. Mientras el título es fundamental (no con-
Bakhtin, sus cronotopos no coinciden (Dialogic, 257). cebiríamos una novela sin título), no todas las novelas
Por eso la obra tiene significado más allá de su tiempo, traen dedicatoria: Joyce no la usó en el Retrato del
de su contexto y del autor de carne y hueso (ver Reyes, artista adolescente ni en Ulises ni en Finnegans Wake.
Polifonz'a, 113). La tesis de Domingo Faustino Sarmien- Garda Márquez no la usó en El otoño del patriarca ni en
to sobre Civilización y Barbarie ha trascendido en Crónica de una muerte anunciada, pero Cien años de
mucho a su libro Facundo. La función del narrador soledad está dedicada a "jomí garcía ascot y maría luisa
excedió los límites de Sarmiento como persona. En elio" (sic). José María Arguedas no la usó en Los rz'os
estos casos, 10 que se ha creado es un lenguaje que per- profundos. Otras novelas importantes que no traen
mite generar textos infinitos unidos en cadenas de hipo- dedicatoria son Pedro Páramo (Juan Rulfo), Paradiso
hipertextualidad. . ',,- (José Lezama Lima), La ciudad y los perros (Mario Var-
De lo anterior se desprende que el nombre del autor,
' -'.'"
. .gas Llosa). .
como el título de la obra, es parte fundaI'Í1ental del mar-., Algunos ofrecen una dedicatoria mínima: -"a Fer-
co. Es una inscripción en_~l!:l2_arK~!!._Q.~J
te~Jo que bríen- nando Benítez- Noé Jitrik" (José Emilio Pacheco, Mo-
ta la lectura-;-crürC'oñefíCionael acercamiento del lector. rirds lejos).
Permite enriquecer la obra con la reconstrucción de -"A Fernando Porrúa" (Julio Cortázar, Todos los
circunstancias históricas, sociales, biográficas en que fue fuegos el fuego).
./
-
compuesta. La obra, sin embargo,..!l..9_~.~limita a tales
... .,. - "Para Rita y Carlos Fuentes" (José Donoso, El lugar
~_?j).Cias.' , ' -c-- sin Umites).
Se trata de dedicatorias en donde se da el nombre del
destinatario o destinatarios precedido de "a" o "para".
Antiguamente era costumbre de los escritores dedicar Se vincula así el nombre de un tercero al diálogo autor-
sus obras a sus mecenas. Cervantes dedicó la segunda
lector. Este gesto comúnmente se interpreta como una
parte de El Quijote "al conde dc Lemos... que me sus- forma de reconocimiento público del autor (como indi-
tenta, me ampara y hace más merced que la que yo viduo) a allegados o benefactores. Otras dedicatorias, sin
acierto a desear" (Obras completas, 1271). Hoy en día)
embargo, son más expresivas: -"A Monsieur Gaston
por supuesto, la situación es diferente. La dedicatoria
moderna tiende a ser un evento íntimo, un gesto de Calmette como testimonio de profunda y afectuosa gra-
titud" (Proust, Por el camino de Swan).
amistad o gratitud. Pero hay infinidad de variantes:
actos de homenaje, conmemoraciones, mensajes secre- -"A Balmore Alvarez, un amigo que cantaba. Y que
",.
88 Alvaro Pineda Botero Teoría de la novela 89
otra noche murió de puñal" (Manuel Mejía Vallejo, Aire Oscar Hahn dedicó sus poemas sobre la muerte (Arte
de tango). de morir) "a mi madre - a Nancy - a mi hija Claudia".
- "Pqra Susana Soca: por ser la más desnuda forma de -En cambio, sus poemas de amor -de vida-- (Mal de
la piedad que he conocido; por su talento" (Juan Carlos amor) fueron dedicados "a mi bella enemiga cuyo
Onetti, Juntacadáveres). nombre no puede ser escrito aquí sin escándalo".
-"A Luis Buñuel, gran artista de nuestro tiempo, El mal de amor es un tópico tradicional del amor cortés.
gran destructor de las conciencias tranquilas, gran crea- El amante, enamorado con frecuencia de una mujer ca-
dor de la esperanza humana" (Carlos Fuentes, Las bue- sada, padece una suerte de enfermedad que lo lleva a
nas conciencias). veces a la locura y a los actos más extremos. Esta idea en
Son notas elogiosas, notas para exaltar una memoria alguna forma está avalada en la dedicatoria. Se insinúa
o para reconocer una influencia. Son amarres que ofrece un amor libre, pasional, que se colocaría como antítesis
el marco con personas reales y que en ocasiones intensifi- del amor filial y acaso conyugal que en el primer título
can el carácter biográfico del texto. queda relacionado con la muerte. Aun sin haber entrado
Manuel Zapata Olivella dedicó Changó el gran putas en la lectura de los poemas, el análisis de los marcos ya
"a Rosa, compañera de partos", lo que sugiere que escri- insinúa una historia. Al asumir la dedicatoria como ex-
bir una novela para él es como dar a luz, y que el autor presión de sentimientos reales, tendría el lector una serie
le ayuda a su compañera a tener hijos y ésta le ayuda . de elementos autobiográficos que probablemente condi-
a escribir. Vargas Llosa, por su parte, dedicó La tz'a . I ,'-".~ionarían la recepción de los poemas.
Julia y el escribidor "a Julia Urquidi lllanes, a quien tan-... { . Sin em bargo, no siempre la dedicatoria 21!~Jl~,J2ll1arse
to debemos yo y esta novela". El nombre de Juli~ t{r- eÚ-f6rma"HteraT-Eñ--el'caso-aetIafiñ bien puede tnltarS'e'-'
quidi Illanes, quien fue esposa del autor, queda iri'cues- . de'iiiii'Ticción 'lograda
' , con la técnica escritural para in-
tionablemente unido al título, lo que confiere un tono tensificar el efecto de las obras. Muchos autores las usan.
auto biográfico al texto. Una intención similar encontra- El mismo Oscar Hahn ha hecho un análisis notable de
mos en la dedicatoria de Guillermo Cabrera Infante en una dedicatoria de Borges. Se trata de la dedicatoria del
TTT: "a Miriam,
" a quien este libro debe mucho más de libro El hacedor a Leopoldo Lugones (En Prosa comple-
1o que parece. ta, 11, 307). Hahn resalta la enorme complejidad de la
En otros casos las dedicatorias reflejan una posición dedicatoria de Borges:
política o ideológica y se ofrecen como formas del códi-
go hermenéutico que gobierna el texto: -"a C. Wright El dedicante, que en la mayoría de las dedicatorias o
Mills, verdadera voz de Norteamérica, amigo y compañe- queda sobrentendido o se explicita mediante la sola mención
ro en la lucha de Latinoamérica" (Carlos Fuentes, La de su nombre, adquiere aquí corporeidad: se vuelve perso-
muerte de Artemio Cruz), naje. Lo mismo ocurre con el dedicatario: ya no es un mero
- "A mis hijos, Raúl Fernando, Brunilda y Francis- nombre propio sino la figura de Leopoldo Lugones. (oo.)
co René, esperanzado de que la lucha por la libertad sea Borges (en la dedicatoria) se dirige al despacho de Lugones
para los de su generación menos angustiosa que lo fue y le entrega, imaginariamente, un ejemplar de El hacedor
(692).
para la mía" (René Marqués, La víspera del hombre).
1i
Contribuye a aumentar la comp~jidad..d.h.e-c.hD,men- ben "para el gran público"? Varios autores han analiza-
c1onádo en lañíTsillildedíCarorTIí,/de la imposibilidad de do este tema. Se afirma, en general, que el escritor crea
la entrega del1ibro, "porque (Lugones) se mató a prin- una imagen de lector a partir de normas"yvalores"d-e--'"
cipios del treinta y ocho" y el encuentro que Borges -leéior~s'qu-e'erc0iioce. Esa imagen es una especie
imagina ocurre años después. Entonces, afirma Hahn, de habitante ficticio del texto, habitante que representa
Borges acude al único._.silio_,_d-e__~J1Q1J~n1tQ. que.seJeyant~ esos valores convencionales. Wolfgang Iser distingue
-:-.2c;¡.-;~GiIDa=-d§=-isi~~[~1i e la ml.1erte
ta~ion es: el eSP.~(;!o..Q entre lector implícito, lector imaginado, superlector, de
(Hahn, 695): "pero mafÚiña-'yÓ tarrÚJlén habré muerto y acuerdo al rol que pueda tomar el lector real. EJ-'::Jm_pli.~
se confundirán nuestros tiempos y la cronología se per- cito"
,........--.-p~eiemplo, tal como lo define Iser,
derá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo
afirmar que yo he traído este libro y que usted lo ha es un modelo trascendental que hace posible la descripción
aceptado" (Borges, 310). de los efectos estructurales producidos por el texto literario.
Otro elemento interesante en la dedicatoria (también Denota el rol del lector, que puede ser definido en términos
analizado por Hahn)es el uso de la técnica del enmarca- de estructura textual y actos estructurados. Al proveer un
miento al infinito: "Borges lleva un ejemplar de El hace- punto de vista, la estructura del texto sigueuna regla básica
dor con una dedicatoria en donde Borges lleva un ejem- de la percepción humana, ya que nuestra visión del mundo
plar de El hacerdor con una dedicatoria en donde ..."In- es siempre de naturaleza perspectiva. (The Act, 38).
,~.
uso de la expresión vaga "los lectores", es difícil formar ofrecer elementos interesantes de interpretación, tal
una idea de su imagen de lector. Hay elementos sin em- como vimos en los casos de Hahn, Borges y Fernández
bargo que sirven de pista: el título de la primera edición de Lizardi.
fue El Periquillo Sarnien to o Vida y Hechos de Periqui-
!lo Sarniento escrita por él para sus hijos {1816 )1°10
que implica una dedicatoria explícita que contradice la Tradicionalmente se ha considerado de importancia la
de "los lectores". La proliferación de digresiones mora- fijacIon-de la-I'ecna "deTaooraTiterana:WolfgangKaYSé;
les en el texto y el final piadoso y arrepentido del píca- 'na~al respecto: -mr~rminación de in-
ro demuestran un propósito ejemplarizantey educativo, flujos mutuos, de las relaciones, de la evolución y hasta
en concordancia con la dedicatoria del título: "sus la propia comprensión de la obra, dependen en gran
hijos" puede ser una forma de aludir a la juventud de la medida de la fijación exacta de la fecha" (Interpretación,
época. 57). A veces el investigador tiene que luchar contra
Producir una obra en gran parte es un proceso de en- engaños deliberados e indicaciones erróneas. Las inter-
marcamiento. Si el lector condiciona esos marcos, me pretaciones estilísticas, las relaciones biográficas, el con-
parece que puede decirse que el lector se hace coautor. tenido ideológico, dependen de la fecha (60). Algo simi-
Lo propio ocurre en los poemas de amor. La imagen de lar puede afirmarse de la mención de lugar que acompa-
la amada regula la producción del texto. (Con frecuen- ña í¡11gunasobras; provee un elemento para autentificar
cia se dice que "es su inspiración"). En forma más es- . .,' 'el.texto.
'o
riormente que no sea predecible. Barbara Herrnstein en la figura retórica de la anagnórisis, ya que éstas tam-
Smith desarrolla este tema en relación con la poesía. En bién producen verosimilitud; también enlazan la escritu-
su libro Poetic Closure dice que cuando la escritura de ra con actos, momentos y lugares de la vida real.
la obra por sí misma no determina la conclusión porque Para Aristóteles la anagnórisis es uno de los mejores
está hecha de tal forma que puede continuar indefinida- recursos para producir sorpresa en el auditorio. Consis-
mente (como en algunas composiciones musicales), se te en el paso de un estado de ignorancia a uno de cono-
hace necesario "la coda", para señalar el final de una cimien to y se presen ta como consecuencia del uso de
serie de variaciones (189). En otro lugar dice Smith: marcas o signos inherentes a la persona (lunares, cicatri-
ces) o externos a ella (prendas, joyas). En general, estas
Al llegaral final(del poema)no cesaen el lectorla expe- marcas avalan el discurso; reafirman y sobrepujan su
riencia de la obra de arte. Por el contrario, en este punto sentido; confieren autenticidad. Cervantes nos ofrece
reexperimentará la totalidad de la obra, ya no como una
un buen ejemplo de anagnórisis por el uso de joyas para
sucesión de episodios sino como un diseño integral: "la
estabilidad final" se refiere, no a la palabra o a la frase final respaldar el valor de la escritura en La ilustre fregona
del texto, sino a la totalidad percibida en sus dos dimensio- (Obras completas, 943). Constanza, la fregona ilustre,
nes: como proceso dinámico y como unidad (36). recobra su posición noble por la existencia de unas joyas
y de un documento en pergamino del cual el posadero
La última página anuncia que lo que sigue es silencio. tenía la mitad con las letras E T E L S Ñ V D D R, y
Allí cesa toda expectativa para el lector. Y al mismo 't,. ,; d~n Diego, el padre de Constanza, la otra mit~d con
tiempo, encuentra una apoyadura para ver la obra en sp~ j' S A S A E A L E R A E A. El juntarse se leía: "esta es
dimensión panorámica y retrospectiva. Sólo aquí pddh , la señal verdadera". La señal verdadera es un mensaje de
juzgar la naturaleza de la obra y determinar si las expec- naturaleza lingüística, un dedo que señala las joyas que
tativas que le despertaron título, autor y los distintos lo acompañan y que afirma que son verdaderas. Las
tramos de la lectura han sido satisfechas. La calidad de joyas, acompañadas por la mitad del documento, nada
la obra de arte puede medirse por su capacidad de pro- prueban. El documento total, sin las joyas, tampoco.
ducir un efecto totalizador. En esto se manifiesta la Se requiere la presencia simultánea de los tres elementos
fuerza del autor y de su obra; y el poder que éste ad- para constituir la prueba.
quiere sobre su lector. El punto final es el momento cul- Las letras E T E L S Ñ V D D R en poder del huésped
minante de ese poder. corresponden al lenguaje utilizado por una de las partes
Pero,_~demás,~to" eleme-ntos se ofrecen Gonw.un del diálogo. Son preguntas sin respuesta inmediata. Re-
sello, una f~rma en el borde de~.Q.C1l1lle.QJQ!.,Esel pun- presentan un deseo de conocimiento, una búsqueda de
to en dOñde el autor se desprende (se despide) del texto verdad, una expectativa. Cuando a la E responde la S, a
y lo ~ntrega a la circulación. la T contesta la A12, etc., hasta llegar a la frase, se logra
El marco en general y las menciones de fecha y lugar
en particular .!nten..§jficanel efecto_~.s;osa autéIltic.ay 12. Las partes no son idénticas. La primera tiene 10 letras,
s.ompleta~.Me parece interesante, para reforzar estas afir- 12 la segunda. Esto sugiere que fue cortado en forma desigual
maciones, desarrollar un paralelo con el uso de las joyas para dificultar cualquier intento de falsificación.
98 Alvaro Pineda Botero Teoría de la novela 99
la finalidad del diálogo (que es la única forma de comu- pasaron hace treinta años?" (55), lo que implica el año
nicación verdadera) :hacer verosímil el encuentro, hacer 1975, o sea nueve años después de la escritura. En otra
luz sobre la autenticidad del mensaje y por lo tanto parte dice que "durante veinte años eme ha purgado la
sobre el origen noble de Constanza 13 . pena de prisión que voluntaria o resignadamente o por
La fecha y el lugar de composición del libro son seña- cobardía se impuso" (85). Prisión que inició "un medio-
les verdaderas que producen efectos similares a los de la día de 1947 Ó 1948" (10). Esto llevaría al año 1967 ó
anagnórisis: son el lugar de reconocimiento de la auten- 1968, es decir uno o dos años después de.la escritura.
ticidad del mensaje (lo que le otorga verosimilitud); Más que una fecha, como afirma Jiménez Báez, lo
reconocimiento que sólo puede ocurrir en la realidad de anterior me sugiere que la intención del autor es abrir
una fecha y un lugar. una época que cubriría unos veintiocho años, o sea, la
Las menciones de fecha y lugar en Mor..irq.:¡JfJQ§,Pm- edad del autor en el momento de la escritura. En efecto,
.~:'ra edicIóñcre--r§"6f"termina con las Pacheco nace a comienzos de la segunda guerra mundial,
- aTaWas--~"Xlc-Ó~-marzo-':- dlcíeñilire"T9b<:?'-'rr~11J"0 en 1939. En los primeros párrafos de la novela, que
~ue~debeTil tefQrEltarse-como-qu-~~jIIñdlVld~Tósé.. Emi- no están sujetos a la numeración de alternativas y por lo
"ITo--Pache~stuvo eiergéñdOÍa función de-escritor en tanto pueden tomarse como base estructural inamovi-
'.esa-¿rUda cCeñtreTiíes me~orloTañt021Q~~~h¿f!E)]jLé!- ble, se afirma que la fecha de construcción de la casa
", rrados eñ la novela fueroñ imagiIiaacEri1o más tarde de ~
es 1939 (9). Más adelante encontramos que 1939 sirve
._]Tciembre-cre-r%b:-y-por'Io'-qlie'-feñg~an-de-re'areS;'.que ,; .-;también a la nomenclatura: "las persianas de la casa
ocurrieron a'ntes de esa fecha. Yvette Jiménez Báez afir- > 1939 no están entreabiertas" (32). Existe, pues, una
ma que la trama sucede en México "20 años después de ~ ; identificación del autor con la casa. Este recurso de cosi-
la segunda guerra mundial (La narrativa, 175), lo ,que ficación le permite negar al emisor, al receptor y al
nos dada aproximadamente 1965 (Jiménez Báez no ex- "narrador omnividente" (ver cap. II). La casa, en cierta
plica cómo llega a esta conclusión). En contra de esta forma, está fuera del tiempo, no tiene vida. Es un testigo
afirmación puede argumentarse lo siguiente: en el relato neutral. De allí que la narración pueda plantearse tam-
hay una serie de pistas contradictorias: por ejemplo, en bién desde una atemporalidad que se refuerza con expre-
la alternativa g, Alguien sería un detective que teclea en siones como "en las horas finales de una tarde que
una máquina Remington modelo 1936 "y ya van 14 comienza a traducirse en antepenumbra o semitiniebla,
años en el negocio" (26), lo que sugiere la fecha 1950. un miércoles de una semana, de un mes, un año impreci-
En otro lugar, el director del periódico pregunta: sos" (134). Y en otro lugar: "¿en qué estación del año
"¿Cómo podemos dedicar nuestro espacio a cosas que estamos?" (157).
Por eso, frente a estas vaguedades y anacronismos, la
notación de fecha al final del texto resalta como una
13. Heinrich Van Kleist utiliza el recurso de la anagnórisis con marca que permite autentificar el discurso, como si
joyas como manera. de' dar autenticidad al discurso en forma ma- fuese una joya eQ un caso de anagnórisis. Punto de apo-
gistral. Ver especialmente "The Betrothal in Santo Domingo" y yo de la narración, cierra una época, completa el marco.
"The Duel" en The Marquis€ of O and Other Stories. Da validez.
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100 Alvaro Pineda Botero
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