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Es con usted Presidente Chávez 2-07-2010 Felipe Torrealba

Por años he creído que dirigirme a mis compatriotas era lo mejor para mi país, que
dirigirme al Presidente para manifestarle mis impresiones de su gestión de gobierno, no es
porque no tenga que decirle o sino porque siempre se ha dicho, que termina siendo una
realidad: Los Presidente de cierran al mundo, porque le temen la crítica del mundo y se
construyen su propio mundo, que le dice lo que quiere oír. Nadie asiste a un concierto de
música que no le gusta, ni a una reunión con personas que no le agradan, ni mucho menos es
amigos de los enemigos. Así nos dicta la lógica del comportamiento humano. Generalmente
nos rodeamos de amigos con la compartimos ciertos gustos e ideales, nos elegían a veces sin
merecerlo, estos son los peores, los más peligrosos, porque por lo general esta es la forma
que asumen nuestros más peligrosos y mortales enemigos.

Pero cuando se trata de funcionarios públicos, es totalmente distinto, se les paga


para que trabajen sin hacer distinción de Credo, Raza, condición social o económica filiación
política, filial y sobre todo y más que todo sectaria. La concepción que tengo de los
funcionarios públicos, comenzando con el más alto cargo, como es el de Presidente, hasta el
último funcionario del escalafón, son empleados del pueblo, no son contratados por el pueblo
para que se conviertan en sus dueños. ¿Quién en su sano juicio acude a unas elecciones para
elegir a un Amo? Acude para elegir al político que supone, cree puede ser el más cercano a
comprender sus necesidades y hacer buen uso de los bienes que le confiamos para su
administración, pero ¿Qué vemos que ocurre una y otra vez? Qué la mayoría de los
funcionarios públicos con poder de decisión se comportan como el que se gana el premio
mayor de la lotería. Primero tenemos que recuperarnos y aceptar como una realidad que
disponemos de una inmensa fortuna, que podemos disponer de ella. Lo segundo que hacemos
es hacer planes, porque nadie o casi nadie saben en realidad lo que va hacer con tanto
dinero, cuando sueña ser millonario, por la vía de la suerte o del delito de corrupción, para no
caer en el área de la delincuencia común. Cuando podemos contar con ese dinero en el banco
o en nuestras manos es que nos percatamos de dos situaciones: Qué debemos cuidarnos de
los ladrones y de los aventuremos que vendrán a plantearnos como invertir nuestros dinero y
a exponernos sus razones para compartir algo con ellos. La otra consideración que hacemos,
es como ayudar a nuestros seres queridos, porque todos pensamos en eso primero que nada.
En cómo vamos a gastas o que vamos a comprar, porque en cómo vamos a tratar de conservar
o multiplicar la fortuna que recibimos, nos nuestra prioridad, todo nos lleva a dejarnos llevar
por hacer fiesta con el dinero que no nos ha costado nada, sin detenernos a pensar en lo más
importante, como adecuarnos al nivel que hemos llegado con poco o mucho esfuerzo.

Esto para mi es lo que le ocurre a la mayoría de los políticos cuando llegan a


posiciones en donde tienen la oportunidad de administrar inmensos recursos del estado,
como si fueran propios, porque los controles que existen, nadie los hace que funcionar y
quien lo intente se cierra las puertas en su carrera política.
El estado es el único que puede construir una carretera, una calle, un parque o
edificio sin hacer cálculos de en cuánto tiempo va a recuperar la inversión y cuanta utilidad
va a sacar de la misma y en cuento tiempo. Cuánto va a gastar en mantenimiento y
modernización, porque no todo el dinero saldrá de los usuarios de los servicios o facilidades
que crea el estado, el dinero sale de los impuestos que cobra el estado, de manera directa o
indirecta, pero cuando un estado como el Venezolano obtiene inmensos recursos producto de
los impuestos que cobra a empresas estatales, comienza a una metamorfosis muy dañina para
el nuevo millonario, porque aparentemente no hay a quien rendirle cuentas, no son dineros de
los impuestos que salen del bolsillo del contribuyente, por lo tanto no perciben que es
también dinero de su patrimonio como ciudadano de Venezuela y el administrador
circunstancial, momentáneo no piensa o no quiere pensar así. Si el dinero está en la cuenta
del banco en donde el tiene firma, es de el y para disponerlo solo debe cumplir con algunos
requisitos burocráticos, que por lo general, es el o gente como el, los que los idearon. Ese
dinero es del primero que disponga de el.

Nunca he escuchado, que a los funcionarios públicos de elección popular: Presidentes,


Gobernadores, Alcaldes, se les elija para favorecer a un sector de la sociedad, para quitarle
a los ricos y dárselo a los pobres o para ayudar a los ricos a ser más ricos, mientras le dan
migajas a los pobres para evitar el cargo de conciencia, el mismo que tiene todo el que se
gana la lotería, cuando piensa en cómo va ayudar a su familia y amigos, sin llegar a realmente
compartir con ellos el grueso de su fortuna, ni se va hacer cargo de todas sus necesidades
de allí en adelante. Por el contrario es sumamente chocante, despreciable, que un político
cuando busca los votos, se presenta como alguien sumamente preocupado por todos los
sectores del país: Los trabajadores, los empresarios, los industriales, los importadores, las
empresas del estado, pero cuando llega, se concentra en adular al sector que le es afín o con
el cual se identifica como lo puede hacer el Indio que acaba de ser elevado a Cacique, o del
engreído que se siente como un rey o príncipe de una dinastía política y trata de favorecer a
su corte y por último los llamados Dioses de la Robolución, que abiertamente se manifiesta
partidarios de los Trabajadores, pero de los que son realmente afines a su ideología política.
Ningún elector en su sano juicio puede y debe votar para que el funcionario público que salga
electo gobierne para arruinar a un sector, por favorecer a otro, porque al final todos salimos
perdiendo. La función del estado es servir de equilibrio, de moderador, de estimulo, de
árbitro imparcial, para conducir a un pueblo a mejorar, a facilitar, a estimular el bienestar,
la felicidad, la seguridad, la salud, la protección de sus ciudadanos y sus bienes, no a quitar a
unos, para dárselo a otros como el que se gana la lotería.

Sumamente peligro, reprochable, malsano, estimular el odio entre clases sociales,


cuando el deber de todo funcionario público es disminuir las diferencias, no quitándole al que
más tiene, sino evitando que el que más ventajas tiene, pueda aumentar su bienes sin control
ni medida en detrimento de los menos favorecidos, que luchar por superar las dificultades
para elevar su nivel de vida.

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