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convicciones. "De manera que, cada uno de nosotros dar a Dios razn de s." (Romanos 14:12)*
Ninguno tiene el derecho de fundir su propia individualidad en la de otro. En todos los asuntos en que
hay principios en juego, "cada uno est asegurado en su nimo." (Romanos 14:5)* En el reino de Cristo
no hay opresin seoril ni imposicin de costumbres. Los ngeles del cielo no vienen a la tierra para
mandar y exigir homenaje, sino como mensajeros de misericordia, para cooperar con los hombres en la
elevacin de la humanidad.
Los principios y las palabras mismas de la enseanza del Salvador, en su divina hermosura,
permanecieron en la memoria del discpulo amado. En sus ltimos das, el pensamiento central del
testimonio de Juan a las iglesias era: "Porque este es el mensaje que habis odo desde el principio:
Que nos amemos unos a otros." "En esto hemos conocido el amor, porque l puso su vida por nosotros:
tambin nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos." (1 Juan 3:11,16)*
Tal era el espritu que animaba a la iglesia primitiva. Despus del derramamiento del Espritu Santo,
"la multitud de los que haban credo era de un corazn y un alma: y ninguno deca ser suyo algo de lo
que posea; mas todas las cosas les eran comunes." "Ningn necesitado haba entre ellos." "Y los
apstoles daban testimonio de la resurreccin del Seor Jess con gran esfuerzo; y gran gracia era en
todos ellos.' (Hechos 4:32,34,33)* Deseado de Todas las Gentes 504, 505