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La actualidad internacional en una nota crítica

Passage au crible
Por un análisis transnacional de la arena mundial

N°6 · Versión en español · www.chaos-international.org

El trabajo de los niños, una violencia Norte-Sur


20º Aniversario de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño
Por Josepha Laroche
Traducción : Daniel Del Castillo
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño fue adoptada el 20 de noviembre de
1989 y desde entonces ha sido ratificada por todos los países del mundo, con la excepción de Estados
Unidos y Somalía. Este texto reconoce “el derecho del niño a estar protegido contra la explotación
económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su
educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social”
(artículo 32). Ahora bien, en 2009, mil millones de niños ven sus derechos más elementales diariamente
escarnecidos, mientras que más de un millón son todavía víctimas de la trata. Entre todas las formas de
violencia, examinemos las que conciernen al trabajo, al cual son forzados, principalmente en los PED
(Países en Desarrollo). En su informe de 2004, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) estima en
efecto que hay actualmente en el mundo más de 360 millones de niños entre 5 y 17 años que trabajan, es
decir, uno de cada cuatro niños.

Contexto histórico
No se trata de un nuevo fenómeno ligado al proceso de mundialización. En Occidente, ya los
niños trabajaban desde la Edad Media, participando así en la economía doméstica. Fuera del círculo
familiar, fueron objeto de contratos de arrendamiento, ofreciendo de esta manera una mano de obra
dócil, barata y hasta gratis. La Revolución Industrial marcó luego un giro histórico porque a partir de este
momento, operaron también en las minas, las hilanderías, las fábricas de metalurgia y las grandes
manufacturas. Pero la prioridad ha sido siempre la misma: ajustar y reducir los costos, disponiendo a la
vez de trabajadores particularmente vulnerables y sometidos. Finalmente, habrá que esperar hasta
finales del siglo XIX para ver los países desarrollados – gracias a la escolarización obligatoria en particular
– encaminarse hacia la reglamentación y luego la abolición del trabajo de los niños.

A nivel mundial, la OIT – que comprende 181 Estados miembros – establece a 15 años la edad mínima de
admisión al empleo. En 1976, esta institución adoptó un tratado dedicado al trabajo de los niños: la
convención 138. Esta última prohíbe el trabajo antes del final de la escolaridad obligatoria de cada país, y
en todos los casos antes de los 15 años. Sobre todo, prohíbe absolutamente toda actividad susceptible de
poner en riesgo “la salud, la seguridad o la moral” de los jóvenes antes de los 18 años. No obstante, este
texto sólo fue ratificado en 150 países aunque, en 1992, la OIT se dotó de un Programa Internacional para
la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) financiado por ciertos países desarrollados.

Marco teórico
Dos lógicas interdependientes operan aquí.
1. La acentuación de la división Norte Sur. Esta explotación es debido a la miseria socio-
económica y a la deficiencia de los sistemas educativos existentes en los países dichos del Sur. Los
países industrializados acusan a menudo los países en desarrollo de “dumping” social. En cambio,
estos últimos consideran que la imposición de normas occidentales – como la prohibición del trabajo
infantil – representa en realidad una forma enmascarada de proteccionismo cuya única finalidad
El trabajo de los niños, una violencia Norte-Sur
apunta a impedirles ser competitivos sobre los mercados mundializados; los productores occidentales
siendo así indirectamente protegidos por lo que es denunciado como la ideología de los derechos del
Hombre. En este caso, los PED estigmatizan lo que califican de “ofensiva desleal”, destinada a
hacerles perder una ventaja comparativa.
2. La movilización mundial de los actores no estatales. Las organizaciones interestatales (la
misma ONU o ciertas instituciones especializadas como la OIT o el UNICEF), las ONG y las redes de
ciudadanos-consumidores participan – a través de sus interacciones incesantes – en modificar las
políticas de los Estados y las estrategias de las firmas transnacionales sobre esta pregunta.

Análisis
Los años ochentas fueron marcados por una sensibilización de las sociedades civiles al trabajo de
los niños y a la explotación de la mano de obra. Desde entonces, redes formadas por miles de ONG
humanitarias, sindicatos, organizaciones de consumidores, son movilizadas e implicadas en las acciones
de terreno. Por su parte, UNICEF sostiene las acciones más innovadoras, como en las Filipinas, Camboya
y Colombia. Otros lanzaron campañas de sensibilización ante ciertas organizaciones internacionales – el
FMI, el Banco Mundial, la OIT – y gobiernos, ejerciendo simultáneamente incesantes presiones sobre los
responsables económicos.
Códigos de conducta fueron así establecidos como consecuencia de campañas públicas, por
iniciativa de OXFAM y de European Fair Trade Association por ejemplo. Numerosas empresas
entendieron así la necesidad – y sobre todo el interés económico en términos de imagen y de política
comercial – de adoptar cartas por las cuales se comprometían a respetar los derechos del niño en sus
procesos de producción y por las cuales aceptaban el principio de controles independientes. Por ahora,
existen varios centenares de estos acuerdos, cuya mitad menciona explícitamente el trabajo de los niños,
para todas las categorías sectoriales. Pero su adopción no garantiza por lo tanto una aplicación efectiva:
solo puede dar pruebas de un simple anuncio. Sin embargo, los operadores económicos no ignoran más
que 250 millones de niños trabajan en condiciones inhumanas, particularmente bajo sub-contratistas. Eso
permite sobre todo esclarecer las verdaderas condiciones de producción que han sido ocultadas hasta
ahora. Más aun, eso lleva los consumidores a preguntarse sobre las razones por las cuales, ciertos
productos manufacturados proviniendo de PED, anuncian precios anormalmente bajos. Por eso algunos
han puesto en práctica la ética de compra y han creado circuitos alternativos de fabricación y de
consumación éticamente correctos, que corresponden a condiciones en las cuales los Derechos del
Hombre son respetados, a fortiori los Derechos del Niño. Este comercio equitativo – Fair Trade –
pretende sostener el desarrollo de los países del Sur, especialmente a través del establecimiento de sellos
sociales, como “La ética sobre la etiqueta”, Rugmark, o también Step, creado en 1995 por Caritas
Swissair. En cuanto a las campañas de boicoteo, subrayan el debate que existe entre los abolicionistas y
los no abolicionistas. Relevadas por ONG de consumidores, tales como la National Consumers League o
la red Child Labor Coalition, han llegado a poner bajo la vigilancia internacional ciertas firmas como Nike,
Gap y Disney. Esta estrategia tiene incontestablemente efectos positivos. Sin embargo, también puede
ocasionar efectos perversos – paro, prostitución – y solamente desplazar el problema; los niños van en
efecto hacia otros empleadores, ocultos y más terribles. Entonces, estas movilizaciones son de doble filo.
Por supuesto dan un disparo de advertencia y modifican a menudo la estrategia de producción de firmas
transnacionales, muy sensibles al estado de la opinión pública y a la escucha de los consumidores. No
obstante, no podrían ellas solas, resolver las desigualdades de desarrollo y las disparidades sociales que
existen al interior de los PED.

Referencias
Fombrun Charles, Reputation: Realizing Value from the Corporate Image, Cambridge, Harvard University Press, 1996.
Hirschman Albert, L’Économie comme science morale et politique, trad., Paris, Seuil, 1974.
Landrai Ndembi Denise, Le Travail des enfants en Afrique subsaharienne, Paris, L’Harmattan, 2006.
Manier Bénédicte, Le Travail des enfants, Nouv. Éd., Paris, La Découverte, 2003. Coll. Repères (265).
Winston Morton, « NGO Strategies for Promoting Social Responsability », Ethics and International Affairs, 16 (1), 2002, pp. 71-88.

El trabajo de los niños, una violencia Norte-Sur

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